Opinión
Imanol Pradales, unos presupuestos peores de lo esperado

El ejercicio de propaganda del Gobierno vasco consiste en dar los datos que le parece, eligiendo lo que considera que le pone en mejor situación ante los medios de comunicación, sin que nadie pueda acceder a los datos reales de los presupuestos.
Imanol Pradales
Imanol Pradales, nuevo Lehendakari. Foto: Parlamento Vasco.
Gabinete de Estudios de ELA
31 oct 2024 06:00

No teníamos muchas esperanzas en que el presupuesto del Gobierno vasco para 2025 incorporase cambios de sustancia. Pero tenemos que reconocer que lo que conocemos nos ha sorprendido, pero negativamente. ¿Nuevo Gobierno? En las caras sí. Pero, de lo que vamos conociendo, estamos ante una mera prolongación de la política presupuestaria del Gobierno de Urkullu.

Para empezar, las formas. Y no nos referimos a si se presenta el presupuesto en mangas de camisa o con chaqueta. Uno de las cuestiones que más hemos criticado de los Gobiernos anteriores es la insistencia en la propaganda, según la cual todo está fenomenal y, como todo el mundo sabe, todo funciona aquí mucho mejor que en cualquier otra parte del mundo. Bilbainismo exacerbado, podría decirse. En lo referente a los presupuestos, el ejercicio de propaganda parte de que el Gobierno se pasa días y días enteros dando los datos que le parece, eligiendo lo que considera que le pone en mejor situación ante los medios de comunicación, sin que nadie pueda acceder a los datos reales de los presupuestos.

Desde una perspectiva democrática es un comportamiento inaceptable. Ha sido la tónica habitual. Pues bien, quienes, según dicen, han hecho autocrítica, han debido concluir, en este tema, que Urkullu hacía poca propaganda infundada, ya que la novedad ha sido una profundización en el akelarre propagandístico, con el lehendakari como protagonista ante “representantes de la sociedad”. Más propio de una arenga de un entrenador antes de salir a jugar un partido que otra cosa. 

Gracias a este ejercicio de propaganda y de ocultar los datos reales y completos, y gracias también a la colaboración de los medios de comunicación afines (destacando el triste papel de los medios públicos), todo el mundo habrá oído o leído esta semana unas 30 veces (si no más) que estos presupuestos son los más altos de la historia, son “los más sociales”, que se destinarán más de 5.000 millones a salud el año que viene, o cosas parecidas. Cifras ofrecidas sin contextualizar en absoluto, con el único fin de que la idea que quede en la sociedad es que son una maravilla de presupuestos. En definitiva, igual que el Gobierno anterior, por no decir que incluso peor.

Como hemos señalado, todavía no podemos acceder al contenido real y completo de los presupuestos, por lo que ahora solo podemos sacar algunas conclusiones en base a los datos parciales ofrecidos por el Gobierno. Pero en esto, también, estamos peor de los esperado. Se nos dice que el presupuesto total del Gobierno vasco para 2025 será de 15.728 millones de euros, lo que supone 703 millones más que en 2024. Es decir, un aumento del 4,7%. La nota del Gobierno vasco del año pasado alababa, una vez más, el gran esfuerzo del Gobierno, ya que el presupuesto de 2024 ascendía a 15.025 millones de euros, con “un incremento del presupuesto global de 774,7 millones, es decir, un 5,4% más que el año pasado”. En esto, el presupuesto del año que viene es lo más parecido a un clon del de este año. 

Si el presupuesto presentado por el nuevo Gobierno para 2025 no cambia nada respecto al que se está gestionando para este año, ¿alguien en su sano juicio puede creer que se van a resolver en alguna medida los graves problemas que tienen los servicios públicos o que se va a mejorar la situación de vulneración de derechos como el acceso a la vivienda o a un sistema de cuidados adecuados? Si no cambia la política presupuestaria todo hace pensar que no. Pero es más, teniendo en cuenta que el aumento del presupuesto para el año que viene es menor que el que se produjo hace doce meses incluso se puede pensar que las cosas van a ir a peor.

El presupuesto destinado a Salud solo aumenta en 2025 en 18 millones, un raquítico 0,35%, respecto al presupuesto actualizado de 2024

Mención especial se merece el departamento de Salud. Cuando se ha montado una Mesa sobre la Salud (no sobre el sistema de Salud Pública) y se ha pretendido generar en la sociedad la idea de que se van a tomar medidas para mejorar la deteriorada Osakidetza, llega el presupuesto y el aumento del Departamento de Salud es de un raquítico 4,4% (por debajo incluso de la media). Se van a destinar a Salud 5.116 millones de euros, solo 216 millones más que el presupuesto inicial de 2024. Sin embargo, si atendemos al presupuesto actualizado de 2024 a fecha de septiembre de 2024, está previsto que se destinen 5.098 millones de euros. Es decir, que el presupuesto de 2025 solo crecería en 18 millones, un raquítico 0,35%.

Sin tener este último detalle en cuenta, el aumento del presupuesto en salud, esos 216 millones mencionados, es menor al incremento de 2024, que fue de 246 millones. ¿Más de 5.000 millones? Sí. Pero mucho menos de lo que se necesitaría para, por ejemplo, equipar el nivel de recursos públicos destinados a Salud al existente en la media europea, para lo que faltan la friolera de 2.000 millones.

Vuelve la política de austeridad en Europa, que nunca se había ido en Euskal Herria, y un presupuesto continuista y peor de lo esperado.

En definitiva, y a falta de poder analizar los datos, para lo cual habrá que esperar unos días gracias a la falta de transparencia del gobierno, queda en evidencia que lo que ha vuelto a primar a la hora de elaborar los presupuestos ha sido gastar lo menos posible. Vuelve la política de austeridad en Europa, que nunca se había ido en Euskal Herria. Y de este modo, a pesar de que no esperábamos gran cosa, lo que se puede decir es que este presupuesto es continuista y peor de lo esperado. Así, desde luego, no se va a mejorar ni Osakidetza ni nada. El presupuesto de Pradales es el mismo de Urkullu, eso sí, sin chaqueta. 

Hace falta más alegría, presupuestariamente hablando, y para ello se requiere, también, avanzar en una reforma fiscal que aumente de manera importante los impuestos sobre el capital, las rentas altas y el patrimonio, y atajar el fraude fiscal. Pero eso, a lo que se ve, tampoco está en la agenda de este Gobierno. 

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