We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Opinión
La guerra por delegación de EE UU y el Reino Unido que está frustrando las negociaciones de paz en Ucrania
El gobierno británico, siguiendo como siempre el ejemplo de Estados Unidos, ha enviado por primera vez a Ucrania sistemas de misiles de largo alcance. El gobierno describió el sistema de armas M270 que están enviando como un activo militar “de vanguardia” que puede atacar objetivos hasta 80 kilómetros de distancia “con una precisión milimétrica”. Los soldados ucranianos serán trasladados a Gran Bretaña para recibir formación sobre el uso de los misiles.
Como señalan incluso algunos de los principales medios de comunicación, además de los cuatro sistemas de cohetes de precisión de medio alcance enviados por EE UU la semana pasada, esta decisión marca una nueva etapa en la guerra: Occidente está dispuesto a proporcionar a los militares ucranianos la capacidad de golpear profundamente en el territorio ruso, algo que antes evitaban cuidadosamente.
Este es uno de los pasos de escalada de las potencias occidentales y ha provocado la represalia inmediata en palabras y hechos de Vladimir Putin —incluyendo el primer bombardeo de Kiev desde hace cinco semanas— como los líderes occidentales debían saber que sucedería.
“Si están dispuestos a firmar algunos acuerdos de garantía con él, nosotros no”, dijo Johnson a Zelensky
Esto reafirma el hecho de que Occidente sigue presionando para nada menos que la completa derrota de Rusia mientras las tropas rusas continúan su ofensiva. Como dijo el secretario de Defensa británico, Ben Wallace, en una declaración en la que anunciaba el nuevo envío de armas: “Si la comunidad internacional continúa su apoyo, creo que Ucrania puede ganar”. Como parte de esta política de guerra por delegación, Occidente ha intentado deliberadamente impedir que se lleven a cabo negociaciones serias. El principal periódico ucraniano prooccidental Ukrayinska Pravda informó recientemente de que el propio Boris Johnson se presentó en Kiev a principios de mayo casi sin previo aviso, instando a Zelensky a no negociar con Putin.
“Si están dispuestos a firmar algunos acuerdos de garantía con él, nosotros no”, dijo Johnson, insistiendo en que, en cambio, era el momento de “presionarle”. Johnson confirmó más tarde al presidente francés Emmanuel Macron que había “instado a no negociar con Rusia en términos que dieran crédito a la falsa narrativa del Kremlin sobre la invasión”.
Son, en primer lugar, los ucranianos los que van a sufrir este enfoque, ya que el conflicto se convierte en una terrible guerra de desgaste. Pero la guerra tiene implicaciones globales y los riesgos de un aterrador choque militar entre grandes potencias con armas nucleares son mayores que en cualquier otro momento desde hace medio siglo.
Opinión
Satisfechos y radioactivos
Para entender esta situación y poder desafiarla, tenemos que ver más allá del relato simplista de Occidente de que se trata de una guerra entre los valores occidentales de libertad y democracia y el despotismo ruso.
El movimiento antiguerra se opuso a la invasión rusa desde el principio. Pero Occidente tiene una gran responsabilidad en este desastre. Altas personalidades de la política exterior de Estados Unidos, desde Henry Kissinger a Madeleine Albright y desde George Kennan a William J. Burns, actual director de la CIA, han aconsejado que la expansión de la OTAN hacia el este hasta las fronteras rusas sería una profunda provocación para la clase dirigente rusa. Los responsables de la OTAN lo sabían, pero siguieron adelante.
La diplomacia de última hora podría haber evitado la guerra. Muchos ex diplomáticos estadounidenses de alto nivel y expertos en Rusia instaron a Estados Unidos a aceptar la oferta de Vladimir Putin de mantener conversaciones antes de que se produjera la invasión en enero. El consejo fue rechazado. Como afirma Ivan Katchanovski, profesor ucraniano de estudios políticos en la Universidad de Ottawa, “los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido no muestran ningún esfuerzo ni deseo de lograr una solución pacífica del conflicto armado entre Rusia y Ucrania”.
Ahora Gran Bretaña y Estados Unidos parecen haber abandonado incluso la limitada moderación militar que mostraron al principio de la guerra. Su política de bombear las armas y presionar para obtener una victoria absoluta corre el riesgo de ser un desastre. Hay que detenerlos.