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Ocupación israelí
Trump y Netanyahu imponen a Hamás un rediseño de la tregua en Gaza

La tregua de Gaza, que debía poner fin a una ofensiva que tribunales internacionales investigan como posible genocidio, está en el aire. Tanto Israel como Estados Unidos se esfuerzan desde hace días en dejar atrás el acuerdo de alto el fuego pactado en enero entre el Gobierno de Israel y el movimiento palestino Hamás. Durante las últimas horas, resulta incierto si Washington y Tel Aviv pretenden rediseñar la tregua pactada, cuya implementación arrancó hace casi dos meses, o si ambicionan presionar a Hamás para que acepte unas condiciones totalmente nuevas.
El texto pactado en enero, que firmaron tanto líderes israelíes como militantes palestinos, diseñaba una tregua de distintas fases que terminaría con todos los cautivos liberados, con las tropas israelíes fuera del enclave palestino y con una negociación para convertir el alto el fuego temporal en un cese a las hostilidades permanente. Pero las violaciones de las autoridades israelíes, que se suceden desde hace semanas, convierten aquel acuerdo en papel mojado.
Desde primeros de febrero, el ejecutivo liderado por el fugitivo de la justicia internacional Benjamin Netanyahu boicoteó el avance de la tregua, un acuerdo convertido en papel mojado
Desde primeros de febrero, el ejecutivo liderado por el fugitivo de la justicia internacional Benjamin Netanyahu boicoteó el avance de la tregua. Netanyahu se negó a enviar representantes a las conversaciones que debían haber hecho posible, el pasado 1 de marzo, el paso de la primera fase del alto el fuego —caracterizada por una serie de intercambios entre cautivos israelíes y presos palestinos, así como por la entrada de ayuda humanitaria a la franja de Gaza— a la segunda —que debía implicar la retirada total de las tropas hebreas del enclave palestino—. Este salto de la primera fase a la segunda nunca se materializó. Los líderes israelíes alegaban —y siguen alegando— que hacía falta alargar la fase uno para seguir estudiando cómo pasar a la siguiente etapa —algo que permitía seguir liberando más rehenes israelíes mientras sus tropas seguían ancladas en la franja y mientras la posibilidad de retomar la ofensiva sigue intacta—.
Palestina
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Ante la negativa de Hamás, que no aceptó demorar el inicio de la segunda fase tanto tiempo como exigían los líderes israelíes, el equipo de Netanyahu dio otra vuelta de tuerca el pasado domingo anunciando que cortaba el flujo humanitario hacia el enclave palestino. El bloqueo de agua, comida, combustible y medicinas a las puertas de la franja de Gaza no solo supone una violación de la tregua, sino también de la legislación internacional. Los bienes que Israel está bloqueando no son originarios de Israel, sino de terceros países que ven cómo sus donaciones no llegan a sus destinatarios.
La retención de ayuda humanitaria tiene consecuencias mortales sobre el terreno. La tregua firmada en enero preveía la entrada a Gaza del suficiente número de tiendas de campaña y viviendas móviles para dar cobijo a centenares de miles de personas desplazadas en la franja. La falta de cumplimiento por parte de Israel, que antes de cortar el grifo el pasado domingo ya permitía una entrada insuficiente de ayuda humanitaria, castigó a miles de familias en Gaza durante las últimas semanas, que han dejado noches de lluvia y frío en el levante mediterráneo. Al menos seis recién nacidos han muerto congelados en la franja de Gaza durante las últimas fechas.
EEUU negocia con Hamás
Aunque el equipo de Donald Trump insiste en que dará por buena cualquier decisión que su aliado israelí tome en cuanto a la tregua y al conflicto de Gaza, la Casa Blanca ha dado un volantazo en su política en Oriente Medio y ha empezado a negociar públicamente con Hamás. Esto ha ocurrido esta semana, cuando el líder Republicano ha enviado a Adam Boehler como enviado especial a Qatar para encontrarse con representantes del grupo armado palestino.
La existencia de estas reuniones en un momento en el que el acuerdo de tregua firmado en enero pende de un hilo refuerza la sensación de que tanto Israel como Estados Unidos pretenden redibujar el contenido del alto el fuego desde una posición de poder. Hamás ha reiterado que tiene intención de seguir adelante con el acuerdo iniciado en enero y se espera que la milicia intente convencer a los estadounidenses de trabajar para avanzar hacia la segunda fase de la tregua, manteniendo vivo el acuerdo que tanto costó alcanzar. Fuentes cercanas a las negociaciones informaban anoche que Washington propuso a Hamás la liberación de diez cautivos vivos —se estima que quedan un total de 24— a cambio de una extensión de dos meses de tregua y de la reanudación de la ayuda humanitaria. Si esto fuera cierto, Washington estaría instrumentalizando el sitio medieval contra Gaza como herramienta negociadora.
El bloqueo de agua, comida, combustible y medicinas a las puertas de la franja de Gaza no solo supone una violación de la tregua, sino también de la legislación internacional
Otros informadores sugieren que las conversaciones entre la Casa Blanca y Hamás habrían terminado de manera positiva, indicando que un salto a la segunda fase de la tregua —seguramente con algunos retoques aplicados— sería posible. De entrada, que Trump negocie con Hamás —grupo al que Washington considera terrorista desde 1997— es algo que analistas creen que podría disgustar a Netanyahu. Pero en el contexto actual, el primer ministro hebreo podría salir beneficiado de ello. Si Hamás no cumple con las demandas de Trump y el líder estadounidense se frustra con los palestinos, Netanyahu podría ver más cerca la continuación del conflicto y la supervivencia de su Gobierno con la consecuente ausencia de rendición de cuentas —tanto por el 7 de octubre como por su triple caso de corrupción—. Si en cambio Trump logra que la milicia libere unos cuantos rehenes, aunque sean solo los estadounidenses —hay uno con vida y al menos cuatro fallecidos—, la Casa Blanca podría perder interés en el conflicto o en si Netanyahu decide retomar la ofensiva.
Estados Unidos
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Israel mantiene las ocupaciones en Líbano y Siria
Mientras, las Fuerzas de Defensa de Israel siguen ocupando territorios en sus dos vecinos del norte. En el caso de Líbano, el periodista Ravid Barak —bien conectado tanto con los líderes estadounidenses como con los israelíes— publicó esta semana en Axios que existe un “entendimiento” entre los Gobiernos de EEUU, Israel y Líbano para que los soldados hebreos mantengan sus posiciones en el sur del territorio libanés durante meses si fuera necesario. El Ejército israelí pretende quedarse en las cinco colinas libanesas donde tiene presencia hasta que considere que las tropas libanesas logran tener el control de la zona fronteriza en detrimento de Hezbollah, un hecho un tanto subjetivo que Tel Aviv podría utilizar para continuar supervisando el sur de Líbano hasta que considere oportuno.
El caso de Siria es distinto. A diferencia de la franja de Gaza y de Líbano, donde hubo grupos armados —Hamás y Hezbollah, respectivamente— que lanzaron ataques contra Israel, Siria es un país donde las tropas hebreas han ampliado su ocupación militar sin que haya habido ninguna provocación previa. Israel ocupa buena parte de los Altos del Golán, un territorio en el sur de Siria fronterizo con Israel, desde la Guerra de los Seis Días de 1967. En diciembre, cuando cayó el Gobierno de Bashar al Asad, el Ejecutivo de Netanyahu amplió la ocupación militar haciéndose con el control de un territorio desmilitarizado —considerado como una zona de seguridad— que había sido acordado en 1974 entre Damasco y Tel Aviv. A finales de 2024, cuando los soldados israelíes avanzaron posiciones en el sur de Siria, el Ejecutivo de Netanyahu aseguró que era una ocupación de carácter temporal hasta que Damasco tuviera unos nuevos líderes con quienes reestablecer la zona de seguridad.
Líbano
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Ahora, Israel ha cambiado de discurso y dice que no permitirá la presencia del Ejército de Siria al sur de la ciudad de Damasco. Ahmad al Sharaa, presidente sirio, ha declarado que Siria no se puede permitir entrar en conflicto ni con Israel ni con nadie, y que la prioridad de las autoridades sirias es la reconstrucción institucional y física del país. Pero los líderes hebreos, que tras el 7 de octubre tienen entre ceja y ceja el dominio absoluto de todos los territorios fronterizos con Israel, insisten en que no piensan permitir presencias potencialmente hostiles en ninguna zona limítrofe con el Estado israelí.
Más allá del argumento de la seguridad, muchos ven en la presencia israelí en el sur de Siria una voluntad de ocupar el territorio de manera permanente. Días atrás, mandatarios israelíes —entre los cuales el ministro de Defensa, Israel Katz— reconocieron que existe un programa piloto para que residentes sirios de la comunidad drusa, presente en el sur de Siria, puedan trabajar tanto en los municipios ya ocupados de los Altos del Golán como en el interior de Israel, probablemente en sustitución de la mano de obra palestina de Cisjordania y de la franja de Gaza.