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Ocupación israelí
Los bebés gazatíes, en un punto crítico por la falta de ayuda humanitaria
La tregua acordada entre Israel y Hamás ha sido recibida como un profundo aliento de alivio y esperanza tras 15 meses de un genocidio que ya se ha cobrado más de 60.000 vidas palestinas según cifra The Lancet. La promesa, al menos sobre el papel, del cese permanente de las hostilidades en la Franja, dibuja un horizonte de paz y reconstrucción a largo plazo.
No obstante, para muchas organizaciones que operan sobre el terreno, se trata de un acuerdo agridulce ya que no ofrece garantías en relación a la entrada sustancial, completa y mantenida de ayuda humanitaria en la región. Una ayuda que es tan urgente como decisiva para la supervivencia de miles de personas tras más de un año de violencia ininterrumpida. No es suficiente, aseguran las entidades solidarias, con paralizar las ofensivas —algo que, además, tampoco se está cumpliendo en Cisjordania—: si persiste el bloqueo a la entrada de suministros energéticos y materiales médicos y de construcción, los gazatíes seguirán pereciendo.
Las ONG denuncian que acuerdo de alto el fuego no ofrece garantías en relación a la entrada sustancial, completa y mantenida de ayuda humanitaria en la región
En diciembre de 2024, solo pudieron entrar en Gaza una media de 59 camiones al día con suministros vitales, frente a los 500 camiones que entraban diariamente antes del 7 de octubre de 2023, según Naciones Unidas. Hoy, según traslada UNRWA, este es el orden de prioridad para la entrada de suministros en la Franja: alimentos, medicamentos, material de invierno y kits higiénicos. El grueso de los cargamentos que recorren el paso egipcio para entrar en el enclave lo conforman, por tanto, alimentos no perecederos. Si bien están entrando paulatinamente convoyes con comida, todavía hay que esperar hasta que se autoricen otros bienes igual de esenciales para sobrevivir.
Un comunicado reciente de Médicos sin Fronteras hace hincapié en esta cuestión: “Si bien este cese temporal de los combates debe respetarse y ser duradero, esto es solo el comienzo para abordar las inmensas necesidades humanitarias, psicológicas y médicas en Gaza. Israel debe poner fin de inmediato al bloqueo de Gaza”. Muchos observan la progresiva entrada de suministros con cierta cautela, ya que los giros de actuación por parte de Netanyahu son imprevisibles y su respeto por la legalidad internacional ha brillado por su ausencia en estos meses de conflicto.
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Aunque la lista de grupos de riesgo es interminable, ONG como Unicef o Save the Children ponen el foco desde hace varias semanas en la precaria situación de los recién nacidos. Para entender el peligro que atraviesan hoy los bebés es preciso apuntar antes a la salud física y mental de sus madres durante el periodo de gestación: los niveles extremos de estrés y ansiedad a los que han estado sometidas a causa de los bombardeos tuvo un efecto directo el desarrollo prenatal de sus bebés. Un 10% de ellas tuvieron partos pretérmino, es decir, no llegaron a las 38 semanas.
No es suficiente, aseguran las entidades solidarias, con el alto el fuego: si persiste el bloqueo a la entrada de suministros energéticos y materiales médicos y de construcción, los gazatíes seguirán muriendo
Cuando esto ocurre, la criatura precisa de atención médica inmediata. Esto es sumamente desafiante en un territorio donde solamente el 40% de los centros sanitarios funcionan y lo hacen parcialmente. Pero es que además esos escasos hospitales no cuentan con suministros energéticos imprescindibles para activar máquinas como respiradores o incubadoras. Uno de estos hospitales al límite es el Nasser, que dispone de servicios de pediatría y maternidad. El suministro de oxígeno es una de las principales necesidades de este y otros centros. “Muchos bebés están conectados a ventiladores, a máquinas que funcionan con electricidad. Si el generador no puede generar electricidad por falta de combustible, esta ventilación asistida será parada, por lo que va a traer consecuencias desastrosas para estos niños, que siguen conectados en los cuidados intensivos”, explica a El Salto José Sánchez, coordinador médico de MSF dentro de Gaza.
Del mismo modo que si no hay combustible no pueden accionarse máquinas como incubadoras, tampoco se puede asistir a las mujeres que atraviesan partos complicados y requieren cesáreas
De este modo, la cuestión del combustible y la electricidad sigue siendo una de las que más preocupa a los sanitarios de Gaza aun establecida la tregua. La capacidad de distribución y suministro están ahí, pero los impedimentos por parte del Ejecutivo israelí a la hora de autorizar su entrada masiva torpedean la acción humanitaria internacional. Para muchos activistas, este bloqueo se enmarca dentro de la habitual estrategia de exterminio sobre Palestina, basada en obstaculizar el acceso a bienes de primera necesidad.
Del mismo modo que si no hay combustible no pueden accionarse máquinas como incubadoras, tampoco se puede asistir a las mujeres que atraviesan partos complicados y requieren cesáreas —todas se realizan desde hace tiempo sin anestesia ni analgesia—. En la unidad de cuidados intensivos neonatales, MSF atiende a varios niños y recién nacidos con ventilación mecánica, así como a 15 recién nacidos en incubadoras, todos ellos dependientes de la electricidad suministrada por generadores alimentados por combustible. Pascale Coissard, coordinadora de emergencias de MSF en Gaza, alertaba de que cualquier traslado a otros hospitales pondría directamente en peligro sus vidas dado que se encuentran en un estado “extremadamente vulnerable”.
Una entrada lenta e incierta de ayuda médica
Actualmente, el llamado llamado supply médico —paquetes de medicamentos y material hospitalario necesario para tratar a la población enferma— es prioritario. Aún así, entrará con cuenta gotas en los próximos días y no se sabe por cuanto tiempo. En diciembre se introdujeron 40 toneladas, en noviembre no hubo entradas de camiones y en octubre se registró la entrada de unas 10 toneladas en el enclave. Sigue sin ser suficiente, al igual que ocurre con los alimentos, considerando las inmensas necesidades sociales de la población gazatí, que ha perdido todo cuanto tenía.
Paralelamente, no se puede reedificar hospitales ya que la entrada de materiales de construcción está obstaculizada. Los trabajadores humanitarios lo repiten: reconstruir centros sanitarios y casas no es lo primordial y no se dará en el corto plazo. Tan solo se está dando luz verde a algunas labores de rehabilitación para construir pozos de agua, mientras que las destinadas a hospitales y obras de saneamiento público están todavía en el aire. Israel vetó durante el conflicto la circulación de suministros para edificar ya que teme que el hierro o la madera caigan en manos de Hamás, que los podría emplear para robustecer sus infraestructuras militares.
Los efectos irreversibles de bloqueo israelí
Los 15 meses de limpieza étnica han sentenciado, ya antes de nacer, el porvenir de miles de recién nacidos. Sus madres han estado expuestas a condiciones de malnutrición severa e insalubridad en los espacios donde siguen habitando (por no hablar de la completa ausencia de seguimiento médico y suplementación con yodo o hierro). La lactancia ha sido otro imposible durante el genocidio, donde la falta de agua potable ha impedido a las madres tener leche para dar el pecho a sus hijos. Lo que viene después son múltiples problemas cognitivos y físicos como bajo peso al nacer, retraso madurativo, malformaciones y complicaciones en la formación del sistema nervioso.
“Las mujeres no han tenido acceso a la nutrición necesaria durante el embarazo, lo cual está generando que nazcan más niños con muchos problemas”, asevera Lucía Martínez, de Unicef. Gran cantidad de estas patologías podrían detectarse durante los controles prenatales y ecografías, algo inexistente para las mujeres gazatíes, de manera que “hay muchas enfermedades que no se están diagnosticando y que en el futuro tendrán un efecto sobre ese niño o esa niña”. Otras enfermedades se han producido durante el posparto a consecuencia de infecciones en lugares como tiendas de campaña donde no hay higiene.
Los 15 meses de limpieza étnica han sentenciado, ya antes de nacer, el porvenir de miles de recién nacidos. Sus madres han estado expuestas a condiciones de malnutrición severa e insalubridad
La tragedia va más allá incluso de que miles de niños y bebés hayan muerto al no disponer de medicamentos, o directamente por la acción indiscriminada de las bombas y misiles: los que han logrado sobrevivir al infierno israelí lo han hecho en condiciones tan nefastas que marcarán su nada halagüeño porvenir. Un 9% de los niños han nacido en los últimos meses con menos de 2 kilos y 100 gramos. Además, la ausencia de atención precoz a las enfermedades de las madres ha provocado hasta la fecha un aumento “sin precedentes” de casos de discapacidad al no haber recibido una atención médica óptima como cirugías de reconstrucción o internamientos prolongados.
El alcance que todo esto tendrá a largo plazo es una de las tantas incógnitas que quitan el sueño a Carmen Terradillos, enfermera humanitaria en Gaza. Carmen estuvo estado seis semanas coordinando las actividades médicas en tres clínicas de salud en Jan Yunis, Al Mawasi y Deir al Balah, además de en el Hospital Nasser. Hoy explica a este medio que el sistema motor y cognitivo de muchos niños será considerablemente más lento que si hubieran llegado al mundo en circunstancias normales. “Van a ser niños que podrán enfermar más fácilmente, su estatus nutricional no se recuperará fácilmente debido al nivel de nutrientes de la madre antes de su nacimiento”, indica.
Las capacidades que se han perdido por problemas al nacer y crecer, explica, ya no se recuperan con el tiempo. Esto plantea, en última instancia, profundos debates sobre el futuro de Gaza: Las nuevas generaciones de niños y niñas gazatíes presentarán un desarrollo biológico más lento de lo habitual. “Ya no es solo un problema para el propio niño, sino que al ser algo que sucede de forma general, plantea dificultades también a nivel comunitario”, incide Martínez con desasosiego. De nada ha servido que las organizaciones humanitarias hayan requerido en infinidad de ocasiones el traslado internacional de estas criaturas y sus madres, solicitudes que chocaban permanentemente con la negativa de Netanyahu.
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Buena parte de estas enfermedades que arrastrarán de por vida los nacidos en el conflicto se habrían evitado si se hubiera permitido actuar desde el minuto uno a los agentes humanitarios en el terreno. “El Gobierno israelí, Hamás y los líderes mundiales han fallado trágicamente a la población. El alivio que aporta este alto el fuego está lejos de ser suficiente para que las personas reconstruyan sus vidas”, reprochan desde MSF. No es de extrañar que en junio la ONU revelara que Israel había sido incluido en la lista de países que violan de manera muy grave los derechos de los niños en los conflictos armados.
El año pasado había sido citado en el informe junto con Palestina como una de las naciones con los niveles más altos de violaciones graves comprobadas. Queda por ver si ahora, tras el acuerdo de tregua permanente, se tomarán las sanciones penales pertinentes por la violación flagrante de derechos humanos (entre ellos los de la infancia) cometidas sin descanso durante 15 meses de masacre.