Crónica
El viaje vacío: el espejismo de la ayuda humanitaria en la frontera de Rafah

Un enviado especial de El Salto a Rafah explica cómo se ha producido el primer acceso de los periodistas extranjeros a este punto de la frontera de Egipto con Palestina tras el anuncio de alto el fuego en vigor desde el 20 de enero.
Rafah Ayuda - 7
Uno de los camioneros egipcios se sube a su vehículo en el paso de Rafah. Javier Jennings Mozo
22 ene 2025 16:37

A las puertas del Centro de Prensa egipcio, el temido e imponente edificio de Maspero de El Cairo, un grupo enorme de periodistas se amontona, esperando entre bostezos y exaltación por el día que les espera. Son las cuatro de la mañana del 19 de enero —primer día del alto al fuego en Gaza— y el centro de prensa ha organizado, en coordinación directa con el gobierno, un viaje a la frontera de Rafah. Es el primero de este año, que sigue el modelo del año anterior, cuando, desde el comienzo del genocidio en Gaza el 7 de octubre, el gobierno egipcio comenzó a organizarlos para combatir las posibles acusaciones sobre su limitación de la libertad de prensa respecto a lo que estaba sucediendo en Gaza.

Ahora parece que por fin va a haber un acuerdo real de alto al fuego y, los egipcios, que han reprimido firmemente toda manifestación en apoyo a Palestina en el país durante todo el año pasado, están ansiosos por que la prensa—especialmente la internacional— muestre los camiones cargados de ayuda humanitaria, proveniente de su país, cruzando su frontera.

En esta ocasión, se llenan cuatro autobuses —un total de unas doscientas personas— en los que se suben una mezcla de periodistas extranjeros y prensa egipcia, que trabajan todos los formatos: televisión y vídeo, radio y prensa escrita. Muchos nos saludamos efusivos con compañeros que hace tiempo que no vemos —cualquier cara conocida es una bocanada de aire fresco y supone un apoyo moral importante en medio de este caos—, y esta alegría nos sirve como una dosis de energía para afrontar lo que sabemos que va a ser un largo viaje.

El primer obstáculo lo encontramos a la hora de viaje en Ismailia, en el control para cruzar el canal de Suez hacia el norte de la península del Sinaí

Los autobuses ponen rumbo a Rafah con casi dos horas de retraso una vez estamos todos, y se ha pasado lista dos veces, siguiendo unas técnicas más propias de una excursión de colegio, mediante las cuales los periodistas nos acercamos a los responsables del centro de prensa diciendo el nombre del medio que nos acredita para que se nos comunique en qué bus vamos, sin que se nos pida el pasaporte o cualquier tipo de identificación. 

Salir de la gigante capital es, en sí, una odisea, pero el primer obstáculo lo encontramos a la hora de viaje en Ismailia, en el control para cruzar el canal de Suez hacia el norte de la península del Sinaí, donde somos retenidos durante más de una hora y media.

El sol brilla fuertemente desde hace un rato, pero el tiempo sigue siendo fresco. Nos bajamos a estirar las piernas mientras un escáner revisa los autobuses y, justo cuando volvemos al autobús en dirección al túnel que cruza por debajo del canal, comienzan a llegar las primeras alertas de las agencias de noticias: Netanyahu ha retrasado el inicio del alto al fuego mientras Hamás no proporcione un listado con los nombres de los rehenes israelíes que van a ser liberados la tarde de ese mismo día.

Entramos en shock y, durante las siguientes seis horas de viaje, un silencio se adueña del interior de los autobuses. El silencio interrumpido sólo por un móvil que reproduce en alto un canal de noticias árabe en directo informando de los últimos acontecimientos.

El norte del Sinaí —completamente diferente del turístico sur tanto en paisaje como en ambiente—parece otro mundo. Es como si hubiéramos salido de Egipto y nos hubiéramos teletransportado a la Franja de Gaza en un segundo. Atrás quedan las calles abarrotadas, los edificios de infinitas plantas y la ausencia de vegetación.

Lo único que nos recuerda dónde estamos son las múltiples banderas egipcias que presiden los inacabables controles de ejército y policía que restringen y vigilan todo movimiento

Aquí las edificaciones rara vez superan los dos pisos, son grises (en vez de amarillentas) y las rodean amplias franjas de campo con cultivos y palmeras. Las dunas de arena fina, cubiertas de pequeños arbustos, se apilan entre pequeños lagos formados por la lluvia de la zona. A pesar de que no vemos el mar, este se siente cerca en el ambiente, que recuerda a otras zonas del Mediterráneo como Almería o a la costa de Cádiz.

Rafah Ayuda - 3
Un camionero, satisfecho por poder entregar la ayuda después del alto el fuego en Gaza. Javier Jennings Mozo


En esta zona, hasta el dialecto de árabe es diferente. Lo único que nos recuerda dónde estamos son las múltiples banderas egipcias que presiden los inacabables controles de ejército y policía que restringen y vigilan todo movimiento.

La peculiaridad de este viaje —en contraste con los anteriores, según compañeros que asistieron a estos— es su ruta: en vez de subir paralela al canal de Suez hasta la carretera de El Arish, pegada a la costa mediterránea, y seguir en línea recta hasta la frontera, en esta ocasión, el convoy serpentea por zonas más hacia el interior de la península, tomando desvíos que, a nuestro parecer, tienen poco sentido. Tal vez haya algo en la ruta original que los egipcios no quieren que veamos.

Tras superar la zona paralela a El Arish, entramos en un páramo completamente vacío, donde se observa la más absoluta nada: hectáreas de campo verdoso que recuerdan a una estepa hasta donde llega el ojo. En cierto momento, en el lado derecho de la carretera, se pueden observar cientos de tanques del ejército egipcio, abandonados a la intemperie. Y, de repente, en medio de este paisaje, ciudades enteras en ruinas, como si se hubiese dado una guerra en ellas: edificios completamente derrumbados con cráteres por explosiones y cuyas fachadas están cubiertas de agujeros de bala. La imagen me recuerda a la ciudad antigua de Mosul, en el norte de Iraq, completamente arrasada tras la batalla de la coalición internacional contra el estado islámico a través de la cual los aviones americanos bombardearon la zona indiscriminadamente asesinando a miles de civiles inocentes en 2017.

Es posible que estas ciudades que vemos cerca de Rafah sean las que fueron destruidas por el propio gobierno egipcio—que desplazó a la población beduina que las habitaba—en 2018 para crear la zona de seguridad alrededor de la frontera durante su famosa “lucha contra el terrorismo”, en la que en teoría, también destruyeron todos los túneles utilizados para el contrabando con Gaza.

Los últimos cinco kilómetros hasta la frontera transcurren por una carretera de un carril de ida y otro de vuelta que serpentea entre muros de hormigón que se han levantado a ambos lados. Hemos entrado en el área de seguridad o buffer zone que se extiende en unos cuatro kilómetros hasta la frontera, ampliada por Egipto en febrero de 2024. 

El acceso a Rafah está casi más fortificado que la propia frontera en sí, lo que demuestra la paranoia y la obsesión del gobierno egipcio por mantener el control de la zona. Llegado este punto de las relaciones diplomáticas con Israel y occidente, no se puede permitir que desde su país entre ni un sola arma para Hamás, ni que periodistas—o cualquier otra persona— puedan acceder a la zona sin su bendición.

Rafah Ayuda - 5
Periodistas acuden en masa a la frontera de Rafah en un viaje organizado por el gobierno egipcio. Javier Jennings Mozo


Cuando los autobuses se detienen, se nos anuncia que tenemos dos horas —sin especificar para qué— y las puertas se abren. Al bajar del autobús el paisaje es completamente distópico: todo un rebaño de videógrafos contratados por el régimen —y que llevan ahí ya varias horas— documentan la entrada de los camiones. Tienen, incluso, una grúa con una cámara que recuerda a las de las producciones de Hollywood y un dron—estrictamente prohibidos en Egipto—para grabarlo todo. De hecho, algunos de los planos que han tomado, nos han llegado ya al móvil a través de enlaces de WeTransfer por parte del personal del centro de prensa, horas antes de que lleguemos nosotros a la frontera.

Los representantes del centro de prensa se acercan a los periodistas uno por uno, e insisten en que tengamos las cifras más actualizadas: “ya han cruzado 330 camiones, ¿habéis incluido esta cifra?”

En este tipo de coberturas, uno sabe que es difícil encontrar declaraciones exclusivas, por lo que le doy mi micrófono a un compañero que hace radio y texto y le persigo con la cámara para grabar en vídeo las entrevistas que hace y a las que se suman varios compañeros más utilizando sus móviles como grabadora.

La variedad de testimonios es casi nula, ya que todo el personal de la media luna roja y de las ambulancias tiene prohibido hablar con nosotros por lo que sólo podemos entrevistar a camioneros. Todos comentan lo mismo: la ayuda no entra a Gaza desde Rafah, sino que al salir de Egipto y entrar al corredor de Filadelfia, son reconducidos a los cruces de Kerem Abu Salem y Al-Auja, donde los israelíes descargan los camiones—para inspeccionar la carga antes de cedérsela a la Media Luna Roja palestina—y les hacen regresar inmediatamente, a menudo, con un trato pésimo, según comentan los camioneros.


Una vez hemos hecho suficientes entrevistas y he grabado una cantidad apropiada de recursos para el reportaje en vídeo que publicamos en El Salto el martes, me dedico a tomar fotos para las piezas escritas. Le pido a un compañero que me grabe a mí los dos planos en los que salgo yo frente a la cámara —el periodista de radio que estaba haciendo las entrevistas con mi micrófono me ayuda también con el audio de estas tomas— mientras los compañeros de televisión hacen sus directos, o falsos directos, ya que la señal es bastante mala, en un ejercicio que tiene más valor de credibilidad para el medio (al tener un corresponsal), que valor periodístico estricto.

Los representantes del centro de prensa se acercan a los periodistas uno por uno, e insisten en que tengamos las cifras más actualizadas: “ya han cruzado 330 camiones, ¿habéis incluido esta cifra?”. Pero, cuando les preguntamos si esa cifra se refiere a camiones que han entrado a Gaza, responden con una sonrisa irónica: “yo no he dicho que hayan entrado a Gaza, he dicho que han salido de Egipto”.

Rafah Ayuda - 8
Ayuda de la UNRWA en uno de los camiones que esperan la luz verde para llegar a territorio palestino. Javier Jennings Mozo


A las cinco de la tarde, es hora de volver, y los representantes del centro nos obligan a subirnos a los autobuses. Todos sabemos que el valor del reporterismo que hemos realizado ese día no es suficiente para mantener unos estándares de rigor periodístico apropiados o, si quiera, mínimos. Por ello, nuestra cobertura sólo tiene valor si se contextualiza con información sobre el pacto y la liberación de rehenes.

“Si no es para entrar en Gaza, no pienso volver a hacer este viaje nunca más”, me comenta un compañero que ya ha hecho el mismo viaje dos veces con anterioridad, antes de subirse a su autobús. “Nos vemos en El Cairo”, grita desde lejos.

En el camino de vuelta, mientras los camarógrafos duermen, los periodistas —incluidos los freelance, como yo, que hacemos de cámaras, editores de vídeo y traductores— aprovechamos el tiempo para hacer la selección de fotos, traducir las entrevistas y empezar a escribir artículos y guionizar los vídeos.  

Cuando cae la noche, y solo las pantallas de los portátiles iluminan el interior del autobús, llegan las primeras noticias de la liberación de rehenes: tres mujeres israelíes han sido liberadas por Hamás. A las horas, los 90 palestinos, también rehenes—la mayoría mujeres y niños que han sido secuestrados arbitrariamente por las fuerzas israelíes en Cisjordania, sin ninguna causa delictiva, y encerrados sin proceso judicial— son puestos en libertad.  Apenas dos días después, Israel lanzará la operación “muro de hierro”, deteniendo arbitrariamente a decenas de palestinos—entre ellos, varios niños—en una acción que cuestiona una vez más—si es que hay algo que sorprenda llegado este punto—el valor real de este pacto por el alto al fuego.

De momento, nadie puede entrar en Gaza. Regresamos a El Cairo con una única certeza en mente: si de verdad sabemos, y hemos sabido a lo largo de los últimos 15 meses, lo que sucede en Gaza, es gracias a los periodistas palestinos que han informado día y noche sin descanso sobre lo que estaba sucediendo. Un grupo de periodistas que ha sido deshumanizado, desacreditado y asesinado por todos los frentes posibles por Israel y con la colaboración directa de Occidente. Ellos son los auténticos y únicos portadores de la bandera por la lucha por la libertad de prensa, uno de los ideales sobre los que, irónicamente, y en teoría, se sientan las bases de la “única democracia de Oriente Medio”.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Lanaren Ekonomia
Lanaren Ekonomia Palestinaren aldeko mugimenduak Israelen nazioarteko harremanak etetea eskatzen du
VV.AA.
Urte bat eta erdi igaro da Palestinan aurkako erasoaldia hasi zenetik, eta gero eta gehiago dira nazioartean Israelen aurkako presio ekonomiko eta politikoa indartzen duten mugimenduek.
Palestina
Genocidio Israel fuerza el cierre del último hospital operativo del norte de Gaza
El centro médico situado en el campo de refugiados de Jabalia llevaba prestando atención médica desde el inicio de la campaña genocida a pesar de los ataques israelíes. Este jueves, un ultimátum del ejército sionista obligó a desalojar el edificio.
Palestina
Cisjordania Las sanciones europeas contra colonos israelíes, sin impacto en Cisjordania
Mientras el mundo mira hacia Gaza, Israel y los grupos de colonos violentos que residen en Cisjordania están haciendo lo mismo de siempre pero a un ritmo más elevado que nunca.
Extrema derecha
Extrema derecha Llámalo X: cómo y por qué las élites tecnológicas cabalgan la ola del posfascismo
Los “broligarcas” de las grandes tecnológicas han tomado el relevo de las masas de desamparados del primer trumpismo para llevar las ideas de extrema derecha y antiilustradas a un nuevo estadio.
Polonia
Polonia Las elecciones presidenciales en Polonia deciden el futuro de la coalición de gobierno de Donald Tusk
Trzaskowski, el ganador de la primera vuelta, tiene por delante la complicada misión de asegurarse los antiguos votantes de los candidatos de izquierdas y a la vez ser competitivo entre votantes de la extrema derecha.
Servicios públicos
Servicios Públicos La lección de Olaf Palme, las ayudas para la compra de gafas y el transporte gratuito
La frase del político sueco, “un servicio para pobres siempre será un pobre servicio”, vuelve a estar de actualidad a cuenta del debate sobre la universalización de las ayudas públicas.
Palestina
Genocidio Israel fuerza el cierre del último hospital operativo del norte de Gaza
El centro médico situado en el campo de refugiados de Jabalia llevaba prestando atención médica desde el inicio de la campaña genocida a pesar de los ataques israelíes. Este jueves, un ultimátum del ejército sionista obligó a desalojar el edificio.
Comunidad de Madrid
Antipsiquiatría El Orgullo Loco marcha en Madrid contra la violencia “de la psiquiatría y el resto de las instituciones”
“La abolición del trabajo asalariado permitiría crear otros espacios desde los que gestionar los sufrimientos”, opina una integrante de la organización que aboga por eliminar la psiquiatría y psicología y despatologizar la conducta humana.
Colombia
Colombia Petro se la juega en las calles ante el boicot en el palacio
El paro nacional en apoyo al Gobierno es el último capítulo de una escalada de tensión entre el bloque que lidera Gustavo Petro y los poderes fácticos que obstaculizan la agenda de cambios del primer presidente progresista de la historia de Colombia.
Partido Popular
Partidos políticos Feijóo deja en su congreso la puerta abierta a Vox y busca un pico de crispación antes del verano
El presidente del PP ha hecho saber a los suyos que no quiere ni hablar de pactos electorales para quedar con las manos libres. La ponencia ideológica será solo sobre trazos gruesos, con la migración como nuevo eje.
Palestina
Cisjordania Las sanciones europeas contra colonos israelíes, sin impacto en Cisjordania
Mientras el mundo mira hacia Gaza, Israel y los grupos de colonos violentos que residen en Cisjordania están haciendo lo mismo de siempre pero a un ritmo más elevado que nunca.
Psicoactivos
Psicodélicos Iglesias psiquedélicas en Estados Unidos: las contradicciones constitucionales del trumpismo ácido
La nueva administración estadounidense está más abierta a contribuir al renacimiento psicodélico, pero las iglesias que utilizan este tipo de sustancias siguen encontrándose en una zona alegal.

Últimas

Hazlo Posible
Hazlo posible Un año de investigaciones en El Salto: más impacto y visitas que nunca
En el último año El Salto ha publicado decenas de trabajos de investigación, con más impacto y visitas que nunca: desde la exclusiva de los festivales de KKR a la foto manipulada de Mazón, pasando por los agentes infiltrados en colectivos sociales.
Residencias de mayores
Comunidad de Madrid Un segundo proceso judicial amplía los altos cargos de Ayuso imputados por las muertes en residencias
Además de los responsables de los protocolos excluyentes, un juzgado de Leganés añade al director del SUMMA 112, Pablo Busca Ostolaza, y a una geriatra de enlace por primera vez, entre otros investigados.
Transición ecosocial
Transición ecosocial Los movimientos sociales ante la transición energética: rebajar el tono, complejizar el debate
Las discusiones sobre cómo avanzar en la transición energética han encallado en la disputa ideológica entre los partidarios y detractores de los proyectos de energías renovables de cierta escala y volumen de inversión.
Más noticias
Opinión
Opinión La tragedia de lo privado o el día que se contradijo a Lavoisier
La parábola inglesa de la tragedia de lo común sugiere que cuando un recurso es “de todos” acaba siendo esquilmado, pero el día del apagón se pudo ver que fueron los intereses privados cortoplacistas los que nos llevaron al colapso eléctrico.
Argentina
Argentina Javier Milei pone en riesgo la soberanía argentina sobre los territorios australes
El Gobierno argentino anunció una baja de impuestos a la importación de teléfonos móviles. La medida afecta directamente un territorio clave para el país en lo que respecta a sus reclamos soberanos sobre las Islas Malvinas y la Antártida.

Recomendadas

Cine
Lucía Delgado y Tábata Cerezo “Las escenas de intimidad van mucho más allá del sexo”
Lucía y Tábata son coordnadoras de intimidad, es decir, se ponen al servicio de una historia audiovisual para acordar, delimitar, construir escenas que pueden suponer situaciones de especial vulnerabilidad a los actores y actrices.
Chile
Chile Daniel Jadue: “4,8 millones han creído en una Constitución que es la que la mayoría del pueblo chileno quiere”
El exalcalde de la localidad chilena de Recoleta se encuentra actualmente en arresto domiciliario por un contencioso con las farmacéuticas. Desde su Ayuntamiento puso en marcha una experiencia pionera: las farmacias populares.
Andalucía
Sanidad pública El colapso sanitario desborda la atención a la salud mental en Andalucía
La Junta de Andalucía no ha aprobado aún el Plan para la Salud mental en una comunidad con dos suicidios diarios y más de un millón de personas que consumen benzodiacepinas de forma crónica
Palestina
Genocidio La ONG anti-UNRWA lanzada por exespías y marines de EEUU siembra el caos en el reparto de alimentos en Gaza
La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) creada a comienzos de este año y vinculada a agentes del ejército y la inteligencia estadounidense ha sido acusada de desaparecer a una persona y disparar a quienes estaban esperando ayuda.