We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Música
Una nueva ola musical latina en la América de Trump
Una corriente de grupos latinos asentados en Estados Unidos planta cara al actual inquilino de la Casa Blanca con una música ecléctica y efervescente.
El pasado 27 de julio tuvo lugar en Nueva York el Nosotros Festival, una cita confeccionada alrededor de artistas de origen latino y enmarcada en el conjunto de actividades veraniegas organizadas por el Lincoln Center en Damrosch Park, un parque situado en el exclusivo Upper West Side, al lado de la Metropolitan Opera. Un marco aprovechado por los artistas invitados a subir al escenario para lanzar pullas contra el cambio climático, la Administración Trump, el muro con México y enarbolar una defensa de los derechos humanos y civiles, así como en favor de la diversidad y la riqueza implícita en esta.
Algunos de los artistas que desfilaron a lo largo de esa jornada forman parte de esta nueva corriente de exaltación y orgullo del sentimiento latino que cruza el país de costa a costa. Un elemento identitario que reverbera en la música como medida de choque al actual contexto de crisis y desprecio racial.
Uno de los abanderados de este despunte, y partícipe en la fiesta en la ciudad del Hudson, es Helado Negro. El músico, nacido en Lauderhill (Florida) pero residente en Nueva York, representa ese sujeto musical adoptando consciencia racial por cercanía, pero también por un entorno convertido en amenaza desde el aterrizaje de Trump. De ahí que un pseudo himno como su “Young, latin and proud” haya adquirido vigencia en el escenario actual y forme parte del repertorio fijo de sus directos.
Aunque no es ni mucho menos el único representante de la ciudad que nunca duerme. A pocas cuadras de su Bushwick de residencia, desde el sur de Williamsburg, irrumpe con proyección internacional Buscabulla, amigos y colaboradores de Roberto Carlos Lange (la persona detrás de Helado Negro). Dúo puertorriqueño formado por Raquel Berrios y Luis Alfredo del Valle, practicantes de una chillwave de aromas tropicales y melodías adhesivas. Un sonido empaquetado por el momento en dos EP (el primero producido por Dev Hynes) pero con todos los ingredientes necesarios para ser comercializado al otro lado del Atlántico. De esta banda se ramifica Bairoa, el proyecto recién arrancado por Luis Valentín, encargado de la guitarra y los teclados en las giras de Buscabulla, quien ahora emprende su aventura en solitario con coordenadas parecidas: sonidos afrotropicales integrados en un entramado de pop sintético y melodías sedosas.
Si Buscabulla representa la promesa de una nueva clave sonora irradiada por el pop de influencias caribeñas y latinas, Empress of, el proyecto de la estadounidense de origen hondureño Lorely Rodríguez, es su consolidación. Avistada en festivales de renombre de nuestro país como el Primavera Sound, la angelina residente en Brooklyn dio la campanada con un primer álbum (Me, XL Recordings, 2015) que aunaba la delicadeza y el contagio pop de Feist o Chvrches con arrebatos de experimentación no muy alejados de FKA Twigs.
Otra joven latinoamericana asentada en Brooklyn y haciéndose ver y oír en su circuito de salas de conciertos es la bonaerense Valerie Teicher con su proyecto Tei Shi. Tras acumular cierto hype con dos primeros EP, su debut discográfico vio la luz el pasado 31 de marzo de la mano de Downtown Records. Un trabajo en el que volvió a dejar impreso su bedroom pop de carácter sensual y meloso.
También del circuito de salas de Nueva York, especialmente las de pequeño formato que se levantan al otro lado del East River, se empieza a pronunciar el nombre de Salt Cathedral. Una formación colombiana compuesta por Juliana Ronderos y Nicolás Losada. Abrazando el pop sedoso para dar salida a un compuesto de texturas y géneros (donde caben hasta samplers de dancehall) con acercamientos al pop de la propia Empress Of, los cercanos (geográficamente) Yellerkin o Miike Snow. En los próximos meses concretarán su sonido con un primer disco. Al igual que la de arriba, optan por expresarse en el idioma de Shakespeare.
Aunque no todo queda circunscrito al pop electrónico o al pop experimental: propuestas como la de Xenia Rubinos se encuadran cerca de la música negra con excursiones hacia otros terrenos sonoros. Pese a nacer en Connecticut, el gusto musical de su padre cubano y su madre puertorriqueña se recoge en un ADN que para el segundo disco ha prescindido del bilingüismo para abrazar el inglés. Influenciada por el soul, el r&b, el hip-hop, J Dilla o Charlie Mingus, Rubinos sigue imprimiendo denuncia social en unas letras que cargan contra el racismo endémico y el clasismo imperante en la sociedad yanqui.
Otra estadounidense incapaz de cortar con sus raíces (en su caso boricuas) es la rapera neoyorquina Princess Nokia. La clarividencia expuesta en sus letras al abordar temas como el feminismo, la orientación sexual, la cuestión queer, la cosificación del cuerpo de la mujer, la brujería o temas más sociales, le ha ganado una gran exposición, apuntalada instrumentalmente por una producción que funde el rap con el trap y el r&b. Su esperado debut saldrá antes de finalizar el año vía Rough Trade, pero su estela de abanderada de mujeres jóvenes independientes sin tapujos y con las cosas claras sigue creciendo a lo largo y ancho de Gotham, y por ende, del mundo.
Hasta el propio Nicolas Jaar, afamado productor neoyorquino de origen chileno, dio un sorprendente viraje hacia la electrónica política en su último disco, Sirens, donde difuminaba géneros mientras intercalaba comentarios políticos en sus venerados esquemas house.
La huella latina presente en Brooklyn resulta aún más alargada: el pop electrónico de Maria Usbeck (ecuatoriana y exvocalista de Selebrities), o el synth pop de Ela Minus, bogotana afincada en Brooklyn que frecuenta melodías delicadas y acariciantes, impulsadas por una voz brillante y magnética, declinada por el español de sus ancestros, son otras de sus exponentes.
Aunque no todo queda absorbido por la ciudad más poblada del país. En Miami, por ejemplo, florece Jacuzzi Boys, un combo latino que abraza el garage, la psicodelia y el rock bajo el esquema del sol tropical de su zona geográfica.
También en zona horneada, en la ciudad de Los Ángeles, tiene su base Generación Suicida, grupo punk formado en las calles sin adoquinar que escupe letras enrabietadas sobre las frustraciones propias del barrio y la ciudad. En Providence, ciudad cercana a Nueva York, sobresale otra banda punk latina y bilingüe, los Downtown Boys. El sello Sub Pop les echó el lazo, y este verano han editado con ellos su tercer disco grande, Cost of Living.
Y desde otro de los epicentros musicales del país, la incansable Nueva Orleans, irrumpe Hurray for the Riff Raff, una locomotora de ritmo capitaneada por la fuerza motora de Alynda Lee Segarra, puertorriqueña y trotamundos, y una de las más vociferantes contra las políticas de Trump y a favor de la igualdad, como demostró en repetidas ocasiones durante su paso como curator y cabeza de cartel (al lado de la banda que lidera) por el Nosotros Fest.