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Migración
Redes de activistas de Bilbao, Donostia e Irun demandan a la administración una acogida digna
Tanto desde las asambleas barriales en Bilbao, como en Irún, donde alertan del tapón ante las deportaciones del Estado francés; las redes de acogida están suplantando los escasos recursos que se están destinando desde las instituciones vascas
“Una vez más es el movimiento social el que está demostrando que somos mejores gestores que la administración, y además de manera participativa y autogestionaria”. Son las palabras de Mertxe Gómez, una integrante de la asamblea de acogida de Bilbao La Vieja, que relata cómo la noche del 7 de agosto las vecinas de Bilvi han tenido que acoger a 105 migrantes mientras que en el albergue ofrecido por la Cruz Roja sobraban 30 plazas de las 88 habilitadas. “Las personas migrantes solo pueden estar tres días en el albergue habilitado por la Cruz Roja, y como cumplen los protocolos a rajatabla se dan situaciones como las que estamos viviendo. Hace más de una semana salió en prensa que igual ampliaban la estancia a cinco días, pero no se ha cumplido”, relata Mertxe, que pide al Ayuntamiento un equipamiento estable amplio y atención integral.
Hace un mes, diversas activistas de Bilbao se reunieron para intentar organizar la acogida ante el aumento en la llegada de migrantes, y se decidió organizarse por barrios. La primera quincena fue Atxuri, donde se habilitó el patio de un convento para las cenas y las canchas del barrio para dormir. Después, las encargadas de gestionar la acogida fueron las vecinas de Bilvi, que cogieron el testigo con una kalejira. Los activistas hablaron con la Kultur, y su asamblea aprobó que se pudiera utilizar el local para dormir. “Al principio empezaron a llegar unos 40, y la situación era manejable, pero estos días han superado las 100 personas, por lo que criticamos la actuación tanto del Gobierno Vasco como de Diputación y Ayuntamiento”, señala Mertxe.
Esta red que se ha creado funciona de manera asamblearia. Mediante un cuadrante se dividen los turnos para labores tanto de reparto de ropa como de ayuda en la cocina, apoyo en las mesas y las noches, en las que dos personas se quedan en la Kultur y otras dos en el local que ha cedido una vecina con capacidad para 14 personas. “Nuestra filosofía es autoorganizarnos y que los barrios se impliquen. También ayudamos con la atención médica, derivación a cuestiones jurídicas, seguimiento a menores y acompañamiento con un intérprete”, añade.
Otra de sus actividades es el desayuno solidario. “No sabemos por qué pero los domingos no se ofrecen desayunos. Además, en agosto cierran a la noche y no se les da cena, sino que se les ofrece otra bolsa con algo de comida al mediodía y al final cenan muy pronto. Nos hemos sorprendido de cómo funcionan los servicios sociales con los que más lo necesitan y es una forma de denunciarlo”, asegura esta activista.
De todas formas, desde esta red de acogida no quieren quedarse solo en el asistencialismo, sino que afirman que siguen tres líneas. “La primera es la denuncia de los motivos por los que migran las personas, como las guerras, la rapiña de las multinacionales, el cambio climático y la irresponsabilidad de las instituciones, desde la Unión Europea hasta el Ayuntamiento de Bilbao, pasando por el Estado español, el Gobierno Vasco y la Diputación. Después va la movilización, mediante diferentes comunicaciones que hemos hecho a lo largo del tiempo; y por último vamos a lo más básico como es el cobijo y comida a las personas que vienen”, afirma Merche, que defiende la importancia de hacer pedagogía en los barrios para evitar situaciones de “guerra entre pobres”.
Aunque muchos de ellos todavía no han llegado a su destino, Mertxe afirma que “un alto porcentaje se quiere quedar aquí”, e incluso van tres veces a la semana a castellano y algún grupo pequeño a euskera. “No les pueden expulsar porque están en condición de asilo la Policía les da cita para abril”, explica.
“Si los barrios más empobrecidos de la ciudad nos estamos haciendo cargo de darles de comer, vestir, dormir y atenderles a nivel jurídico. ¿Cómo puede ser que la administración no sea capaz? Es asumible. Lo hacemos nosotras con nuestro dinero cuando lo tendrían que hacer ellos”, sentencia Mertxe.
El dispositivo en Bilbao de la administración, la cual acusa al movimiento social de crear “alarma” y asegura que hay recursos en la ciudad, está dotado solo de unos 150.000 euros. Los migrantes que duermen en las instalaciones de Cruz Roja tienen que abandonar el albergue a las 8 de la mañana y hasta las 19 horas no pueden volver a entrar. “Están todo el día en la calle, no nos da la vida para estar todo el día en la Kultur”.
PROBLEMAS EN LA MUGA
Además de Bilbao, también se están tejiendo redes de acogida en otros puntos del territorio vasco. Siguiendo la ruta de muchos migrantes, los siguientes puntos antes de la muga de Iparralde se encuentran en Donostia e Irun.En la capital gipuzkoana, el albergue de acogida esta situado en una ikastola abandonada de Zorroaga, al cual no dejan entrar a los activistas para ver en qué situación se encuentra. A raíz de la protesta frente a las instituciones, han conseguido que la estancia se alargue de los tres a los cinco días, sin embargo tienen que dejar todos el albergue a las 8 de la mañana, es por eso que desde el gaztetxe Txantxarreka del barrio del Antiguo se han sumado a la red para facilitar una acogida digna y han cedido su espacio a los desplazados.
Por otro lado, la situación en Irún es más complicada. Este jueves 33 personas han pasado la noche en la estación. “Aquí se está generando un tapón entre las personas que llegan y las que deportan desde el Estado francés”, alerta Bibi, de la red de acogida de esta localidad gipuzkoana. “Si les pillan cerca de la frontera o les envían a Irun o los mandan al centro que tienen en Hendaya que casi siempre está lleno, y si les cogen en Bayona ha habido casos que les han deportado a España o incluso han devuelto a su país de origen”, añade. Esta situación se empezó a agravar hace un par de semanas, ya que a mitades de julio, según narran desde la red de acogida, venían grupos de unas diez personas, pero la última semana vienen entre 30 y 40 a los que reciben en la estación.
Desde el Gobierno Vasco se ordenó que cada Diputación decidiera donde focalizar los esfuerzos, y en Gipuzkoa se decidió centrarse en Donostia, por lo que Irun se quedó sin ningún dispositivo. No ha sido hasta que, gracias a la presión de las activistas irundarras debido al aumento del goteo de migrantes esperando cruzar la muga de Iparralde, el Ayuntamiento decidiera habilitar un albergue, que sin embargo sigue sin suplir las necesidades actuales. Hasta que la institución decidió mover ficha, desde la red humanitaria organizada en Irun ya se estaba alojando a gente y dando comidas en el gaztetxe Lakaxita. La primera cesión por parte del Ayuntamiento fue dar el desayuno, y después se consiguió habilitar un espacio para 28 personas. Las activistas denunciaron que en el momento que hay 29 personas la última en llegar se quedaba sin servicios, aunque ahora Cruz Roja se encarga de darles la comida . “Irun ha creado un albergue nuevo, hay espacios. El ayuntamiento se ha cerrado en banda y todo lo hemos conseguido a base de denuncia y movilización”, asegura Bibi. Otra de las demandas es que los servicios de comedor y albergue se abra todos los días, ya que hasta ahora solo está disponible de lunes a viernes. El Ayuntamiento ha prometido que se ampliará el servicio, aunque desde la red de acogida están a la expectativa. “Incluso hasta desde Cruz Roja veían que no era un dispositivo digno”, recalca Bibi que afirma que “se puede aguantar así un tiempo, pero al final la administración tiene que hacerse cargo”.
SIN COORDINACIÓN EN CRUZ ROJA
Nerea Zarandona es integrante de Ongi Etorri Errefuxiatuak en Busturialdea y cuenta cómo echa en falta una mayor coordinación con las actuaciones de Cruz Roja. “Muchas personas llegan en autobuses y al llegar a la estación de Termibús no hay nadie esperándoles. En Bilbao la Cruz Roja tiene un horario concreto, y si no vas en esas horas no te atienden. Es por eso que desde Ongi Etorri Errefuxiatuak se está pensando en instalar una mesa informativa para atender a los que llegan”, señala, ya que hay veces que al no poder atenderles se pueden quedar sin el tiquet que les dan para la ropa y el camastro. Es precisamente este tiquet otra de sus denuncias, ya que considera insuficiente los 6€ que ofrecen para comprar ropa en las tiendas de Cáritas. “Solo da para calcetines, calzoncillos y una camiseta. Además se les está pidiendo que lo den el primer día, pero nos contestan que si lo hacen se les agota muy rápido”, denuncia esta activista, cuyas críticas también van dirigida a la indefensión que sufren las mujeres, ya que “ha habido casos en los que mujeres embarazadas han agotado su estancia en el albergue y se han visto en la calle cuando sabemos que en Bilbao actúan redes de trata”.Relacionadas
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