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Medio ambiente
Luz verde al embalse de Barrón en contra del criterio ecologista
El Ministerio de Transición Ecológica emite una declaración de impacto ambiental favorable al proyecto, un plan cuya utilidad vecinos y ecologistas ponen en entredicho y que afectaría a una zona de gran valor ecológico.
Nuevo paso hacia la construcción del embalse de Barrón-Añana, un proyecto firmado por la Sociedad Mercantil Estatal Aguas de las Cuencas de España (Acuaes) y la consultoría de ingeniería SERS, fomentado por la Diputación Foral de Araba y con un coste de 182 millones de euros. El plan, del que ahora el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) ha emitido una declaración de impacto ambiental favorable a su construcción, está enmarcado en el Proyecto de mejora y modernización del regadío de la zona regable de Valles Alaveses y pretende crear una lámina de agua de 53 hectáreas de superficie y 4,3 hectómetros cúbicos.
La reacción de las entidades defensoras del medio ambiente no se ha hecho esperar. Desde Ecologistas en Acción señalan que su construcción “supondría la completa destrucción de un valle alavés de gran valor medioambiental y paisajístico” y el coportavoz de Equo y diputado en el Congreso, Juan López de Uralde, ha criticado la decisión, denunciando que “el Gobierno del PSOE retoma la antigua política pantanera y aprueba el embalse de Barrón en Álava”, algo que considera “una mala noticia para el medio ambiente y para el territorio alavés”. Según señalaba Uralde: “Seguiremos luchando para evitar que vaya adelante, por ser innecesario, sobredimensionado y de gran impacto”.
Ecologista en Acción denuncia que la construcción del pantano “afecta gravemente a una especie vegetal muy escasa, la Genista eliassennenii, que forma parte del Catálogo Vasco de Especies Amenazadas, y cuya supervivencia en Euskadi se vería seriamente amenazada si se llegase a construir el embalse”. También hacen referencia a los problemas que acarrearía a la fauna de la zona, “rica y variada”, con especies de gran interés, como el águila real, “cuya existencia en la zona se vería amenazada por la construcción del embalse”, remarcan.
La federación ecologista destaca además el gran valor paisajístico del área, “donde se alternan pastizales con manchas de vegetación arbustiva y arbórea autóctona, a modo de mosaico, que desaparecería por completo bajo las aguas del embalse”.
Resistencia al hormigón
Las críticas al proyecto han sido constantes. En 2016 se creaba la Plataforma por la paralización del Embalse de Barrón-Añana, que destacaba en su manifiesto una “falta de transparencia e información pública”, con “escasa catadura democrática de los promotores y/o la existencia de intereses distintos a los plateados en el proyecto y por su puesto ajenos al de los agricultores”. En su manifiesto exponía que “no queda suficientemente justificada la necesidad de un embalse de esta magnitud” y denunciaba la ilegalidad de la tramitación, al no hacerse referencia al mismo en el Plan Hidrológico del Ebro.
La Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA), una organización que busca reflexionar sobre el uso del líquido elemento, presentaba el pasado 25 de noviembre un informe técnico que ponía de manifiesto las graves deficiencias económicas, técnicas y ambientales del proyecto. Entre otros problemas existentes señalaban que el plan ignora los efectos del cambio climático sobre las aportaciones hídricas de los ríos, calcula las demandas de agua de los cultivos como si el riego fuera a manta (y no por aspersión, como está proyectado), exagera las presiones de servicio en los hidrantes y presenta unos costes de inversión de 185 millones de euros totalmente sobredimensionados. Tampoco contempla la recuperación de los costes, según señalaban desde la FNCA, lo que contradice la Directiva Marco del Agua.
Utilidad en entredicho
Ecologistas en Acción también cuestiona la utilidad del embalse, “cuya finalidad, abastecer de agua a nuevos futuros regadíos, resulta más que dudosa, pues se pretende llenar con agua procedente de otro río, con el consiguiente coste económico del bombeo”, denuncian, “un coste que los regantes no están dispuestos a pagar, tal y como ha sucedido con otros embalses (por ejemplo, el embalse de Lechago, en Teruel).
También exponen los problemas para el río del que se extraería el caudal necesario, el Omecillo, “un curso fluvial en muy buen estado de conservación, que se vería gravemente afectado, al retirarle una buena parte de su caudal”.
“El de Barrón es un embalse de enorme impacto medioambiental y sin apenas utilidad, que solo va a favorecer a las empresas constructoras que lleven a cabo las obras”, señalan los ecologistas, muy críticos con la política hidráulica del Gobierno, remarcando que “decisiones como la adoptada por la actual ministra y el Secretario de Estado de Medio Ambiente suponen un grave paso atrás en lo que a la gestión del agua en España se refiere”.
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Que yo sepa el País Vasco no es una comunidad que se pueda considerar de secano, pero vamos, si seguimos dejando que las empresas constructoras se lucren de hacer cosas inutiles y destrocen el medioambiente, efectivamente lo va a ser muy pronto. Menuda transición ecológica...
en un pais de secano se precisan embalses,que por una parte son una desgracia y por otra una bendicion,nunca llueve a gusto de todos,salud