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Marruecos
Una ola de solidaridad recorre Marruecos tras el terremoto
Un cartel cuelga de dos hilos largos en el medio de la calle. En árabe, anuncia que allí se recogen todo tipo de provisiones de asistencia humanitaria. Por el alboroto, cualquier pensaría que está en alguno de los pueblos del faldón del Atlas como Amizmiz, donde coches privados y camiones aprietan el claxon para anunciar la llegada de más material. La realidad es que, a más de 300 kilómetros del epicentro del terremoto del pasado 8 de septiembre en Marruecos, las iniciativas y organizaciones civiles también se abren paso ante la ineficacia de las autoridades. En Casablanca no ha caído ningún edificio, pero la implicación es cabal.
Messoudi Naima es profesora de árabe en la escuela del barrio. Camina de un lado a otro entre botellas de agua, juguetes y ropa de bebé. Detrás de ella, diez jóvenes, altos y fuertes, levantan cajas, cierran unas bolsas a rayas de color azul y rojo y pegan un cartel con un trozo de cartón usado encima. “Ropa para hombres”, escribe Hamid en uno de ellos. Le sigue la ropa de bebés, los medicamentos y otra bolsa desbordada por mantas. No cierra ni la cremallera. “Muchos de los afectados no nos piden comida. Prefieren cocinar con los recursos que les sigue dando la tierra y todo lo que ya está llegando de otras organizaciones”, cuenta Naima. La profesora asegura que, por eso mismo y desde hace días, han virado sus esfuerzos hacia otra dirección y anuncian a los vecinos que las necesidades ya son otras. “En el Gran Atlas, las noches son muy frías y sin casas donde dormir lo fundamental es ropa de abrigo”, añade Naima.
Naima y su séquito de jóvenes no han parado de trabajar en este barrio de Bourgoune en Casablanca desde que se dio el temblor. “Aquí todos estamos bien, allí la situación es crítica” cuenta uno de ellos. Naima, que hasta hace unos días había empezado el nuevo curso escolar, de momento ha suspendido la vuelta a las aulas. Y con ella, la de todos sus alumnos. “Cuando doy clases siempre insisto en lo importante que es ayudar a los demás. Los chicos son todos mis alumnos”, revela.
Un objetivo extendido por todo Marruecos
Unos pasos más adelante, la estampa es distinta. Las intenciones, las mismas. En frente del pabellón deportivo Mohamed M’jid un grupo de jóvenes están tumbados encima de grandes bolsas de plástico negras. A pesar de que no se percibe lo que hay el interior, se presupone. Toda Marruecos se ha volcado ante la inoperatividad de las autoridades nacionales y la tardía entrada de las pocas manos internacionales. Las voces gubernamentales aseguran que no aceptan la entrada de otros países como Francia o Argelia.
Toda Marruecos se ha volcado ante la inoperatividad de las autoridades nacionales y la tardía entrada de las pocas manos internacionales.
“Somos hermanos y como hermanos que somos, este es nuestro cometido”, cuenta Houcine Fanchy. Tiene 31 años, es jugador del equipo nacional de fútbol playa en Marruecos y ahora el coordinador que lleva las riendas de esta iniciativa local. Con su cuenta personal de Instagram, convoca a todos aquellos interesados en donar o comprar provisiones enfrente del polideportivo, a partir del mediodía. “Normalmente estamos todo el día aquí, esperando por si alguien aparece”, explica. Al ponerse el sol, comienzan a llenar una furgoneta aparcada en un descampado cercano. Allí cargan con lo que han logrado reunir en un día. “Intentamos salir sobre las 20 o 21, así podemos entregar lo que hemos recogido al amanecer y volver a Casablanca a por más”, relata.
Tanto Messoudi como Houcine apuntan que, ante la ineficacia de las autoridades gubernamentales y el retraso en la entrega de provisiones humanitaria, se han movilizado y miles de coches, camionetas y motos cargadas hasta arriba circulan a toda velocidad desde Casablanca, Rabat o Tánger hasta Marrakech, desde donde se distribuyen las donaciones. En lo internacional, solo cuatro países han podido acceder al país con sus equipos de búsqueda y rescate. Los contingentes de España, Reino Unido, Catar y Emiratos Árabes Unidos son los únicos que han recibido la autorización de Mohamed VI, rechazándose el ofrecimiento de ayuda de Francia y Argelia. Las fuentes gubernamentales apuntan que está decisión no está fundamentada en cuestiones políticas o geopolíticas, sino que, más bien, quieren evitar la presión humanitaria y la desorganización.
Incomunicados
Un grupo de chavales marroquíes se organizan para salir de Rabat hacia Ijjoukak, en el corazón del Alto Altas. Entre las provisiones asoman un par de tiendas de campaña pequeñas. “No sabemos cómo va a avanzar el día, quizás llegamos al anochecer a Ijjoukak”, revelan. Como ellos, decenas de jóvenes han alcanzado las cimas más altas de la cordillera, donde todavía quedan muchos de los afectados por el terremoto, totalmente incomunicados.
Hasta el momento, las autoridades oficiales han registrado casi 3.000 fallecidos en el que ya se conoce como el terremoto más fuerte jamás registrado en Marruecos y en el norte de África
Hasta el momento, las autoridades oficiales han registrado casi 3.000 fallecidos en el que ya se conoce como el terremoto más fuerte jamás registrado en Marruecos y en el norte de África. Las muertes están extendidas entre diferentes provincias del país, entre ellas, Al-Haouz (al sur de Marrakech y a escasos kilómetros del epicentro) es la más afectada. Allí se han registrado alrededor de 1643 fallecidos. Por otro lado, un total de 530 instituciones educativas han resultado dañadas o colapsado y alrededor de una decena de carreteras regionales continúan cerradas por desprendimientos de tierra y rocas.
Hasta ahora, el Rey Mohamed VI ha presidido tres reuniones de emergencia desde Rabat, además de una visita al Hospital Universitario Mohamed VI de Marrakech. También se ha aprobado un programa, redactado por un comité interministerial, que está dirigido a unas 50.000 viviendas parcial o totalmente derrumbadas a lo largo de las cinco provincias más afectadas. Con ello, el plan busca implementar medidas urgentes de reubicación, ofreciendo un alojamiento temporal en estructuras más sólidas a las posibles lluvias, además de otros servicios esenciales. Los hogares afectados recibirán además una subvención de emergencia de 30.000 dirhams marroquíes (alrededor de 3.000 euros).