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Fronteras
La masacre de Melilla y los aniversarios de la vergüenza
El pasado sábado 24 de junio se cumplía un año de la masacre de Melilla. Un año sin que haya habido justicia, sino todo lo contrario, lo que ha habido es revictimización y culpabilización de las personas que fueron asesinadas en la frontera. Un año que ha servido para profundizar y reforzar precisamente ese modelo de frontera causante de tanta muerte. Las imágenes de decenas de cuerpos apilados, la violencia reflejada en los vídeos, la constatación de las devoluciones en caliente, nada sirve. Un año después y los representantes políticos a cargo de la gestión y toma de decisiones siguen ahí. Con todo lo que ha pasado en los últimos años Fernando Grande-Marlaska no ha sufrido ni consecuencias políticas ni legales.
Dentro de aproximadamente un año estaremos en el aniversario de la masacre en Grecia. Centenares de personas abandonadas en el Mediterráneo hasta su muerte. Personas de las que no sabemos nada, ni siquiera sus nombres. Las autoridades griegas no permiten informar ni acercarse a quienes sobrevivieron. Sólo son números que se suman a los que yacen en las profundidades del mar. Una masacre que supone la consecuencia previsible y asumible de este sistema de frontera, del negocio de la necropolitica de la Unión Europea y Frontex. Un modelo enmarcado en la ideología de la blanquitud y del capital, que nos recuerda cada día qué vidas importan y cuáles no, qué cuerpos son necesarios para la acumulación, para la extracción de su capital humano y su fuerza de trabajo y cuáles son los beneficiarios, así como qué cuerpos son los que hay que proteger y a qué coste.
La ideología de la blanquitud y del capital nos recuerda cada día qué vidas importan y cuáles no, qué cuerpos son necesarios para la acumulación, para la extracción de su capital humano y su fuerza de trabajo y cuáles beneficiarios
Parece incomprensible pero irónicamente cada episodio de estos refuerza cada vez más estas estructuras. No solo esta lógica está más fuerte que nunca, sino que quienes abogan explícitamente por ella cada vez acaparan más espacios de poder político. Los presupuestos en la militarización de las fronteras aumentan cada año. El negocio del control y la muerte en el mar como espacio fronterizo está en auge y es proporcional al aumento del número de muertes.
La incansable luchadora Helena Maleno Garzón nos informa de forma constante de cada una de estas masacres. El 21 de junio anunciaba “Se confirma una nueva masacre en el Atlántico con treinta y nueve personas muertas, entre ellas cuatro mujeres y un bebé. La neumática llevaba más de doce horas suplicando un rescate en aguas de responsabilidad españolas”. Da igual, no pasará nada y nos hablarán de mafias.
Todo ese sistema seguirá generando aniversarios de masacres prácticamente diarios como lo ha venido haciendo. No por nada el Mediterráneo es la fosa común que ya todas conocemos con decenas de miles de personas muertas. Porque ya ni siquiera es algo que la gente pueda decir que desconoce, simplemente lo asume, acepta y convive con ello. Vamos por el noveno aniversario de la masacre del Tarajal. Una masacre justificada y avalada por cada juzgado que ha pasado el caso. Estamos tristemente acostumbrados a los aniversarios de la vergüenza. Porque son, sobre todo, recuerdo de la impunidad.
Melilla
Masacre del 24J Una jornada de denuncia contra la impunidad y las fronteras racistas para el primer aniversario del 24J
Resulta que este modelo no solo se basa en la selección de qué personas deben vivir o morir, ser legales o no, ser explotadas o no, ser sujetos de derechos o no. Sino que se sustenta en la impunidad. La justicia depende de los Estados y eso, entre otras cosas, es lo que se traduce en la sistematicidad del racismo. La capacidad y la voluntad de quienes tienen la potestad y el poder de determinar quiénes, cuándo y cómo reciben justicia. Y pese a todo, pese a que el racismo es la punta de lanza hoy en día que mueve algunos de los discursos políticos más mediáticos, sigue sin ser parte de la agenda programática y discursiva de quienes desde las instituciones se anuncian como contrarios a ello. ¿Dónde está la izquierda?
Cada uno de estos aniversarios constatan la necesidad de la lucha política antirracista. Una lucha real, política, programática que implique presupuestos, ejecución y que no se vea sonrojada constantemente. La lucha que demandan y llevan a cabo cada vez más organizaciones antirracistas y activistas cansadas de tanta muerte, de tanta vergüenza, de tanto racismo.