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Literatura
Katixa Agirre: “El destino de la mayoría de libros es pasar desapercibidos”
La escritora y profesora de Comunicación Audiovisual ha saltado a las librerías europeas con su última novela, Las madres no, en la que aborda desde las frustraciones más habituales de la maternidad hasta las más terribles.
La claridad, la concisión y una perfecta construcción que respeta las normas gramaticales básicas de sujeto, verbo y predicado caracterizan la prosa sin subordinadas de Katixa Agirre (Gasteiz, 1981). Esta escritora y profesora de Comunicación Audiovisual de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea ha saltado a las librerías europeas con su última novela, Las madres no (Editorial Tránsito, 2019), en la que aborda desde las frustraciones más habituales de la maternidad hasta las más terribles.
La frase más impactante de tu último libro y que resume perfectamente una fase por la que, seguramente, pasamos todas las mujeres al convertirnos en madre es Yo ya no soy yo.
Es una sensación que tiene la protagonista y que también tuve yo. Esa sensación de que todo tu pasado ya no existe. Te ves solo como madre y piensas que los demás también. No sé si es realidad o paranoia, una autopercepción que se va superando y una sensación agobiante que va desapareciendo, según va habiendo distancia entre el bebé y tú. Por lo menos yo lo sentí así. Después de varios años, otra cosa sería preocupante.
En el móvil, intento activamente archivar por su nombre a las madres y padres de las amigas y amigos de mi hija, pero no lo consigo ni la mitad de las veces.
No, con muchas personas solo existirá esa relación. Mi hija mayor va a primero de primaria y, después de cinco años de escuela, hay gente que solo conozco por ser la madre de. Por desgracia, aunque ahora en confinamiento diría que por suerte, nos pasamos la vida en el patio del colegio o en la puerta de la escuela y no acabamos de ver más allá de la madre de.
El patio del colegio público viene muy bien para salir de tu burbuja medio pija e intelectualoide
Creo que es muy necesario que las escritoras y los escritores se pasen la vida en la puerta de la escuela. Cada libro que hojeo y se inserta en discursos rimbombantes o nabadas, vuelve directamente al estante.
El patio del colegio público —añadiría yo— viene muy bien para salir de tu burbuja medio pija e intelectualoide.
Leïla Slimani.
Me leí su Canción dulce y al principio fue ¡Mierda! ¡Ya han escrito el libro que quería escribir! Un libro sobre las contradicciones que le supone a una madre buscar a una niñera y que desembocan en la violencia más gratuita que puede haber. No sabes ni por dónde viene.
Escribes de temas que casi nadie toca.
Diría que cada vez se tocan más ciertos temas. Hay más gente que habla, más diversidad, más mujeres escribiendo. Eso ha supuesto abrir las puertas y las ventanas. Las mujeres, si podemos escribir, tendemos a escribir sobre cosas que los hombres ni han mirado, como la maternidad. Pero también podemos escribir sobre la guerra, ¿eh? La clave está en la pluralidad de voces. Aunque debemos ser conscientes de que, de momento, las que escribimos somos un tipo de mujeres concreto. Hay muchos tipos de mujeres que aún no tienen capacidad de contar su historia. Hay muchas mujeres y para escribir debes tener tiempo o una clase económico-social determinada para poder hacerlo.
Reconocer eso supone reconocer los límites de la literatura como herramienta de transformación cultural.
Bueno, en general, la capacidad de la literatura para transformar la sociedad la veo bastante limitada, y solo confío en que se dé en el largo plazo.
El cuerpo en el que hay dolor y sangre es un tabú, no entra dentro de las conversaciones socialmente aceptadas
Tengo la sensación de que tú y yo podríamos pasarnos horas hablando de nuestros pechos, las heridas de nuestras vaginas y los suelos pélvicos que no aguantan una carrera. ¿Qué tiene la maternidad que nos hermana de un modo tan visceral?
La maternidad te mete en un mundo para el que nadie te había preparado. Entras en un club secreto que dispone de unos códigos de los que nadie te había hablado. Existe esa sororidad que nace de haber pasado por cosas que nunca nos contaron, ni a mí ni a ti, y en ella seguro que nos podemos encontrar.
¿Por qué no nos lo cuentan?
Hay muchos tabúes, son cosas de mujeres a los que no se da más valor. ¿Por qué la lactancia da tantos problemas? Porque no has visto a mujeres lactar, lo cual facilitaría la transmisión de conocimientos. Antes había varias generaciones conviviendo juntas, pero hemos cortado esa transmisión doméstica y en el discurso público no se habla de ello, porque se considera algo de mujeres. Además, el cuerpo en el que hay dolor y sangre es un tabú. Todo ello no entra dentro de las conversaciones socialmente aceptadas
¿Ya te han dicho aquello de que escribes para mujeres?
Nadie me ha dicho eso a la cara. En la feria del libro de Durango, había muchos hombres que cuando compraban Las madres no me decían que era para su madre o para su pareja. Pero también lo han comprado chicos jóvenes para sí mismos, y me han escrito para contármelo.
Las mujeres, si podemos escribir, tendemos a escribir sobre cosas que los hombres ni han mirado, como la maternidad
¿Cuánta arrogancia cabe en esa frase?
Es una manera no muy sutil de degradar tu literatura, sugiriendo que escribes de algo concreto y no universal que solo le interesará a alguien según sus genitales.
¿Por qué escribes?
De la lectura pasé a la escritura porque tengo facilidad para escribir. Tengo muchos cuadernos y diarios de cuando era niña. De pequeña, como muchos niños que pintan, yo escribía. No lo vivía como algo excepcional, imaginaba que todo el mundo era igual que yo.
¿Prefieres escribir o dar clase?
Dar clase puede llegar a estar muy bien y escribir todo el día te puede quemar mucho, así que combinar ambas facetas me va bastante bien.
Como los niños son fáciles de desconectar cerrando las escuelas, al Gobierno les sale barato oprimir excesivamente
Las criaturas ya pueden salir a la calle, ¿qué recordarán de todo esto? ¿Qué historia les debemos contar sobre esta pandemia?
No tengo ni idea de qué historia les podemos contar. Pierdas la autoridad del relato cuando les dices que es para unos días y luego se va alargando… Los primeros días veía a mis hijos tranquilos, pero luego entraron en una fase apática. Nada les motivaba y solo querían salir a la calle. Eso repercute en tu estado de ánimo, verles infelices no mola nada. No sé qué historia les podemos contar, pero espero que no lo recuerden como un horror. Intentamos que no sea un trauma.
¿Qué te ha parecido la gestión del Gobierno respecto a las medidas impuestas a la infancia?
Creo que simplemente no han contado con la infancia. Los han borrado y punto. Se extendió la idea de que eran transmisores y como son fáciles de desconectar, les sale barato oprimirlos excesivamente: les cortas de la escuela y les desconectas. Que en seis semanas no se hayan tenido en cuenta las necesidades de los niños es bastante hiriente.
Pasarán seis meses sin escuela.
Al menos nos daremos cuenta de la importancia de la escuela. Y espero que critiquemos menos a los maestros, que son la línea del frente de ese gran dispositivo para la igualdad que es el colegio. Ojalá salgamos valorando más a los maestros y maestras de escuela.
Hay mucha gente que tiene historias que nos sorprenderían muchísimo y que tenemos que conocer aunque nos duelan
Las madres no ha sido traducido, o va a serlo, al catalán, holandés, francés, inglés, ¿esperabas esta reacción?
No la esperaba, me parecía demasiado fantasear con ello, por lo que todo lo que venga, es un regalo de más.
¿Estás escribiendo otro libro?
No, y menos ahora que no tengo tiempo para nada. Tenía pensada una historia con un punto de ciencia ficción, pero que se ha visto superado por las circunstancias.
Los turistas desganados es una novela sutil a lo que también suponía ETA, sin embargo, pasó injustamente desapercibida.
En euskera tuvo mucha acogida, pero no tuvo demasiado recorrido en castellano, aunque ha sido traducida al danés, búlgaro y, pronto, al alemán. Quizá no es un tema que interese mucho en España, aunque puede que ahora vuelva a estar de moda con dos series que se están grabando sobre este tema. En cualquier caso, el destino de la mayoría de libros es pasar desapercibido.
Ahora que ya han pasado nueve años del fin de ETA, ¿es un buen momento para hablar de ello antes de que se nos olvide?
Hay todavía muchas cosas de las que hablar. Lo que me gustaría es que no se hiciera tabú, que es la tendencia de España, como ocurrió con el franquismo y en la transición. Hay mucha gente que tiene historias que nos sorprenderían muchísimo y que tenemos que conocer aunque nos duelan.