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Ángeles Blanco: “A las personas con discapacidad se nos ve como personas asexuadas”
Ángeles Blanco es lesbiana y tiene tiene 36 años. También, desde los 27, una pluridiscapacidad. Prefiere estar fuera de foco pero sabe que hay pocos referentes para mujeres como ella, por eso participó hace unos días en la rueda de prensa de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) en la que la coordinadora de Políticas Lésbicas de FELGTB, Cristina Pérez, recordó los asuntos pendientes que tiene la sociedad con las mujeres lesbianas, entre ellos el resolver la discriminación que sufren las parejas de mujeres a la hora de filiar a sus hijos.
Por eso, por hacerse visible, se anima a charlar un rato con El Salto. Es abogada, antes fue periodista y, antes, auxiliar de enfermería. Fue víctima de un delito de odio en 2007 y desde entonces, explica, tiene miedo a ciertas horas y en ciertos sitios. Pero, por encima de eso, es feliz ejerciendo de abogada en Confederación Aspace.
Hablamos porque hoy, 26 de abril, se celebra el Día de la Visibilidad Lésbica. ¿Qué te parece importante visibilizar?
La visibilización de las mujeres lesbianas es un reto. Se conoce mucho acerca de la homosexualidad en hombres, incluso acerca de los colectivos LGTBI, pero las mujeres pasamos muy desapercibidas. Esto en el contexto de la discapacidad se incrementa mucho más. A las personas con discapacidad se nos ve como personas asexuadas, a las que hay que proteger y cuidar, y en esa sobreprotección se niega un poco, a veces en discapacidades más severas como una parálisis cerebral hasta la condición de mujer y, en todo caso, siempre la sexualidad.
En ese entramado, donde el capacitismo está haciendo mucha fuerza, cuando le sumas la orientación sexual cuesta aún más. Y cuesta en ambos sentidos: por un lado en el entorno propio de la discapacidad, donde salir del armario lleva un proceso más largo. Por otro, cuando te mueves en el colectivo LGTBI lo que prima es tu discapacidad. Luego, además, hay pocos referentes de mujeres lesbianas con discapacidad. A mí no me gusta estar en el foco, pero me he dado cuenta de que en las formaciones que imparto, el hecho de que yo diga que soy una mujer lesbiana conduce a que otras mujeres y otros hombres me comenten su orientación o identidad sexual y esto se abra paso. Es una situación de discriminación interseccional que se aborda muy poco.
Dices que hay pocos referentes, ¿hay alguno?
Que estén visibles, muy pocos. Hay una asociación que se llama Tetris que visibiliza esto, la condición LGTBI en el entorno de la discapacidad, pero está liderada por hombres. Al final, la condición de mujer tienen un peso, y hay una intersección entre tres ejes de opresión: ser mujer, ser lesbiana y tener una discapacidad. Incluso en los entornos de apertura no estamos presentes las mujeres. Por lo que referentes visibles claros, no hay.
De esos tres ejes que mencionas, ¿hay alguno que te atraviese más que otro?
La discapacidad es lo que más se ve, y eso que la mía es invisible. Pero a mí la discapacidad me ha llevado a situaciones de discriminación en el empleo que mi orientación sexual no. Dicho esto, la orientación sexual me ha llevado a otras. Y al final yo soy el resultado de todas estas cosas, entonces es difícil de contestar. Porque hay otras cuestiones como que yo soy creyente y eso tienen otro peso. Al pertenecer a diferentes minorías, no acabas de encajar en ningún sitio.
Hablas de “discapacidad” y no de “diversidad funcional”. ¿Cómo te llevas con estos términos? ¿Cómo prefieres nombrarte?
Yo hablo de discapacidad y te explico por qué: cuando hablamos de diversidad funcional, estamos hablando de capacidades que puedes tener o no en un momento determinado. Pero la discapacidad hace referencia a una situación permanente, en la que además te encuentras por cómo está diseñada la sociedad. Por ejemplo, si en una clase en lugar de poner a los compañeros unos detrás de otro se ponen en U, yo estoy perfectamente incluida.
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El concepto “diversidad funcional” lo que hace es invisibilizar una situación porque engloba otras cuestiones que no tienen ese carácter de permanencia, por eso yo prefiero hablar de discapacidad. Es como cuando hablamos de orientación del deseo en lugar de hablar de orientación sexual. Bueno: este segundo es más amplio, por lo que invisibilizaría el otro. Yo creo que hasta que haya una situación de igualdad hay que mantener estos términos.
¿Cómo entra la discapacidad en tu vida?
Tengo una enfermedad que se llama Enfermedad de Sheuerman y que tiene más incidencia en niños que en niñas normalmente. Lo que hace es que empieza en la espalda y hace todas las curvas del mundo: escoliosis, cifosis, hiperdorlosis. O no. En mi caso, hizo todo. A los 11 me pusieron un corsé —lo que provocó una fuerte situación de acoso— que llevé hasta los 18. Normalmente, cuando alcanzas la edad de juventud y el desarrollo se ha hecho plenamente, esa enfermedad se detiene. No en mi caso.
Pero a los 18 yo sigo haciendo mi vida. En ese momento trabajaba como periodista. Un día estoy en Gijón, en un coche, y nos dan un golpecito por detrás, el típico de semáforo. Entonces me mareo, me encuentro fatal, me llevan al hospital —yo pensando que me iban a poner el típico collarín— y entonces me dicen que lo preocupante es el resto de la espalda.
Yo hasta los 27 años era una mujer sin discapacidad y, a partir de los 27, una mujer con pluridiscapacidad
Antes de eso había tenido episodios en los que me caía al suelo sin causa aparente, una de de ellas en un Orgullo. Y me empiezan a hacer pruebas y me dicen que el resto de la columna está deteriorada. Ya en Madrid, me dicen que ha habido un progreso de la enfermedad y que hay que hacer una cirugía muy invasiva. Consulto con cinco especialistas y coinciden en que hay que hacerla. Yo tenía 78 grados de cifosis, lo que es una bestialidad, con 27 años. Y 45 de escoliosis. Y me dicen que a los 35 años no me iba a mantener en pie. Por otro lado, como las vértebras se van haciendo cada vez más porosas, dicen que la efectividad de la cirugía en un momento posterior va a ser menor.
Esto fue en marzo. En septiembre, yo ya estaba haciendo la cirugía. Como resultado de la cirugía tengo un dolor neuropático que me lleva a tomar derivados mórficos todo el tiempo y estoy en tratamiento por la unidad del dolor. Cada cierto tiempo paso por boxes, como digo yo, tres o cuatro veces al año. En un momento la cosa se complica y como resultado de tanta intervención se dañan los filamentos de la membrana y me quedo sorda. Con lo que yo hasta los 27 años era una mujer sin discapacidad y a partir de los 27 soy una mujer con pluridiscapacidad.
¿Era más fácil ser lesbiana sin tener una discapacidad?
Mucho más. No había ese cuestionamiento. Para mí ahora lo más difícil es tener relaciones serias porque la situación de discapacidad despierta mucho miedo. Además, la enfermedad es degenerativa y no se sabe cómo va a avanzar, por lo que esto hace que se me vea como una persona que va a ser una carga, que va a tener que recibir cuidados.
Entonces yo, en una aplicación de ligue, directamente pongo que soy una mujer con discapacidad. Porque simplifica las cosas. Si no, pueden ponerse a hablar conmigo y cuando digo que tengo una discapacidad dejan de hacerlo, entonces prefiero que vaya por delante. Y sé que en la primera cita me van a preguntar qué me pasa de forma más o menos directa. Así que tooooodas las primeras citas hay un par de horitas explicando que hay una situación de discapacidad y también haciendo comprender que independientemente del progreso que tenga la enfermedad, yo soy una persona autónoma e independiente, de manera que cuando necesito apoyos no los quiero de mis amigos, de mi familia ni de mi pareja, porque entiendo que es un derecho, no es una ayuda de beneficencia, yo me proveo. Tengo que explicar que no voy a ser una carga. Porque cuando inicias una relación lo primero que se ve es la discapacidad. Y luego hay otra cosa que pasa, que es el morbo a tener una relación sexual con una persona con discapacidad, porque como se nos ve como personas asexuadas, parece que vamos a ser vírgenes y me llegan proposiciones con carácter exclusivamente sexual.
¿Cómo ha sido tu experiencia en el ámbito laboral?
Yo no he visibilizado mi situación de mujer lesbiana hasta mi último trabajo. En el resto, lo he ocultado siempre. Para poder estudiar periodismo trabajaba de auxiliar de enfermería, y en ese contexto trabajaba en una orden religiosa, creo que no era un buen lugar para evidenciar que era una mujer lesbiana. En el contexto del periodismo, tampoco. Pero sí en el entorno de la discapacidad, tanto en CERMI mujeres, que es donde empecé, como en Confederación Aspace, y no he tenido ningún problema.
En la rueda de prensa del otro días expresabas tu deseo de ser madre. ¿Cómo encajar ese deseo en medio de la triple discriminación de la que das testimonio?
Siempre he querido ser madre. Cuando sucede todo esto, una de las cosas de las que no me informan es que cuando tenga la cirugía hecha el riesgo de pasar un embarazo es muy grande. Yo no tengo ningún problema en cuanto a reproducción, pero la cirugía se puede ir completamente el traste. Y las posibilidades de que acabe en silla de ruedas son grandes, aparte de que tendría que estar tumbada todo el embarazo y dar a luz por cesárea. Luego está el riesgo de que haya que hacerme una intervención posterior la parto. Por lo que las posibilidades de tener un hijo o hija son muy limitadas, lo que me lleva a pensar en la adopción, que por otro lado nunca había descartado.
Ahora que estoy en una posición un poco mejor, he iniciado los trámites. Porque el impacto de la discapacidad fue muy grande, yo lo primero que tuve que hacer fue reorientar mi profesión, ya que después de lo que me costó entrar en el periódico, en el momento que pasó todo esto, me echaron.
Sé que se me va a poner mucho impedimento por la discapacidad. Además, es mucho más fácil para mí iniciar un proceso como familia monomarental, porque si tuviera pareja, solo hay tres países que permiten la adopción a personas homosexuales. Por lo que si estoy soltera y no visibilizo mi orientación sexual tengo más opciones, aunque se podría pensar que si tuviera una pareja sin discapacidad sería más fácil, pero no, porque una pareja de dos mujeres no es considerada una familia que va a ofrecer una crianza adecuada. Así que para adoptar tengo que insvisibilizar que soy mujer lesbiana, para empezar. Y lo segundo que tengo que hacer es tratar de compensar a nivel patrimonial, para ver si me dejan adoptar. Porque el informe de idoneidad se basa en la situación sociopersonal.
Desde que sufrí una agresión en Madrid, pensar que una persona me pueda mostrar cualquier tipo de afecto me pone nerviosa, empiezo a mirar a todos lados, lo paso fatal
Te nombras feminista. ¿Para qué te ha servido el feminismo?
La agenda política del feminismo tiene que ampliar su visión hacia las mujeres con discapacidad y a las mujeres lesbianas. Creo que el feminismo debe repensarse para incluir a todas las mujeres. Y a mí me ha servido para empoderarme, para creer que soy igualmente válida y merecedora de todos los derechos. Sin la óptica feminista no estaría donde estoy ni haría lo que hago.
Sufriste un delito de odio en Madrid...
Era 2007, yo tenía 23 años. Eran cerca de las siete de la mañana y venía de fiesta. Y, en el entorno de la avenida de Felipe II, en uno de los aparcamientos, se esconden unas personas. Sabían quién era, me insultan, me estaban esperando. Me habían visto en pareja, ahí la discapacidad ni la tenía. El primer golpe me lo dan en la ceja y ya estoy en el suelo, y ahí recibo patadas, escupitajos, insultos, creo que alguien me mea. Eran cuatro personas, una de ellas una mujer. Yo no llego a verlas porque a la primera caigo al suelo y luego lo único que hago es cubrirme. Alguien grita y llama a la Policía, y en ese momento se marchan. Si esa persona no hubiera llamado no estaría hoy aquí. Eran personas de grupos neonazis que están en esa zona, se encuentran ahí.
A partir de ese momento me armarizo nuevamente. El proceso de salir no fue fácil, porque tenía que integrar la parte de mujer creyente y esto me costó mucho, era asumir que esa parte que era importante para mí no podía estar, que jamás iba a ser bienvenida en la Iglesia, eso me costó mucho. Cuando ya había conseguido salir del armario sucede eso.
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Cada día más mujeres con discapacidad se atreven a romper los prejuicios sociales y a reivindicar el derecho a la maternidad. El Día Internacional de las personas con Discapacidad reivindica este año los derechos de las mujeres con capacidades diferentes.
¿Sigues teniendo miedo?
Yo tengo pánico a que me vuelva a pasar esto, pensar que una persona me pueda mostrar cualquier tipo de afecto me pone nerviosa, empiezo a mirar a todos lados, lo paso fatal. Hasta entonces no tenía miedo pero, desde ese episodio, yo a determinadas horas no puedo volver a casa sola, cojo un taxi porque me muero de miedo, y luego hay determinadas zonas de Madrid donde sé que puede estar este tipo de gente me generan mucho estrés. También tengo episodios de pesadillas donde lo vuelvo a revivir.
Llevamos un rato hablando de triples discriminaciones pero, ¿qué fortalezas destacarías?
Superación es una palabra que me define mucho, y también espíritu de lucha, no por mí sino por las personas con discapacidad y en particular las mujeres, y las mujeres LGTBI. Eso hace que trabaje felizmente donde estoy y que haya una línea continua entre lo que soy a nivel personal y profesional, y que me hace sentirme muy feliz.
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Bueno... Tú un poco.
Lo que dices es mentira por dos motivos: porque somos machos y porque podemos ocultar nuestra homosexualidad.
Las hembras sin embargo, sí, pueden ocultar su homosexualidad, pero son hembras, y, en una cultura patriarcal, van a estar siempre más agredidas que los machos.
Lo siento, si soy aguafiestas, pero a mí los comentarios homófobos y sexistas, no me gustan.
Una cosa:
Mi muerte fue en un abril, y mi resurrección, también.
Morimos donde nacemos, y, mientras no se reconozca eso, el machismo no va a cesar.
Trën tügó écläî. Pönt mâï ëclá.
Vamos a ver querida, los hombres homosexuales tenemos más riesgo de sufrir agresiones por dos motivos claros:
1.- El machismo de patriarcado no da ascos a la homosexualidad femenina pero si a la masculina.
2.- Agredir a una mujer, sea cual sea su orientación, está más penado que a un hombre
Dejas de una vez el victimismo porfa, nosotros no somos tan quejicas