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Fascismo
Trabajadores de extrema derecha: las lecciones de la Alemania de los 20
Hace 95 años, el discurso de Karl Radek, popularmente conocido como “discurso sobre Schlageter” (Schlageterrede), expuso la necesidad de neutralizar las tendencias fascistas y canalizar a un mismo tiempo a trabajadores y clases medias empobrecidas hacia el comunismo.
¿Por qué algunos trabajadores apoyan a la derecha y aún a la extrema derecha? ¿Cómo puede la izquierda recuperar a los trabajadores atraídos por estas fuerzas políticas? Éstas son preguntas que distan de ser nuevas.
Karl Radek realizó un discurso en una sesión abierta del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista —de la que era secretario—, reproducido en Die Rote Fahne el 26 de junio de 1923, hace 95 años, comentando los recientes acontecimientos en la región del Ruhr.
El discurso se centró en la figura de Albert Leo Schlageter, miembro de un Freikorps —milicias reaccionarias y anticomunistas formadas por soldados desmovilizados, una de las bases del nazismo posterior— que fue detenido y ejecutado por sabotear la presencia del ejército de ocupación francés.
La figura de Schlageter fue reivindicada por el Partido de Centro (Zentrumspartei) y el Partido Nacional del Pueblo Alemán (DNVP), de extrema derecha, que hizo correr el rumor de que el ministro del Interior, el socialdemócrata Carl Severing, había estado implicado en su detención. En respuesta, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) protestó contra la ejecución de Schlageter y denunció la instrumentalización que hacía de él el DNVP.
El diputado socialdemócrata Richard Hauschildt advirtió públicamente que la ejecución era insostenible desde un punto de vista jurídico y alertó que soliviantaría los ánimos de los nacionalistas alemanes, empujándolos a acciones todavía más violentas.
El discurso de Radek, popularmente conocido como “discurso sobre Schlageter” (Schlageterrede), se planteaba algunas de ésas preguntas señaladas al comienzo y exponía la necesidad de neutralizar las tendencias fascistas y canalizar a un mismo tiempo a aquellos hombres y mujeres hacia el comunismo con la creación de un frente común en el que cupieran también las clases medias crecientemente empobrecidas, recurriendo, si era necesario, a un vocabulario patriótico, para así ampliar su base y acelerar la revolución.
Tanto el tono del discurso como la estrategia resultante fueron motivo de polémica —al punto de que hay quien lo ha calificado de nacional-bolchevique (otra etiqueta que se ha popularizado estos últimos años en las redes sociales) por su fondo y por su forma (Die Rote Fahne, el órgano de expresión del Partido Comunista Alemán, llegó a reproducir artículos de Ernst Graf zu Reventlow, un conocido reaccionario)—, cuestionándose si este tipo de medidas no terminarían por reforzar a la propia extrema derecha, y fue abandonada pocos meses después.
El avance de los nuevos partidos de derecha en toda Europa hace que el discurso de Radek, y el debate que en torno a él se generó, se torne inesperadamente actual. Con el fin de contribuir a ese debate presentamos esta traducción:
Acabamos de escuchar la completa y penetrante exposición de la camarada [Clara] Zetkin sobre el fascismo internacional, este martillo que —determinado a golpear con fuerza la cabeza del proletariado— afecta en primer lugar a las capas pequeñoburguesas, que se inclinan hacia él en interés del gran capital. Nada puedo mejorar ni añadir al discurso de nuestra veterana dirigente.
No he podido seguirlo siquiera bien, porque constantemente se presentaba ante mis ojos el cadáver del fascista alemán, nuestro enemigo de clase, condenado a muerte y fusilado por los secuaces del imperialismo francés, esta afianzada organización de otra parte de nuestros enemigos de clase.
Durante todo el discurso de la camarada Zetkin sobre las contradicciones del fascismo me daba vueltas en la cabeza el nombre de Schlageter [1] y su trágico destino. Queremos recordarlo aquí, donde asumimos una posición sobre el fascismo. No debemos guardar silencio ante la fortuna de este mártir del nacionalismo alemán, ni dar cuenta de él con una mera frase. A nosotros, al pueblo alemán, tienen mucho que decirnos.
No somos románticos sentimentales de los que olvidan ante el féretro la enemistad, y tampoco somos diplomáticos de los que dicen: en el funeral hay que hablar bien o callar. Schlageter, el valiente soldado de la contrarrevolución, merece que nosotros, soldados de la revolución, lo honremos virilmente. [Friedrich] Freska, con quien compartía ideología, publicó en 1920 una novela que retrata la vida de un oficial caído en la lucha contra la Liga Espartaco. Freska tituló a la novela El errante hacia la nada [Der Wanderer ins Nichts]. Si el círculo de fascistas alemanes que quieren sinceramente servir al pueblo alemán no entienden el sentido del destino de Schlageter, éste ha muerte en vano, y en su monumento deberían escribir: el errante hacia la nada.
Alemania está abatida, derrotada. Solamente los locos creen que la Entente capitalista, victoriosa, tratará al pueblo alemán de modo diferente a cómo el victorioso capital alemán ha tratado al pueblo ruso, rumano. Solamente los locos, o los cobardes, que temen la verdad, pueden creer las promesas de [Woodrow] Wilson, las explicaciones de que únicamente el káiser, y no el pueblo alemán, habrá de pagar por la derrota.
En el Este se encuentra un pueblo en pie de lucha, hambriento y que pasa frío, contra la Entente en 14 frentes: la Rusia soviética. Uno de esos frentes estuvo formado por oficiales alemanes y soldados alemanes. En el Freikorps de [Walter von] Medem [2], que atacó a Riga, luchó Schlageter. No sabemos si el joven oficial entendió el sentido de su acción.
El entonces comisario del gobierno, el socialdemócrata [August] Winnig [3], y el general [Rüdiger] von der Goltz [4] de los Baltikumer,[5] por falta de comprensión, sabían lo que hacían. Querían conquistar el favor de la Entente sirviendo de sicarios contra el pueblo alemán. Para que la burguesía alemana derrotada no hubiera de pagar a los ganadores ningún tributo de guerra, alquiló la joven sangre alemana que había escapado de las balas de la guerra mundial como mercenarios de la Entente contra el pueblo alemán.
No sabemos qué pensaba Schlageter sobre esta época. Su líder, Medem, ha reconocido más tarde que erró por el Báltico hacia la nada. ¿Lo han entendido todos los nacionalistas alemanes? En la ceremonia fúnebre de Schlageter habló el general Ludendorff, el mismo Ludendorff que hasta el día de hoy se ofrece como coronel en la cruzada contra Rusia tanto a Inglaterra como Francia. Schlageter es llorado por la prensa de [Hugo] Stinnes [6].
El señor Stinnes fue incluso socio en Alpina Montana de Schneider-Creusot, el fabricante de armas del asesino de Schlageter. ¿Contra quién quieren los nacionalistas alemanes luchar? ¿Contra el capital de la Entente o contra el pueblo ruso? ¿Con quién quieren aliarse? ¿Con los trabajadores y campesinos rusos para sacudirse juntos el yugo del capital de la Entente o con el capital de la Entente para esclavizar a los pueblos alemán y ruso?
Schlageter está muerto. No puede responder a las preguntas. Ante su tumba, sus camaradas han jurado continuar su lucha. Son ellos quienes deben responder: ¿Contra quién, al lado de quién? Schlageter se marchó del Báltico a la cuenca del Ruhr. No en el año 1923, sino en el año 1920. ¿Sabéis qué es lo que eso significa? Participó en la agresión a los trabajadores del Ruhr del capital alemán, combatió en las filas de las tropas que habían de someter a los mineros del Ruhr a los reyes del hierro y el carbón [7]. Las tropas de [Oskar von] Watter [8], en cuyas filas luchó, dispararon las mismas balas de plomo con las que el general [Jean] Degoutte [9] sofocó a los obreros del Ruhr. No tenemos ningún motivo para suponer que Schlageter ayudó a someter a los mineros hambrientos por razones egoístas.
La vía del riesgo de muerte que eligió habla por él y es testimonio, nos dice que estaba convencido de que servía al pueblo alemán. Pero Schlageter creía que servía mejor al pueblo si ayudaba a apuntalar el dominio de las clases que hasta la fecha habían guiado al pueblo alemán y conducido al mismo a esta catástrofe innombrable. Schlageter vio en la clase obrera a la plebe que tenía que ser dominada.
Y estaba convencido de esa opinión, junto con [Ernst] Graf zu Reventlow [10], quien dejó dicho que toda lucha contra la Entente es imposible mientras el enemigo interior no haya sido derrotado. El enemigo interior, para Schlageter, era la clase obrera revolucionaria. Schlageter pudo ver con sus propios ojos las consecuencias de esta política cuando llegó a la cuenca del Ruhr en el año 1923, durante la ocupación del Ruhr. Pudo ver cómo cuando los trabajadores se unían contra el imperialismo francés ningún pueblo lucha ni puede luchar en el Ruhr. Pudo ver la profunda desconfianza que los trabajadores tienen hacia el gobierno alemán, hacia la burguesía alemana. Pudo ver cómo la profunda división de la nación paraliza su capacidad de defensa. Pudo ver más.
Sus camaradas se quejan de la pasividad del pueblo alemán. ¿Cómo puede una clase trabajadora derrotada ser activa? ¿Cómo puede una clase trabajadora ser activa cuando se la ha desarmado, cuando se le reclama que se deje explotar por chantajistas y especuladores? ¿O acaso debiera la actividad de la clase obrera ser reemplazada por la actividad de la burguesía alemana?
Schlageter leía los periódicos, la misma gente que se presentaba como benefactores del movimiento nacionalista y transferían divisas al extranjero para hacer al Reich pobre y a sí mismos ricos. Schlageter no tenía sin duda ninguna esperanza en estos parásitos, y se ahorró leer en los diarios cómo los representantes de la burguesía alemana, como el Dr. Lutterbeck se dirigía a sus verdugos con el ruego de que permitiesen a los reyes del acero y el hierro barrer con las ametralladoras a los hambrientos hijos del pueblo alemán, los hombres que llevaban a cabo la resistencia en el Ruhr.
Ahora, allí donde la resistencia alemana, debido a las maniobras del Dr. Lutterbeck, y todavía más a causa de la política económica de las clases poseedoras, se ha convertido en un hazmerreír, preguntamos a las masas sinceras, patrióticas, que quieren luchar contra la invasión imperialista francesa: ¿Cómo queréis luchar, a quién queréis apoyar? La lucha contra el imperialismo de la Entente es una guerra, incluso si los cañones callan en ella. No se puede librar una guerra en el frente cuando hay una insurrección en el interior.
La mayoría del pueblo alemán se compone de personas trabajadoras que deben luchar contra la necesidad y la miseria a las que la burguesía alemana los arroja. Si los círculos patrióticos de Alemania no se deciden a hacer suyos los asuntos de esta mayoría de la nación y establecer un frente contra el capital alemán y de la Entente, entonces el camino de Schlageter fue un camino hacia la nada, y a Alemania, teniendo en cuenta la invasión extranjera y el peligro constante por parte de los vencedores de transformar el campo de batalla en uno de sangrientas luchas internas, le será fácil acabar con ella al enemigo y reducirla a pedazos.
Cuando, después de Jena, Gneisenau y Scharnhorst [11] se preguntaron cómo podía sacarse al pueblo alemán de su derrota, respondieron a esta cuestión: se puede solamente liberando a los campesinos de la servidumbre y la esclavitud. Solamente las espaldas libres de los campesinos alemanes pueden construir los fundamentos para una liberación de Alemania. Lo que fue el campesinado alemán a comienzos del siglo XIX es para el destino de la nación alemana, a comienzos del siglo XX, la clase obrera alemana. Sólo con ella puede Alemania liberarse de los grilletes de la esclavitud, y no contra ella.
Los camaradas de Schlageter hablan de lucha ante su tumba. Juran continuar su lucha. La lucha se dirige contra un enemigo que está armado hasta los dientes mientras Alemania está desmoralizada. Si la palabra lucha no ha de quedar en un término vacío, y no puede sostener a los batallones, ni destruir los puentes, ni hacer saltar al enemigo por los aires ni hacer descarrilar los trenes, y tampoco detener el avance victorioso del capital de la Entente, esta lucha demanda el cumplimiento de una serie de precondiciones. Del pueblo alemán reclama que no rompa con aquellos que no sólo lo llevaron a la derrota, sino que perpetúan esta derrota, esta indefensión del pueblo alemán, tratando a la mayoría del pueblo alemán como al enemigo. Reclama la ruptura con la gente y los partidos cuyo semblante tiene el mismo efecto en otros pueblos que el rostro de la Medusa y que se movilizan contra el pueblo alemán. Sólo cuando las cuestiones de Alemania estén en manos del pueblo alemán, se ofrecerán al pueblo alemán amigos activos. El pueblo más fuerte no puede permanecer sin amigos, menos todavía un pueblo derrotado y rodeado de enemigos. Si Alemania quiere estar en posición de combatir, ha de presentar un frente unido de trabajadores, por lo que los intelectuales obreros deben unirse a los trabajadores manuales en una falange de hierro. La situación de los intelectuales obreros exige esta unidad. Solo viejos prejuicios se interponen en su camino. Unidos en un pueblo trabajador, victorioso, Alemania estará en posición de descubrir enormes fuentes de energía, y la resistencia, de superar todo obstáculo. Una vez la cuestión del pueblo sea la cuestión de la nación, la cuestión de la nación se convierte en la cuestión del pueblo. Unidos en un solo pueblo de obreros en liza, encontrará la ayuda de otros pueblos que luchan por su existencia. Quien no esté preparado par a una lucha así está dispuesto para la desesperación, pero no para un verdadero combate.
Esto es lo que tiene el Partido Comunista de Alemania, esto es lo que tiene la Internacional Comunista que decir ante la tumba de Schlageter. Nada tiene que ocultar porque toda la verdad está en disposición de abrir el camino a las masas nacionales de Alemania, sufrientes, desgarradas, en su búsqueda. El Partido Comunista de Alemania debe decir abiertamente a las masas pequeñoburguesas nacionalistas: quien intente, al servicio de los chantajistas, de los especuladores, de los dueños del acero y el carbón, esclavizar al pueblo alemán, precipitarlo a la aventura, topará con la resistencia de los trabajadores comunistas alemanes. Responderán a la violencia con violencia. Combatiremos con todos los medios a quien se una a los mercenarios del capital por falta de comprensión. Pero creemos que la gran mayoría de las masas nacionales que sienten no se encuentran en el campo del capital, sino en el campo del trabajo. Queremos y haremos que estas masas busquen y encuentren el camino. Haremos todo lo posible para que hombres como Schlageter, que estaban dispuestos a exponerse por el bien común a la muerte, no sean errantes hacia la nada, sino caminantes hacia un futuro mejor de la humanidad unida, que no se derrame su sangre caliente en beneficio de los barones del carbón y del hierro, sino en beneficio del gran pueblo trabajador alemán, que es un eslabón en la família de los pueblos que luchan por su liberación. El Partido Comunista Alemán quiere comunicar esta verdad a las amplias masas del pueblo alemán, porque no es el partido de la lucha por unas migajas de pan del obrero industrial y nada más: es el partido de los proletarios en liza que luchan por su liberación, por una liberación que es idéntica a la libertad de todo un pueblo, de la libertad de todos aquellos que trabajan y sufren en Alemania. Schlageter ya no puede interrogar esta realidad. Estamos seguros que cientos de Schlageter lo harán y la comprenderán.
(Aplauso general del Ejecutivo ampliado.)
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General Queipo de Llano 1936"
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