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La semana política
Oportunidades
A medida que aumenta la incertidumbre económica, los Estados y los bancos centrales blindan al sector financiero y las multinacionales mediante distintos tipos de operaciones. Para las trabajadoras, salvo en escasos vectores de alta cualificación, el fin de la pandemia no será el fin de las dudas. Redoblará las que ya había antes de marzo.
La semana pasada, P. salió oficialmente de su Expediente de Regulación Temporal de Empleo. Llevaba trabajando unos meses por debajo del radar de Inspección de Trabajo, en situación de fraude, y eso le estaba comiendo la moral. En las estadísticas aparecerá como un trabajo que se recupera, en la realidad P. se percibe a sí misma como cómplice (y víctima) de la estafa de un empresario que ha sabido encontrar la oportunidad en la crisis. “No malgastes una buena crisis”, es el lema que viaja desde los mercados financieros hasta el bolsillo del empleador pirata.
Los ERTE han servido para congelar, hasta dónde se ha podido, el mercado de trabajo y, con ello, el conflicto de clase entre quienes renuncian a, al menos, un 70% de su salario, y las empresas. La concertación ha enfriado un frente que podía haber supuesto la liquidación rápida del Gobierno de Coalición. Cuando termine el paréntesis, para la mayoría de empresas el camino serán los despidos. Las multinacionales seguirán poniendo un alto precio a su compromiso con la paz social. “En diciembre o marzo tendremos que poner cara de injusticia y preparar pancartas cuando los ERTE se conviertan en ERE”, escribía Naiara Puertas en El Salto. El Gobierno tendrá otro frente abierto incluso aunque cuente con el apoyo de los sindicatos mayoritarios, incluso aunque compre, mediante subvenciones, algo de tiempo a las multinacionales —llámese Nissan, llámese Alcoa— y lo haga sin contrapartidas. Esta semana, Indra, 13.000 empleados, ha filtrado un plan de despido colectivo. El mayor accionista de Indra es el Estado a través de la SEPI.
Para una economía tan especializada como la española, cuyo PIB depende en tres cuartas partes de los servicios, la incertidumbre se convierte en angustia
China, “la fábrica del mundo”, ya ha salido de la crisis. En España aun se discute en los términos de “salud o economía” que propone Isabel Díaz Ayuso, que no es sino hacer como si nada estuviese pasando. Es un discurso que ya no se escucha en el resto del continente, pero aquí no se ha cambiado de emisora. La reconversión de discotecas en restaurantes aprobada por la Comunidad de Madrid, con contrapartidas negativas en cuanto a salud pública, indica hasta qué punto el Gobierno de Díaz Ayuso está pasado de rosca.
Desde los años 70, el empleo en el sector servicios ha resistido mejor las crisis o los momentos de bajada que el empleo en la producción de bienes y la manufactura. En esta crisis ha sido al revés en todo el mundo. Para una economía tan especializada como la española, cuyo PIB depende en tres cuartas partes de los servicios, la incertidumbre se convierte en angustia. El temor tras un verano de pérdidas y la perspectiva de una campaña de navidad con el consumo reducido atenaza a los servicios —sin reuniones numerosas, con aforos limitados, fiestas reducidas o prohibidas y aeropuertos desolados, con los comercios del regalo navideño disminuidos por la expansión de Amazon—, pero la preocupación se extiende también hacia los escasos reductos de producción que han sobrevivido a la transformación económica en España.
Cuando pase la segunda ola, aparecerá el fantasma de los pobres como “consumidores fallidos” —en palabras de Donatella di Cesare— un signo negativo en cualquier presupuesto, público o privado. Una acumulación de consumidores fallidos en el engranaje del sistema puede interrumpir definitivamente el ritmo acelerado al que respira el capital.
El modelo tutti frutti
La semana pasada, el Gobierno anunció la creación de 800.000 puestos de trabajo en el marco del plan de recuperación. Felipe González lanzó la misma promesa antes de las elecciones del 82. La perspectiva de una primavera del empleo no se cumplió. A cambio, el modelo alternativo de creación de riqueza, basado en la creación de un polo rentista a través del mercado de la vivienda, mantuvo y aún mantiene abiertas las venas de extracción para el capital nacional y extranjero. Los consumidores fallidos de vivienda amenazan con coagular esa acumulación. Por eso la campaña contra los okupas.
No es la única preocupación en ese mercado. “Hay más de un millón de créditos en moratorias ahora mismo. En cuanto pasen las moratorias habrá impagos”, explicaba este viernes Javier Gil, del Sindicato de Inquilinos, en una entrevista para Público. En el aire hay ya 20.000 millones de euros. Es uno de los factores detrás de la concentración bancaria por venir. El 5 de octubre, Unicaja y Liberbank admitieron contactos preliminares para la fusión. El nombre maldito de Bankia está a punto de desaparecer en otra fusión a medida con Caixabank. Con ella, el coste de los activos dudosos o tóxicos generados en torno a las moratorias del covid que, tal vez, asuma el Estado. Con ella, totalmente confirmado, el dinero del rescate de 2012, que ya forma parte de los balances de Bankia. Oportunidad de oro para la antigua Cajamadrid.
(P. no deja su trabajo porque, entre otras cosas, destina casi la mitad de su sueldo a pagar el alquiler de su vivienda. Es una casa de 30 metros cuadrados).
Tres vicepresidencias coincidieron en el uso del término “oportunidad” para definir el plan de recuperación del Gobierno. Solo faltó a la cita con la oportunidad Nadia Calviño, quizá consciente de que en su área las oportunidades van de suyo. Sin oportunidades, el sistema capitalista se desploma.
La ampliación hacia la “nueva economía de los cuidados” aparece como un guiño a la Agenda 2030 del vicepresidente Pablo Iglesias. Un guiño inquietante
La ministra de Economía desplegó en su discurso todas las salidas de la crisis, lo que equivale a decir que todavía no se vislumbra ninguna. La concatenación de esas ‘políticas tractoras’ —”desde la agenda urbana a la educación, desde la agricultura al turismo, desde la industria a la movilidad, desde la modernización de la administración pública hasta la nueva economía de los cuidados”— es una fórmula lo suficientemente elástica para indicar que a estas alturas nadie sabe dónde se halla la vía de escape a la segunda gran crisis del siglo.
Tan “nueva” como la economía de los cuidados —parece que el trabajo de reproducción de la vida hubiera comenzado ayer— es la insistencia en la colaboración público-privada, que ya ha mostrado su verdadera cara durante la crisis de las residencias de mayores en la Comunidad de Madrid. La ampliación hacia la “nueva economía de los cuidados” aparece como un guiño a la Agenda 2030 del vicepresidente Pablo Iglesias. Un guiño inquietante. La economía “de los cuidados” y, especialmente, la economía verde —el Green New Deal— se ven los vértices más claros para una nueva etapa de acumulación.
En País Vasco, el PNV, adelantado a su tiempo, ya ha presentado un plan para que la nueva economía favorezca a los viejos barones: Petronor-Repsol, Iberdrola y las obras del Tren de Alta Velocidad son los beneficiados de un plan en el que no se especifican las contrapartidas verdes impuestas a las empresas.
Deloitte presentaba esta semana su “centro de asesoramiento para el Fondo de Recuperación Europeo”. Pricewaterhouse, otra de las consultoras big four, lo enuncia en su web más claramente; “cómo aprovechar el Fondo de Recuperación europeo”. PwC ha diseñado el plan del PNV. Están preparados (o dicen estarlo, que para el caso es lo mismo).
(La compañía en la que P. trabaja ha precisado de la “colaboración” de una de esas big four. Ha confeccionado un plan de fusiones y adquisiciones previo “engorde” de la compañía, ha elaborado planes de control de pago, confeccionado sus presupuestos, y actualmente trabaja en la valoración de las oportunidades que ofrecen los diferentes vehículos para aligerar el volumen de plantilla en un escenario en el que cuatro de cada diez de sus empleados siguen afectados total o parcialmente por el ERTE prorrogado hasta el 31 de enero).
Estados Unidos enseñó el camino
El sistema económico convencional se encuentra en este momento integrado en el núcleo de los Estados, explica Isidro López en el curso “Pandemia -los futuros del capitalismo español” organizado por Nociones Comunes. Apenas hay economía fuera del ámbito de actuación del poder político. De los ERTE a las compras de deuda. En un artículo de la New Left Review, el historiador y economista Robert Brenner explica que, en una primera ronda de ayudas para todo tipo de empresas ─no solo del sector bancario─, la Reserva Federal repartió 500.000 millones de dólares a multinacionales. El rescate de empresas zombies marca el paso en occidente (el camino de China está escrito en otro cuaderno). Salen beneficiadas también las multinacionales boyantes. Gracias a la financiación avalada por la FED, Jeff Bezos, el dueño de Amazon, incrementó su fortuna en 34.600 millones adicionales.
En el caso del Banco Central Europeo, han sido 527.000 millones de euros puestos a disposición de las empresas en el llamado Programa de Adquisiciones de Emergencia por Pandemia (PEEP), que en este caso incluye también bonos de deuda soberanos. En la versión “nacional” los avales del Instituto de Crédito Oficial cubren a empresas con riesgo de impago. OHL, que antes de la pandemia no conseguía refinanciarse en los mercados, ha obtenido un crédito 140 millones gracias al aval del Estado. Dice el dicho que la oportunidad llama al ladrón.
Multinacionales
Dinero público que no cuida: ¿a qué empresas se está rescatando?
El paradigma neoliberal desprestigió, hasta hacerla desaparecer, la idea de que pudiera existir una banca pública para satisfacer las necesidades financieras de la población. Pero no ocurrió lo mismo con la financiación para las grandes empresas.
Escribe Brenner: “Con la economía estadounidense comportándose de modo tan pésimo como lo ha venido haciendo durante un periodo tan dilatado, el establishment político bipartidista estadounidense y sus líderes políticos han llegado, consciente o inconscientemente, a la dura conclusión de que la única forma en que pueden asegurar la reproducción de las corporaciones no financieras y financieras, de sus altos directivos y accionistas, así como de los dirigentes de los principales partidos estrechamente conectados con ellas, es intervenir políticamente en los mercados de activos y en el conjunto de la economía con el fin de respaldar la redistribución de la riqueza hacia arriba por medios directamente políticos”.
Adiós al neoliberalismo. Redistribución hacia arriba de la riqueza sin esfuerzo fiscal (el año va a terminar sin impuesto al beneficio extraordinario a las empresas que más ganaron en el confinamiento de marzo-junio). Rescates —encubiertos primero, luego ya se verá— del sistema financiero y no financiero. Cueste lo que cueste. La ecuación, no obstante, es peligrosa. El número de consumidores fallidos puede hacer inútil cualquier intento de respiración asistida. En la calle, la consigna del momento es aferrarse a un trabajo ante lo que pueda venir. El fraude, la estafa, se considera desde hace tiempo un factor climatológico más en la economía que, a duras penas, se respira.
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Solamente con la complicidad de los posmo populistas y personajes como Nacho Álvarez capaces de cambios ideológicos adoc a sus posibilidades de pisar alfombra, el capitalismo seguirá aplastandonos a los de siempre.
Claro y siempre con buen respaldo empírico y epistemológico: democracia -gobierno de l@s empobrecid@s- Vs. Capitalismo.
El dinero como creador de desigualdad y disociación social. Destructor de la conciencia de deuda vinculante de responsabilidad de cuidado recíproco. Las consecuencias de la Gran Estafa de la Economía presentada como impulso natural de intercambio, heredera, acreedora del feudalismo y la aristocracia que se apropiaba de forma exclusiva y excluyente, privativa, de los recursos de existencia necesarios generados por el cuerpo social en su conjunto. Ha seguido su curso lógico, necesario, de acumulación legitimado por la aristocracia del astuto, del codicioso, cobarde, cínico y criminal a través de la doctrina liberal. El robo del conocimiento por parte de quien lo puede pagar sin contrapartida a quien pertenece, la humanidad, destruyendo si quiera la posibilidad de existir. Todo ello con base en una jerarquía cuyo fundamento y perpetuación, es la violencia de la cabeza abierta de un porrazo, el encarcelamiento por desobedecer al totalitarismo criminal que nos arroja o la sumisión humillante, a la muerte por enfermedad desatendida, porque todo es rentable para el tenedor-detentador, o a la prisión.
Todo es mentira, el enriquecido no ni mejor ni virtuoso, sino oportunista e indiferente al sufrimiento del semejante; el enriquecido no ha merecido la fortuna que detenta, se la apropiado de forma ilegítima despreciando la propiedad común de la riqueza, cuya única función verdadera es garantizar la existencia de sus usufructuarios.
Quien más riqueza acumula menos aporta y menos trabaja.
Observemos "lo que es", lo que realmente sucede y veremos que todo lo que nos han contado es mentira y que han convertido nuestras vidas en una experiencia prescindible. Verifiquemos la verdad de que la única persona que nos puede ayudar cuando lo necesitemos de forma inaplazable, es la que esté, cualquiera y cuidemos de ella para procurarnos su lealtad ética, no hacerlo nos está dejando solos y desamparados.
Fuentes: Antoni Domenec, Karl Polanyi, David Graeber...
Gracias por el artículo... La gratitud es una deuda que nos vincula tanto personal como comunitariamente, la reciprocidad la puede recibir quien la necesite.
La deuda siempre envenenará cualquier sociedad posible. Si no empezamos a construir ayuda mutua solidaria, horizontal y universal, de abajo a arriba, nos van a devorar. Miremos a EEUU, a Chile, a Argentina para entender el abismo ante el que se encuentra Europa.
Cierto, horizontalidad y consenso. Me refería a deuda como gratitud moral y como reciprocidad y solidaridad.
En realidad es sencillo, solo basta con experimentar el desemparo.
Un saludo. Gracias por responder.