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La semana política
Las leyes y los pisos
En el cine: dentro de las historias cruzadas de En los márgenes (Juan Diego Botto, 2022), la que protagoniza el actor Font García hace explícita algunas de las miserias escondidas de la crisis habitacional que existe en España desde, al menos, el pinchazo de la burbuja inmobiliaria. En una escena breve, quizá sin la tensión dramática de los momentos más duros de la película, Germán, el personaje que encarna García, llega a su piso compartido después de deslomarse en una obra en la que trabaja sin contrato. En la sala de estar —no llega a la categoría de salón— sus compañeros de piso se divierten con un videojuego.
Puede que en otro momento hayan sido sus amigos. Aparentan ser personas con las que el protagonista se tomaría una copa o dos, con quienes en algún momento incluso podría tener una conversación un poco más profunda que hablar del Clásico, de las fiestas que nos pegábamos o de lo viejos que somos ahora. La realidad en la que transcurre la vida de ese personaje lleva a pensar, sin embargo, en que vivir en esa casa, compartir piso a los cuarenta y muchos es el síntoma de un fracaso que se vive como personal. No se trata de los compañeros, si son más majos o más limpios, se trata solo de estar obligado a tenerlos. Al verlos, el protagonista acumula unos pocos grados de fatiga y se dirige a la nevera, donde busca algo en una balda en la que está etiquetado su nombre. De ahí a una habitación que, como toda la casa, como todas las casas de la película, parece una herramienta que aprieta los engranajes humanos en lugar de liberarlos, aunque sea durante unas horas.
La derrota de Germán es la derrota de los miles de emprendedores que quedaron tirados por el camino: el final de un negocio que sale mal dentro de un negocio mayor, una estafa que sale bien porque él, y muchos como él, participan como víctimas sin saberlo. Quizá curra sin contrato porque cada euro que gana por lo legal estará destinado a pagar una deuda que el banco ya recuperó hace tiempo en una de las rondas de rescate. Probablemente vivirá lo que le queda de vida en pisos en los que no figurará nunca como arrendatario. Sabe que no tendrá una casa en su puta vida. En la vida real las segundas oportunidades no existen si eres pobre.
La historia de Germán deja de ser una ficción cuando termina la película. Es el cotidiano de una masa de personas anónimas que quizá tienen un cuarto propio —mal ventilado y pequeño, pero una habitación al fin y al cabo— y sin embargo han sido arrollados por la violencia del mercado de la vivienda: desahuciadas, ocupas, pendientes de lanzamiento, subarrendadas, apelotonadas, pasando frío. En bragas.
Opinión
En los márgenes: una vez que lo ves ya no puedes dejar de verlo
En la tele: el sábado, en un programa de La Sexta, el economista Gonzalo Bernardos ataca verbalmente a una joven que cuenta cómo, aunque está perfectamente adaptada a lo que el mercado de trabajo pide de ella, le está siendo imposible alquilar una vivienda para vivir sola en Madrid.
El economista del establishment, que tiene solo unos pocos años más que ese personaje de En los márgenes, no consigue entender por qué las generaciones adversarias —todas las que vienen después de la suya— se resisten a ser meros engranajes, simples peones en el sistema productivo.
A lo largo de la semana no faltará quien defienda a Bernardos en las redes sociales apelando a la ley de la oferta y la demanda, como si no hubiese casas vacías, como si hablar del mercado como una ley explicase algo. Son, sobre todo, hombres de su quinta, que piensan que se trata de un problema generacional: de la pasta con la que estamos hechos unos y otros. Y aunque lo generacional no lo explica todo, sí hay algo que está relacionado con eso: un alquiler que en 1997 representaba el 28% del salario promedio exigía casi siete de cada diez euros en 2020; en este tiempo el acceso a la propiedad también se ha averiado. Pero no se trata de la pasta de la que están hechos unos y otros, sino solo de la pasta que mueve un mercado fuera de control como el inmobiliario.
Seguridad jurídica
En los despachos: se sigue negociando una posible Ley de Vivienda. El día 19, El Confidencial publica una entrevista con la ministra, Raquel Sánchez. Los entrevistadores cuentan cómo, de motu proprio, Sánchez interrumpe una disertación sobre lo que falló en el sistema en 2008 para “con voz firme” lanzar un mensaje lleno de convicción sobre la sensibilidad del Gobierno a los derechos de los propietarios. “Es muy importante solucionar el problema de la vivienda en nuestro país, pero en un marco que dé seguridad jurídica y que también proteja el derecho a la propiedad”, dice la titular de Vivienda más adelante.
El PSOE ha mostrado pocas dudas a lo largo de la legislatura sobre cuáles son sus prioridades. En la mesa de negociación ha puesto sus líneas rojas en la cuestión de la alternativa habitacional en caso de desahucio —el Ministerio quiere seguir dejando en manos de los Tribunales la ejecución del desahucio, aunque eso suponga que las familias se vayan a la calle— y en dos aspectos del mercado del alquiler. Son, primero, la declaración de áreas tensionadas, que el PSOE quiere desactivar con unas condiciones que hagan imposible de facto las limitaciones de precios en los barrios más afectados por el alza de precios, y en segundo lugar la limitación de los topes de precio a los grandes propietarios, que los Sindicatos de Inquilinos quieren extender a todos los arrendadores como forma de cerrar el máximo número de vías a la especulación. Además, el Ministerio quiere dar una carencia de 18 meses a los grandes fondos para la aplicación de los topes de subida, lo que deja un año y medio la puerta abierta a nuevas subidas abusivas de las rentas.
A esta hora del sábado, la ley lleva camino de morir en esos puntos y, si no lo hace, los tribunales amenazarán con rematarla en el nombre de la seguridad jurídica. Como ya pasó este marzo en Catalunya. Los movimientos de vivienda, sin embargo, no desfallecen.
En la calle: acciones. La semana de lucha empieza en Barcelona, en el evento The District, un congreso internacional inmobiliario. Queda mucho por explotar y a esa fiesta está invitado todo el sector: fondos buitres, de inversión, los bancos reincidentes, los nuevos vehículos de inversión, los emprendedores que emprendieron porque ya tenían la pasta, y los chiringuitos que han formado todos los actores anteriores. Se habla mucho en inglés, el idioma del bussiness.
Los platos principales del banquete de los especuladores no se resignan a serlo. Durante una hora, los Sindicatos de Vivienda de los barrios de Barcelona, el de Llogateres, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, colapsan el congreso. En Plaça Espanya son empujados por los Mossos d’Esquadra. Una mujer que participaba en la acción sufre un ataque epiléptico. El jueves hay otra acción en Barcelona, donde a esta altura del año se han producido ya 600 desahucios más que en 2021.
El movimiento de Madrid toma el relevo el miércoles. Varias decenas de personas se concentran delante del restaurante Fortuny Home Club, en el barrio de Almagro. Impiden la reunión de David Lucas, secretario de Estado de Vivienda, con los representantes de Blackstone, el fondo que controla más de 20.000 viviendas en España.
Blackstone es la estrella invitada del Congreso de Servicing Inmobiliario, que reúne a los grandes trituradores de arrendatarios que operan en el país. Son ellos los que diseñan el concepto de seguridad jurídica que el PSOE quiere garantizar, quienes ganan de la concepción de la vivienda como un peaje que los jóvenes deben pagar para demostrar de la pasta que están hechos. Los fondos saben que hay una pugna en la que solo pueden triunfar unos y perder otros. Que se trata de que no haya segundas oportunidades para los pobres y de que las primeras oportunidades se rijan exclusivamente por la ley de la oferta y la demanda, una ley tan imaginaria como la ley de la selva.
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La película es genial, desde mis diez años de luicha contra la usura de los bancos. Porque el interés variable que se aplicó y se sigue aplicando, es usura. en el 1981 Calvo Sotelo, marqués de no sé que cosa, creado por Franco - vicepresidente del primer gobierno de la transición lo que a nadie le dijo nada al oído, yo acababa de llegar a España, - derogó ilegalmente las cláusulas punitivas de La Ley Antiusura vigente desde 1908. (La Gaceta). Ilegal porque en la primera versión de la Constitución - que leí - había una llamada en el preámbulo, (ha desaparecido de las impresiones posteriores) si mal no recuerdo, que decía algo así como "Las leyes no deben concebirse en contra de los valores de la población." O algo así. Aviso para navegantes. El permiso de pernada contra las familias que ilusionadas en su juventud o "en la madre patria," que se creyeron los sudacas -en especial los ecuatorianos- que ni soaron conque el liberal fascismo les había preparado la trampa del saqueo español desde mucho antes de la "transición: "Todo queda atado y bien atado." Un nazi que murió cointento. Hay bancos que han vendido hasta cuatro veces la misma propiedad. En el Grupo de Titulización que la PAH puso a trabajar en un lacol cedido por mis compis de la Asociación de Vecinos de Aluche, una compi chilena encontró su deuda hipotecaria - en la tabla construída por el ecuatoriano informático Iván Cisneros, "Hipotecas Basura" - vendida en la Bolsa en dos Fondos de Titulización de Activos del Santander -si no recuerdo mal - bis, el UCI o algo así. Cuando propuse que todas las Asambleas 15M debíamos denunciar a los bancos, me expulsaron del Grupo. Relato ésto, porque estoy feliz con la película de Juan Diego Boto, hijo de asesinado por la dictadura nazi argentina, que no podía ser para menos, y porque aportaré todo lo que pueda y sea necesario para que la brutal y asesina actividad coaligadas de LA Banca, La Mafia y los Monopolios españoles -los que por esa razón delictiva, NO PUEDEN SER ACREEDORES DEL BENEFICIO QUE EL ULTRA DERECHISTA RAJOY EMTIÓ como ley en 2015, según la cuaql, si las grandes empresas se declaran insolventes, sus deudas las debe pagar el Presupuesto Nacional. (Se acaba de aprobar). Juan Diego, ¡A Por Ellos!
¡Libertqad para Julien Assange!
¡Libertad para Milagro Sala!
Ernesto 15M Podemos
Sólo, nada más y nada menos, se trata de considerar la vivienda como un derecho, que es lo que haría un “socialista” . La izquierda real así lo considera. Es inadmisible la postura del PXXE en este tema. Trabajo, salarios y vivienda son los tres grandes problemas de la clase trabajadora, de lxs jóvenes y de las mujeres. Un gobierno progresista debería marcarse prioridades como éstas y darles soluciones SOCIALISTAS.
El problema es que no se quiere tocar a las familias que viven de alquileres (entendidas, como dice Emmanuel Rodríguez, no sólo como los que de hecho cobran esos alquileres sino otras generaciones que se ven en ese papel en el futuro vía herencia). Y Podemos tampoco quiere entrar ahí porque igual se trata de un 30% de la población movilizada en esa línea, sino la mitad incluyendo a los que tiene vivienda en propiedad --real o nominal-- y establecen alianzas en ese sentido.
Entonces todo es hablar de Blackrock como si por esa vía se pudiesen meter reformas pero ni siquiera, además de poner el foco donde no está el problema. De esa manera, ni apelas a la clase media propietaria, ni al proletariado arrendatario. A los primeros porque se sienten atacados y a los segundos porque no atajas el problema de verdad. Realmente es un dilema político muy complejo, y esperar a que la constitución material de la sociedad cambie puede llevar décadas..
El tema está claro: el PSOE solo aplica medidas socialdemocráticas si es empujado por su socio de coalición más joven y con una visión ética de la política (como era la visión de Azaña; cf. Vida y Tiempo de Manuel Azaña (1880-1940), Santos Juliá, Taurus, 2008-2018, p. iii).