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Industria
Miedo ante el cierre de Alcoa: “Asturias se va a quedar como un solar”
La salida de Alcoa amenaza 700 puestos de trabajo directos en A Coruña y Avilés. Los habitantes de esta ciudad asturiana alertan del efecto salida que puede acarrear el cese de actividad de la fábrica.
En la última década, Avilés ha perdido cinco mil habitantes en una población que no alcanza los 80.000. El padrón municipal, publicado a principios de 2019 por el Instituto Nacional de Estadística, muestra una constante preocupante: el descenso de población en Asturias que el año pasado fue el mayor en términos relativos de todas las autonomías del país. En ese contexto, los partidos políticos, casi en unanimidad, se han puesto de acuerdo en exigir una solución al cierre anunciado de Alcoa, cierre que desde su anuncio en octubre ha llevado a la movilización permanente a las plantas de Avilés y A Coruña. La pérdida de esta planta industrial, temen, puede desencadenar una nueva crisis en la comarca y aumentar aún más el saldo migratorio hacia fuera de Asturias.
El anuncio del cierre de la compañía ha sido un shock, explica Alberto Grijalbo, secretario del Comité de Empresa de Alcoa en Avilés: “Los comercios han dicho que jamás habían vendido tan poco en los meses de octubre, noviembre y diciembre. Si Alcoa cierra los comercios cierran, no podría subsistir”, alerta a El Salto durante la manifestación que el 8 de enero tuvo lugar frente al Ministerio de Industria para exigir soluciones.
Eugenia, casada con un trabajador de Alcoa, cuenta que si cierran la empresa “nos tendremos que ir”. Es del concejo de Castrillón, donde 30 familias viven directamente de la fábrica, y la influencia indirecta de la empresa de aluminios es definitiva. Temen que el escenario sea similar “o incluso peor” que el de los astilleros de Ferrol (Galicia), amenazados por Navantia con el cierre. “Si se van muy fácil”, dice Eugenia en referencia a Alcoa, “con las demás empresas puede ocurrir lo mismo. A la mínima que quieran marchar se pueden ir, porque no hay inconveniente. Vienen, cogen todo lo que quieren —les dan ayudas— y cuando quieren marcharse se van, no tienen que pagar nada”.
“Asturias se va a quedar como un gran solar”, lamenta Eugenia, “no va a quedar nada. Nos quitaron la ganadería, nos quitan las industrias. La gente se va a tener que ir”. Grijalbo insiste en que la apuesta económica del Gobierno socialista no es viable: “comercio y turismo no pueden subsistir sin la industria, es un aporte para que los trabajadores puedan consumir”. Francisco, otro de los trabajadores de Alcoa que ayer protestaron en Madrid, recalca que la plantilla de Alcoa tiene una edad media de 41 años, algo que les convierte en un factor clave para la prosperidad de la zona.
Eugenia cree que el Gobierno de Pedro Sánchez debe dar un paso: “Intervenir en la empresa o abaratar el coste de la energía”. La ministra de Industria, Reyes Maroto, aseguraba pocas horas después de reunirse con la empresa que la compañía de Pittsburgh está “bloqueando la búsqueda de soluciones”. El objetivo de Maroto es que la empresa se replantee el cierre de la planta de Avilés y de A Coruña, antes que enfrentarse a unas elecciones municipales y autonómicas con 700 despidos encima de la mesa.
Alcoa no negocia
De momento, lo que se ha arrancado de la empresa —según publicó el medio asturiano El Comercio— es actividad para 50 trabajadores y una supuesta bolsa de empleo sin perfiles claros. Sin embargo, persiste la certeza de que Alcoa no quiere negociar y que tiene más que decidido trasladar su producción a Arabia Saudí, toda vez que ya ha aprovechado las ayudas —las últimas en forma de compensaciones por interrumpibilidad del suministro eléctrico.“La ministra ha querido coger el toro por los cuernos sin saber a lo que se enfrenta, Maroto pone el ejemplo de Vestas, pero Alcoa no es un taller”, señala Grijalbo, en referencia a la solución dada al cierre de la fábrica bioquímica de Vestas en Villadangos del Páramo, mediante la compra de la planta por parte de un inversor. Alcoa tiene el monopolio del estratégico mercado del aluminio en España, por lo que las voces de los sindicatos alertan de que la multinacional no está dispuesta a permitir que otra empresa de la competencia ocupe su posición.
Desde los sindicatos se valora como “muy difícil” que el Gobierno se plantee una nacionalización de las plantas de A Coruña y Avilés. A la renuencia del Partido Socialista a la recuperación de sectores estratégicos de manos privadas se suman, indican las propias fuentes sindicales, las dificultades técnicas para los pasos previos de minado y refinado para la producción a bajo coste. No obstante, se exige una intervención —total o parcial, temporal o indefinida— por parte del Estado, que mantenga los puestos de trabajo y tutele y garantice la búsqueda de soluciones mediante la entrada de otros inversores si se consuma el cierre anunciado por Alcoa.
“Confiamos cien por cien en que no vamos a llegar a ese término”, señala Alberto Grijalbo, “vamos a negociar cualquier cosa encaminada a que se conserve el 100% del empleo”, indica este sindicalista. El 15 de enero finaliza el plazo para la negociación y, a partir de ahí, la empresa tiene otras dos semanas para plantear el Expediente de Regulación de Empleo.
Mientras tanto, la presión continúa. Este sábado una marcha de trabajadores vestidos con ropa de faena partirá de la planta de Avilés hasta la plaza de España de la ciudad. El domingo, le toca el turno a la ciudadanía de Coruña, en una manifestación convocada en la praza Palloza que terminará en la delegación de Gobierno.