Historia
Xuan Cándano: “A partir del atentado de la calle Correo, ETA empezó a ser cuestionada en la izquierda”

A los 50 años de la que fue la primera matanza indiscriminada de ETA, Xuan Cándano publica ‘Operación Caperucita. El comité Karl Marx y el atentado de la calle del Correo’, una crónica sobre la implicación en los hechos de un grupo de intelectuales encabezados por Eva Forest y Alfonso Sastre.
Xuan Candano
Xuan Candano ha escrito el ensayo 'Operación Caperucita', publicado por Akal. Foto: Bernardo Álvarez
22 sep 2024 05:53

El mismo día y en el mismo lugar en el que se celebra esta entrevista —13 de septiembre de 2024—, medio siglo atrás y a apenas cuatro metros de donde estamos sentados, explotaba una bomba en la que entonces era la cafetería Rolando. El atentado, a unos metros del “palacio del terror franquista” que era la Dirección General de Seguridad, causó 13 víctimas mortales, de las que solo una era policía. Hoy aquella cafetería es un refinado restaurante junto a la Puerta del Sol en el que un camarero latinoamericano, que acaba de enterarse de que en este local hubo un sangriento atentado, sirve dos cafés que cuestan más de siete euros.

Xuan Cándano (San Esteban de Bocamar, Asturias, 1959) ha dedicado los últimos meses de su vida a investigar y reconstruir los entresijos del que fue el primer atentado masivo e indiscriminado de ETA, pocos meses después del magnicidio de Carrero Blanco. El resultado de sus pesquisas se recoge en Operación Caperucita. El comité Karl Marx y el atentado de la calle del Correo (Akal, 2024), en el que Cándano sigue uno de los hilos más desconocidos, contradictorios y espinosos de toda esta historia: la colaboración en el atentado del matrimonio formado por los escritores y editores Eva Forest y Alfonso Sastre, y del círculo de intelectuales —poetas, actrices, periodistas—que solían reunirse en casa de la pareja en el barrio de La Concepción.

¿Dónde estabas aquel 13 de septiembre de 1974, el día del atentado, y de dónde viene tu interés por este episodio?
Yo era un quinceañero que estudiaba bachiller en el colegio San Luis de Pravia, un colegio con justificada fama de dureza a la inglesa. Ya tenía inquietudes periodísticas, sociales, políticas y culturales, y recuerdo ese atentado perfectamente. Recuerdo también ese cartel [el que aparece en la portada del libro con las fotos de los detenidos] que se exhibía en TVE. Era muy crío y me sorprendía que un grupo de gente vinculada al mundo de la cultura fueran terroristas. Ya conocía a Alfonso Sastre de entonces, porque era un autor muy conocido. Sí que me resultó sorprendente aquel atentado porque era el primero con víctimas mortales indiscriminadas, muy próximo al de [Luis] Carrero Blanco. Luego con el paso del tiempo, según fui creciendo, me fui interesando más por ello, porque veía que allí había muchísima oscuridad y era algo que la izquierda quiso tapar desde el principio, y de hecho, se inventó un bulo culpando del atentado a la extrema derecha y a fuerzas parapoliciales. Durante todos estos años recopilé toda la información que pude e intenté convencer a amigos historiadores de que ahondaran en ese tema, que a mí me parecía interesantísimo. Como no convencí a ninguno, acabé metiéndome yo en ello y escribiendo el libro que quería leer.

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Has sido el primer periodista con acceso al sumario del juicio, ¿verdad?
Efectivamente, aunque dar con el sumario es kafkiano, te aparece otra vez la España de Larra. Me costó un trabajo tremendo, lo primero localizarlo. En el archivo de Alcalá me remitieron al archivo de la memoria histórica de Salamanca. Fui a Salamanca y allí no estaba, y fue una cosa muy decimonónica, porque tienen el archivo entre dos sedes, una a 300 metros de otra, y tuve que hacer doscientos viajes entre una sede y la otra. Finalmente localicé el sumario en un polígono industrial en Vallecas, en un archivo de la Consejería de Justicia de la Comunidad de Madrid. Y cuando logré dar con él me dijeron que tenía que pedir permiso para consultarlo por correo certificado, como hace 50 años.

Dices que aquel atentado fue de algún modo la pérdida de inocencia de la oposición antifranquista.
Sí, efectivamente. Ese fenómeno lo representa bien Eduardo Sánchez Gatell, que tenía 19 años entonces y estaba absolutamente obnubilado por la violencia revolucionaria y por la figura de Eva Forest y de Alfonso Sastre. Él fue uno de los que primero disipó aquellas utopías revolucionarias cuando se vio en la Dirección General de Seguridad (DGS), luego en la cárcel y delatado por Eva Forest.

La famosa apertura de Arias Navarro, el espíritu del 12 de febrero, se fue al garete inmediatamente. Arias Navarro se lo dijo ese mismo día aquí en la Puerta del Sol a Utrera Molina

Delatado y utilizado, ¿no? Porque muchas de las personas del círculo de Forest no eran conscientes de estar participando en la preparación de un atentado de ETA en una cafetería del centro de Madrid.
Algunos sí tenían conciencia de estar colaborando con un grupo armado, que entonces no tenía el cartel que pasó a tener después entre la izquierda. De hecho, como estaba muy reciente el atentado de Carrero, ETA tenía prestigio entre la izquierda, incluso en democracias occidentales, porque había protagonizado un magnicidio que era insólito. Pero sí, efectivamente, el atentado de la calle Correo con víctimas civiles supuso una toma de conciencia por parte de mucha gente de la izquierda de que había límites que no se podían transgredir, y la lucha armada de ETA empezó a ser cuestionada.

¿Cómo se explica que ETA pasase en pocos meses de un atentado tan exitoso en términos estratégicos y políticos, a una matanza indiscriminada como la de la cafetería Rolando?
Creo que se puede entender por la euforia que tenían después del éxito del atentado de Carrero, y querían elevar el listón. La idea en principio era atentar contra la DGS.

¿Qué supuso este atentado para el régimen? Tanto para el régimen como para los sectores más aperturistas.
El régimen reaccionó con rabia. Ya lo había hecho en el atentado de Carrero, en el que se sintieron burlados, y nueve meses después se encuentran con un atentado indiscriminado con trece víctimas civiles y con los mismos responsables, a quienes tenían absolutamente despistados. Tardaron muchísimo tiempo en ver la conexión de ETA con el grupo que encabezaba Eva Forest. Supuso el endurecimiento del régimen después de una época de apertura. La famosa apertura de [Carlos] Arias Navarro, el espíritu del 12 de febrero, se fue al garete inmediatamente. Arias Navarro se lo dijo ese mismo día aquí en la Puerta del Sol a [José] Utrera Molina, el Ministro del Movimiento. Luego se cesó a Pío Cabanillas que era el ministro más aperturista del régimen, que provocó también la dimisión del Ministro de Hacienda y algunos cargos del gobierno. Franco, que estaba ya decrépito, reaccionó con una violencia inusitada. Luego vinieron los fusilamientos de septiembre del 75.

Si ETA hubiese dejado las armas con la llegada de la democracia, hubieran pasado a la historia de otra manera, como unos valientes que se habían enfrentado con las armas al franquismo y contra la violencia del Estado

En cierto modo, eso era lo que buscaba ETA, ¿no? Esa estrategia de tensión-reacción en una espiral creciente hasta llegar a la ruptura.
Claro, esa era la filosofía que compartían los grupos armados en aquella época en Europa y en América. En esta gente del comité Karl Marx tenía mucha influencia la revolución cubana y la guerra de Vietnam, y Forest creía en el foquismo, aquella teoría influenciada por el Che Guevara que consistía en que pequeños focos insurrectos en zona urbanas servirían para iniciar una espiral de acción-reacción que podía culminar en revolución, como había ocurrido en Cuba. Aquí no pasó en absoluto nada de eso, y de hecho el rechazo que sentían a lo que ellos llamaban reformistas del PCE supuso un fracaso absoluto de su estrategia. Luego llegó la democracia, que aplastó incluso al PCE, que era un partido moderado, pero aupó al PSOE que estaba a su derecha. Ese delirio se vio desmentido por la realidad.

¿Y cómo fue posible que llegasen a la conclusión de que ese delirio era la realidad?
Era también sectarismo de una cierta raíz religiosa. De hecho, Eva Forest creía en El Capital de Marx como los cristianos en la Biblia.

Cuentas que, en ocasiones, incluso lloraba leyéndolo…
Sí. Consideraba que en los autores marxistas podía haber desviacionismo, pero jamás en el padre. Había que adaptar la vida y la acción revolucionaria a lo que decía un libro.

Visto con la perspectiva de medio siglo, ¿qué dirías que significó este atentado para la sociedad española?
El atentado de Carrero Blanco y el de la calle Correo están muy vinculados. Fueron dos episodios muy importantes en el tardofranquismo e influyentes en los años posteriores de transición y democracia. El de Carrero acabó con la vida del delfín de Franco, aunque yo creo que hubiera dejado paso a la reforma tal y como la conocemos; y el de la calle Correo endureció la represión de los últimos años del franquismo, y provocó una escisión en ETA con las consecuencias que sabemos. De hecho, Eduardo Sánchez Gatell sostiene que ETA militar nació en la casa de Eva Forest y Alfonso Sastre en el barrio de La Concepción.

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¿Cuál fue la causa de esa ruptura en ETA a raíz del atentado?
Ya había una bronca interna gorda en ETA desde hacía años, y ya había habido escisiones. El sector obrerista ya se había escindido, y partidos de extrema izquierda como el Movimiento Comunista y la Liga Comunista Revolucionaria eran escisiones de ETA. Lo que hizo el atentado fue precipitar definitivamente aquella bronca. Había dos corrientes: una más posibilista en la que estaba Ezkerra, que era entonces el jefe de ETA, y que ya veía venir la democracia y la necesidad de adaptarse a un nuevo marco político; y luego estaba la posición dura de Argala, que coincidiendo absolutamente con Eva Forest y Alfonso Sastre, que le influyeron decisivamente y le formaron políticamente —para Argala la casa de Virgen de Nuria fue una universidad—, consideraba que era inaceptable una democracia burguesa y había que seguir luchando por la revolución por la vía violenta, y que les había dado la razón el golpe de estado de Chile en septiembre del 73, que siguió en directo por la radio en casa de Forest y Sastre.

Y en la oposición, tanto en el PCE como en los partidos a su izquierda, ¿cuáles fueron las posturas hacia el atentado?
La extrema izquierda se alineó con Forest y con Sastre, y alentó esa teoría falsa de que el atentado era obra de la extrema derecha y grupos parapoliciales. En la cárcel de Yeserías, las presas que estaban organizadas del LCR, PC (ml) y del MC adoraban a Eva Forest. La extrema izquierda tardó mucho tiempo en reconocer lo que había ocurrido en la calle Correo.

Dices que la democracia fue muy generosa con ETA, refiriéndote a la amnistía, y sin embargo la banda terrorista responde asesinando a cerca 200 personas solo entre el 79 y el 80.
La inmensa mayoría de las víctimas mortales de ETA fueron en democracia. Si ETA hubiese dejado las armas con la llegada de la democracia, después del inmenso horror del atentado de la calle Correo, hubieran pasado a la historia de otra manera, como unos valientes que se habían enfrentado con las armas al franquismo y contra la violencia del Estado, contra un régimen fascista y represivo. También creo que, al igual que se dice de los asesinos en serie que cuando cometen el primer crimen los demás son inevitables, creo que lo mismo puede pasar con un grupo terrorista. De hecho, otras bandas armadas como ETA en Europa, actúan en democracias: la Baader en Alemania o el IRA en Gran Bretaña.

¿Dirías, entonces, que la violencia de ETA, más que una reacción contra la represión del franquismo, era por sí misma el único programa de ETA?
Gaizka Fernández Soldevilla defiende que ETA siempre fue una banda nacionalista, pero lo cierto es que hubo muchas corrientes muy diferentes: una nacionalista, otra marxista-leninista… Creo que la historia no estaba prefigurada, sino que se fueron dando pasos por el camino y el atentado de Correo provocó esa escisión. Al final el sector duro de Argala se quedó con la organización, y otros pasaron a hacer política. El sector duro fue el que prevaleció en una orgía de sangre hasta el final, pero no creo que eso estuviera premeditado con el nacimiento de ETA a principios de los 60, cuando yo sí creo que fue una banda antifranquista en la que la represión y las torturas influyeron decisivamente.

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Una cosa llamativa que cuentas en el libro, aunque de forma lateral, es la inmensa cantidad de dinero que movía ETA, y del que parece que Eva Forest y Alfonso Sastre se beneficiaron…
Ese es uno de los mayores agujeros negros. Es muy difícil saber cómo eran los dineros de ETA y cómo funcionaba su tesorería. Sí es cierto que manejaban mucho dinero por los atracos, extorsiones y secuestros. Hubo unos cuantos en esa época por los que consiguieron muchísimos millones, unos 50. En lo que respecta a la economía de los Sastre, sí que creo que ellos no estaban en la revolución por dinero, eso seguro. Vivían modestamente, como una familia de clase media en el barrio de La Concepción. Pero, claro, la revolución a tiempo completo, que era el caso de Eva Forest, necesitaba dinero. Ella misma fue la responsable de un verdadero parque inmobiliario compuesto por un montón de pisos en Madrid para ETA, y eso cuesta dinero. Tenemos constatadas algunas operaciones, como la compra por 400.000 pesetas del piso de Alcorcón que alojó al comando Txikia que asesinó a Carrero Blanco, y luego a la pareja vascofrancesa durante varios días después del atentado calle Correo. Ese dinero se lo dio Ezkerra a Forest, que se lo pasó a Antonio Durán, que puso el piso a nombre de su mujer. Sánchez Gatell dice que cuando empezaron a aterrizar en Madrid, a primeros de los 70, estos comandos de ETA que tenían en Eva a su embajadora en la capital y a su gran colaboradora, el nivel de vida de los Sastre subió. En esa época compraron el piso en Miraflores, por ejemplo.

Eva Forest representa muy bien a gente de toda aquella generación dispuesta a todo por conseguir la llegada del socialismo, en el que creían de una forma religiosa

¿Qué era el comité Karl Marx, ese grupo informal de intelectuales que se acabó viendo envuelto en el atentado y muchos de ellos detenidos y torturados en la DGS?
El comité Karl Marx era más que nada una máquina de escribir, en realidad, más bien ocho máquinas de escribir, las que había en casa de los Sastre, con los que Eva hacía continuos boletines de denuncia e información sobre la represión en el franquismo, sobre la guerra de Vietnam, Chile, Euskadi… Al principio lo que montaba eran comités de solidaridad con diferentes causas. Alrededor de ella había un grupo de gente del mundo de la cultura o del movimiento obrero —como el caso de Durán o de la familia asturiana, los Fernández— que la ayudaban. Ella era la responsable y la dinamizadora de cuantas acciones se llevaban a cabo, pero contaba con un grupo de gente que aportaba ayuda alojando a perseguidos políticos, entre ellos a algunos de ETA, o aportando dinero. 

Los miembros del comité Karl Marx sufrieron unas durísimas torturas en los interrogatorios que acompañaron a la investigación del atentado. Cuentas que algunas, como Lidia Falcón, carga todavía con las secuelas.
La DGS era un nido de maltrato, tortura y represión que provocaba pánico en los opositores. Ahí participaban funcionarios, con su complicidad y su silencio: médicos, trabajadores… Era un lugar tétrico y tenebroso. En la parte de arriba estaban los altos mandos de la policía con despachos lujosos con vistas a la calle, y en los bajos y en los sótanos se apelotonaban detenidos, muchos de ellos pasando verdaderos tormentos.

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Después de todo lo que has indagado en el papel de Forest y Sastre en el atentado, ¿cuál es tu opinión sobre ellos?
Hay que reconocer que Eva Forest es un artefacto literario. Su biografía es absolutamente novelesca. Ella representa muy bien a gente de toda aquella generación dispuesta a todo por conseguir la llegada del socialismo, en el que creían de una forma religiosa. Alfonso Sastre era un autor teatral y un escritor muy interesante, nadie duda de su calidad como dramaturgo, y yo creo que en realidad a él le interesaba mucho más la política que el teatro. Eso lo demuestra su obra política, en la que se volcó en sus últimos años, desde que crearon la editorial Hiru. Desde el punto de vista cultural, esta pareja creo que no merece ningún reproche. Sí lo merece desde el punto de vista político por haber colaborado abiertamente con ETA y haber sido corresponsables de un atentado con víctimas inocentes. Y, a partir de la detención, la actuación de Forest es bastante reprochable. Delató a sus compañeros, y eso es algo explicable por una cuestión humana, por las torturas y las palizas que recibió en la DGS, pero también enredó con el asunto; se mostraba orgullosa el principio en su fanatismo, e insistió durante muchos días en que el atentado había sido un éxito, que todos los muertos habían sido policías, y luego cambió su estrategia al dictado de ETA, cuando la banda decidió no reivindicar el atentado y culpar a la extrema derecha y al franquismo, falseando lo que había ocurrido. Ella siguió con ese dogmatismo y ese fanatismo hasta su muerte.

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¿Y cómo es posible ese fanatismo entre intelectuales?
La enfermedad del dogmatismo marxista, pasado por las armas, puede llevar a esos delirios, y no fueron el único caso. Ellos compartían amistad, por ejemplo, con Feltrinelli, un italiano que llegó a formar un grupo armado y murió colocando una bomba que le estalló. En esos años no era tan extraño que gente del mundo de la cultura estuviese tan radicalizada y llegase a esos extremos.

Los autores del atentado elaboraron un informe muy autocrítico en el que decían que habían fallado y se mostraban partidarios de reivindicarlo haciendo autocrítica

¿Y esas posturas le supusieron a Sastre una marginación en el mundo de la cultura y de la política? Narras esos días posteriores al atentado de la calle Correo, cuando él se libró de la detención, y se comentó que andaba vagabundeando por Madrid, durmiendo incluso en la calle, y siendo un apestado para todos.
Eso de que dormía en la calle se llegó a decir, pero no era cierto. Sí que estuvo por Madrid deambulando, con la barba rasurada, medio disfrazado y salía de la casa donde estaba acogido por la mañana y no volvía hasta por la noche. Durante esos días, en los que él hizo correr el bulo de que estaba en Portugal, hizo una visita a Europa Press, fue a la Sociedad de Autores, y era como un apestado. Fue a visitar también a Manuela Carmena, que era abogada. En esos días a Eva Forest le decían en la DGS que le habían tenido que pegar dos tiros, y yo creo que hubo un pacto para que se entregara.

¿Por qué crees que ETA no reivindicó el atentado hasta 2018, ya después de su disolución?
ETA estuvo un mes debatiendo si reivindicaba el atentado o no. Días después del atentado, ETA se reunión en el sur de Francia y allí se puso una cinta con una grabación de Eva Forest para que se oyera su versión en la reunión de la cúpula. Los autores del atentado elaboraron un informe muy autocrítico en el que decían que habían fallado y se mostraban partidarios de reivindicarlo haciendo autocrítica, pero también admitían cualquier decisión de ETA. Se impuso la opción de no reivindicarlo por el descrédito que supondría ante la opinión pública. Luego llegó la democracia y la amnistía y el tema pasó a la historia metido en un baúl de oscuridad, y al cabo de 44 años, con la disolución, no tuvieron más remedio que admitirlo. Pero tampoco lo hicieron con grandes detalles. Hay muchísimas cuestiones relacionadas con el atentado que todavía no conocemos y que solo podríamos conocer si sus protagonistas lo cuentan.

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