We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Fútbol
Cómo ha logrado Arabia Saudí hacerse con el Mundial de fútbol de 2034
El 31 de octubre, la Federación Australiana de Fútbol anunció su renuncia a presentar candidatura para el Mundial de 2034. Poco horas después, desde su cuenta de Instagram, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, confirmaba lo que era un secreto a voces: Arabia Saudí organizará el Mundial de 2034. La decisión todavía debe ser confirmada por el Congreso de la FIFA en una reunión a celebrar, probablemente, en el cuarto trimestre de 2024; sin embargo, el anuncio de Infantino evidencia que no se tratará más que de un trámite.
La FIFA no ha encontrado contradicción alguna entre su compromiso por “promover una sociedad más justa e igualitaria a través del fútbol” y otorgarle la organización de un Mundial a un país con tantas denuncias por violaciones de los derechos humanos
La FIFA no ha encontrado contradicción alguna entre su compromiso por “promover una sociedad más justa e igualitaria a través del fútbol” o que los derechos humanos figuren entre los que considera sus “principios clave” y otorgarle la organización de un Mundial a un país con tantas denuncias por violaciones de los derechos humanos. Y lo cierto es que el anuncio tampoco ha sorprendido mucho al mundo del fútbol. Al fin y al cabo, la relación entre el país árabe y la dirección de la FIFA se ha estrechado en los últimos años: el interés de los saudíes por organizar un Mundial era notorio y el propio Gianni Infantino se había mostrado favorable a su candidatura.
La estrategia saudí
Arabia Saudí puso sus ojos en el mundo del deporte en el año 2016, cuando presentó el plan Saudí Visión 2030, que tiene como objetivo reducir su dependencia del petróleo y diversificar su economía. En ese momento ya se empezó a hablar del Mundial de fútbol como uno de sus principales objetivos. Una idea que, por entonces, causaba entre risa y sorpresa. Arabia Saudí no contaba ni con historia ni con infraestructuras para organizar un evento de semejante calibre. Además, toda la polémica que venía rodeando al Mundial de Qatar parecía cerrar las puertas a cualquier otra de las dictaduras árabes. Las autoridades saudíes, por contra, siguieron adelante con su particular estrategia.
Ya en la inauguración del Mundial de Rusia sorprendió la presencia de Infantino en el palco del estadio Luzhniki, sentado entre Vladimir Putin y el príncipe saudí Mohamed bin Salmán. Esa relación entre la FIFA y Arabia Saudí no haría más que estrecharse en los años siguientes. En 2021, Infantino fue agasajado en su visita al país árabe. Poco después intermedió para que la Premier League terminara aceptando la compra del Newcastle United por parte del fondo soberano saudí PIF. Para ello, el PIF debió garantizar su independencia respecto al Estado. Algo extraño, tratándose de un fondo soberano. La federación saudí devolvió el favor presentando ante la FIFA una propuesta para que el Mundial pasara a celebrarse cada dos años. Una idea detrás de la que estaba Infantino y que finalmente no prosperó.
En los años siguientes, Arabia Saudí llegó a acuerdos con la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), con la federación italiana (FIGC) y con la federación turca (TFF) para que las Supercopas de estos países se disputaran en territorio saudí. Recientemente, el diario alemán Welt Am Sonntag, en colaboración con el portal noruego de investigación Josimar, ha informado de la firma de más de 40 Memorandos de Entendimiento en los últimos años entre la federación saudí y otras federaciones de todo el mundo; desde las Islas Maldivas a Tayikistán, pasando por Mali, China o Ecuador. También países con más peso en el fútbol, como Croacia, Francia o Irán, histórico rival de Arabia Saudí en la región. Además han firmado Memorandos de Entendimiento con la Confederación Africana de Fútbol (CAF) y con la de Oceanía (OFC en inglés). En el caso de la CAF, la financiación saudí ha sido fundamental para el lanzamiento de la nueva Liga Africana de Fútbol.
Arabia Saudí ha multiplicado los acuerdos de patrocinio con clubes y competiciones de todo el mundo, entre los que se incluyen el acuerdo entre el Atlético Madrid y la nueva aerolínea Riyadh Air o el de la secretaría estatal de turismo, Visit Saudi, con La Liga
Al mismo tiempo, Arabia Saudí ha multiplicado los acuerdos de patrocinio con clubes y competiciones de todo el mundo, entre los que se incluyen el acuerdo entre el Atlético Madrid y la nueva aerolínea Riyadh Air, que no realizará vuelos hasta 2025 o el de la secretaría estatal de turismo, Visit Saudi, con La Liga. Todos estos movimientos han permitido aumentar la influencia saudí en el mundo del fútbol y, en última instancia, garantizar los votos necesarios en el próximo Congreso de la FIFA, que confirmará la sede del Mundial de 2034.
A nivel local, la apuesta por el fútbol saudí se aceleró a partir de enero de este mismo año, cuando se anunció el fichaje de Cristiano Ronaldo por el club Al Nassr. Unos meses más tarde, el PIF se hizo con la propiedad de cuatro clubes de fútbol del país, tras lo que se fueron anunciando los fichajes de numerosas figuras del fútbol, como Neymar, Benzema, Sadio Mané… Para entonces la preocupación entre los grandes clubes de fútbol europeos era grande. La FIFA, por su parte, por un lado suspendía a la federación de Sri Lanka por “injerencia gubernamental”, mientras, por otro, no veía ningún problema en la relación entre el gobierno saudí, su federación de fútbol y las inversiones del fondo soberano. Tampoco veía injerencia alguna en que el príncipe Abdelaziz bin Turki Al-Saud ostente, entre otros cargos vinculados al deporte, los de ministro de deportes, presidente de la federación de fútbol, del comité olímpico y paralímpico, así como presidente de la Unión de Federaciones de Fútbol Árabes.
La candidatura única
En junio de este año se cayó la candidatura conjunta que preparaban Grecia, Egipto y Arabia Saudí para el Mundial de 2030, dificultada por la organización de la edición de 2022 por parte de Qatar. El principio de rotación de las sedes entre las diferentes confederaciones, defendido por la FIFA, impedía que un país asiático pudiera organizar un Mundial antes de 2034. Sin embargo, lo que aparentemente suponía un revés para las aspiraciones saudíes, no tardó en convertirse en una ventaja.
El pasado 4 de octubre, el presidente de la CONMEBOL, el paraguayo Alejandro Domínguez, publicaba en su cuenta de Instagram un vídeo en el que aparecía bailando y diciendo que en breve se haría un anuncio importante para los aficionados al fútbol. Poco después, la FIFA confirmaba que el Mundial de 2030 se celebraría en España, Portugal y Marruecos, con tres partidos inaugurales en Argentina, Uruguay y Paraguay. La FIFA dejó claro en ese momento que, siguiendo el criterio de rotación de sedes, el Mundial de 2034 solo podría celebrarse en Asia u Oceanía. Anunció también que las candidaturas para esa edición debían presentarse antes del 31 de octubre. FIFA daba 25 días para presentar una candidatura, que debía contar con el apoyo del gobierno, para un evento que se celebrará dentro de once años.
Arabia Saudí tardó apenas unas horas en presentar oficialmente su candidatura. El presidente de la Confederación Asiática de Fútbol, el bareiní Salman bin Ibrahim Al Jalifa, tardó aún menos en mostrar públicamente su apoyo a la candidatura saudí. La FIFA tuvo además un gesto hacia el país árabe al rebajar la exigencia del número mínimo de estadios ya construidos, de siete a cuatro, precisamente la cantidad de estadios con certificado FIFA con los que actualmente cuenta Arabia Saudí.
Volvía a surgir el temor a que un país se hiciera con la organización del Mundial para limpiar su imagen, dañada por la situación de las mujeres o del colectivo LGTBI o por la reciente investigación de Human Rights Watch, que revela el asesinato de migrantes, en su mayoría africanos, por parte de guardias saudíes en la frontera con Yemen. En una entrevista realizada recientemente por la FOX, Bin Salman respondía diciendo que “si el sportwashing va a incrementar mi PIB en un 1%, entonces seguiré haciendo sportwashing”.
Parecía que se habían establecido unas condiciones a la medida del país árabe, pero Australia había anunciado ya su interés en presentarse a la elección y se encontraba en negociaciones con Indonesia para unirse en una candidatura conjunta. Sorprendentemente, el 18 de octubre la federación indonesia anunció su renuncia a ser sede del Mundial, al tiempo que hacía público su apoyo a la candidatura de Arabia Saudí. Un día después, el presidente de Indonesia se encontraba en Riyadh, reunido con Mohamed bin Salman. Reunión en la que se firmó un nuevo Memorándum de Entendimiento que estrecha las relaciones comerciales entre los dos países.
Una vez que Indonesia renunció a presentar candidatura, sin tiempo para preparar la suya propia, y rendido a la evidencia, el 31 de octubre, Australia anunció su renuncia e Infantino no tardó en confirmar a Arabia Saudí como sede para el Mundial de 2034; a pesar de que tanto la sede de 2030 como la de 2034 deberán ser confirmadas el próximo año por el Congreso de la FIFA. El mismo Infantino que prometió transparencia en el proceso de selección de las sedes cuando fue elegido presidente tras el escándalo del FIFAgate se adelantaba en varios meses a la decisión del único órgano competente y relegaba la votación del próximo Congreso a un mero trámite. Arabia Saudí ya tiene su premio y será sede del Mundial de 2034.