Francia
Seis lecciones del semestre de intensa contestación contra la reforma de las pensiones de Macron

Pese a no haber impedido la subida de 62 a 64 años de la edad de jubilación, los sindicatos franceses quieren ver el vaso medio lleno tras haber protagonizado la movilización más multitudinaria en la Europa pospandemia.
Movilizaciones en París contra la reforma de las jubilaciones - 1
A finales de marzo más de 2 millones de personas según los sindicatos se movilizaron en Francia contra la reforma de las pensiones. Martin Barzilai
22 jun 2023 05:41

Las multitudinarias protestas en Francia contra la reforma de las pensiones han llegado a su final. Los líderes sindicales no lo reconocen abiertamente, pero han aceptado su derrota ante la inflexibilidad del presidente francés, Emmanuel Macron. Los primeros artículos de la medida se han publicado en el diario oficial. El 1 de septiembre, entrará en vigor la impopular subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa). Tras una primera mitad del año marcada por una sucesión de huelgas y manifestaciones masivas, el claro declive en la movilización del 6 de junio supuso el canto del cisne de una oleada contestataria que puso contra las cuerdas a Macron. Y reveló su peor rostro.

Seis meses después de que cogieran el 19 de enero con el pie cambiado al Ejecutivo macronista, con una primera huelga general en que se manifestaron entre dos y un millón de personas, la coalición unitaria de los ocho sindicatos franceses ha demostrado una capacidad de movilización superior a la de las últimas décadas, pero insuficiente para parar esta reforma neoliberal. De las 14 jornadas de protestas y huelgas, en cinco de ellas hubo cifras de manifestantes alrededor o superiores al millón de participantes, según los datos austeros del Ministerio del Interior que no representan una realidad fidedigna. Ha sido la oleada de contestación más multitudinaria en el siglo XXI en el bullicioso país vecino.

Francia
Francia Un Primero de Mayo unitario da continuidad a las doce huelgas generales contra Macron
Las caceroladas han acompañado en el último mes todos los desplazamientos del Gabinete de Emmanuel Macron. Los sindicatos convocan un 1º de Mayo que es visto como un punto y seguido a las movilizaciones.


“A pesar de una movilización de una duración y de unos niveles récord, la reforma de las pensiones ha sido adoptada. ¿Debemos concluir de ello que hemos perdido? No. Para Macron y su Gobierno todo será más complicado a partir de ahora. Deberán pagar un precio elevado por ello”, aseguró la secretaria general de la CGT, Sophie Binet, en una tribuna reciente en el diario Le Monde en que hacía un balance positivo de este ciclo de protestas. “Ha dado un empujón de confianza al sindicalismo (…) Ahora tenemos que hacer prosperar esta energía”, reivindicó, por su lado, el responsable de la CFDT, Laurent Berger, en una entrevista con el digital Mediapart en que también veía el vaso medio lleno.

“Las movilizaciones han hecho que la reforma sea extremamente costosa” para el dirigente centrista, sostiene el sociólogo Karel Yon, profesor en la Universidad de Nanterre

Que los líderes sindicales empiecen a hacer balances evidencia que ya dan por perdido este pulso. Aunque las derrotas siempre duelen —y aún más cuando se ha peleado como nunca—, los análisis de las luchas sociales deben ser poliédricos. Hay que examinarlas desde múltiples caras (la batalla política, ideológica, social…). De la oleada sindical en Francia se pueden sacar conclusiones también pertinentes para el otro lado de los Pirineos. Seis lecciones de seis meses de la movilización social más intensa en la Europa pospandemia.

El agotamiento ideológico del neoliberalismo (y del macronismo)

Con la subida de la edad legal de jubilación, Macron ha sacado adelante una de sus reformas más impopulares e icónicas de su segundo mandato. Ha representado una victoria, pero más bien pírrica. Más del 66% de los franceses se oponen a esta medida, según los últimos sondeos. Pese a los múltiples intentos del Ejecutivo de influir en la opinión pública, este rechazado mayoritario ha perdurado a lo largo del conflicto, lo que refleja la victoria del bloque sindical en su dimensión más ideológica. “Hay una gran mayoría de los franceses que están hartos de las reformas neoliberales y los sindicatos han sabido llevar este mensaje”, destaca a El Salto el politólogo Jean-Marie Pernot, autor del libro Le syndicalisme d’après.

Haciendo caso omiso de las protestas, Macron ha apostado por una estrategia con tintes thatcheristas. Ha querido hacer “una pedagogía de la servidumbre”, según denunció el sociólogo Emmanuel Todd. Aunque todavía es pronto para evaluar los efectos de este passage en force, no parece que salga reforzado el macronismo, cuyo ADN es la reforma neoliberal de Francia. Más bien lo contrario.

“Las movilizaciones han hecho que la reforma sea extremamente costosa” para el dirigente centrista, sostiene el sociólogo Karel Yon, profesor en la Universidad de Nanterre. Su aprobación ha supuesto “una triple negación democrática”, afirma el politólogo Pierre Rouxel. Según este investigador en la Universidad de Rennes, la aplicación de la medida no solo ha comportado ignorar el rechazo de la opinión pública, “sino también la democracia social encarnada por los sindicatos y la opinión del Parlamento”. La medida nunca ha llegado a ser votada en la Asamblea Nacional, donde no contaba con un respaldo garantizado. No solo fue aprobada por decretazo en marzo, sino que el macronismo maniobró e impidió que el 8 de junio se votara una propuesta de ley de la oposición para derogarla.

La centralidad de la crisis del trabajo

Uno de los aspectos transcendentes de estas protestas ha sido su transversalidad social. Clases populares, medias, jóvenes, mayores de 50 años… A diferencia de otras movilizaciones históricas en Francia, como las de 1995 o 2019, las protestas no han sido encabezadas por un sector en concreto. No se ha tratado de una “huelga por procuración”. El malestar se ha extendido en múltiples categorías de la población.

“¿Por qué la gente tiene tantas ganas de jubilarse lo más pronto posible? Por sus condiciones de trabajo. Por el estrés profesional, por los burnout (síndrome del trabajador quemado), por la pérdida de sentido o la falta de reconocimiento en su empleo”, explica Pernot. La crisis del trabajo —no confundir con el rechazo del trabajo— ha aflorado como uno de los grandes temas de este semestre. Una bocanada de aire fresco en un país donde el debate público solía estar monopolizado por polémicas sobre la seguridad, la inmigración o el islam. “Los sindicatos han ganado en legitimidad y han demostrado que buena parte de la población coincide en su visión sobre el valor del trabajo o los salarios”, destaca Rouxel.

Orange
France Télécom, condenada por acoso laboral masivo: sus recortes provocaron al menos 19 suicidios

La compañía telefónica francesa, hoy rebautizada como Orange, ha sido condenada por haber llevado a cabo un plan de bajas que devastó a su plantilla, formada por más de cien mil personas.

Las luchas alimentan otras luchas

Después de décadas marcadas por la desafección sindical —con menos del 10%, Francia es uno de los países europeos con un menor porcentaje de afiliados— y la irrupción de movimientos sociales ajenos a los sindicatos, como los chalecos amarillos, la unidad de las ocho organizaciones de trabajadores —algo poco habitual en el país vecino— y sus buenas maneras ha servido para que se ganen la simpatía de la mayoría de la población. Y crezca de manera considerable el número de afiliados: la CFDT reivindica un aumento de más de 43.000 y la CGT, de 30.000. “Solo en París hemos incrementado en un 10% el número de inscritos. Se trata de una subida muy superior a la que vivimos en otras movilizaciones sociales recientes”, asegura Caroline Pecqueur, representante del sindicato educativo SNUipp-FSU.

Este crecimiento en los afiliados ha ido acompañado de un aumento de las huelgas sectoriales para pedir subidas salariales que compensen la inflación. Así sucedió con las obreras de la empresa textil Vertbaudet que obtuvieron un aumento del 7% después de un paro laboral de dos meses, pero también con los trabajadores de la ferroviaria SNCF, de Amazon o incluso de Disneyland. Es el ABC de la izquierda, pero no está de más recordarlo: las luchas alimentan otras luchas.

La dificultad de paralizar la economía

Pese a premios de consolación como la victoria en la batalla de la opinión y un repunte en la lucha sindical, las organizaciones de trabajadores no han logrado su objetivo principal: impedir la aplicación de la reforma de las pensiones. Una de sus grandes dificultades ha sido el impacto limitado de sus acciones en la economía. No han conseguido que la patronal se resintiera a pesar de haber organizado hasta 14 jornadas de protestas y huelgas, 11 de ellas en el marco legal de una huelga general. Cuando el 7 de marzo “intentaron paralizar Francia, esto no funcionó”, reconoce Pernot. “Incluso en sectores tradicionalmente muy movilizados, como los agentes ferroviarios o los astilleros, no lograron impulsar huelgas ilimitadas relevantes”, añade Yon.

Por un lado, esto se debió a factores estructurales, como la pérdida de implantación sindical, la tercerización de la economía o la individualización del trabajo. Por el otro, contribuyeron a ello aspectos más coyunturales y novedosos, como el recurso al teletrabajo para evitar que la interrupción de los transportes públicos afectara al conjunto de la economía, o de la educación a distancia para dificultar la organización de los estudiantes universitarios. Los jóvenes no se implicaron de manera masiva hasta dos meses después del inicio de las protestas.

Lo importante no es tener razón, sino ganar

Todos estos factores limitaron la capacidad de los sindicatos para presionar al Gobierno. Algunos sectores de la izquierda les reprochan, sin embargo, haber apostado por una estrategia demasiado suave. El bloque sindical decidió “alargar la movilización durante meses en lugar de concentrar los esfuerzos en un breve periodo de tiempo con huelgas ilimitadas y acciones de bloqueo de la economía”, lamenta Ritchy Thibault, de 19 años, impulsor del colectivo Peuple Revolté.

Este joven estudiante de Historia se politizó en 2018 con los chalecos amarillos. Esa heterogénea revuelta puso contra las cuerdas a Macron gracias a su determinación, así como la violencia material de sus protestas, que propició la impopularidad de un movimiento con el que simpatizaban al principio la mayoría de los franceses. “El poder solo tiene miedo cuando los manifestantes están a menos de cien metros del Elíseo. Me parece un error que los dirigentes sindicales se hayan sometido a la lógica de los medios y los sondeos”, asegura Thibault.

Chalecos amarillos
Chalecos amarillos Aldo Rubert: “Las clases populares no están condenadas a la desmovilización”
Este investigador catalán afincado en Francia ha estudiado el movimiento de los chalecos amarillos. Ahora que se está produciendo una movilización de transportistas en España, el estudio de lo que sucedió en Francia ayuda a situarse respecto a temas clave como el combustible, el trabajo y la reproducción de las clases trabajadoras.

La necesaria politización de la lucha sindical

Al haber llevado las riendas del movimiento siempre pendientes del freno de mano, los líderes sindicales han conservado —un logro nada menospreciable— la simpatía de la mayoría de la población. Pero han obtenido bastantes menos concesiones que los chalecos amarillos. De momento, tampoco han logrado canalizar políticamente los puntos ganados en la batalla de la opinión.

Una de las constantes de esta movilización ha sido el idilio frustrado entre el bloque sindical y la NUPES, la coalición unitaria de los principales partidos de izquierdas (Francia Insumisa, Partidos Socialista, verdes y comunistas) que lidera la oposición en la Asamblea Nacional. De manera paradójica, esta alianza progresista no sale reforzada de este periodo de debilidad de Macron y en que los temas sociales han acaparado el debate público. Uno de los motivos de ello han sido las tensiones entre líderes políticos y sindicales, que ven con suspicacia cualquier implicación de los partidos.

“Desde hace tres décadas, los sindicatos han marcado su distancia respecto a las organizaciones políticas, ya que querían concentrarse únicamente en la representación de los trabajadores”, y en el caso de la CGT limitar el impacto del declive del Partido Comunista, explica Rouxel. “Pero cada vez se notan más los límites de esta estrategia y a las organizaciones sindicales les faltan herramientas para responder ante un gobierno que no quiere ceder en nada”, añade este experto. ¿Ha llegado el momento de flexibilizar la autonomía sindical? Sin duda, los sindicatos necesitarán imaginación para aprovechar el desgaste ideológico del neoliberalismo.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

LGTBIAQ+
LGTBIQA+ Obligar a elegir entre “señor” y “señora” al comprar un billete de tren es ilegal para el TJUE
La marca de género no es necesaria para firmar un contrato de transporte ferroviario y pedirla puede resultar discriminatorio. La sentencia supone un respaldo a las aspiraciones de las personas no binarias.
Obituario
Obituario Jean-Marie Le Pen, el político que asumió el nazismo y la “jerarquización racial”
El fundador del Frente Nacional Jean-Marie Le Pen ha fallecido a los 96 años. Algunas declaraciones significativas reflejan su naturaleza y objetivos políticos racistas.
Francia
Obituario Jean-Marie Le Pen, el antisemita y torturador que resucitó a la extrema derecha francesa
La muerte a los 96 años del fundador del Frente Nacional representa el final de un dirigente que contribuyó a la derechización del país, pero se ganó una mala reputación que ha frenado la llegada al poder de los ultras en Francia.
Davidez
23/6/2023 11:15

Recomendación: hacer los sindicatos dependientes del ciclo electoral y su cortoplacismo? Jaja, pues vaya experto.

0
0
Luis M
22/6/2023 11:38

La reforma es bastante peor pues la edad ordinaria sin tener 43 años cotizados es del 69 años. En España cuando acabe el periodo transitorio, con 38,5 años cotizados puedes jubilarte a los 65. Y puede anticiparse dos años teniendo 35 cotizados aunque con reducción de la pensión. Quiero decir que las condiciones de aquí no son buenas pero lo de Francia son unas condiciones de mierda, que marcan el camino de lo que puede pasar aquí.

0
0
antonio.aguilera
22/6/2023 9:35

Si no hay dinero para pensiones, que busquen en los paraísos fiscales. El discurso de la insostenibilidad del sistema de pensiones es la enésima falacia neoliberal, se hace imprescindible una lucha activa y global contra el expolio a la clase trabajadora a través del capitalismo financiero y los paraísos fiscales.

2
0
Luis M
22/6/2023 11:33

Pero es que además que haya o no dinero depende simplemente de cómo se calcule la contabilidad. No son unas supuestas leyes matemáticas naturales. No se habla de la deuda de la Administración General con la Seguridad Social por sacar de su fondo los 65.000 millones para regalar a los bancos. No se habla de los gastos impropios que tiene que soportar la Seguridad Social. No se habla de que hasta el 97 las pensiones se financiaban desde el Presupuesto General del Estado. No se habla de los fondos de pensiones de empresa que ya han partido el sistema de reparto de la Seguridad Social en dos y están detrayendo ingresos hacia la gestión privada en el casino financiero. https://www.cgt-lkn.org/wp-content/uploads/2023/04/analisis-critico-reformas-pensiones-publicas-CGT.pdf

0
0
Hodei Alcantara
Hodei Alcantara
22/6/2023 7:24

Si lo vemos desde la óptica objetiva, es una derrota, pues la reforma se ha impuesto. Pero analizándolo bien, se ha conseguido movilizar y concienciar a los trabajadores franceses como nunca, aumentar la unidad y el apoyo sindical y contestar a las políticas neoliberales de Macron.
Me quedo con las palabras del joven revolucionario. Es mejor una protesta concentrada y radical, a una estrategia de larga duración que desgasta mucho menos al gobierno.
Espero que para la siguiente los sindicatos aprende a esto, además de la necesidad de articular la lucha junto a la NUPES, para canalizar el descontento en cambios políticos.
De todas maneras, las protestas han demostrado que la clase trabajadora sigue teniendo músculo y los demás países bien podríamos imitar su ejemplo.

2
0
Ocupación israelí
Expansionismo israelí El Golán sirio, radiografía de una joya natural diezmada por la ocupación israelí
Las actividades extractivistas del Estado israelí sobre los recursos hídricos o proyecto de parque eólico en las tierras colonizadas amenaza el sustento diario de las comunidades locales.
Rap
Poetas Puestos “Tanto los medios como la política quieren que seas un tonto feliz”
Charly Efe y Teko, acompañados de una banda, publican el disco ‘Tontos felices’ donde mezlcan su carrera en el rap con ritmos rock para crear lo que han bautizado como rap‘n’roll.
Gobierno de coalición
Gobierno de coalición El CIS vuelve a situar la vivienda como el principal problema de la población
Uno de cada dos votantes de las izquierdas sitúan la vivienda entre los tres grandes problemas que afronta el país. La encuesta del CIS muestra a los partidos de la izquierda en la misma situación de desinfle que el mes pasado.
Groenlandia
Análisis Por qué Groenlandia es clave en la carrera por las materias primas
El anuncio de Trump parece salido de una precuela de la película 'Don’t Look Up', en la que los intereses geopolíticos y económicos no nos dejan ver el colapso inminente.
Historia
Historia La segunda vida de Joaquín Maurín
Alberto Sabio reconstruye en “Excomunistas” la vida y el pensamiento del fundador del POUM: desde su politización en el republicanismo hasta su giro socialdemócrata y anticomunista durante la Guerra Fría.

Últimas

Análisis
Análisis El PSOE intenta pescar en el río revuelto de la izquierda para acercarse al PP
Entre los votantes del PP sólo hay dos cosas que produzcan ilusión: el rechazo a Sánchez y su Gobierno e Isabel Díaz Ayuso. Feijóo, que no es una de ellas.
China
Pulsos bajo el cielo Beijing rave: amor, unidad y respeto
Exploramos los entornos de la música electrónica underground en Beijing, donde los jóvenes siguen creando espacios y nuevas formas de relacionarse y entenderse
Galicia
Literatura Daniel Salgado reformula las claves de la poesía política en la contemporaneidad en 'Poemas realistas'
El discurso de este poemario convoca las dos ideas-fundamento que vertebran la poética de Salgado: la constatación de la ruina y la perseverancia en la posibilidad de un horizonte no clausurado.
Opinión
Derecho a la vivienda Cuando el cuñao eres tú: cinco bulos progresistas sobre la crisis de la vivienda
Ni la compraventa de vivienda la protagonizan los fondos ni las zonas tensionadas bajan los alquileres ni el PP es el único que no las aplica.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Israel firma el acuerdo con Hamás, pero todavía tiene que votarlo el Gobierno
Los representantes israelíes en Doha validan el pacto para un cese temporal de las hostilidades y un intercambio de prisioneros. Este viernes se vota en el Gobierno israelí, donde dos partidos ultras se oponen.

Recomendadas

Violencia sexual
Violencia sexual El ocaso de Neil Gaiman, el maestro de la literatura fantástica acusado de violar a varias mujeres
Un reportaje revela los testimonios de ocho mujeres que sufrieron agresiones sexuales por parte del escritor Neil Gaiman, autor del cómic ‘Sandman’ y nombre clave en la ficción contemporánea. Dos de ellas han presentado denuncias por violación.
Brasil
Ana Carolina Lourenço y Fabiana Pinto “Organizar la imaginación es la lucha de nuestro tiempo”
En la vanguardia de los movimientos que plantaron cara a la extrema derecha bolsonarista, las mujeres negras cuentan con una largo recorrido en la disputa política brasileña. Un libro recoge su genealogía y sus miradas para el futuro.
Sareb
Derecho a la vivienda Civio lleva a la Justicia a la Sareb para que revele cómo malvendió 10.000 viviendas protegidas
La Fundación Civio presenta un recurso contra el ‘banco malo’ por negar el derecho al acceso a la información sobre los compradores y el precio al que fueron vendidas 9.400 viviendas de protección pública.