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Extremadura
Las colonas del Plan Badajoz y la memoria de la doble explotación
Bien al contrario que el modelo ideal de mujer proyectado por el nacionalcatolicismo, las mujeres de la colonización extremeña de los años 50 y 60 tuvieron que trabajar en las mismas condiciones que sus marido, si cabe aún peores, pues a la jornada laboral agrícola tenían que sumar la de los cuidados de la familia.
Eran los tiempos de la alpargata, el petromax y la doctrina del Movimiento. Después de 13 años de vigencia, la Cartilla de racionamiento desaparecía dando fin a las filas de hambre y miseria. En la radio hacía furor Cabalgata de fin de semana, el magazine radiofónico presentado por Carmen Pérez Delama y Bobby Deglané, la voz de la radio, que reunía a toda la familia en la noche del sábado en torno al transistor. Corría el año 1952, el Gobierno de Franco acababa de aprobar el Plan Badajoz y España salía poco a poco de la posguerra, a pesar del franquismo.
Luis Álvarez Lencero, poeta extremeño alter ego de Juan Pueblo, publicaba su primer libro de versos, El surco de la sangre (1953), en la colección de poesía Doña Endrina, de la revista del mismo nombre, editada en Guadalajara por Antonio Fernández Molina, quien fuera secretario de redacción de Papeles de son Armadans, la revista dirigida por Camilo José Cela. Un año después, en 1954, el oliventino Manuel Pacheco publicaba Los caballos del alba. Poesía 1950-53, en Ediciones Ensayos, Madrid, en una edición sufragada por Pepe Díaz Ambrona. Del primero, Luis Álvarez Lencero, siempre nos quedarán los versos recordados por Juan Serna en El hijo del colono o una generación que no cabe en el Plan Badajoz, su contribución al libro Extremadura saqueada:
Cuando me parió mi madre,
me grabaron con un hierro;
cómo me duele en la carne
mi cicatriz de borrego.
Los engaños del Plan Badajoz, las penurias de los primeros años de los colonos, la mitificación acerca del paternalismo del régimen franquista que aún perdura y se hace patente en la patética resistencia a cambiar nombres como el de Guadiana del Caudillo, han sido y son más que estudiados y reconocidos en el relato de la memoria de estas tierras.
Existen pocos reconocimientos a las mujeres que protagonizaron el arranque del Plan Badajoz, las llamadas colonas
Sin embargo, existen pocos reconocimientos a las mujeres que protagonizaron el arranque del Plan Badajoz, las llamadas colonas, las madres e hijas recién llegadas que participaron en la creación, desde la nada, de los pueblos de colonización y evidenciaron la contradicción de un régimen que imponía, a través de la Sección Femenina, un proyecto de vida muy claro para la mujer, que asumía como un éxito el casarse y como un terrible fracaso el quedarse soltera, de rendida y obligada dependencia sujeta al hombre, a quien una vez casada se la instaba a retirarse de la vida pública y dedicarse a su familia y a “sus labores” domésticas. Bien al contrario que este modelo de mujer, la del colono tuvo que trabajar en las mismas condiciones que su marido, si cabe aún peores, pues a la jornada laboral agrícola sumaba la de los cuidados de la familia.
Extremadura
Cuatro décadas encima de ‘Extremadura saqueada’
En 1978 se publicaba Extremadura saqueada, un libro clave para comprender la historia de esta comunidad autónoma. Cuarenta años después no ha perdido vigencia.
A las seis de la mañana aquellas mujeres ya estaban echando de comer al ganado y ordeñando las vacas. Preparaban la comida, atendían al marido y a los críos, recogían el algodón y el maíz o participaban en cualquier otra labor del campo, todo ello sin desatender su “oficio” de esposa y madre, sujetas al tiempo de reproducción femenino que no distingue entre horarios laborales y horarios de cuidados, con una doble jornada que no acaba nunca. Simultaneaban la faena en la parcela, pisando barro o estiércol que les llegaba hasta los tobillos de sus botas katiuska, con las tareas de la casa, fregando en la panera con agua fría con jabón elaborado a base de sosa cáustica.
Mientras sus maridos se echaban la plácida siesta o compartían un chato de vino en el Teleclub, ellas seguían con sus faenas diarias, a las que se sumaba la administración de una economía doméstica que hacía malabares para mantener la casa y que no faltara lo básico para comer y vestirse en los tiempos de escasez.
“Trabajaban como bestias”
Testimonios de este cariz aparecen en el libro Tierra prometida, publicado en 2008 por la "Federación para la Promoción Social y Cultural de la Mujer La Amistad” y coordinado por Yolanda Benítez, Ana Lozano y Pedro Tena, un proyecto de investigación sobre el Plan Badajoz que se centra en las localidades de Entrerríos, El Torviscal, Valdivia y Zurbarán, y que se detiene en el papel crucial de la mujer en el proceso de creación de estos nuevos pueblos de las Vegas Altas del Guadiana.
Extremadura
La tragedia de Torrejón, un crimen sin castigo
El 22 de octubre de 2018 se cumplen 53 años de la catástrofe de los Saltos de Torrejón (Monfragüe), el accidente laboral más grave de la historia de España. Este hecho conecta la etapa más negra del franquismo con los consejos de administración de las grandes corporaciones del actual IBEX-35.
Posteriormente, en el año 2009, a iniciativa también de la "Federación de Mujeres La Amistad", y con la colaboración del Instituto de la Mujer de Extremadura (IMEX), se realizó el documental Tierra prometida, nuestras raíces, con guión de Manuel G. Cano y Mario Soler, un recorrido por el recuerdo de aquellos difíciles años en buena parte en la memoria de las hijas e hijos de las primeras familias en estos pueblos de colonización. El documental aún se puede ver en Canal Extremadura.
La explotación de la mujer –tan olvidada, tan fundamental para lograr el éxito de la economía agraria del momento- se perpetuó en las hijas de los colonos y colonas
En esta labor de memoria y recuperación de las raíces, cabe resaltar también la plataforma en Internet Los colonos de la “España verde” de Franco, Historias de explotación, supervivencia y economía contadas con datos, un excelente trabajo de Abelardo Gil–Fournier, Andrés Rodríguez Muñoz, Marco Rizzetto, Carmen M. Pellicer Balsalobre, Guillermo Cid y David Prieto sobre el Canal de los presos y el Plan Badajoz, con un apartado dedicado a las mujeres en el proceso colonizador (La mitad invisible), que ofrece un interesante análisis de su participación, desde la categoría de la mujer del colono como mero elemento o requisito para que a este último le concedieran la parcela, hasta una mención a las “Maestras vinculadas al Instituto de Colonización que fueron objeto de un Estado receloso y controlador que estableció como medida preventiva, el no dotarlas tras su formación como docentes del título de maestra nacional. Así limitaba las posibilidades de ejercer su profesión fuera del contexto colonizador, minimizando de esta forma las “deserciones” que amenazaban a un cuerpo profesional con poca demanda” (Cita textual).
Extremadura
40 años de ‘Extremadura saqueada’
El libro Extremadura saqueada ya abordaba hace 40 años la idea de usar esta comunidad autónoma para la instalación de industrias contaminantes. La lucha contra la nuclear de Valdecaballeros de finales de los 70 encuentra su mejor continuación en iniciativas como Salvemos la Montaña, en Cáceres.
La explotación de la mujer –tan olvidada, tan fundamental para lograr el éxito de la economía agraria del momento- se perpetuó en las hijas de los colonos y colonas. Muchas de ellas fueron a servir a casas pudientes, donde en los primeros años, cuando eran niñas aún, trabajaban a cambio únicamente de la comida y después por un mísero jornal. Otras se marcharon a servir a Barcelona y a Madrid. También quedaron las que fueron a trabajar en masa a las conserveras, cuyo despegue fue unido al progreso del Plan Badajoz, como consecuencia de la mano de obra semiesclava invertida en aquellas parcelas donde la tierra era tan dura que apenas se podía sembrar y donde los pozos de agua escaseaban y había que compartirlos entre varias familias.
Apenas tres generaciones después, aquello casi ha caído en el olvido de buena parte de los y las descendientes de las primeras familias colonas. Los tiempos que vivimos de chorroborro (aluvión de cosas inútiles) y consumo desmedido al alcance de la mano, cuando no del bolsillo, merman la capacidad del recuerdo de un tiempo en el que los hombres salían como protagonistas en el NODO agradeciendo a su Excelencia su magnanimidad, bendecida por la Iglesia, que les hacía titulares de la explotación, mientras la mujer era ocultada y desprovista de cualquier derecho. Hoy día solo nos quedan las viudas, muchas de ellas con el dolor aún presente por la pérdida de sus maridos, de sus hermanos y hermanas, de sus amigos.
Vestidas de luto, arremolinadas en torno a una mesa en los Centros de Día de nuestra Comunidad, guardan aún la llave del recuerdo. Su conversación da para mucho, entre alegrías y sufrimientos de vida. Solo cabe dedicarles, en reconocimiento, los versos que acerca de un tiempo y un espacio ya pasados escribió el cada vez también más olvidado Ángel González:
“Entonces,
en los atardeceres de verano,
el viento
traía desde el campo hasta mi calle
un inestable olor a establo
y a hierba susurrante como un río
que entraba con su canto y con su aroma
en las riberas pálidas del sueño.
Ecos remotos,
sones desprendidos
de aquel rumor,
hilos de una esperanza
poco a poco deshecha,
se apagan dulcemente en la distancia:
ya ayer va susurrante como un río
llevando lo soñado aguas abajo,
hacia la blanca orilla del olvido”.
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Cuanta falsedad. El Plan Badajoz ha sido el mayor plan de infraestructuras que se ha llevado a cabo en Extremadura en toda su historia, que convirtió el secarral que existía en ricas tierras de producción, facilitando el establecimiento de familias en los distintos pueblos. Siempre hay resentidos que sin conocimiento y con su mala bilis no lo reconocerán y falsearán la historia. Pero mal que les pese fue una gran realidad que tratan de borrar, además de mancillar la gran labor de los muchos ingenieros venidos de toda España para levantar nuestra Extremadura...
Sectarismo siempre. Deberían escribir sobre las hectáreas que se expropiaron a los ricos para llevar a cabo el plan Badajoz. Por cierto una obra hidráulica perfectamente ejecutada.
Qué emotivo recordatorio del Plan Badajoz!. En el 1953 llegamos a uno de los primeros pueblos: Valdelacalzada. No como colonos, pero sí recuerdo y ratifico todo lo que se dice. Las mujeres trabajaban en el campo tanto como los hombres, en durísimas condiciones y gracias a su ayuda podían medio salir adelante, pero con enormes dificultades, efectivamente. De aquellos bonitos recuerdos de Valdelacalzada, tengo que hacer honor a una maestra inolvidable, la Srta. Mari, que, siendo yo tan pequeña, con las zanjas por las calles, me llevaba en brazos a la escuela; me encantaba ir. La más bonita niñez que vivímos mi hermana y yo allí.La Sección Femenina, sin entrar en Política, también ayudó a conocer y aprender algunas normas sociales y un poco de cultura de la que se carecía en la mayoría de las personas que acudían a estos pueblos, fruto de la España de la Posguerra. Pero, como además de ese homenaje que merecen todas esas mujeres silenciadas, no puedo dejar de citar también, a aquellos tremendos sufrimientos, humillaciones y daños familiares que sufrieron en silencio también algunos otros cargos varones, como no se fuera un total analfabeto, en lo cultural y académico,un paleto con sombrero, un simplemente un oportunista del empleo, o, no le besaras los pies al Perito Agrónomo de turno en cada pueblo. La desdicha era inestimable. Aquellos personajillos, eran auténticos Dictadores, con tal exceso de poder y de mando, que se convertían en muchos casos, en auténticos tiranos con algunos de los que podían establecer paralelismo en sabiduría práctica y conocimientos adquiridos de atrás. En Valdelacalzada era extremadamente durísimo, aquél temido hombre: D. JOSÉ. Aún se me extremece el alma al recordar cuánto daño nos hizo a mi familia y que fuimos arrastrando de pueblo en pueblo. Desde los tres a los siete años viví allí y no lo puedo olvidar. Sin embargo al final de su tiempo, en otra provincia y en respuesta a su honradez, talento y buen hacer, mi padre fue premiado, y con él, todos nuestra familia. Fue honrado con lo que más felices podíamos ser, envidiado por muchos, en uno de los mejores puestos del Ministerio de Agricultura, de Madrid, desde donde redacto este memorial.
No obstante, no puedo dejar de obviar, que gracias al I.N. C. nosotros, y otra mucha gente que había en los pueblos de España sin demasiadas oportunidades de supervivencia, tuvieron la ocasión de encontrar un medio para ello. Hay que tener en cuenta que a estos pueblos acudía mucha gente con lo puesto, desgraciadamente, y entre ellos iba gente de toda clase de oficios, no todos agricultores para lo que se les repartía la tierra, se le entregaba una yunta, una casa de labor... a cambio de una cuota simbólica al año por lo producido. Para los que tenían suerte que la tierra era buena, y además conocían el oficio, todo les era más fácil, pero, muchas de aquellas tierras, rescatadas por Franco a los grandes terratenientes sin cultivar, eran duras y malas, y mucho peor si el colono no era del oficio, es decir agricultor en sus orígenes, la cosa era verdaderamente calamitosa.
Ahora, al cabo de casi cincuenta años, he vuelto a visitar algunos de esos pueblos y tierras en donde me crié. Verdaderamente emocionante y entrañable. Por cierto, en Valdelacalzada, al preguntar en la calle a una señora por un número de la calle donde viví allá en el año 54 y 55, fue sorprendente cómo aquella buena mujer recordaba a mi querido padre: MANUEL GUISADO CÁCERES. Mayoral Agrícola. Hoy lo que somos y tenemos viene del tesón y la sabiduría de mi padre GRACIAS al Plan Badajoz, y al Instituto Nacional de Colonización.
Ya apareció el de Venezuela. Este articulo habla de la Extremadura saqueada y de una población extremadamente vulnerable que en vez de recibir soluciones en su lugar de origen se los llevaron al plan Badajoz, como parte de un experimento agrosocial franquista.
La.mejor manera de valorar lo que paso en el plan Badajoz es ver la actual situación ambiental social y económica.
Sólo puntualizar una cosa q no me gustó.... falta hablar del trabajo de los menores también en penosas condiciones. Mis tíos trabajaban de sol a sol desde los 8 años ....y para ver el gran valor de la mujer no hay q menospreciar al hombre, tumbado echado la siesta, flaco favor hacemos a la gente que sì fue trabajadora
Saludos desde la agroecologia
Cuanta incultura en los años que vivimos.Quieren estar como Venuela?
No soy Colonna pero si viví aquella época de las conserveras en la que los turnos eran de 12 horas diarios los 7 días de la semana y en los cambios de turno hasta 18 horas
Cierto en parte....No olvidemos la jornada laboral de diez horas seis días a la semana....yo he vivido ésa situación durante veinte años....La situación era durísima para todos no solo para la mujer.....Gracias por el gran artículo......
Que maravilla de artículo, muy bien escrito y con información muy valiosa
.... desgraciadamente va a ser así, como no le pongamos remedio a esta situación que se avecina
Vivo en un pueblo de colonos , siendo ya viuda de colono, durante toda mi vida, he visto como ha ido pasando la historia sin tocar la vida de mi suegra que fue en realidad la verdadera COLONA, ella sí, fue esa mujer de campo por la mañana y del pueblo por la tarde noche, durante toda su vida. Ninguna remuneración, al envejecer, solo tuvo derecho a percibir por ser viuda de........