Europa
Los líderes europeos se reúnen en Reikiavik: guía para entender la cumbre de los derechos humanos

Este 16 y 17 de mayo el Consejo de Europa celebra la cuarta cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de su historia. En el orden del día la guerra de Ucrania y el futuro de los derechos humanos en nuestro continente. Te explicamos los entresijos de esta organización y el porqué de esta reunión.
presidencia islandia
Thórdís Kolbrún Reykfjörd Gylfadóttir (en el centro), ministra de Asuntos Exteriores de Islandia y presidenta de turno del Comité de Ministros; a la derecha, la secretaria general del Consejo, Marija Pejčinović Burić. Consejo de Europa.
17 may 2023 07:17

Por primera vez en 18 años se reúnen los líderes de los 46 Estados que forman el Consejo de Europa. Esta organización internacional, con sede en Estrasburgo, es más antigua y vasta que la Unión Europea, aunque con menos atribuciones. Cuenta entre sus miembros a casi todos los países del continente, incluida Turquía y hasta el año pasado Rusia. Se ocupa de la defensa de los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho, y alberga dos de las herramientas más potentes que existen en el mundo en este ámbito: el Convenio Europeo de Derechos Humanos y el tribunal de Estrasburgo. La cumbre de Reikiavik servirá para escenificar la importancia del Consejo y de sus valores, sobre todo en el contexto de una guerra abierta en el continente. Pero también plantea muchas preguntas sobre el futuro, y es que el papel que los líderes de hoy decidan darle al Consejo de mañana afectará directamente a los derechos de más de 800 millones de personas.

De La Haya a Reikiavik

El Consejo de Europa se fundó poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial. En 1948 se reunió un congreso de Europa en La Haya convocado por diferentes movimientos que propugnaban la integración entre los Estados europeos. La reunión fue un éxito, acudieron 750 delegados de países de toda Europa, la presidió Winston Churchill y participaron entre otros Konrad Adenauer, que un año después se convertiría en el primer canciller de la RFA, o François Mitterand, que entonces era ministro del gobierno de Robert Schuman. Lo que quedó claro en La Haya fue que la necesidad diplomática de unirse acuciaba, tanto por el fantasma de la guerra pasada como por el de una posible futura entre el bloque occidental y el soviético. Un año después se firmó en Londres el Estatuto del Consejo de Europa, que comenzaría a reunirse en Estrasburgo en 1949.

apuntes consejo
Apuntes del Consejo. Autora: Sofia Zeni

Ese primer Consejo de Europa contaba con doce países miembros, a los que pronto empezaron a sumarse otros hasta llegar a los 47 que lo conformaban hasta la guerra de Ucrania, pero no adelantemos acontecimientos… En 1950 firman el Convenio Europeo de Derechos Humanos, que lleva a la creación del tribunal de Estrasburgo en 1959. En aquel momento había muchas expectativas puestas sobre esta organización, y la cuestión no era menor porque por primera vez los individuos podían denunciar a los Estados por haber violado sus derechos humanos y estos se comprometían a acatar las sentencias del Tribunal, incluso si suponía realizar cambios legislativos para adaptarse a nuevos estándares de derechos humanos. España todavía tuvo que esperar hasta 1977 para entrar en el Consejo y firmar el Convenio.

En estos casi 75 años de existencia, en el Consejo de Europa se han dado a luz a 224 tratados internacionales en todo tipo de ámbitos, desde la protección del patrimonio hasta la lucha contra la violencia de género

Sin embargo, tras el entusiasmo inicial, la organización va perdiendo importancia en la escena internacional frente a la Unión Europea, que desde su creación irá poco a poco acumulando competencias y poderes sobre los Estados que el Consejo nunca tuvo. Si comparamos, el presupuesto de la UE para el año 2023 es de 186.600 millones de euros en compromisos futuros y 168.600 millones en pagos, mientras que el del Consejo de Europa apenas suma 479 millones de euros para el mismo ejercicio. Esta disparidad a nivel de tamaño y poder ha supuesto también un problema de comunicación para el Consejo, totalmente eclipsado por la Unión.

Aunque casi nadie lo sepa hoy, la bandera de la UE (las doce estrellas sobre el fondo azul) es compartida por ambas organizaciones y era originalmente la bandera del Consejo de Europa desde 1955. Muchos ciudadanos europeos ni siquiera conocen la existencia del Consejo de Europa, o lo confunden con órganos de la UE con nombres diabólicamente similares como el Consejo Europeo o el Consejo de la Unión Europea. Una de las razones que lleva a organizar la cumbre de Reikiavik es terminar con el desconocimiento por parte del gran público. Y es que esta cumbre es, en gran medida, una apuesta comunicativa. Pero para entender cómo hemos llegado hasta aquí necesitamos comprender cómo trabaja el Consejo y cómo Rusia lo cambió todo.

¿Quis custodiet ipsos custodes?

En estos casi 75 años de existencia, en el Consejo se han dado a luz a 224 tratados internacionales en todo tipo de ámbitos, desde la protección del patrimonio hasta la lucha contra la violencia de género, pasando por los derechos de protección de datos. Pero si el Consejo no ostenta ningún poder sobre los Estados, ¿cómo garantizar que se cumplen los convenios? En realidad muchas veces los Estados no los respetan, pero la labor que realiza la organización es de vigilancia, denuncia y recomendación. El convenio de derechos humanos, por ejemplo, lo protege el tribunal de Estrasburgo y el Comité de Ministros se reúne trimestralmente para revisar si se han implementado o no sus sentencias e insta a los Estados a hacerlo cuando ve que no.

¿Y el resto de convenios? La mayoría tiene un organismo asociado que vela por su cumplimiento, generalmente mediante visitas a los países e informes periódicos en los que se revisa el grado de cumplimiento y se realizan recomendaciones. Por ejemplo, el CPT (comité para la prevención de la tortura) se encarga de vigilar el cumplimiento del convenio del mismo nombre. Cada año visita comisarias, cárceles, hospitales psiquiátricos y otros centros de detención en varios países y prepara un informe con denuncias y recomendaciones para cada país. La última vez que visitó España denunció malos tratos bajo custodia y pidió la abolición de la llamada contención mecánica. La comisaria de derechos humanos, Dunja Mijatovic, también realiza visitas a los países e informes sobre la situación de los derechos humanos, como el publicado la semana pasada en el que ha tirado de las orejas a Ayuso por su gestión de la sanidad pública.

Así, además del Comité de Ministros vigilando que se cumplan las sentencias del tribunal, la secretaria general y la comisaria de derechos humanos, más de una treintena de comités y grupos de expertos diversos supervisan la aplicación de los tratados y publican toda clase de informes y recomendaciones. La mayor parte de este trabajo se realiza lejos del foco mediático, siendo muchas veces los países antes que el gran público los destinatarios de estos documentos.

La importancia de la labor del Consejo para la promoción y mejora de los derechos humanos es innegable, pero funciona únicamente sobre la buena fe de los Estados. En el año 2022 había unas 6.100 sentencias del tribunal de Estrasburgo pendientes de ejecución, de las cuales más de 600 corresponden a casos calificados como especialmente relevantes y llevan más de cinco años pendientes. España acumulaba 30 sentencias pendientes de ejecución el año pasado, Francia 39, Italia 187, Turquía 480, Ucrania 716 y liderando este triste ranking Rusia, con 2.352 sentencias sin ejecutar.

¿Qué pasa cuando un Estado incumple sistemáticamente los derechos humanos y no respeta las decisiones del Tribunal? La respuesta no escrita que se dan en Estrasburgo es que resulta un problema, pero el mero hecho de que un Estado forme parte del Consejo y se preste a los mecanismos de revisión de los convenios ya es un avance y una situación mejor que la contraria. Para ser miembro del Consejo es requisito indispensable haber abolido la pena de muerte, y esto también es siempre un paso adelante. Pero esta filosofía, que ha marcado el proceso de integración al Consejo de Europa en las últimas décadas, se ha topado con una contradicción insalvable recientemente, y es que un Estado miembro de la organización ha atacado e invadido otro Estado soberano miembro… y hay cosas imposibles de pasar por alto.

El problema ruso

La posición de Rusia en el Consejo de Europa antes de la guerra de Ucrania ya era muy problemática. No solo es el Estado que más sentencias del Tribunal acumula, también venía ejerciendo una posición de bloqueo sobre muchísimas cuestiones en el Comité de Ministros. La situación se había tensado mucho tras la guerra del Dombás en 2014, y la organización no ha dejado de denunciar las injerencias de este país en otros Estados vecinos desde entonces. Equilibrio complicado, por un lado recibiendo amonestaciones continuas de una organización de la que son miembros y por el otro manteniendo sus derechos de representación y participación en sus decisiones. La escalada bélica y la degradación de los derechos humanos en Rusia en los últimos años no ha hecho más que agravar la posición de este país en el Consejo.

guerra alcanza europa
La guerra alcanza Europa. Autora: Sofia Zeni

El 24 de febrero de 2022 las tropas rusas entraron en Ucrania. Inmediatamente se produce una ronda de declaraciones de los líderes del Consejo, la secretaria general pide “a las autoridades de Rusia que cesen inmediata e incondicionalmente las hostilidades y vuelvan a la diplomacia”y asegura estar preparando “las medidas adecuadas para responder a la situación”. Éstas no tardan en llegar, el 25 de febrero Rusia pierde sus derechos de representación y se empieza a discutir sobre otras medidas adicionales que tomar.

Finalmente los acontecimientos se precipitan unos días después, el 15 de marzo la Asamblea Parlamentaria debate la expulsión de Rusia de la organización, que se aprueba por unanimidad. Ese mismo día el ministro de Asuntos Exteriores ruso, adelantándose a la decisión final del Consejo, anuncia a la secretaria general que su país se retira de la organización. El día después el Comité de Ministros tiene una reunión extraordinaria, según una fuente conocedora de lo ocurrido, extraña: probablemente es la decisión más trascendental del Comité en mucho tiempo pero la cuestión se vota sin deliberación previa, y es que se trata de oficializar algo que ya había ocurrido de hecho. Tras la votación algunas personas abandonan la sala y se dirigen al exterior del Palacio de Europa, sede de la organización, para arriar la bandera rusa del frente del edificio. Es 16 de marzo de 2022 y Rusia ha sido oficialmente expulsada del Consejo de Europa.

Desde el 16 de septiembre de 2022 ya no se puede denunciar a Rusia ante Estrasburgo por violaciones de los derechos humanos, el Convenio ya no se aplica y el tribunal de Estrasburgo no es competente

La expulsión de Rusia tiene consecuencias inmediatas. El propio Consejo se ve, de la noche a la mañana, con una serie de problemas prácticos con los que tiene que lidiar por primera vez en su historia, como tener que redistribuir las aportaciones de los países para paliar la desaparición de uno de los mayores contribuyentes a su presupuesto o qué hacer con los funcionarios de origen ruso. Sin embargo el verdadero problema lo tienen los ciudadanos rusos, y es que una vez que Rusia ha sido expulsada empieza una cuenta atrás de seis meses tras los que el país dejará de ser parte del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Esto significa que desde el 16 de septiembre de 2022 ya no se puede denunciar a Rusia ante Estrasburgo por violaciones de los derechos humanos, el Convenio ya no se aplica y el tribunal no es competente.

El Consejo también da una respuesta política a la guerra. La condena a Rusia es unánime y comienza una doble campaña, denunciando sus violaciones de los derechos humanos y apoyando económica y políticamente a Ucrania y a su gobierno. Recuerden que entre los países que forman parte del Consejo están todos los miembros de la UE, muchos miembros de la OTAN y una buena parte de los Estados vecinos de Rusia que temen correr la misma suerte de Ucrania, como Moldavia o Georgia.

La principal propuesta que el Consejo lleva a la cumbre y que pretende que firmen todos los Estados es la creación de un registro en el que se anoten todos los daños y perjuicios causados por la guerra en Ucrania

Lo que se decide en Islandia

La cumbre de Reikiavik es la culminación de esta doble campaña de denuncia a uno y apoyo al otro. A nivel político se esperan grandes discursos por la unidad europea, de condena a Rusia y apoyo a Ucrania. En el plano práctico, la principal propuesta que el Consejo lleva a la cumbre y que pretende que firmen todos los Estados es la creación de un registro en el que se anoten todos los daños y perjuicios causados por la guerra en Ucrania, que sería parte de un mecanismo de compensación por los crímenes cometidos. La semana pasada una buena parte de los aliados de Ucrania se reunieron online, a propuesta de esta última, para debatir sobre la creación de un tribunal especial que se encargue de juzgar los crímenes de Rusia, una reunión en la que también participó la secretaria general del Consejo. Este es, a día de hoy, uno de los debates más activos en la escena internacional y el Consejo desea liderar un posible proceso futuro en el que se fuerce a Rusia a asumir responsabilidades, del que Reikiavik podría ser un primer paso si se aprueba la creación de este registro.

La cumbre cuenta con la presencia de Emmanuel Macron, Olaf Scholz, Rishi Sunak, Giorgia Meloni, Ursula Von der Leyen y Charles Michel entre otros. El presidente Sánchez será uno de los grandes ausentes, se ha disculpado de acudir por problemas de agenda y enviará al ministro Albares a representar a nuestro país. Para Islandia, país anfitrión, está será también una gran apuesta comunicativa. Islandia ha ejercido la presidencia rotatoria semestral del Comité de Ministros del Consejo desde noviembre pasado. En estos seis meses su equipo en Estrasburgo ha querido posicionar a su país como uno de los grandes aliados de Ucrania y como uno de los principales promotores de los derechos humanos. Simbólicamente el último acto de esta cumbre será la entrega de la presidencia del Comité de Ministros a Letonia, la siguiente en el turno. Para Islandia esta cumbre será el momento de concretar un legado.

En su capital se reunen los líderes de los 46 países del Consejo, un evento de una envergadura nunca antes vista en esta ciudad de apenas 100.000 habitantes. El alcalde de Reikiavik ya ha declarado su “orgullo” porque el día de mañana haya “principios democráticos” que tomen el nombre de su ciudad. Las tres cumbres previas que ha tenido el Consejo se saldaron con la firma de planes de acción para el futuro. ¿Cuál será el contenido de está declaración o tratado de Reikiavik y su alcance? Solo el tiempo nos lo dirá…

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