Energía
Así explota la industria del gas natural líquido la guerra de Ucrania para expandir su infraestructura

Un informe de Greenpeace analiza este despliegue y sostiene que no es necesario por la amenaza que supone a los objetivos climáticos
LNG tanquero gas natural
Planta de regasificación. Imagen: Golar LNG

En lo que denomina “uno de los ejemplos más flagrantes de la doctrina del shock”, un nuevo informe de Greenpeace publicado este jueves revela cómo la industria del gas aprovechó la invasión rusa de Ucrania para obligar a Europa y Estados Unidos a construir nuevas infraestructuras de gas natural licuado (GNL) que amenazan el bienestar de las comunidades de primera línea y de todo el planeta.

Según el trabajo de investigación, solo los proyectos aprobados en EE.UU. podrían, en 2030, hacer que sus exportaciones superaran lo que la Agencia Internacional de la Energía ha presupuestado para todo el comercio mundial de GNL si los líderes mundiales quieren llegar a cero emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050 y detener el calentamiento global en 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.

“Nuestra investigación expone la verdad que se esconde tras la presión empresarial y política a favor de más importaciones de gas fósil de Estados Unidos a los países europeos: la conclusión es que el gas fósil sólo beneficia a la industria, es sucio, tóxico, no se necesita y no lo queremos”, expone Anusha Narayanan, directora de la campaña sobre el clima de Greenpeace en EE.UU.

La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022 sumió a la UE en una crisis energética, ya que se apresuró a prepararse para el invierno siguiente sin depender del gas ruso, que suministró casi el 40% del gas del bloque en 2021. Estados Unidos se apuró para llenar el vacío, y las importaciones de la UE se dispararon un 140% en 2022, convirtiendo al bloque en el primer importador mundial de gas estadounidense.

Sin embargo, la solución impulsada por la industria del gas en ambos países no fue una medida provisional para mantener los hogares calientes a corto plazo mientras se creaba la capacidad de energía renovable para asegurarse contra crisis similares en el futuro, como detalla Greenpeace en el informe titulado Quién se beneficia de la guerra: cómo las empresas de gas capitalizan la guerra en Ucrania.

En cambio, el plan REPowerEU de la UE ha invertido 20.900 millones de dólares en infraestructuras de gas. El bloque ya ha empezado a construir ocho terminales de gas licuado y ha propuesto 38 más. En Estados Unidos, las nuevas infraestructuras de gas aprobadas hasta ahora duplicarían la capacidad de exportación a 439.000 millones de metros cúbicos al año. Muchos de los contratos de gas duran entre 10 y 15 años y la mayoría de los proyectos no empezarán a funcionar hasta 2026, demasiado tarde para satisfacer la necesidad inicial, pero con tiempo de sobra para arrojar gases de efecto invernadero al aire durante una década crítica para la acción climática.

Según las estimaciones de Greenpeace, la nueva infraestructura europea emitiría 950 millones de toneladas de CO2 equivalente (CO2-eq) al año, mientras que las terminales de exportación estadounidenses incluidas las que están en funcionamiento, las que se están construyendo y las que cuya construcción está aprobada emitirían 1.824 millones de toneladas de CO2 quivalente al año. En conjunto, esto equivale a añadir 604 millones de coches nuevos a las carreteras.

“La industria del gas está utilizando la guerra y la crisis energética para tratar de asegurar más gas durante décadas, aunque la industria sabe que será desastroso para el clima”

“La industria del gas está utilizando las noticias de hoy —la guerra y la crisis energética— para tratar de asegurar más gas durante décadas, a pesar de que la industria sabe que será desastroso para el clima y la estabilidad internacional”, sostiene Ben Franta, investigador principal del programa de Derecho Sostenible de Oxford, en un informe de DeSmog citado por Greenpeace.

Ese informe detallaba cómo la industria del gas cambió sus mensajes tras la invasión rusa, pasando de hacer hincapié en la “transición energética” a la “seguridad energética”. En los 10 meses anteriores al 24 de febrero de 2022, cuatro grandes grupos de la industria sólo hablaron sobre seguridad energética en el 3% de sus publicaciones en Twitter. Después, el número de tuits sobre el tema se disparó más de diez veces. En vísperas de RePowerEU, uno de estos grupos Gas Infrastructure Europe (GIE) presionó a los responsables políticos para que aumentaran los proyectos de GNL y argumentó que debían centrarse menos en los objetivos climáticos para 2050 y más en la crisis inmediata.

“Los precios extremos de la energía el año pasado y las amenazas actuales a la seguridad del suministro exigen centrarse en el corto plazo”, defendió el grupo públicamente.

Sin embargo, los críticos advierten de que este enfoque a corto plazo tendría consecuencias desastrosas para todos, excepto para las empresas de combustibles fósiles, que ya han obtenido beneficios récord de la crisis energética.

El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha pedido a Estados Unidos y a la UE que aumenten sus plazos de neutralidad de carbono hasta 2040 y, para limitar el calentamiento a 1,5 °C, la UE tiene que dejar de quemar gas en 2035.

Según Greenpeace, las nuevas infraestructuras no son necesarias para cubrir las necesidades actuales. Estados Unidos ya tiene suficiente para aumentar las exportaciones a corto plazo a Europa y, a pesar de la crisis del año pasado, según la AIE, la demanda de gas natural en el bloque registró en 2022 su mayor caída de la historia, con 55.000 millones de metros cúbicos. Sin embargo, más allá de interferir con su calendario de descarbonización, el giro de la UE del gas ruso por gasoducto al GNL importado, también amenaza sus objetivos climáticos porque el GNL es más intensivo en carbono y a menudo procede de gas estadounidense de fracking que Greenpeace califica como una de “las formas de energía más contaminantes y sucias del mundo”.

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El uso de gas del fracking también tiene un coste medioambiental. La mayor parte de la nueva infraestructura de exportación estadounidense está siendo financiada por bancos de la UE, a pesar de que muchos de estos bancos tienen prohibido financiar el fracking y de que muchos países de la UE también han prohibido esta práctica dentro de sus fronteras por motivos de salud y medioambientales. Vivir cerca de actividades relacionadas con el petróleo y el gas incluida la fracturación hidráulica se ha relacionado con el cáncer, las enfermedades respiratorias, las bajas tasas de natalidad y otros efectos sobre la salud, y todas menos una de las terminales de GNL estadounidenses, en funcionamiento o en construcción, están situadas en una zona considerada “desfavorecida” por el Sierra Club.

El defensor de la comunidad John Beard, de Texas, vive cerca de tres terminales de este tipo: la Sabine Pass LNG —la mayor terminal del país—, la Golden Pass LNG, en construcción, y el proyecto Port Arthur LNG. “No existe el gas libre”, explicó ante Greenpeace. “Tiene un coste. Ese coste son las vidas y la salud de los habitantes del sur del Golfo y las consecuencias climáticas mortales en todo el mundo”.

“El gas 'libre' no existe”

Greenpeace pide a los responsables políticos de Estados Unidos y la UE que eviten la expansión de las infraestructuras de GNL antes de que sea demasiado tarde. Entre otras cosas, el grupo recomienda que la UE deje de utilizar gas fósil en 2035 y elimine progresivamente el GNL incluso antes; que cancele todos los planes de construcción de nuevas terminales y de ampliación de las actuales; y que suspenda los contratos de exportación a largo plazo e impida la prórroga de los existentes. En Estados Unidos, el gobierno de Biden debería dejar de aprobar nuevos proyectos que empeorarían la crisis climática, dejar de aprobar las exportaciones de GNL y poner su peso político para acabar con la financiación internacional del GNL y otros combustibles fósiles en las próximas conferencias del G7, G20 y COP28.

“Los ciudadanos han votado a favor de una acción climática transformadora”, denuncia Narayanan y remata: “Los gobiernos deben liderar la lucha climática, no dejarse titiritear por los operadores de gas que sacrifican la salud y la seguridad de las comunidades simplemente para aumentar sus beneficios.”

Common Dreams
Artículo original: Investigation Details How Gas Industry Exploited Ukraine War to Boost LNG Expansion. Publicado con licencia creative commons y traducido con permiso por El Salto.
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