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En el margen
Adaora Onwuasoanya Martínez: “Salirte de la representación de lo hegemónico en el arte es una decisión”
Nacida en Murcia, graduada en Bellas Artes e ilustradora convencida de que con su arte puede ayudar a transformar la realidad, Adaora se marchó a Madrid en busca de una mayor visibilidad en el mundo de la ilustración, en el que ha realizado una apuesta decidida por “representar cuerpos normalmente infrarrepresentados y hacerlo en el mismo plano que la Naturaleza”.
Ha ilustrado cuentos, realiza también talleres para niños y niñas racializados y está implicada a través de la ilustración en distintas campañas de recaudación de fondos para la transformación de realidades que la rodean y por las que se siente concernida.
Tu primer apellido es súper complicado, te lo habrán dicho mil veces…
Me lo han dicho todos los días de mi vida. Cuando tengo que ir a un sitio, no lo digo, directamente lo deletreo y luego digo Martínez, que es el segundo, y la gente siempre se ríe. Es todo un tema el de la pronunciación en España de nombres africanos o de otros sitios del sur global.
¿Cómo se pronuncia?
Si te soy sincera, como buena diáspora que soy, no lo pronuncio muy bien. Yo de pequeña lo pronunciaba con “ñ”: “Onwuasoaña”. En realidad, es bastante parecido a cómo se escribe.
Súper bonito, pero complicado…
Sí, sí, tengo entendido que en Nigeria tampoco es muy común y además tiene un significado bastante fuerte. Significa que la muerte llega a todos por igual.
¡Madre mía! ¿Y de dónde es el apellido?
Es igbo, de Nigeria.
Naciste en Murcia, ¿cómo recuerdas tu infancia?
La infancia de una niña negra en Murcia a finales de los años 90 es una historia obviamente de racismo. Mi padre es de Nigeria y mi madre es de Murcia, pero toda la familia con la que me he criado es blanca. Son gente que está cero deconstruida en el antirracismo. Aunque no tengan un racismo explícito, sí que había una falta de herramientas para gestionar algunas de las experiencias racistas de mi infancia.
He ido al mismo colegio y al mismo instituto siempre y también al conservatorio de música y academias de baile, una infancia bastante estable. Aunque tal vez hubiera sido más acorde con mi personalidad estar en el parque o ir a los scouts que estar encerrada en el conservatorio.
En cuanto a ritmos, me gusta Murcia porque es una ciudad más tranquila y pequeña que Madrid.
Porque ahora vives en Madrid…
Sí, lo que pasa es que vivo en una zona muy tranquila porque si no me podría pegar un tiro. Yo odiaba Madrid, no quería venir, pero vine para estudiar un máster de Ilustración y me quedé porque, por desgracia, el mundo del arte está muy centralizado.
También tengo aquí a mi pareja y tengo amigues, así que llevo ya cuatro años.
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Zinthia Álvarez “Se ha tenido la idea de que las mujeres negras no han pensado el mundo”
¿Cómo empezaste con la ilustración?
Yo estudié ciencias en el instituto y sacaba muy buenas notas, pero siempre me había gustado mucho dibujar y expresarme a través de la pintura, así que en el último momento decidí estudiar Bellas Artes. Cuando ya mi conciencia antirracista había madurado y había encontrado referentes como a Lydia Mba o Harmonía Rosales, decidí hacer el TFG transformando la historia clásica de “El viaje del héroe” y hablando del peligro de quién maneja las narrativas.
Al acabar la carrera, comencé el máster y ya empezó a salirme trabajo de ilustradora, aunque al principio lo combinaba con otras cosas.
O sea, que ahora mismo vives solamente de la ilustración.
Sí, y está siendo increíble cómo funciona el boca a boca y que nunca me falta trabajo. Es como una bola de nieve. Aunque como toda autónoma, siempre será una incertidumbre a largo plazo.
Las narrativas las manejan las personas más ricas y poderosas, lo que supone que veamos el mundo de una manera muy concreta y el sistema acabe beneficiando siempre a las mismas personas.
Hablando de eso, ¿quién maneja las narrativas y qué implicaciones tiene?
Las manejan los sectores más privilegiados de la sociedad, en particular el occidente blanco. En el caso de la ilustración de cuerpos, los más visibles, los más poderosos; que son cuerpos cis, no discapacitados, delgados, blancos, jóvenes, bellos… Las narrativas las manejan las personas más ricas y poderosas, lo que supone que veamos el mundo de una manera muy concreta y el sistema acabe beneficiando siempre a las mismas personas. Y cuando se reclama diversidad, se tokeniza y se muestra figuras aisladas, siempre solas y como algo estético, no como algo que cambie el discurso de ninguna manera. Contribuir a cambiar ese esquema, en mi caso desde la ilustración, es un compromiso porque en esta sociedad tan visual es muy importante el trasfondo de la representación gráfica.
¿Qué libros has ilustrado?
El primero fue un cuento para InterRed sobre antirracismo escrito por Alejandra Ntutumu, llamado “Mina”. Después Ilustré “Las hermanas Mangue y otros Cuentos Infantiles Africanos”, también escrito por Alejandra para su editorial antirracista Potopoto. Actualmente estoy trabajando en otro cuento para “Cambia el Cuento”, un proyecto de Tarragona.
¿En qué te basas cuando vas a ilustrar un cuento?
Cojo referencias de todas partes, no tengo grandes referentes, aunque sí al principio lo fue Rébecca Dautremer, una ilustradora francesa blanca muy reconocida. Su libro “Princesas olvidadas o desconocidas” marcó mucho mi infancia porque aparecían princesas racializadas en él. A día de hoy me inspiro más en la Naturaleza, en la música, en obras de teatro o performances.
Siento que ya tengo un cierto estilo. Aunque me angustia un poco encasillarme, siento que mis ilustraciones sí son ya de alguna manera reconocibles.
¿Y cómo definirías ese estilo?
Siempre me dicen que es muy mágico, con movimiento. Utilizo una paleta muy viva de colores. También suelo hacer los ojos de los personajes algo separados y, como diría una amiga, los hago “nigerianos”, o sea, como de gato.
Lo que sí intento de forma muy consciente siempre es que no aparezcan nunca “solamente personas”, sino que aparezcan representadas junto a animales y plantas, porque la ilustración para mí también es una vía para expresar el mundo que quiero ver y me entristece profundamente la distancia entre ciertas sociedades humanas y la Naturaleza. También siento imprescindible que haya diversidad de cuerpos pocos representados, no sólo racializados, sino también cuerpos discas, gordos o trans. Creo que eso es algo que define mi ilustración, aunque no sé si tanto el estilo gráfico.
No me quiero encerrar en paletas súper monocromáticas que son la que muchas veces consideramos más adultas y “serias”. ¡Viva el color!
Antes has hablado de los colores, ¿hay colores que no utilices para ilustrar?
No tengo una paleta definida en todas mis ilustraciones, pero sí que tiendo a colores vivos, como el turquesa, el naranja o el verde, y a no usar paletas únicamente de dos colores. No me quiero encerrar en paletas súper monocromáticas que son la que muchas veces consideramos más adultas y “serias”. ¡Viva el color!
Por lo que comentas, tus personajes incluyen la diversidad en todas sus facetas, racial, disca, gorda, trans. ¿Por qué intentas usar toda esa gama de personajes?
Porque es la realidad, porque somos las personas que estamos habitando el mundo y que estamos infrarrepresentadas. Siento que es mi deber, como persona que se dedica a las artes gráficas, compensar y normalizar todo eso de alguna manera. Me da también mucho miedo caer en el tokenismo y que la persona representada sea la única o hacerlo desde un lugar poco respetuoso, fetichizador o superficial, así que siempre intento que haya más de una de cada corporalidad y consultar a personas de los distintos colectivos. Pero, vamos, que es un camino y siempre estoy abierta a la crítica porque al final yo vivo en un cuerpo que, aunque sea racializado, es muy normativo en muchos sentidos y tengo muchísimos privilegios y, por tanto, mucha falta de perspectiva.
¿Qué proceso sigues para ilustrar algo? ¿Cómo te organizas?
Para mí, el tradicional es insustituible, hay algo en el tacto y el proceso que es muy especial. Soy artista multidisciplinar, soy música y he hecho danza muchos años, como te he dicho antes, y para mí es importante no quedarse solamente en lo visual. Que sea un proceso manual, con materiales que impliquen el tacto, el oído, el olfato… Eso es importante. Por eso suelo hacer siempre los bocetos a lápiz. A veces, por cuestiones prácticas, uso el digital, pero mi forma de hacerlo es bastante tradicional, con bastantes trazos, sin demasiados trucos.
¿Y por qué tipo de cosas te guías?
Depende mucho del trabajo. Hay veces que me han dado unas pautas muy concretas, pero cuando me dejan vía libre tiendo mucho a generar metáforas visuales. En mis ilustraciones suele haber mucho simbolismo y muchos detalles. Empiezo a hacer bocetos y luego elaboro un puzzle de todos esos bocetos e intento componerlo, intentando integrar siempre distintas especies de seres vivos, como te he dicho. A veces busco referencias, pero no siempre de otros artistas. A veces simplemente me doy un paseo por la Casa de Campo y observo las formas que hacen las plantas, por ejemplo.
¿Qué animales y plantas sueles dibujar?
Casi siempre busco que tengan un significado. Este año realicé unas ilustraciones para un concurso internacional de relatos para MPDL. Incluí, entre otros animales, a la Grulla Coronada Cuelligris, el ave nacional de Uganda, que es un animal que me fascina.
A partir de mis imágenes, cada persona participante en el concurso tenía que escribir un relato antirracista y muchas personas se inspiraron en la grulla para hacerlo.
En “Las hermanas Mangue” hice mucha investigación en cada cuento para que plantas, animales y objetos estuviesen contextualizados. Fue sentir que recuperaba algo que no he tenido en casa durante mi infancia, que son los cuentos africanos.
En el mural que realicé en La Casa Encendida para el festival de Conciencia Afro de este año, más de lo mismo. Se trató de una oda a la diáspora africana y en esa ocasión traté de que fueran animales y plantas con un significado especial para la gente a la que consulté como parte del proceso. En este caso, fue un trabajo de investigación muy minucioso, en el que me dejé bastante los sesos y el corazoncito.
Así que, en general, sí, hago un trabajo de investigación previo, porque no me gusta dejar las cosas al azar, sino que cada elemento tenga un sentido. Cuando ilustro historias de otras culturas, voy con mucho cuidado de no dejarme llevar únicamente por mi visión española y occidental, que inevitablemente va a estar siempre presente, y aprender también de otros sitios y poder ser lo más fiel posible a otras historias.
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Alejandra Ntutumu “Si no cuentas la diversidad del mundo en el que vives estás faltando a la verdad”
En el caso de tu colaboración con Alejandra Ntutumu, también está el hecho de que las dos, Alejandra Ntutumu y tú, soy afromurcianas.
Sí, eso también, en ese sentido fue tener al lado a una referente que también tiene un proyecto propio. No tiene nada que ver ser afromurciana con ser afromadrileña, por ejemplo. El racismo en Murcia es algo diferente del racismo en Madrid; la comunidad afrodescendiente y los movimientos antirracistas en Murcia están mucho más desarticulados. Vivir en una ciudad periférica dentro del país es algo muy distinto a vivir en la capital, igual que lo es vivir en lo rural o en lo urbano. En ese sentido, hemos tenido una experiencia muy parecida, aunque haya salto generacional, y fue muy sanador trabajar con ella.
Ahora que hablas de las diferencias de la comunidad afrodescendiente en ambas ciudades, ¿cuáles son las diferencias que tú has percibido?
Al margen de estar más o menos de acuerdo con lo que se está haciendo desde los movimientos antirracistas, en Madrid hay iniciativas y espacios que no hay en Murcia y que siento muy necesarios. Aquí están La Parcería, Espacio Afro, Kwanzaa, el Sindicato de Manteros, Migrantes Transgresorxs, Ukuaji…
En Murcia tenía muy pocos referentes en este sentido, está todo más centralizado en Madrid. Aunque hay muchas ciudades como Valencia, Málaga, Barcelona, Bilbao con proyectos y personas súper potentes y comprometidas con las luchas, en Madrid ha sido donde he empezado a tener más amigues racializades.
¿Te parece importante crear vínculos entre gente racializada?
Sí, obviamente. A nivel personal me parece importante salir del círculo ultra blanco que tenía en Murcia. Me nutre y me da mucha alegría. Y en mi trabajo, también me sirve a la hora de representar personas no blancas sin caer en estereotipos.
¿Hay algo que no ilustrarías?
No tanto personas, animales o plantas, pero quizás sí para quién no ilustraría. Para ciertas marcas no sé si ilustraría.
Me han preguntado si no voy a ilustrar nunca más a gente blanca y siempre contesto lo mismo: “Pfff, si se da…”. Lo que pasa es que desde pequeña he absorbido y he plasmado tantas corporalidades blancas en mis dibujos que ahora siento que tengo que compensar. Ya hay suficiente gente blanca representada. Gracias a los trabajos que me salen, que también son para mí nutritivos personalmente y en los que puedo hablar también de antirracismo, creo que es importante seguir representando otros cuerpos.
Me gusta que toda mi ilustración tienda a la utopía sin caer en algo demasiado naif, que sean ideas o escenarios de posibles condiciones donde la vida está en el centro
Además del antirracismo, como dices, ¿qué otros temas son importantes en tu trabajo?
Tampoco quiero etiquetarlos como tal, pero mi idea es representar cuerpos normalmente infrarrepresentados y hacerlo en el mismo plano que la Naturaleza. No poner a la Naturaleza de paisaje, sino poner al ser humano también como animal, escapando de las identidades normativas.
De hace un tiempo a esta parte, siento que lo que quiero representar son escenarios utópicos, para, como dice mucha gente ahora, salir de la representación del futuro como un futuro distópico y plantear escenarios utópicos alternativos hacia los que poder dirigirnos. Me gusta que toda mi ilustración tienda a la utopía sin caer en algo demasiado naif, que sean ideas o escenarios de posibles condiciones donde la vida está en el centro.
¿Dirías que es difícil abrirse paso en el mundo de la ilustración siendo una mujer negra?
Creo que es igual de importante, siendo honesta, que dónde vives y otra serie de circunstancias. Pero sí reconozco que son factores sociales que no juegan a nuestro favor, no sólo que nos contraten sino, como minoría que somos, no caer en el síndrome de la impostora o en el perfeccionismo extremo.
Lo que sí que creo es que salirte de la representación de lo hegemónico en el arte es una decisión y, como tal, puedes ser encasillada por ello en un determinado tipo de ilustración o de clientes.
¿Y qué otros trabajos relacionados con el mundo del arte has hecho?
Profe de dibujo, pintura y cerámica. También he sido profe de música y he hecho mis trabajillos como actriz de publicidad y en otros formatos audiovisuales. El resto de trabajos que he hecho no estaban relacionados con el mundo del arte.
La faceta de dibujante y música es a la que estoy dedicando más energía en estos momentos.
¿Cómo música qué proyectos tienes?
Tengo un proyecto musical con mi nombre, Adaora. He actuado en varios festivales en Madrid, Murcia, Guadalajara y Galizia. He hecho bastantes conciertos, pero estoy en un proceso compositivo respetando mucho mis tiempos y de momento no estoy dando conciertos. De todas formas, intento compaginar ambas cosas.
Has hecho talleres con niñes racializades, con la asociación Ukuaji y con Espacio Afro. ¿Qué cosas se tratan en esos talleres?
En esos talleres nunca abordo el antirracismo directamente porque creo que es más poderoso hacerlo de esa manera; implícitamente.
El hecho de que sea yo quien da el taller y elles quienes lo reciben, para mí ya es clave. Me parece muy importante trabajar la autoconciencia del cuerpo, algo que siento que me faltó mucho cuando era pequeña y que habría sido muy valioso ya que sentía una total negación de mi pelo y de mi color de piel. Creo que la auto observación desde la calma y el disfrute, tanto física como emocional, es muy poderosa. Trabajamos también con autorretrato y con un seguimiento de cómo se sienten antes, durante y después del taller. Es muy importante desprenderse de las miradas exotizantes y verte entre iguales.
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Nogay Ndiaye Nogay Ndiaye: “La diversidad entre los docentes es un aspecto esencial”
¿Qué aprendizajes se llevan los niños y las niñas a casa?
A veces les incomoda un poco y les mueve mucho también la parte de cómo se sienten y cómo se ven ese día. Esa parte les supone un esfuerzo, pero la acaban disfrutando. Se produce una cierta alquimia que creo que les puede ayudar a gestionar situaciones a las que sí o sí les va a tocar enfrentarse. También les digo que practiquen en casa y tengo constancia de que muches lo hacen y lo comparten con sus familias. Les encanta aprender los trucos de cómo proporcionar una cara o sacar tu tono de piel con pintura, por ejemplo.
¿Qué has aprendido tú impartiendo esos talleres?
A gestionar mejor un grupo infantil. Aunque he dado muchas clases de pintura a grupos grandes de niñes, en cada taller se aprende algo nuevo. Luego, para mí también es importante porque no tengo primes y en parte les veo como mis primes pequeñes. Para mí es terapéutico. También me doy cuenta de que en ese espacio soy para elles un referente, porque muches tienen mamás blancas y poca o ninguna familia racializada. El hecho de que sea yo, una persona afrodescendiente, la que realice este taller es importante para ambos, para mí y para elles.
¿Cuáles son tus últimos y próximos proyectos en ambos mundos, la música y la ilustración?
En la música últimamente he rechazado bastantes conciertos, porque no me daba la vida. Pero pretendo sacar algo a principios de 2025 y renacer un poco musicalmente, no puedo decir mucho más de momento.
Sobre la ilustración, casi de lo último que me he encargado de elaborar es el diseño gráfico para la Laboratoria de Biznegra, un encuentro de mujeres negras en Málaga con convivencia y talleres. Es un trabajo con el que estoy muy contenta y he recibido un muy buen feedback. He trabajado mucho en tradicional, que es a lo que estoy volviendo, aunque también lleva una parte digital. Creo que lo último ha sido con InteRed un proyecto sobre el 8M y el 25N.
También estoy centrada en realizar diseños para campañas con las que me siento implicada, sobre todo de justicia climática y social, y también hacer colaboraciones en el mundo del arte con otras personas racializadas. Realicé el diseño de la camiseta de la campaña de masectomía de Rioko.
Con mi colectivo, Raíces Negras, que es de justicia climática, hicimos una recaudación de fondos para Sudán, Palestina y República Democrática del Congo, en el que participaron activistas de los distintos países. Vendimos mis ilustraciones y actué en el evento. Estoy vendiendo en mi tienda online unos pendientes de cerámica para ayudar a mi amigo Muhammad y a su familia a sobrevivir en Gaza y a salir de ahí en cuanto tengan oportunidad.
Próximamente, voy a realizar un mural en el centro social queer de Lavapiés “La Marimala” y también voy a hacer la portada de un libro de Sayre Domínguez, una artista de Abya Yala que habla en él de “lo bi”, que me hace mucha ilusión. También tengo prevista una colaboración con Ilea Hair Club, una peluquería especializada en cabello afro, para finales de este mes.
Quiero seguir avanzando en cómo mi arte puede servir para realizar un cambio a mejor, pequeño o grande, en las realidades que me rodean y de las que formo parte.