We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Elecciones
Extremadura: Fernández Vara pierde la mayoría absoluta
Guillermo Fernández Vara no solo ha perdido la mayoría absoluta que le permitía gobernar con total tranquilidad sino que puede ser desalojado de la presidencia de la región si el PP de María Guardiola y Vox llegan a un acuerdo de investidura. La líder popular ya señaló que descartaba el cogobierno con la ultraderecha, pero sus 28 escaños, sumados a los cinco de Vox, alcanzan los 33 sillones necesarios para gobernar en uno de los feudos socialistas, con un capital simbólico que desde Génova no van a dejar escapar fácilmente por mucho que dijera o dejara de decir su presidenta autonómica. Feijóo necesita la mayor acumulación posible de logros para enfrentar unas elecciones generales que se adivinan cruciales y Extremadura, aun teniendo en cuenta su escasa aportación en caudal de votos y de escaños en Madrid, opera como un símbolo, y cada símbolo en disputa va a contar, y mucho.
Vara no solo ha perdido la mayoría absoluta que le permitía gobernar con total tranquilidad sino que puede ser desalojado de la presidencia de la región si el PP de María Guardiola y Vox llegan a un acuerdo de investidura
Mirando a la izquierda, Unidas por Extremadura, que fió toda su campaña al cogobierno con el PSOE extremeño, mantiene sus cuatro escaños pero, en caso de acuerdo entre las derechas, estos resultarán virtualmente irrelevantes en la conformación de un ejecutivo. Es de remarcar, no obstante, que es de las confluencias que mejor ha soportado el embate. Paradójicamente, ha sido el Partido Socialista el que no ha aguantado el tirón, aunque en número de votos haya sobrepasado el PP (238.232 papeletas para Vara frente a las 232.569 de Guardiola). Pasar de 33 escaños a 28 le puede salir, le ha salido, muy caro a un PSOE que ha gobernado con un completo rodillo legislativo. Vox se erige, pues, en la llave de todo lo que pueda suceder, y teniendo en cuenta que su margen de maniobra con respecto a Madrid es de cero sobre cien, seguro que los pactos posibles mantendrán calientes los teléfonos mucho más cerca del Manzanares que del Guadiana.
Análisis
Elecciones 28M Debate electoral en Extremadura: sin pactos no habrá gobierno
Qué suceda a partir de ahora con el modelo extractivista, centrado en los macroproyectos y puesto a la completa servidumbre de un capital foráneo que dispone a sus anchas de Extremadura no parece tener mucho misterio. En sus rasgos esenciales, no se espera entre populares y socialistas extremeños que existan grandes diferencias a este respecto. Otra cosa será qué pasé y cómo enfrente la coyuntura la más que tupida red clientelar y administrativa desplegada por el PSOE en una comunidad autónoma donde este, más que un partido, ha sido y es un completo régimen. Y es allí, en los posibles relevos en escalafones poco visibles de la Administración ―pero con enorme poder decisorio, gestor y económico― donde va a jugarse una partida que, de seguro, hará perder el sueño durante las próximas jornadas a funcionarios y cargos de confianza.
De Ciudadanos hemos hablado muy poco, pero es que poco hay que hablar. De siete escaños a nada todo lo dice. Los experimentos funcionan mientras a quien los necesita le hacen falta.
Poder municipal: los cambios esperados
En Badajoz se confirman todos los pronósticos favorables para Ignacio Gragera, exconcejal que fue de un Ciudadanos que, como en casi todos los municipios, transfiere sus sufragios a los populares y desaparece del mapa por completo. Nada menos que 14 concejalías suma, frente a las 10 del PSOE (tenía 12) y las tres de Vox (tenía una). Unidas Podemos desaparece del consistorio pacense al no alcanzar el 5% necesario. Atendiendo al otro gran perdedor, parece que el socialista Ricardo Cabezas ha cerrado una etapa de intentos de acceder a gobernar la ciudad. Vox, que sube de uno a tres puestos, curiosamente se instala en la irrelevancia al no resultar de utilidad alguna a un Gragera que dispone de comodísima mayoría absoluta.
En Cáceres se reconfigura el poder municipal, con Luis Salaya abandonando la alcaldía, quedando esta en manos de un PP que coloca en su lugar a Rafael Mateos. Agridulce derrota la socialista porque, aún subiendo de 9 a 10 concejales, no alcanza a los 11 del Partido Popular, con un Unidas Podemos que pierde, además, uno de sus tres concejales. Vox, con dos concejalías, termina por cerrar cualquier posibilidad a un pacto entre el partido socialista y la confluencia de UP, encabezada por Consuelo López. Ahora, todas las miradas se dirigirán hacia el nuevo equipo de gobierno que se conforme y su posicionamiento frente al proyecto de mina de litio en la ciudad. Si la nueva mayoría quiere sortear el obstáculo que supone el Plan General Urbano, ahora dispone de la capacidad y los números necesarios.
En Mérida, Antonio Rodríguez Osuna arrasa y coloca al PSOE de la capital con una revalidada ―e incrementada― mayoría absoluta, pasando de 13 a 14 concejales. El PP sube uno y su escisión local, Xmérida, coloca 2, igual que Vox, que repite resultados. Unidas por Mérida mantiene un concejal y se queda a 125 votos de revalidar el segundo. Sin duda que los populares han pagado en las urnas su peculiar juego de tronos local, obteniendo, con diferencia, y a pesar de pasar de cinco a seis, los peores números de las ciudades clave de la región. Tanto la contundente victoria del incombustible Osuna como el escaso avance del PP local tendrán, sin duda, consecuencias en la recomposición a la interna de los liderazgos en sus partidos. Rodríguez Osuna ya intentó en su momento la aventura de capitanear el socialismo extremeño, y si quisiera intentar de nuevo la jugada sucesoria, nadie le podrá negar el evidente respaldo del electorado.
Es el tiempo de ver hasta dónde llegan las declaraciones y dónde, por el contrario, se sitúan los hechos. En cualquier caso, parece evidente que Extremadura, en lo que a su mapa electoral se refiere, está ante un cambio de ciclo
En ninguna de las tres ciudades citadas cuaja ninguna candidatura localista, despeñadas todas frente a la terca realidad de un bipartidismo que retorna sin matices y roto el ensueño populista que hizo que concibieran alguna esperanza en Cáceres o Badajoz.
Don Benito es otra cosa; allí el PSOE ve desaparecer cinco ediles, quedándose en nueve concejales, el PP mantiene sus cinco e irrumpe con fuerza la candidatura Siempre Don Benito, con siete concejalías, y cuya razón de ser es la oposición a la unión con Villanueva. No solo el PSOE pierde una población importante, sino que se abre allí un juego de mayorías donde se pueden poner sobre la mesa cuestiones que parecían resueltas, como la propia conformación del municipio, que para 2027 debería estar funcionando con identidad compartida. En Villanueva de la Serena, la otra población parte de la ecuación, el PSOE barre con 14 puestos frente a los 6 del PP y el único representante de Vox.
Plasencia no ha deparado sorpresas. Fernando Pizarro ha revalidado su mandato para otros cuatro años. 12 concejales frente a los 6 de PP, dos de UP (que repite resultados) y el solitario concejal de Vox hablan alto y claro. Salvo el cambio del edil de Vox por el desaparecido de Ciudadanos, nada parece moverse en el mapa electoral municipal.
Se avecinan, sin duda, días intensos de negociaciones, pero los números son los que son y dan para lo que dan. Es el tiempo de ver hasta dónde llegan las declaraciones y dónde, por el contrario, se sitúan los hechos. En cualquier caso, parece evidente que Extremadura, en lo que a su mapa electoral se refiere, está ante un cambio de ciclo. Del modelo agrario, de la crisis del campo, de la desigualdad y el desempleo, del agotamiento medioambiental se hablará, esperemos, cuando se haga el silencio sobre unas urnas que no se han visto ajenas a la marejada neoliberal y conservadora, agitadas en clave estatal y planteadas más como ensayo de lo que vendrá cuando Sánchez someta su mandato al sufragio que como lo que debieran haber sido. Todo el mundo está ya con la mirada puesta en el horizonte.