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Elecciones autonómicas
El voto desde el extranjero y otras claves de las elecciones gallegas
Este domingo 18 de febrero se celebran elecciones autonómicas gallegas, y el PP enfrenta la posibilidad de perder la mayoría absoluta que mantiene desde 2005, posibilitando la formación de un gobierno de izquierdas. En este artículo trataremos de revisar los resultados electorales previos en Galicia, especialmente los últimos de 2020, para comprender el comportamiento electoral de las poblaciones según diferentes variables: cómo afecta la renta al voto, las diferencias entre el voto rural y el urbano o las transferencias de voto entre partidos, con el objetivo no tanto de realizar una predicción electoral, sino de entender las fortalezas y debilidades previas de cada partido en su territorio.
Para ello, revisaremos los resultados electorales recientes recopilados en el SEA Database por el Grupo de Investigación en Procesos Electorales y Opinión Pública (GIPEyOP) de la Universitat de València, así como datos demográficos procedentes del INE, cruzando información de voto y otras variables a nivel de municipio, distrito y sección censal. El procedimiento será similar al de anteriores artículos publicados en El Salto en esta línea, centrados en agrupar la población en deciles de menor a mayor renta, densidad de población, etc. y ver si estos grupos comparten características comunes.
Antes de empezar una última nota: todos los mapas y gráficos son interactivos, por lo que se recomienda pulsar sobre sus diferentes elementos para destacar información, ver los datos o ampliar los mapas.
Galicia lleva experimentando desde comienzos de siglo un aumento constante de la abstención, con partidos a izquierda y derecha perdiendo votos a cada elección que pasa. La presentación habitual de los datos sobre elecciones excluye la abstención: aunque el PP domine en Galicia ha ido perdiendo votos a la vez que sus rivales, llegando al 50% de abstención en las últimas elecciones.
Podemos preguntarnos si ha existido transferencia de votos entre el BNG y Mareas/Anova, perdiendo votos a favor de las Mareas en 2012 y recuperándolos en 2020. Si miramos la pérdida de votos por distrito podemos comprobar que es así: entre 2016 y 2020 la pérdida de voto de En Marea a favor del BNG se produce en todos los distritos, y se aprecian coincidencias entre estos al agruparlos según el apoyo que recibió En Marea en 2016.
Es difícil saber si los votos restantes que recibió Galicia en Común en 2020 se mantendrán en Sumar o pasarán a otras formaciones o se mantendrán fieles: al haber una transferencia tan perfecta entre partidos es difícil de saber.
Si agrupamos al voto en las elecciones en 2020 según la renta de las secciones electorales vemos un resultado llamativo en comparación con otras regiones previamente estudiadas: el voto a la derecha no crece con la renta, sino que parece indiferente —exceptuando a las rentas más altas, que sí prefieren la derecha con diferencia. El voto a izquierda sí crece con la renta, mientras que la abstención decrece, aunque la relación es pequeña. Si tomamos la densidad de población, sin embargo, si vemos relaciones más claras.
En general, la izquierda gallega crece más en las zonas con niveles medios de densidad de población en el caso del BNG y altos en el caso del PSG, mientras que el PP es más popular en zonas más rurales.
De hecho, en 2020 las zonas favorables a la izquierda se concentraron en áreas metropolitanas: Vigo-Pontevedra y Ferrol sobre todo, con apoyos también de algunos distritos de Coruña y Compostela.
Aunque parezca un mapa derechizado, se debe en gran parte a que el voto progresista se concentra mucho en ciertos distritos urbanos, mientras que los apoyos conservadores son más dispersos y rurales.
Si dividimos los distritos gallegos por grupos de renta, podemos apreciar que varias de las ciudades que dan su voto a la izquierda, de hecho, son de renta alta. Si se pincha en estos distritos para ver los números se puede apreciar que esa renta alta solo lo es en el contexto de Galicia: su nivel de renta es inferior al nacional, por lo que las rentas medio-altas gallegas pueden ser medio-bajas en términos de la media nacional, lo que en parte explica la cercanía de voto entre los deciles fuera de los extremos de renta.
La estrategia victoriosa para la izquierda depende necesariamente de su capacidad para bien reforzar esas áreas urbanas, bien ganar presencia en las rurales, bien una combinación de ambas. Sin embargo, otra cuestión inesperada que se ha presentado en campaña no depende del voto en Galicia, que es el voto extranjero.
En las últimas elecciones más de 450.000 electores, aproximadamente un 20% del censo, residían en el extranjero. Sin embargo, como se aprecia, solo unos 5.000 de ellos ejercieron su derecho a voto. Las causas pueden ser variadas, pero si atendemos al resultado histórico podemos ver que no siempre fue tan baja la participación: antes de 2012 el voto podía variar entre un 25-35% según año. Sin embargo, entre las elecciones de 2009 y 2012 se produce la introducción del sistema de voto rogado, que dificulta la participación electoral de la población residente en el extranjero.
Estas serán las primeras elecciones desde el 2009 que retiren el voto rogado como requisito. Ante la expectativa del aumento del voto en el extranjero, partidos como el PP han estado haciendo campaña en el extranjero, mayoritariamente en Argentina (que concentran cerca de un tercio del censo electoral en el extranjero).
El efecto del fin del voto rogado puede ser complejo: dicha reforma creada por el PP a nivel estatal se suponía que perjudicaría a la izquierda, al penalizar a la población que emigraba debido a la crisis de 2008, percibida como progresista. Sin embargo, como se relataba hace unos días en NÒSdiario, el voto en las elecciones generales de Galicia en 2023 no solo aumentó respecto a las generales previas (aunque ligeramente, hasta un 6%), sino que fue más favorable a la derecha.
El resultado en las generales no tienen por qué ser representativo del resultado en las próximas autonómicas: de hecho, lleva desacoplado desde hace unos años como se ve en el gráfico previo, pero en caso de resultado ajustado un voto extranjero derechizado, aunque sea minoritario, puede tener un efecto radical.