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Elecciones autonómicas
Confluencias extremeñas o la última vez que votaste con ilusión
Tras la conclusión de los procesos de confluencia en Extremadura en el llamado bloque del cambio, las reacciones recorren un arco emocional completo que iría desde la satisfacción hasta la decepción, pasando por un moderado escepticismo o la total indiferencia. La excepcionalidad no puede ser excusa para callar, pero sí obliga a comprometerse y a exigir compromiso.
Podemos, IU, Equo y Extremeños han cerrado un pacto para concurrir en las próximas elecciones autonómicas, mientras que para las generales se confirma el que ya tuviera lugar en los comicios de 2016. En el mundo municipal, tremendamente más dispar, complejo y atravesado por viejas deudas, por polémicas enquistadas y por un agotamiento relacionado con múltiples factores, virtualmente todo está aún por decidir y por concretar.
LISTAS, NOMBRES Y PUESTOS. LO PREVISIBLE
La génesis del pacto en el plano regional ha estado, en cualquier caso, plagada de luces y sombras, proyectadas ambas dentro de las propias organizaciones (con no pocas tensiones internas fácilmente intuibles en la mera composición de sus propuestas de candidatos y candidatas) y, evidentemente, en la negociación de su convergencia, en la naturaleza de la misma, en sus formas, sus plazos y sus contenidos. Al final, esa vieja política que flota como los corchos (o como cosas menos nobles), ha querido estar presente en superficie cubriendo con su manto de pasiones tristes la configuración -cómo no- de las propias listas.Un trabajo parlamentario globalmente más que digno y de justo reconocimiento en sus aspectos formales y en su pulcritud legislativa, se ha visto acompañado, en el caso de Podemos Extremadura, por la progresiva y virtual descapitalización territorial del partido
Así, un trabajo parlamentario globalmente más que digno y de justo reconocimiento en sus aspectos formales (su pertinencia política o estratégica daría para otro debate no menos denso, mucho más ácido y, todavía, pendiente) y en su pulcritud legislativa, se ha visto acompañado, en el caso de Podemos Extremadura, por la progresiva y virtual descapitalización territorial del partido. Y eso, cuando se trata de volver al terreno para trabar candidaturas, cuando doblan las campanas de la cita electoral, siempre es una pésima noticia. IU, con una realidad municipal incontestablemente más numerosa, y aunque ausente de la Asamblea de Extremadura, evidentemente ha querido hacer valer dicha situación y, atascados en este punto y otros más terrenales (ninguno, desgraciadamente, relacionado con debate programático alguno), se ha permanecido meses manteniendo un tira y afloja fundamentalmente centrado en listas, puestos en las mismas y cuotas, los lugares comunes de toda la vida. Incluso, al final, las propias primarias de Podemos Extremadura han tenido que ser “reinterpretadas” trasladando a la provincia de Badajoz a Irene de Miguel, candidata a la presidencia de la Junta y cabeza de lista elegida internamente en Cáceres, para así liberar más posibilidades de adaptación con IU en la circunscripción pacense como consecuencia del efecto cremallera (el hueco del número dos, evidentemente, queda abierto para Joaquín Macías, coordinador regional de IUEx).
EN EL LARGO PLAZO, VACÍO
En cuatro años, en cualquier caso, y en el orden de cosas que de verdad debieran importar en el largo plazo para una confluencia en profundidad, ninguna iniciativa ha salido de las direcciones de los partidos para diseñar puntos de encuentro entre sus militancias, o de éstas con el activismo regional o, simplemente, con cualquier voluntad autoorganizada que trascendiera de sus propios aparatos. Y esta afirmación, sostenida desde múltiples sectores, resulta sencillamente incontestable en su contrate con los hechos.Todo lo que haya habido de movimiento en esa dirección ha sido protagonizado desde fuera (ExtreComunes, una encomiable y ya desaparecida iniciativa de debate y encuentro sería, en este sentido, ejemplar). Cero iniciativas partidarias en el espacio de la comunicación, de la creación teórica, de la formación o el debate, en cualquier gestación que permitiera afrontar con, al menos, ciertas garantías, las sucesivas guerras culturales planteadas por una derecha regional tan embrutecida y desatada como la que más. Nada que permitiera atisbar horizontes más amplios que el futurible depósito de un mero voto útil, voto útil que, en cualquier caso, si no se crearan identidades políticas claras y transparentes más allá de postularse como previsible muleta de un PSOE releído como dique de contención de la derecha, podría ser absorbido directamente por Fernández Vara sin demasiados problemas. En situaciones que se intuyen de urgencia, el electorado a veces se tapa la nariz y elige la seguridad del original frente a la copia. En el pasado remoto queda aquella pregunta del 2014: ¿cuándo fue la última vez que votaste con ilusión?
DORA EXPLORADORA EN LA ASAMBLEA DE EXTREMADURA
Hay quien afirma, desde el optimismo de la voluntad, que lo bueno de la confluencia, más allá de cualquier consideración, es su sencilla existencia, y que, por mucho que escribamos por aquí o por allá (y quien firma estas líneas también llegó a preguntarse hasta qué punto merecía la pena reflexionar en voz alta sobre estos asuntos en un momento como éste) a una inmensísima mayoría de potenciales votantes (en eso nos hemos quedado, en electores, qué pena más grande), todas estas miradas proyectadas al interior, todas estas cuestiones de trapicheos y cocina, le resultan por completo accesorias. Por desconocimiento, es cierto, pero también por previsible desinterés.Se comenta que IU terminará por presentar un escobarismo de nuevo cuño y Podemos, al aparato y sus afines
Incluso es posible que a mucha gente, en ausencia de nombres de cierto relumbrón, con capacidad mediática, con capital simbólico (en Extremadura ni están ni se les espera, arrollados por las primarias exprés), les de igual quién esté en qué lugar de qué lista mientras que ésta exista y, además, no obligue a elegir entre papeletas. Y no es que fueran a votar a Dora Exploradora si fuera ésta quien se presentara para parar a la derecha (y así no tener que hacerlo al PSOE), pero las dinámicas electorales y los movimientos en torno a ellas son a veces un arcano y otras, no pocas, de una simpleza desarmante. Y eso es malo, pésimo, para algunas cosas a largo plazo y desgraciadamente no tan malo para otras en el inmediato, en el país del aquí y ahora, de la política entendida como presentación de cuenta de resultados en el día después de una jornada electoral. En la inmensa refundación moral a acometer en la izquierda habría que revisar su actitud en este aspecto poco edificante del quehacer tranformador junto a muchos otros relacionados con la representación, la autonomía de lo político o las implicaciones últimas de la vía parlamentaria.
PARA LO QUE HEMOS QUEDADO
En conclusión, yendo al grano, se comenta que IU terminará por presentar un escobarismo de nuevo cuño y Podemos, al aparato y sus afines. Opciones fáciles de legitimar ambas desde la ley de las mayorías (en Podemos Extremadura, de hecho, solo concurrió una lista a las primarias para los comicios regionales, y a nadie se le escapa que fue la “oficialista”) pero menos convincentes desde una mirada simplemente estratégica. El resto de fuerzas, ahí andan aportando, haciéndose un hueco en la parrilla de salida sin demasiadas posibilidades (las encuestas son lo que son, pero marcan tendencias, y ninguna resulta generosa en este sentido). La fragilidad numérica de Equo en la región y la fragmentación ideológica interna de Extremeños generan no pocas incógnitas.Hay demasiadas opiniones que señalan que un marco de excepcionalidad tan evidente como el que nos toca vivir, que hubiera demandado como el respirar apertura, audacia, rostros nuevos, ideas, diferencias y tolerancia, se ha resuelto tácticamente de la manera más cerrada posible, de la peor de las maneras, volviendo a barajar lo de siempre, que de tantas veces sobado ni lustre presenta.
Y con esto hay que trabajar. Esto es lo que hay y desde esto debe hacerse una lectura honesta de la realidad y de los mecanismos para intervenirla. Teniendo bien presente, por supuesto, que al día siguiente de las elecciones, sea cual sea el resultado, muchas voces reclamarán explicaciones de muchas cosas y, a lo mejor, más de uno las tendrá que serenamente dar y/o largarse a su casa.
En las afortunadas afueras de todo esto que se comenta, como si la realidad se disociara hasta descoyuntarse en universos paralelos, existe un movimiento feminista arrollador en la calle, masivo, sin tener nada que envidiar al 15M
Lo que no tocaría ahora sería chantajear con el voto del miedo ni insultar a una abstención que se ha propiciado desde el momento en que se cerraron puertas a la pluralidad, a la diversidad y a la diferencia, convirtiendo las disensiones en un circo mediático y consumando purga tras purga. El chalet de Galapagar se va a empezar a pagar de verdad ahora, y la cuenta va a correr a cargo de mucha gente, demasiada. Más que en enrevesadas explicaciones de flujos de voto a la derecha populista desde la izquierda, sin sustento material ninguno, mirar a la abstención desde el respeto y desde la voluntad de hacerle recuperar la ilusión debiera ser la consigna de cualquiera que pretenda activar opciones electorales para el auténtico cambio.
Y SIN EMBARGO, SE MUEVE
Nada aporta, salvo desolación, recorrer las redes convertidas en un lloriqueo constante ante la llegada del lobo, rebosantes de campeones de lo que pudo ser y no fue, titanes del “ya lo decía yo”. Mucha verdad en muchas palabras, pero inútiles si en eso se quedaran: en galgos, en podencos y en la busca eterna de la virtud. La respuesta a tantos errores no puede ser el silencio, pero tampoco el persistente juego de la desmoralización, la carrera para construir la verdadera y definitiva Internacional Triste. Hacer; la apuesta es, sobre todo, hacer. Eso, o morir ahogados en diagnósticos.Porque hay muchas cosas buenas y muchos mimbres. En las afortunadas afueras de todo esto que se comenta, como si la realidad se disociara hasta descoyuntarse en universos paralelos, existe un movimiento feminista arrollador en la calle, masivo, sin tener nada que envidiar al 15M en capacidad de movilización, de profundización, de respuesta. Cabalgando sus debates y sus contradicciones pero joven, pujante, atrevido, inesperable hace solo cuatro años. En el extrarradio, también, un creciente número de iniciativas contra la depredación del territorio; una contestación estudiantil que ha dado, de nuevo, signos de vitalidad; el persistente movimiento ecologista y antinuclear; la masiva demanda ciudadana de unas comunicaciones dignas... Viejas y nuevas resistencias, experimentos diversos que nadie en su sano juicio despreciaría, pretendería obviar o, peor aún, capitalizar como propios, pero que hablan de que hay vida inteligente fuera de los partidos. Que quizás la vida inteligente está radicalmente fuera de ellos (que éstos se planteen cómo lo han conseguido, ya es harina de otro costal).
La traducción de todo esto en sufragios es una incógnita, como lo es la capacidad de regeneración de ese PSOE clientelar que parece capaz de recoger un amplio sector de voto pretendidamente útil pero que exclusivamente asegura más de lo mismo, más régimen, mas austericidio neoliberal, incluso derrotando a la derecha (quizás para el día siguiente pactar con Ciudadanos, la probable mejor opción para el IBEX).
EL SACRAMENTO DEL VOTO
La excepcionalidad no puede ser, decíamos, excusa para callar, pero sí obliga a comprometerse y a exigir compromiso, a colocar las odas a la pureza en su justo punto. Toca construir, toca pelear en todos los frentes (el electoral parece uno evidente) y exigir hacer bien las cosas a quien debe. Hablar claro para, a continuación, mojarse. Es este momento y no otro, esta circunstancia y su interpretación, con sus opciones electorales y no con las que debieron haber sido....Y ojo con sacralizar el voto. Esta izquierda nuestra, la que más dice impugnarlo, que tan fino hila cuando quiere y que con tanta razón sostiene que lo importante es mirar más allá de llenar la urna cada cuatro años, esa mismita es capaz de un ensimismamiento pueril en torno al sufragio, de concebir el voto como un esponsal para toda la vida, un compromiso casi mágico, el yunque donde se fraguan todas las virtudes militantes y personales. Y lo mira, lo remira, lo soba, lo exhibe hasta la saciedad o lo hurta por un quítame allá esas pajas. Tenemos todavía por resolver demasiadas cuestiones y no es la menor la que hablaría de nuestra propensión a pendular entre la completa falta de escrúpulos y la exquisitez. La nuestra, claro, que las mayorías siguen respirando a su aire, dando sorpresas (de todo tipo, hasta buenas, a veces) y leyendo el tiempo con menos rigorismo electoral que nosotros mismos. Votan, o no, y todo sigue. Ahí, no falla, confluyen.
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Tal vez sea ahora, cuando parece que las perspectivas son oscuras, cuando habría que dar un paso adelante y pasar de la simpatía crítica al compromiso igualmente crítico.
Buen análisis de la situación y sobre todo, algo muy importante, apunta a la solución, arrimar el hombro y no quedarse en críticas pueriles o de pureza ideológica sin hacer nada por revertir esta realidad. Y a pesar de todo muestra una esperanza de todos los movimientos y colectivos que siguen dando lucha en la calle. Creo que aún se puede votar con ilusión y revertir con la lucha también no institucional el ciclo de las banderas y de las derechas