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En las entrañas de ADROMICFMS 4
Yung Beef demuestra cómo hacer un “concierto” sin sonido.
Larga cola en la entrada y algunas caras defraudadas por la ausencia de Chief Keef ( #RipFredo ). El Jamal y Hakim (gracias Hakim) grabando y agitando la larga espera. Como ya es normal en este tipo de eventos, las puertas se abrieron una hora tarde, tiempo suficiente para pillarte una buena mierda y no pagar los 6 pavos por cerveza de la sala Cool.
En mitad de la sala había una gran jaula y en su interior los DJs. El cabrón de Yung Beef nos hizo esperar un buen rato, menos mal que los temazos hacían más amena la espera. No faltaba la presencia de la Zowie, Mis Nina, los chavales de Afrojuice, Kaydy Cain, los Zafiros y gran parte de lo que era Kefta Boys.
Fue un símbolo de que esta peña ha decidido ser un clan, una familia, una embarcación a la deriva, pero dirigida en cierta parte por la masa
La gente no parecía muy preocupada por la espera y nosotros decidimos agitar un poco el ambiente. Estamos ya cansados de conciertos sin vida y creemos que Yung Beef también. Tras unos cuantos gritos y decirle al Mini que saliese Fernando o lo sacábamos nosotros, a eso de las 3 salió con un abrigo rojo y brillante. Su presencia ha pasado de ser algo musical a ser algo espiritual. A la vez que sale Fernando, los porros, las botellas clandestinas, y las bolsitas de plástico comienzan a salir de debajo de las piedras.
En un interesante giro, Yung Beef decidió pasar de eso que llaman escenario y recuerda tanto a los espacios que nos joden diariamente: el trabajo, la iglesia, la escuela… Este gesto, el pasar del escenario, subirte a una jaula y cantar con tu público y tu gente al alrededor, revela que esta peña ha decidido ser un clan, una familia, una embarcación a la deriva dirigida, en cierta parte, por la masa. Decir a Sony que le jodan supone también tejer redes de otra forma.
Lo que pensábamos que iba a ser un concierto al uso se acabó convirtiendo en algo más parecido a las vueltas que se dan alrededor de la Meca. Una experiencia mucho más comunal que los típicos conciertos en donde el público se limita a mirar al altar.El sonido era pésimo, hasta el punto de que sólo sonaban dos pantallas de altavoces que estaban dentro de la jaula central. El público lo hizo saber con gritos en numerosas ocasiones, pero no se logró arreglar. En realidad daba lo mismo: esto ya no era un concierto, era otra cosa que todavía no sabemos muy bien cómo definir.
Silvia Charro se subió a la Jaula con Yung Beef, con su característica cara de hipotecas a tipo fijo
Un “Me perdí en Madrid” cantado por toda la sala y un pogo en el que se animó Yung Beef a participar mientras cantaba el tema de “Rosalía”. Pero el surrealismo no paraba de sorprender cuando de repente Silvia Charro se subió a la jaula con Yung Beef, con su característica cara de hipotecas a tipo fijo. Toda esta situación de apariciones inesperadas, ruptura con el escenario y un sonido de ultratumba generó un ambiente en el que la importancia del público era esencial. Yung Beef nos recordó al Cholo Simeone, que considera a la afición como un jugador más. La complicidad se notaba en las miradas.
Tras una hora de concierto –o más bien de ritual–, este se terminó para dar paso a más Djs. Aquí es cuando íbamos ya más pasados que el propio Yung Beef y, en esas frecuentes visitas a los baños, acabamos compartiendo baldosa con Simón Perez mientras nos contaba sus batallitas de cuando era un punki anarquista de joven y nos enseñaba sus tatuajes. El baño parecía una segunda sala, con su música y su ambiente particular, dónde también conocimos al Príncipe del Edit y el Meme Lord de trapgam.edits. Un saludo a esa buena gente desde aquí, estamos en contacto 😉.
El patrón no abandona el barco hasta su final y Yung Beef no se marchó hasta que la sala estuvo vacía
Tras un poco de twerkeo, coger algunas copas abandonadas por la sala y un poco de humo, comenzamos a pensar en marcharnos. Ya con la sala más vacía, la presencia del protagonista de la noche se hacía notar. Pequeño detalle que nos gustó: el patrón no abandona el barco hasta su final y Yung Beef no se marchó hasta que la sala estuvo vacía.
A modo de conclusión, el ritual –que no concierto– que realizó Yung Beef en la noche del jueves nos pareció, pese al sonido, de un formato realmente interesante, familiar, de clan y cómplice. Parece que por fin toda esa espiritualidad que reside en Fernando, y que muchas conocíamos de hace tiempo, comienza a florecer de forma asombrosa.
“Si nos joden, iremos juntos hasta el final, como una banda” Escuchado en los baños de la sala Cool.
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