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Historia
El León Dormido... despierta
El pasado se ha hecho presente de forma rabiosa. No debería sorprender: cada contexto proyecta futuros a partir de interpretaciones históricas; lo que oscila es el grado de conciencia del fenómeno y su alcance colectivo.
El fenómeno es global. En el caso español, mientras el orden posfranquista ha estado bien asentado y se han mantenido estables las fronteras de su legitimidad, la presión por las interpretaciones históricas ha sido baja y los historiadores profesionales se han arrogado el monopolio de los relatos acerca del pasado. El problema es que han mantenido un marco de relatos que tenía sus anclajes de significado en contextos predemocráticos —heredados de más allá del franquismo, pues provienen del viejo liberalismo de la Restauración, instalado sobre las cenizas de la primera democracia de 1869-1874.
Sobre este legado, lo que hizo la Cultura de la Transición fue legitimar las narraciones históricas que se adecuan a una retórica de objetividad y cientifismo, pero a costa de contribuir a construir un marco de historicidad que remitiera a valores de ciudadanía. El programa aseguró a los historiadores la definición de la verdad acerca del pasado, bloqueando la necesaria cooperación con otros productores de discurso histórico que proliferan en la sociedad civil. La apuesta estaba condenada a ser problemática en el largo plazo, pues ni siquiera usando con rigor métodos de las ciencias sociales y humanas es posible resolver cuestiones que atañen a la definición de valores y fines colectivos propios de una comunidad política basada en derechos —empezando por el de polemizar acerca de la historia y la memoria ciudadanas.
«Lo que hizo la Cultura de la Transición fue legitimar las narraciones históricas que se adecuan a una retórica de objetividad y cientifismo, pero a costa de contribuir a construir un marco de historicidad que remitiera a valores de ciudadanía»
En la práctica se ha mantenido el viejo esquema heredado, que supone una nación esencializada en clave cultural e imaginada como si hubiera quedado establecida con anterioridad a la modernidad; pero el coste ha sido un creciente empobrecimiento de los debates públicos y académicos acerca del pasado. Por encima de todo, en su día se abandonó la reflexión sobre la historicidad de las distintas comunidades —no solo territoriales, también de clase, género, etc— que conforman el llamado Reino de España actual.
En el último medio siglo se han multiplicado las investigaciones académicas sobre el pasado peninsular; pero pese a ello, las varias generaciones de profesionales no han alterado el cuadro general de lo que a un ciudadano se le propone conocer acerca del pasado colectivo. El estatus exclusivo otorgado al especialista ha deparado así un desfase creciente entre la oferta de relatos académicos y la demanda de marcos narrativos adecuados a una sociedad muy diversa en identidades colectivas que reclaman y despliegan imaginaciones acerca del pasado propio y ajeno.
La primera señal de ese desajuste fue planteada por la oleada cultural de la memoria a comienzos de siglo, que fue recibida con desprecio e incluso combatida desde los muros universitarios. Ahora a los historiadores profesionales les salen otros competidores que abiertamente cuestionan los marcos narrativos acerca del pasado desde valores que amenazan la convivencia ciudadana. El silencio generalizado en la profesión ante esta avalancha reaccionaria solo viene roto por las voces bienpensantes de quienes todavía quieren reducir el asunto a normas académicas y míticas deontologías profesionales, como si por medio de ellas se pudieran resolver cuestiones que son relativas a valores comunitarios, de derechos humanos y de polemización críticadel orden establecido así como de proyecciones emancipatorias.
«Las varias generaciones de profesionales no han alterado el cuadro general de lo que a un ciudadano se le propone conocer acerca del pasado colectivo»
En todas partes, la aceleración de esta una retórica neoimperialista y nacionalista no ha hecho sino poner de relieve que el enorme espacio dejado por una historiografía académica ombliguista está siendo ocupado de forma práctica por otras fuentes y géneros de producción de discurso histórico: la literatura, el cine, y con el tiempo las fundaciones ligadas a ideologías anticiudadanas.
El error en este punto es presentar a los que recuperan mitos y enarbolan discursos nostálgicos como unos indocumentados que no merecen atención y que poco menos que surgen de la nada como extraterrestres. No hace falta ser un detective ni estar en la nómina de una brigada anticorrupción para descubrir vínculos entre las nuevas retóricas mitificadoras y determinados reputados profesionales de ayer y hoy. Basta tirar un poco del hilo para identificar tras todo discurso nuevamente esencialista y nacionalista unos orígenes y un pedigrí académicos. Sus promotores no están fuera sino también dentro las paredes de los departamentos universitarios, sirviendo la dinamita que después explota en los blogs terraplanistas acerca del pasado.
Cada vez son más los académicos que figuran en publicaciones online y redes de marca ideológica reaccionaria. Ellos sí se están moviendo. Las posiciones de neutralidad y cientificidad quedan para quienes callando, otorgan.
En definitiva, aunque nadie quiera dar el paso de confesarlo, el consenso alrededor de una historia profesional se ha roto.
«vez son más los académicos que figuran en publicaciones online y redes de marca ideológica reaccionaria. Ellos sí se están moviendo»
La crítica que sigue faltando
Por el camino, la industria editorial ha tocado fondo en una total falta de escrúpulos a la hora de publicar obras solo porque traen con el original un sobre con dinero —normalmente público y que pagamos todos— que asegura el beneficio al empresario y la promoción profesional del autor o editor. El problema añadido de esta corrupción es que aleja aún más la posibilidad de valorar públicamente la calidad de unas producciones que no han pasado por ninguna evaluación de expertos pares.
Esta deriva muestra que el asunto es en realidad más profundo: proviene de la ausencia de una crítica. No tenemos una crítica literaria digna de tal nombre, ni siquiera como ideal o proyecto de largo plazo. Lo que hay en su lugar es una impúdica promoción propagandística de las obras, de intelectuales más o menos mediáticos en general e historiadores en particular. Que esto valga para las obras de “arte” puede tener un pase: pero en la producción de ideas para mejorar la calidad de la vida comunitaria o evitar su degradación y bloqueo, no es algo admisible.
¿Es posible despejar en este contexto un espacio donde desarrollar una crítica acerca de las obras que tratan cuestiones relacionadas con el pasado?
El pasado como laboratorio para pensar futuros alternativos
¿Por qué escogemos el pasado como dimensión cultural desde la que pensar críticamente la producción cultural del presente? Por la sencilla razón de que es en el discurso acerca del pasado donde se juega el imaginario acerca del sujeto político y el autogobierno comunitario; y porque es en algo aparentemente tan inmaterial, superestructural y marginal como la memoria donde se concentran todas las contradicciones y las convenciones que sustentan el orden posfranquista hispano y el neoliberal y neoimperialista en otros países.
La historia es el furgón de cola del pensamiento en cada contexto cultural. Y en el nuestro su degradación se ha hecho tan grande que destaca por la concentración de ejemplos de superficialidad, autoreferencialidad y servilismo. A la vez, sin embargo, pensar históricamente es la actividad que nos puede permitir distanciarnos de muchas convenciones acerca de cómo vemos y analizamos el presente. Ese distanciamiento empieza con la polemización crítica a los imaginarios acerca del pasado, sus relatos, marcos interpretativos y estudios.
«en el discurso acerca del pasado donde se juega el imaginario acerca del sujeto político y el autogobierno comunitario»
Líneas y temas del blog
Todo lo relativo al pasado interesa a este blog, a partir de alguna obra que lo encarne o exprese. Desde una frase extemporánea pronunciada por un político o gestor de políticas públicas a la composición del jurado de los premios nacionales de historia, pasando por una película, una serie de TV, una obra teatral, un disco, una novela, un ensayo, una polémica en X, hasta una política de memoria, el proceso de adjudicación de una plaza en un departamento o el diseño de un master. Toda la economía política que conforma la producción de discurso acerca del pasado. Llevamos tanto retraso, se ha permitido tanta impunidad editorial, tanta ausencia de polémica sobre la calidad de los estudios históricos y los marcos analíticos, metodológicos y epistemológicos, que es como si estuviese todo por hacer.
El blog define tres grandes áreas o líneas temáticas:
—Crítica de novedades editoriales, pero asimismo de libros ya no tan nuevos, de lo que suele denominarse Historia con mayúscula. Interesa también la crítica a la producción editorial sobre el pasado, cada vez más jerárquica y oligopolísticamente en manos de unas pocas empresas a las que los autores engordan a cambio de prestigio y renombre para sus carreras académicas; asimismo, noticia de eventos académicos con más o menos aspiración de llegar al gran público y que revelan las autolimitaciones de la vida cotidiana de los departamentos universitarios, incluidas sus abundantes miserias e incontables injusticias.
—Marcos narrativos alternativos que puedan proponerse con ciertos visos de rigor teórico y metodológico. En este terreno, el equipo del blog va a desplegar una serie de entradas acerca del concepto de pueblo y su reveladora ausencia en los estudios acerca del pasado comunitario desde la democracia. La serie efectuará una recuperación de memoria cultural imprescindible para ir esbozando un marco para la reescritura de la historia contemporánea de España en clave política, popular y ciudadana. Es la actividad que da nombre al blog, originariamente ideado para rescatar el lenguaje y el discurso de pueblo en la historia contemporánea española.
— Ficción o ensayo que aborde sucesos, personales, períodos o procesos del pasado histórico, sea en formato de novela, película, serie de televisión, y toda clase de publicaciones en papel u online que contenga reflexiones acerca del pasado, desde la extrema derecha, los cenáculos periodísticos que vienen vertiendo bilis sobre el espacio público, o las alternativas radicales dentro y fuera de España.
¿Te interesa?
Si crees que puedes ofrecer una entrada de calidad y relevancia, escríbenos a leondormidodespierta@gmail.com
Te enviaremos más información sobre el significado del blog, el calendario de arranque y una pequeña guía sobre los formatos de texto con algunos consejos acerca del estilo y tamaño de los artículos que esperamos recibir.
El equipo de El León dormido… despierta.