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Fiscalidad
Parásitos de lo público
Todos aquellos que pregonan que el Estado les roba y que se excitan pidiendo bajadas de impuestos, ¿cómo creen que se pagan las cosas? ¿Cómo creen que se paga el sueldo de los militares de la UME? ¿Cómo piensan que se pagan los helicópteros de bomberos que han estado rescatando personas en Valencia por la Dana? ¿O los Chinook del Ejército de Tierra que han estado retirando vehículos en Pedralba? ¿Cómo creen que se pagan los salarios de policías, médicas y profesoras? ¿Cómo piensan que se pagan las carreteras por las que circulan sus Tesla o las aceras en las que dejan sus huellas? En serio, ¿cómo creéis que se pagan las papeleras y las basuras en las que depositáis vuestras mierdas?
Casi todo aquello que vemos cuando estamos en las calles es público. Y no baja el mismísimo Jesucristo para ponerlo ahí. Ese buzón de Correos, la marquesina del autobús y hasta el adoquín que se levanta ante tus pies lo ha puesto un operario público y ha costado dinero público que ha salido de tus impuestos. Todo bien público y todo servicio público no aparece ni se financia por gracia divina, sino por todas nosotras.
Aquellos influencers que se van a Andorra como gesto de rebeldía para eludir impuestos y aquellos políticos que reclaman reducciones de impuestos no lo hacen para que las clases populares y trabajadoras tengan menos carga fiscal, sino porque trabajan para aquellos que no creen necesitar de lo público. Sus rebajas fiscales siempre van en favor de las clases pudientes. Quien tiene dinero se paga su sanidad privada y lleva a sus hijas a escuelas privadas. Creen que no necesitan de lo público y ven injusto, por tanto, pagar impuestos. Por esa misma regla, sólo deberían usar servicios de recogida de basura privados, caminar por aceras privadas, circular por carreteras privadas y llamar a policías privados. Pero es que esto no existe como reemplazo. Por lo menos, de momento, ya que el paradigma neoliberal tiene el encargo de privatizar hasta el aire que respiramos.
Los ricos, esos que huyen a Andorra, pero para un asunto médico regresan a España, no se van porque se vayan a quedar pobres en su país debido a su carga fiscal, sino porque son parásitos de lo público
Todas y todos, independientemente de nuestra renta y patrimonio, requerimos de lo público en nuestro día a día. Y aquellos y aquellas que económica y patrimonialmente más poseen deben y están en la obligación legal y solidaria de aportar más para aquellos bienes y servicios que son de todos y todas. Porque los ricos, esos que huyen a Andorra, pero para un asunto médico regresan a España, no se van porque se vayan a quedar pobres en su país debido a su carga fiscal, sino porque son parásitos de lo público.
Políticos y políticas liberales, como Isabel Díaz Ayuso, ensalzan estas bajadas de impuestos. En gestos tan insolidarios como ruines reducen la caja común de todas mermando con ello la financiación pública de servicios básicos como sanidad o educación. Políticas lesivas que, cuando las papas queman, cuando vienen las pandemias y las DANAs, se regresa llorando al papá Estado buscando cobijo bajo su lomo. Siempre, aquellos que se muestran opuestos a lo común, acaban acudiendo a lo público cuando la barbarie se hace presente.
La derecha usa la ingenuidad y el desconocimiento para conseguir votos mediante el uso del populismo fiscal aclamando por bajadas de impuestos para todos
Las bajadas de impuestos son medidas ideológicas y populistas. El modelo neoliberal constituye la expresión más exacerbada que el capitalismo tiene para reducir lo común y atomizar en individuos despojados de todo principio empático y solidario bajo el amparo de una sola ley: la de la selva. La derecha usa la ingenuidad y el desconocimiento para conseguir votos mediante el uso del populismo fiscal aclamando por bajadas de impuestos para todos. Lo que no te cuentan es que eso constituye una reducción de los recursos públicos. Quienes votan a la derecha que no muestren después la más mínima queja cuando tengan que estar año y medio en una lista de espera médica.
Porque sí, los impuestos pagan incluso el lugar donde tienes que dejar tu mierda. El contenedor al que llevas ese microondas carcomido por el óxido para ahorrarte el camino al punto limpio no lo ha puesto ahí el Espíritu Santo.