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Ejército
Los malos humos del Ejército: un militar emite seis veces más gases de efecto invernadero que otro ciudadano
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Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @pablorcebo.bsky.social, pablo.rivas@elsaltodiario.com
El sector militar en España, tanto el Ejército como la industria que fabrica su equipamiento, tiene una huella de carbono nada desdeñable. La cifra concreta es 5.144.754 de toneladas anuales de gases con capacidad de efecto invernadero equivalente al CO2 (tCO2e), según el Centre Delàs d’Estudis per la Pau y Ecologistas en Acció, que han publicado este 19 de febrero el estudio Malos humos militares. La huella de carbono del sector militar en España con datos relativos a 2023.
Semejante cifra supone más del 1,7% del total atribuible a España en dicho año y para calcularla se incluyen todas las fases del ciclo de producción, desde la extracción de materias primas necesarias para la fabricación de las armas y equipos militares, hasta la utilización de estas armas y la gestión de los residuos que generan.
Un automóvil consume entre cuatro y seis litros por 100 km, mientras que el avión militar EF-2000 Eurofighter consume entre 600 y 1.100 veces más
En promedio, un militar español emite 34,7 tCO2e al año, o lo que es lo mismo, seis veces más que cualquier otro ciudadano, según los datos de ambas organizaciones. Un empleado de la industria militar sale aun peor parado en la comparativa: si se le achacasen las emisiones del sector industrial en el que trabaja, emitiría 42,95 tCO2e, siete veces más que un ciudadano que trabaje en cualquier otro sector, que expulsara a la atmósfera 5,72 tCO2e anuales.
Un sector donde la opacidad es norma
Las cifras publicadas hoy analizan y actualizan diferentes estudios realizados a nivel europeo que recopilan datos al respecto, puesto que no es fácil encontrarlos. Desde la adopción del Protocolo de Kioto en 1997, tanto las emisiones de gases de efecto invernadero emitidas por los ejércitos como por la industria militar quedaron exentas de ser incluidas por la presión de Estados Unidos. Si bien el Acuerdo de París eliminó esa exención, se dejó a la voluntariedad de los países dar información sobre estas e incluirlas en sus planes de reducción, lo que, de facto, supone que el sector no está obligado a informar de los gases que produce y que sus emisiones no se contabilizan.
A pesar de que el Estado español no facilita información al respecto, el estudio Bajo el radar: la huella de carbono de los sectores militares europeos, encargado por el grupo parlamentario The Left en el Europarlamento, cifró las emisiones de las Fuerzas Armadas españolas en 2019 en 1,9 millones de tCO2e. Teniendo en cuenta que las emisiones de estas en 2023 fueron de algo más de 4 millones de tCO2e, el incremento sería del 45%.
Los datos sobre la huella climática del conjunto de las empresas suministradoras de material de defensa y otros productos a las Fuerzas Armadas también son escasos. “De estas empresas, unas 400 según el Ministerio de Defensa, sólo nuevas informan de sus emisiones y huella de carbono”, señalan desde el Centre Delàs.
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Las más contaminantes han sido Navantia, cuyos astilleros militares supusieron 567.899 tCO2e y Airbus España, que agrupa a cuatro empresas: Airbus Defence and Space, Airbus Military, Airbus Helicopters y Airbus Secure Communications. Si bien estas últimas no informan de sus huella de carbono, sí lo hace la matriz con sede en Francia, “con lo cual se ha aplicado la proporción de la producción militar en España”, señalan desde el Centre Delàs. Según este cálculo, Airbus Defence and Space y Airbus Helicopters en 2023 emitieron a la atmósfera 231.502 tCO2e, de las cuales un 85% son en producción militar, que suponen 196.776 tCO2e y representan 25,6 tCO2e por empleado.
“Las estimaciones de las emisiones de la industria militar y las Fuerzas Armadas españolas que este informe presenta van acompañadas de una demanda de transparencia y control en las emisiones del sector”, indica Pere Ortega
En total, estas nueve industrias suministradoras sumarían 921.048 tCO2e con datos de 2023. Desde Delàs matizan que, “a partir de este dato y la producción de las empresas militares restantes, el informe hace una estimación especulativa de lo que podría representar el total de las emisiones de todo el sector industrial militar en España”. La cifra resultante es 1.096.047 tCO2e, que, dividido por los 25.515 empleados que tiene este sector, significaría 42,95 tCO2e por trabajador.
Debido a la falta de transparencia desde el Centre Delàs exigen un cambio. “Las estimaciones de las emisiones de la industria militar y las Fuerzas Armadas españolas que este informe presenta van acompañadas de una demanda de transparencia y control en las emisiones del sector, entendiendo que, por su rol esencial en la crisis climática, deben ser igualmente sometidas a escrutinio, tal como exigimos desde la campaña Descarbonizar es desmilitarizar”, indica Pere Ortega, autor del informe.
El organismo, que lleva años auditando el gasto militar y sus repercusiones socioeconomómicas, remarca el gran potencial contaminante del Ejército. “Un automóvil consume entre cuatro y seis litros por 100 km, mientras que el avión militar EF-2000 Eurofighter consume entre 600 y 1.100 veces más (entre 2.300 y 7.000 litros de queroseno por hora de vuelo)”, señalan. De hecho, las emisiones de la aviación militar suponen entre un 4 y un 8% del total de la aviación, que fuentes de la Comisión Europea ya cifran en un 5,6% del total de emisiones globales.
Ejércitos que contaminan más que países enteros
La actividad de otros ejércitos mucho más grandes ejemplifica aún más la responsabilidad del sector militar en la crisis climática. “Las emisiones GEI en 2017 del Departamento de Defensa de Estados Unidos se estimaron en 59 millones de toneladas de CO2e y las asociadas a la producción de armamento en 153 millones de toneladas”, señalan desde el Centre Delàs. Con esos datos, la actividad militar de EEUU es reponsable de 212 millones de tCO2e, lo que sitúan a dicho ejército en el puesto 47 del ranking mundial de emisores de CO2e, por delante de países como Bélgica o Portugal.
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“Los conflictos armados y guerras además de causar muertes y mucho sufrimiento, destrucción y miseria entre la población que las padece, contaminan suelos y acuíferos, destruyen hábitats y biodiversidad y, por supuesto, emiten enormes cantidades de GEI a la atmósfera aumentando el calentamiento del planeta”, inciden desde el Centre Delàs. Es por ello que defienden “la urgencia de conseguir transparencia y control en las emisiones del sector militar, añadiéndose a la demanda de que los gobiernos de los estados informen de las emisiones militares y se comprometan a reducirlas, siendo uno de los sectores con mayor responsabilidad en la crisis”.