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Elecciones
El voto escorado de las armas
Ninguna categoría laboral está más escorada a la derecha que militares y policías. Lo dicen los datos del Centro de Investigaciones Sociológicas y ha quedado confirmado tras la irrupción de Vox en los recuentos electorales: allí donde hay un acuartelamiento militar, el voto a la ultraderecha se dispara a porcentajes que en noviembre de 2019 llegaron a estar por encima del 30%.
Según datos del Gobierno, en España hay 154.500 efectivos de Policía Nacional y Guardia Civil y 125.000 militares en servicio activo más unos 13.000 en la reserva. A esto se deben sumar 66.000 policías locales y más de 25.000 integrantes de las fuerzas policiales autonómicas (Mossos d’Esquadra, Ertzaintza y Policía Foral). Para ponerlo en escala hay casi un miembro de las fuerzas armadas y del orden por cada dos personas y media que se dedican a la agricultura.
Los datos del CIS en el barómetro para las elecciones del 28 de mayo cuentan con una muestra importante –20.000 encuestas– y permiten observar tendencias generales entre militares y policías aunque no se trate de un estudio específico, puesto que refleja las opiniones de 201 representantes de este grupo de ocupados.
Habitualmente se habla de militares y policías como profesiones “apolíticas”. La realidad es que ese mito nace en el Franquismo. El dictador quiso situar al Ejército “por encima de la política” y como salvaguarda de último recurso contra las tensiones de las distintas familias del régimen. El mito de la apoliticidad de las fuerzas armadas –que sirvieron de cantera para los cuerpos policiales y la Guardia Civil, que no se desmilitarizaron total y parcialmente hasta los años 80 del siglo pasado– ha sobrevivido hasta hoy pese a que los datos dicen exactamente lo contrario.
De todas las categorías laborales, los uniformados son quienes escrutan en mayor medida las vicisitudes de la contienda entre partidos y dejan de lado otras variables como sanidad o vivienda
Militares y policías son los grupos que menos se preocupan por cuestiones sociales y económicas y los que más preocupación muestran por los vaivenes de los partidos. Son también el grupo que se ubica en mayor medida en la derecha de la escala de ideología –que va desde uno, la extrema izquierda a diez, la extrema derecha– ya que es el único grupo situado por encima del seis, escorado a la derecha en una estadística en la que la oscilación del resto de cohortes va desde el cuatro al cinco.
Según los datos del barómetro de abril del CIS (que cuenta con una muestra menor) este grupo sitúa los “problemas políticos en general” como el principal problema de España (32,8%) muy por encima de los problemas habituales: la crisis económica (7,3%) o el paro (12,2%). Pero es que además, otras dos categorías, “el mal comportamiento de los políticos” y “el Gobierno y partidos o políticos/as concretos/as” empatan con el paro como principales problemas percibidos. Este hecho lo explica en parte que el 63% de los policías y militares declara en esta encuesta –anónima– que tiene ingresos mensuales superiores a 2.700 euros.
Es decir, de todas las categorías laborales, los uniformados son quienes escrutan en mayor medida las vicisitudes de la contienda entre partidos y dejan de lado otras variables como sanidad o vivienda en su examen de las problemáticas actuales. Se trata, naturalmente, del grupo que destaca en mayor medida la “inseguridad ciudadana” como uno de los principales problemas y también lo colocan entre los problemas que más les afectan personalmente. Los problemas económicos son los que señalan como los que más les afecta a título individual pero seguidos de cerca por los “problemas políticos en general".
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Disputa por el liderazgo
La llegada de Vox a las instituciones ha clarificado en gran medida la supervivencia de reductos ultras en el ejército y las fuerzas de seguridad del Estado. En 2018, momento dulce del partido de Santiago Abascal, trascendió la noticia de que Vox había fichado a cinco militares para sus listas en las elecciones generales. Se trataba de un teniente general del Ejército del aire, dos generales de brigada y dos generales de división del Ejército de tierra. Una evaluación de datos de los votos en comandancias de la Guardia Civil y los cuarteles militares realizada por El Confidencial tras las elecciones generales de abril de 2019 situó a Vox como tercera fuerza en las secciones con más presencia de guardias civiles, con el 16,7% de los votos tras PSOE y Ciudadanos, y como el partido más votado alrededor de los cuarteles del ejército, con un 22,1%, doce puntos por encima de la media nacional.
En noviembre de 2019 ocuparon sus asientos en el hemiciclo cinco altos mandos, entre los que se cuenta Alberto Asarta, general de división del Ejército retirado que obtuvo en 2004 una Medalla del Mérito Militar por su participación en una batalla clave de la guerra de Iraq. Entre sus actuaciones parlamentarios está la crítica al Gobierno por promover la agenda 2030 o la decisión de Correos de pintar buzones con los colores de la bandera LGTBQ.
Los resultados de las elecciones de 2019 en las secciones censales más militarizadas, como las de Mingorrubio, El Goloso o Campamento en Madrid, o la que se corresponde con la Academia Militar de Zaragoza mostraron el auge del partido de extrema derecha entre los cuerpos armados. La tendencia no se ha moderado, si bien los estudios respecto a las elecciones autonómicas de Madrid señalan el coliderazgo entre Santiago Abascal, el líder nacional más valorado por esta categoría laboral e Isabel Díaz Ayuso, que arrasará en las elecciones del 28M entre militares y policías.
Isabel Díaz Ayuso ha cautivado a estos colectivos. Un 73% consideran que la Comunidad de Madrid está “mucho mejor” que antes de que fuera presidenta
Un dato refleja la supervivencia de Vox en los cuarteles, en un momento de estancamiento del proyecto, en el último barómetro del CIS con estimación para las elecciones al Congreso, el 42,9% de las personas que forman parte del grupo laboral de militares y policías dice que votará a Vox como respuesta espontánea: es la cifra más alta de apoyo para cualquier partido en cualquier categoría laboral. Entre militares y policías la derecha, contando a Ciudadanos, alcanza un 70% de intención de voto y los partidos de izquierda apenas suman a uno de cada diez militares y policías.
El 23,4% de los miembros de esa categoría querrían a Abascal como el presidente del Gobierno –es el único sector en el que obtiene mayoría– y hay mayor división entre el candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, y la proyección a nivel estatal de Díaz Ayuso: un 16,8% cree que el político gallego sería el mejor presidente en estos momentos mientras que un 13,2% muestra su preferencia por la presidenta de la Comunidad de Madrid. En esa muestra, ningún policía ni militar opta por Pedro Sánchez como el mejor de los presidentes posibles y la aceptación de Yolanda Díaz es anecdótica. Eso sí, un 38,2% de la muestra contesta “ninguno de ellos” cuando se le pregunta quién desea que sea el presidente del Gobierno.
El actual presidente, Pedro Sánchez, obtiene la peor valoración en una escala de cero a diez de todas las categorías laborales: un 2,56. Abascal roza el aprobado (4,72) y obtiene su mejor nota entre policías y militares con mucha distancia; en ningún otro grupo supera un 3,6 sobre diez de valoración. Feijóo obtiene un 4,98. La peor nota es para la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, que es calificada con un dos sobre diez.
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El barómetro del CIS señala que militares y policías tienen una candidata clara en la Comunidad Autónoma de Madrid, donde están emplazadas hasta 33 unidades de las Fuerzas Armadas (en Bizkaia hay una y en Barcelona, cuatro). Militares y policías destacados en Madrid de autoubican un poco más a la derecha que los del conjunto del Estado: en el 6,13 sobre diez frente al citado 6,02 de la media.
Isabel Díaz Ayuso ha cautivado a estos colectivos. Un 73% consideran que la Comunidad de Madrid está “mucho mejor” que antes de que fuera presidenta, a pesar de que el PP ha gobernado la región desde el año 1995. Ocho de cada diez consideran buena o muy buena la gestión de la actual presidenta, que tiene una calificación de 7,21. No hay nota más alta, dos puntos por encima de la media del conjunto de profesiones. Ningún otro candidato aprueba entre estos profesionales aunque Rocío Monasterio obtiene entre ellos su nota más alta: 4,4 (su media es de 3,17 sobre diez).
En 2019, el 80% del voto de los uniformados fue a parar a uno de los tres partidos de la derecha y todo hace indicar que en las próximas elecciones la tendencia será la misma: en la pregunta sobre intención directa de voto el 58,7% dice que votará al PP y el 7,9% a Vox. Ningún partido de izquierdas ni tampoco el PSOE supera el 10% en intención de voto entre estos grupos profesionales.
La tendencia es similar en otro de los puntos informativos del próximo 28 de mayo. Nadie valora peor a Ximo Puig, president de la Comunidad Valenciana, que los uniformados. Sin embargo, su voto estará más repartido entre PP –el 39,5% dice que votará a Carlos Mazón– y el 25,9% optará por Vox y su candidato Carlos Flores.
Pese a que se trata de un grupo social relativamente pequeño, la influencia política de Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad del Estado es relevante en el debate parlamentario. Lo es, en el caso de Policía y Guardia Civil, a través de su principal lobby –emanado de la organización Jusapol– y en el caso de las Fuerzas Armadas, en las que está prohibida la sindicación, por medio de medios menos explícitos. Se ha definido a las fuerzas armadas como un “Estado dentro del Estado” por su carácter de institución absorbente para sus propios miembros y hechos como las cartas enviadas a Felipe VI por militares retirados de la XIX promoción del ejército del aire y la XXIII promoción de la Academia General Militar de Zaragoza a finales de 2020 pusieron de relieve el interés en la contienda política de altos mandos relevantes de los ejércitos. Muchos de los debates de esta campaña electoral, comenzando por la demonización de EH Bildu, no se entienden completamente sin contar con el factor militar, que desde los años 80 situó a la izquierda abertzale y al conjunto de los “separatismos” como su principal enemigo.
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