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Editorial
Un salto fosbury: Hordago
Queríamos redoblar nuestra apuesta mediática en el nuevo ciclo político y para ello teníamos que dar un vuelco notable cambiando de formato, frecuencia y tamaño, pero esto sólo era posible en compañía de saltadoras experimentadas.
De Pamplonauta a Hordago en un año: una mudanza vertiginosa. No ha sido precisamente un salto con pértiga a lo Serguéi Bubka, producto del planificado y concienzudo entrenamiento postsoviético, sino más bien un ejercicio fosbury de advenedizo universitario del que todo el mundo se ríe, y que ensaya una nueva técnica –trayectoria transversal para, aprovechando la eficiencia biomecánica, saltar de espaldas– que sorprende a todo el mundo. Del Pamplonauta, irreverente medio municipalista de Iruñea, a Hordago, un ¡aquí está! en toda regla a favor de la comunicación crítica en estas tierras.
Oteiza nos advertía de que “la aventura puede ser loca, pero el aventurero debe ser cuerdo”. Queríamos redoblar nuestra apuesta mediática en el nuevo ciclo político y para ello teníamos que dar un vuelco notable cambiando de formato, frecuencia y tamaño, pero esto sólo era posible en compañía de saltadoras experimentadas. Y así es como nos hemos encontrado con las compañeras de El Salto estatal, que desde el veterano Diagonal, también veían necesario recomponer el espacio del periodismo sin directores ni jefes... y sostenido por las suscripciones. En resumen, se nos presentó la oportunidad que estábamos buscando y aceptamos el órdago.
Sin embargo, la operación entraña riesgos, porque los actuales y convulsos ecosistemas informativos están poblados de colosales dinosaurios mediáticos que luchan por su supervivencia, y jaurías de nuevas cabeceras amarillentas, depredadoras voraces a la conquista de las llanuras digitales. En algún lugar, sin embargo, está naciendo este polluelo al abrigo del papel mensual: una apuesta de riesgo, como riesgosa es toda vida que merece la pena ser vivida.
Hordago, la cabecera de El Salto en Nafarroa, recupera el nombre del blog del 15M–Pamplona para, con su espíritu quincemayista, descentralizado y diverso, apostar por el periodismo social y ciudadano, con una fórmula propia (re)constituyente que revitalizará cuerpos, debates y prácticas de contrapoder. Un medio del común y para el común, crítico, antagonista y del 99%. Un lugar para las periferias, para los cuerpos marginales y precarios, para quienes no tienen voz. Un proyecto humilde que hará lo posible por investigar a fondo y en serio, pero que también se tomará las cosas con humor en Pamplonauta, su sección irreverente e iconoclasta.
No todos los días se comparte la ilusión de lanzar, aquí y ahora, un órdago a grande colectivo. Así es esta vez: por eso te invitamos a que nos acompañes en este salto fosbury de Hordago.