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Editorial
Ojo con las patrullas ciudadanas
Es fácil decir que las vidas negras importan cuando son obedientes y no viven en nuestro portal. El problema es que, como señala Susanita en una viñeta de Quino, “los pobres viven en casas de pobres, van a colegios públicos de pobres y tienen costumbres de pobres”. ¿Por qué, si no, tantas familias poco sospechosas de racismo prefieren llevar al niño o la niña, “para que tenga una educación mejor”, a los colegios/ikastolas con bajos porcentajes de marroquíes, gitanas o ecuatorianos?
El 28 de junio, jóvenes autóctonos de Irun se organizaron para castigar a una cuadrilla de magrebíes con perfiles delincuenciales. Uno de los inmigrantes murió, por lo que se sabe hasta el momento, en circunstancias poco claras. Las escasas y fugaces crónicas se refirieron a un accidente en el contexto de una “pelea multitudinaria”. ¿Cómo habrían sido los titulares si se hubieran intercambiado la nacionalidad del agresor y del agredido? El silencio de los colectivos de la localidad y de las redes sociales es atronador.
Hace dos años, un pequeño grupo de okupas lumpen dio una paliza al camarero de un conocido bar del Casco Viejo de Iruñea. Hubo un conato de linchamiento posterior frente a su vivienda, que la prensa progre, vasca o española, calificó de narcopiso. En un abrir y cerrar de ojos, un término pergeñado en los laboratorios comunicativos de la extrema derecha televisiva había colonizado el lenguaje de gran parte de los espacios sociales de la ciudad. Hasta la izquierda abertzale institucional abandonó por una vez las retóricas socialdemócratas de la rehabilitación urbana y de la inversión en servicios sociales, y solicitó a UPN acelerar el desalojo. La indignación y la solidaridad con el compañero agredido están fuera de toda duda. Enunciar el problema deshumanizando a quienes viven en la marginalidad y soslayando la violencia estructural es irresponsable, y da carta de naturaleza a los discursos clasistas y xenófobos.
La muerte de ese chaval sin nombre o cientos de personas jaleando el intento de asalto a una vivienda de politoxicómanos son espectáculos poco edificantes pero, hoy por hoy, se trata de sucesos aislados. Sin embargo, es muy preocupante que en Pamplona no hubiera desmarques respecto al amago de “justicia popular”, o que en Irun no se haya escuchado una sola voz crítica sobre el botellazo mortal.
¿Están aumentando las lógicas punitivas? A cuenta de la derrota de la ultraderechista Agrupación Nacional francesa en las elecciones regionales de junio, su presidenta declaró que, a la espera de que las urnas les sean favorables, la victoria ideológica de su partido es total. Hablaba de la lepenización de los espíritus que devora a las clases medias atemorizadas y a los sectores populares nativos abandonados a su suerte. Y ofrecía el soberanismo como solución. Cada día que el movimiento no sostiene una posición nítida contra las derivas racistas y un programa netamente anticapitalista, el futuro se torna más oscuro.