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Si el 8 de marzo de 2018 fue un estallido feminista, este año se plantea como una posibilidad de avanzar en la organización de un movimiento masivo, pero que pierde su factor de novedad. El año pasado supimos que éramos muchas, que estábamos en las ciudades y en los pueblos, que si nos tocan a una, nos tocan a todas.
La huelga feminista de 2019 ajusta algunos cabos que quedaron sueltos entonces, como el lugar de los hombres ese día. Y en Euskal Herria su lugar es el de cuidar, porque el feminismo revindica que el trabajo reproductivo es necesario para que el productivo sea posible, y que la obligación de la mujer a llevarlo a cabo sola, como algo esencial a su naturaleza, es una división sexual del trabajo que ata a las mujeres a la casa y al marido. Por eso, el 8M no es una huelga al uso, también es de cuidados. Pero un día es solo eso. Tenemos que estar alerta para que el 8M no sea solo una jornada de celebración.
El exceso de consumo es un pilar del capitalismo. Además, como mujeres sabemos que somos un bien de consumo más. Contra eso también hacemos huelga. Debemos evitar que nuestro movimiento se convierta en una mercancía, en la rememoración fetichista de aquel 2018 en que las calles reventaron, en moneda de cambio de discursos mediáticos y políticos. Porque las que estábamos en aquellas calles éramos las que podíamos, pero hay muchas otras. Las inmigrantes sin papeles, las trabajadoras del hogar y otras tantas que no pueden acceder al derecho básico de huelga. El capitalismo convierte la subversión en un valor de mercado, pero solo puede aceptar la diferencia por cupos: un presidente negro, unas cuotas para mujeres en las empresas, un asiento parlamentario para una trans. Asimilar la diferencia al completo y de forma equitativa implicaría abolir el género y la raza como elementos de jerarquía y poder. Situar los cuidados en el centro supone desplazar el eje productivo en el que se sustenta esta economía. Ambas estrategias socavan la estructura de clases y confrontan de raíz al discurso liberal.
El feminismo es un pensamiento profundo, de siglos, y estamos en el momento de extenderlo lo máximo posible. Que esta huelga sirva para continuar lo que logramos en la anterior. Para saber que somos más y que lo somos todo el año, a nivel internacional, contra cualquier intento de recortar nuestros derechos y los de cualquier colectivo débil; para azuzar a quienes, diciendo estar de nuestra parte, prefieren el inmovilismo, y para avanzar en la conquista de lo que también tiene que ser nuestro. Es un camino largo, pero venimos de un viaje más antiguo aún. Que esta huelga sea un nuevo impulso para no claudicar. Para llegar organizadas hasta el final, compañeras.
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Es verdad que yo no creo en partidos políticos pero la realidad es la que hay. Pero yo creo que las organizaciones feministas deberían de sentarse con partidos políticos y mirar cada uno lo que está dispuesto a hacer para luego llamar al voto a "X" partidos o a cuales no por lo menos. Al final hoy en día el mayor cambio se podruce desde las instituciones y que haya feministas que voten a partidos como Cs, PSOE, PNV etc etc solo mantiene el status quo.
A la huelga!