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Energía nuclear
Un espía en Viena
Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
Recientemente he recibido tres ofertas a través de LinkedIn para solicitar diferentes puestos de trabajo en el Organismo Internacional de Energía Atómica. En todas las ocasiones, el representante del OIEA que me propuso el puesto escribió lo siguiente: “Acabo de dar con su perfil y me ha llamado la atención”, y a continuación describía el puesto en sí y por qué mis aptitudes eran las idóneas. ¿De verdad?
Les llamó la atención, sí, aunque evidentemente no leyeron lo que hay en mi página de LinkedIn. A menos que el OIEA quiera “convertirme”, porque supongo que lo que no quieren es un topo disidente en su seno. Eso significaría que el OIEA ha desarrollado repentinamente una conciencia.
Era tentador, sin embargo, dadas las golosinas incluidas.
“Como este puesto tiene su base en Viena (Austria), te apoyaríamos con múltiples beneficios, como traslado, subsidio de alquiler, ayuda para visados, beca de estudios para tus hijos, salario libre de impuestos, seguro médico y muchos más”, se leía en cada invitación.
Vaya, ¡me he equivocado de trabajo! Pero por todas las razones correctas.
La misión oficial del OIEA, un organismo de las Naciones Unidas, es que, cito textualmente, “trata de promover el uso seguro y pacífico de las tecnologías nucleares”.
Lo que en realidad trata de promover, con una agresividad sin precedentes, es una expansión masiva de la energía nuclear. Esto es exactamente lo contrario de “pacífico” y presenta algunos problemas reales de proliferación que la agencia parece totalmente dispuesta a ignorar.
Lo que en realidad trata de promover, con una agresividad sin precedentes, es una expansión masiva de la energía nuclear. Esto es exactamente lo contrario de “pacífico” y presenta algunos problemas reales de proliferación que la agencia parece totalmente dispuesta a ignorar.
El Director General del OIEA, Rafael Grossi, ha insistido, mientras la guerra en Ucrania se prolonga, poniendo en peligro sus 15 reactores nucleares -más peligrosamente los seis de Zaporizhzhia- que la energía nuclear no es el problema; la guerra lo es. “Es muy sencillo, el problema en Ucrania y en Rusia es que están en guerra. El problema no es la energía nuclear”, declaró Grossi a la BBC.
Y, sin embargo, mientras Grossi hace sonar alarmas cada vez más urgentes sobre la posibilidad de una catástrofe nuclear en Ucrania (a pesar de que la misión de su agencia afirma que la energía nuclear es intrínsecamente segura y pacífica), está ocupado promoviendo la expansión de la energía nuclear en todo el mundo con celo evangélico.
Actualmente, el titular del que más orgulloso se siente el OIEA entre sus hitos y logros de 2023 es que la energía nuclear “hizo historia en la COP28”.
Se refiere, por supuesto, al ridículo y ampliamente criticado anuncio, por 22 países en ese momento, durante la cumbre climática COP28 del invierno pasado en Dubai, de que el mundo debería triplicar su capacidad nuclear para 2050, algo que tiene absolutamente ninguna posibilidad de suceder. Ni debería.
Se refiere, por supuesto, al ridículo y ampliamente criticado anuncio, por 22 países en ese momento, durante la cumbre climática COP28 del invierno pasado en Dubai, de que el mundo debería triplicar su capacidad nuclear para 2050, algo que tiene absolutamente ninguna posibilidad de suceder. Ni debería.
Esto siguió a un comunicado de prensa del OIEA de octubre de 2023, que pregonaba: “La primera cumbre sobre energía nuclear de la historia se celebrará en Bruselas en marzo de 2024”. Será una reunión de la cábala que apoya la campaña engañosamente titulada Atoms4NetZero del OIEA, que por supuesto es imposible. La energía nuclear implica la extracción de uranio, la fabricación de combustible, el transporte, la construcción y la producción de residuos, ninguna de las cuales es ahora -ni lo será nunca- neta cero.
La cumbre de Bruselas, según el OIEA, reunirá a “líderes de todo el mundo” para “destacar el papel de la energía nuclear a la hora de abordar los retos globales de reducir el uso de combustibles fósiles, mejorar la seguridad energética e impulsar el desarrollo económico”.
Una vez más, nada de esto es factible. La energía nuclear, dados sus costes extremos y sus largos plazos (por no hablar de los peligros y las violaciones de los derechos humanos), sólo puede impedir y ralentizar la reducción del uso de combustibles fósiles al interponerse en el camino de una aplicación más limpia, segura, barata y rápida de las energías renovables, cuya tecnología, a diferencia de los fantásticos reactores de fisión y fusión del futuro, ya está aquí.
El OIEA tiene un largo historial como apologista, promotor y defensor de la energía nuclear. Tras la explosión nuclear de Chornobyl en 1986, el organismo se hizo famoso por restar importancia e incluso ocultar las verdaderas consecuencias del desastre para la salud. De hecho, tiene una orden de silencio sobre la Organización Mundial de la Salud, que debe estar subordinada* al OIEA en cuestiones de radiación y salud, algo que el OIEA no está cualificado para evaluar. Sin embargo, el OIEA censura a la OMS en su propio ámbito de competencia.
De hecho, el OIEA tiene una orden de silencio sobre la Organización Mundial de la Salud, que debe estar subordinada al OIEA en cuestiones de radiación y salud, algo que el OIEA no está cualificado para evaluar. Sin embargo, el OIEA censura a la OMS en su propio ámbito de competencia.
El OIEA merodeaba por los pasillos de la Segunda Reunión de los Estados Partes en el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, celebrada en Nueva York el pasado mes de noviembre. El 30 de noviembre se publicó una declaración de clausura de la reunión que fue bruscamente revisada y reeditada al día siguiente. La nueva versión contenía una cláusula (27) que faltaba en la declaración del día anterior que decía:
“Insistimos una vez más en que nada de lo dispuesto en el TPNW se interpretará en el sentido de que afecte al derecho inalienable de sus Estados Partes a desarrollar la investigación, la producción y el uso de la energía nuclear con fines pacíficos sin discriminación”.
La imperiosa necesidad de volver a insistir en lo que es efectivamente la misión del OIEA surgió al parecer por iniciativa de Vietnam, aunque no hubo disidencia. Qué ironía que fuera Vietnam, un país que ha considerado construir centrales nucleares masivas en la provincia costera de Ninh Thuan mediante contratos con Rusia y Japón. Por ahora, ambos planes se han cancelado. Vietnam será uno de los primeros países en verse inundado por la subida del nivel del mar inducida por la crisis climática y, sin embargo, a pesar de sus mil ochocientas millas de costa vulnerable, el país vuelve a juguetear con la idea de nuevas centrales nucleares, esta vez tanto pequeñas centrales modulares como reactores flotantes mar adentro.
Ni que decir tiene que no voy a llevar una vida libre de impuestos en Viena, o al menos no en el OIEA. En realidad estaré en Bruselas con algo que decir sobre su ridícula cumbre, junto con una red de activistas de diferentes organizaciones de toda Europa.
Y en Beyond Nuclear -así como en mi página de LinkedIn- seguiremos denunciando las hipocresías y los conflictos de intereses del OIEA.
*Las vigilias independientes de la OMS ya no están activas.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.