Derechos Humanos
Razia Sultana: “Las noticias falsas en Facebook contribuyeron a extender el odio contra los rohingyas”

Abogada y defensora de los derechos humanos de origen rohingya, Razia Sultana denuncia la pasividad de la Comunidad Internacional ante un genocidio que la propia ONU ha reconocido. 

Abogada y defensora de los derechos humanos de origen rohingya, Razia Sultana denuncia la pasividad de la Comunidad Internacional ante un genocidio que la propia ONU ha reconocido. Sultana cree que la violencia que sufrió la comunidad rohingya entre 2016 y 2017 fue el resultado de un proceso preconcebido en el que la difusión de noticias falsas sobre esta comunidad fue una pieza clave.

La comunidad rohingya es una minoría musulmana asentada en una región de Birmania, de mayoría budista. La campaña del Ejército birmano, bajo la excusa de una supuesta “operación antiterrorista”, se propuso limpiar Birmania de rohingyas. La destrucción de propiedades de los rohingya, sus viviendas, campos de cultivo y aldeas enteras en el norte del Estado de Rakhine ha hecho una empresa casi imposible que las 700.000 desplazadas y que hoy viven en campos de refugiados en Bangladesh regresen a sus hogares. La violencia utilizada contra esta comunidad fue particularmente cruel con las mujeres, como recogen los informes Witness to horror (2017) y Rape by command (2018), ambos editados por Kaladan Press con Sultana como investigadora principal. La violencia sexual fue utilizada como arma de guerra por los militares birmanos y como táctica de genocidio, mantiene Sultana, que además de abogada e investigadora es fundadora de RW Welfare Society, una organización que trabaja con las mujeres de los campos de refugiados rohingyas.

¿Quiénes son los rohingyas y qué le ha pasado a esta comunidad en los últimos años?
La historia de los rohingyas es una historia muy larga. Se puede ver cómo ha sido un genocidio lento que empezó en los años 50 y siguió en los 60, 70, 80, 90… sin tener la atención de la Comunidad Internacional. A partir de 2012 [cuando se produjeron los disturbios de Rakhine, tras el asesinato de diez musulmanes perpetrado por budistas, en respuesta a la supuesta violación de una mujer budista por tres musulmanes], la situación empeora. A partir de ahí se empieza a expandir el odio, y se puede decir que la violencia, contra los rohingyas. El Gobierno no los protegió, no asumió ninguna responsabilidad. Entre 2016 y 2017 se llega a la última etapa; ahí es cuando se expulsa a la población de su propia tierra. Ahora, muchos están en Bangladesh, esperando poder volver a su tierra. 

Mientras tanto, el Gobierno de Myanmmar, mi Gobierno, podría decir, porque Myanmmar también es mi país, no reconoce a los rohingyas como ciudadanos. Los consideran extranjeros, se les da una tarjeta de extranjero. Pero no lo son, los rohingyas pertenecen al antiguo estado de Arakan [hoy, Rakhine], tienen una historia. Hace tiempo, este era un estado independiente, que no pertenecía a Birmania, pero el Gobierno tiene la intención de deshacerse de los rohingyas. Quieren su tierra, y no su gente. Pero los rohingyas pertenecen ahí.

En la conferencia que has impartido dentro del ciclo Mujeres contra la impunidad que organiza Mujeres de Guatemala en la Casa Encendida, explicabas cómo Facebook contribuyó a este genocidio. ¿Qué tienen que ver las redes sociales con la violencia genocida?
El genocidio rohingya ha sido planeado. Hasta 2012 pasaron muchas cosas, pero no se conocía mucho. En 2012 apareció una noticia falsa sobre una violación que se difundió de manera sistemática. Así, el discurso del odio se difundió a través de Facebook. Utilizaban grupos en contra de nuestra gente. Y Facebook no hizo nada para retirar estas informaciones. Simplemente lo permitían, día a día. También se difundían fake news sobre la historia, el pasado y el territorio rohingya que eran completamente falsas. Así lavaron el cerebro a la comunidad. Y esto caló en todos los niveles entre la comunidad de Birmania, también la de fuera. En 2016, todo esto se convirtió en violencia con la excusa de una operación contra el terrorismo. Y entonces empezaron a matar gente inocente, y la comunidad rohingya empezó a huir a Bangladesh. Los rohingyas vienen y van, cuando hay una paz aparente intentan volver a su tierra, pero esta vez no fue posible y en 2017 se produjo el mayor ataque por parte de los militares de Myanmmar y los milicianos. 

Razia Sultana 2
La activista Razia Sultana ha documentado las historias de mujeres y niñas desplazadas de Birmania David F. Sabadell

Hablo de Facebook porque desde 2012 ha contribuido a extender el odio. Podían haber bloqueado las cuentas, podían haberlas eliminado, pero no lo hicieron, como sí empezaron a hacer a partir de 2017, cuando retiraron más de mil cuentas. ¿Por qué no lo hicieron antes? Mientras tanto, los medios solo están interesados en la publicidad, y además están siendo utilizados por el gobierno militar. Porque si tú muestras algo a la gente [a través de los medios], la gente va a poner ahí el foco. Ellos tienen el poder de difundir una información y no otra, y de poner en peligro a determinados grupos, no solo rohingyas.

En tus informes documentas las formas específicas de violencia que sufrieron las mujeres. ¿Qué violencias son esas?
Las mujeres son un objetivo fácil. Después del ataque de 2012, los hombres no estaban en las casas. Las mujeres estaban al cargo de los hogares, solas. El estado de Arkan es como una zona militar, todo el mundo puede ver las tropas, las tiendas, los militares están en todas partes y detienen a la gente de manera arbitraria. Hasta 2016 los ataques contra las mujeres no eran sistemáticos pero a partir de entonces empezaron a atacar de manera continuada a las mujeres. Separaban a las mujeres de los hombres, hacían registros todas las semanas buscando a las mujeres y las acosaban. Así me lo han descrito muchas de ellas. Hasta el 90% de las mujeres que huyeron, es decir, casi cada una de ellas, sufrió este tipo de acoso. En estas rondas, los militares cogían a cualquier chica que quisieran y la violaban, eso era normal para ellos. Por la noche, se llevaban a las mujeres continuadamente para violarlas y matarlas en sus campamentos, en sus casas, en los campos. 

Entre 2016 y 2017 esto no paró. En esos años venían muchas mujeres a los campos de refugiados de Bangladesh para ser tratadas porque habían sido violadas. La situación para las mujeres en Bangladesh es terrible, pero me sorprende que a pesar de ello, ellas no quieren dejar su país. Quieren quedarse, vivir en su tierra. Cuando empezaron los asesinatos y empezaron a destruir sus casas, ¿dónde iban a ir? No intentaban escapar,pero buscaban refugio donde podían. 

Si quieres hacer crecer el miedo, te centras en las mujeres. Cuando encontraban mujeres, la violaban. Las mataban. Mutilaban sus partes íntimas.

En tu informe explicas cómo las mujeres sufrieron violaciones en grupo, mutilaciones, torturas. ¿Cuál es la finalidad de esa violencia contra una población que no estaba luchando ni mostraba resistencia?
El miedo. Si quieres hacer crecer el miedo, te centras en las mujeres. La comunidad rohingya es una comunidad muy conservadora y siente mucha preocupación por las mujeres. En 2016 empezaron a utilizar las violaciones porque pensaron que las comunidad rohingya se iría. Pero su plan no tuvo éxito, porque aunque huían, siempre intentaban volver. Esto se volvió a repetir en 2017, cuando las mujeres se convirtieron en un objetivo específico. Cuando encontraban mujeres, las violaban. Las mataban. Mutilaban sus partes íntimas. Puedes verlo entre muchas de las supervivientes, las cosas horribles que sufrieron en sus cuerpos. ¿Por qué? Para crear miedo. 

Mucha gente huyó por miedo. Pensaban: si me quedo, mi hija, mi mujer, será un objetivo. Pero es que incluso en medio del camino, en la huída, también ocurría. Una mujer me contó que escapó de su aldea con su hija. “No pude salvarla, porque en medio del camino, cogieron a mi hija y a otras mujeres y se las llevaron. A veces se las llevaban dos horas, a veces una semana… mi hija fue retenida tres días, luego la soltaron… pero no sé qué ocurrió con las otras”, me contó.

Afirmas que estas violaciones se cometieron en cumplimiento de órdenes militares. ¿Qué evidencia hay para hacer esa afirmación?
La manera en la que se cometieron. Una mujer me cuenta cómo ocurrió, y luego otra y luego otra… y así hasta 35 mujeres. Esto significa que no había una intención sexual, sino que era una cuestión de odio. Porque después de violarlas, les cortaban los pechos, usaban sus cuchillos para dibujar en las piel de las mujeres, mutilaban sus partes íntimas. Esto es odio. Cuando violas así, cuando asesinas, les están diciendo que no pertenecen a ese lugar, y que esto es lo que les ocurrirá si no se van. Era una orden, estaba preconcebido. Se lo hemos dicho a la Comunidad Internacional, pero dicen que es falso.

La Comunidad Internacional está enviando dinero para construir un campo de refugiados, que son un signo de la guerra

Tras documentar esta violencia, ¿qué esperas de la Comunidad Internacional?
Tienen toda la información. Evidencia, documentación, una investigación propia, está en la prensa. Lo saben, pero no han hecho nada. La Comunidad Internacional ha sido muy blanda, e incluso ahora Myanmar está promoviendo inversiones en el país. ¿Por qué? La gente no está a salvo ahí. Está haciendo negocios sobre los cadáveres, no solo los de los rohingyas. Están ignorando los derechos humanos y no tienen ninguna intención de pararlos, simplemente envían ayuda humanitaria. Eso no es una solución, esta gente tiene que volver a su propia tierra. Les dan ayuda pero no los reconocen como vidas humanas. No tienen derecho a la tierra, ni educación, ni sanidad, ni futuro. Y mientras, la Comunidad Internacional envía este presupuesto aquí o allá. No. Tienen que poder volver, y hay que darles protección. ¿Y tú estás enviando dinero para construir un campo de refugiados? Es ridículo. ¿Quieres paz? Dales paz. Les están empujando a un campo de refugiados, que es un signo de la guerra. 

Dices que tienen que volver. ¿Cómo sería eso posible?
Con protección internacional. Presionando a los gobiernos. El Gobierno de Myanmmar no es democrático, no respeta a su gente, tampoco a la que considera su gente. Solo se interesan por hacer negocios.

Como investigadora, ¿qué es lo más difícil de tu trabajo?
La parte más difícil es recordar. Especialmente a los niños. Una mujer me contó cómo su hijo había sido arrojado al fuego. He hablado con mujeres que lloraban por su bebés, que han perdido todo: su familia, su marido, sus hijos. Duele, pero tengo que hacer esto. Desde 2016 ha sido muy duro para mí. Yo no soy una víctima, pero las escucho y sufro con ellas, y pienso en las que han pasado por todo esto.

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José Martínez Carmona
7/2/2019 11:26

¡Horrible lo que cuenta esta mujer! y credible en este mundo dominado por los que no tienen sentimientos; me cuesta asimilar que no se organice una resistencia violenta legítima, única salida que dejan los estados a los pueblos víctimas de genocidio...

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