Sindicalismo social
Riders on the storm

Nuevos contextos laborales requieren de nuevas herramientas sindicales
Riders
Ilustración de Emma Gascó Emma Gascó
2 dic 2024 08:00

Reproducimos a continuación algunos fragmentos del capítulo 2 del libro “Riders on the storm. Trabajadores de plataformas de delivery en lucha” de libre descarga aquí. Desde Cuadernos de Trabajo agradecemos enormemente a la Laboratoria y a Nuria Soto las facilidades que han puesto para publicar este capítulo, así como los aprendizajes para construir un nuevo sindicalismo de base capaz de transformarlo todo.

Para lograr que las movilizaciones cuajaran, fue necesario lograr coordinarse en un contexto laboral en el que las posibilidades de contacto eran mínimas. Todo empezaba en un punto de encuentro, un centroide al que el resto de zonas habíamos acordado acudir. El momento en el que estábamos esperando en uno de esos centroides y veíamos llegar en masa a los compañeros de otro centroide era realmente mágico; aunque muchos repartidores apenas nos conocíamos, enseguida nos fundíamos en un solo grupo. Aquellas escenas tan tremendamente humanas, fruto de la presencialidad, la coordinación y la cooperación, nos «sanaban» de los efectos de ser reducidos a simples números por un entorno de trabajo impersonal y puramente digital. 

Consciente o inconscientemente, estábamos venciendo al recurrir a unas armas que en cualquier lucha anterior venían dadas de antemano pero nosotros debíamos imaginar cómo propiciarlas. Así, la presencialidad y el contacto personal lograban triunfar sobre la despersonalización que el entorno digital imponía. Nos conocíamos, compartíamos, nos coordinábamos, y los vínculos resultantes de todo ello sobrepasaban al miedo. Corríamos el riesgo de quedarnos sin trabajo, pero juntos ese riesgo se tornaba asumible. Gracias a los canales de Telegram y la coordinación interna de cada centroide, empezamos a establecer vínculos con los compañeros de otros centroides, algunos de los cuales conocíamos debido a que puntualmente la empresa nos cambiaba las zonas de reparto. Mientras todo esto ocurría en Barcelona, casi en paralelo, empezó a suceder lo mismo en ciudades como Madrid o Valencia. Telegram y las redes sociales favorecieron una coordinación estatal que, gracias a la fuerza que adquirían las movilizaciones y al respaldo de la cobertura mediática, pronto se tornó presencial. 

Surgieron los primeros encuentros de la plataforma Riders X Derechos, que a su vez fortalecieron las movilizaciones, en ese momento ya estatales. Se convirtió así en plataforma sindical, constituida por distintos sindicatos alternativos de diferentes ciudades; al principio encabezada por las grandes urbes, como Madrid, Barcelona o Valencia (donde la presencia y el impacto de las plataformas fue mayor y más temprano), pero pronto se sumaron otras ciudades de menor tamaño. Durante aquellos meses de verano, la euforia, la angustia, el estrés y el miedo se mezclaban día a día. Pasábamos algunas noches de fiesta después de terminar el turno, ansiosos por compartir nuestros sentimientos con los vínculos que habíamos establecido. Aprovechábamos para pensar los lemas de las pancartas que hacíamos juntos con el material que comprábamos con la ayuda del sindicato. Después de unas semanas agitadas, llegamos a una manifestación tras una larga noche de fiesta y nos dirigimos a las oficinas con los altavoces en la mano. «¡Y si no cobramos, no rodamos!», gritábamos al unísono. Entonces alguien puso el mítico tema Riders on the storm, que desde entonces se convirtió en la banda sonora que acompañaba nuestras movilizaciones frente a las oficinas de Deliveroo.

Riders on the storm. 

Riders on the storm. 

Into this house we’re born. 

Into this world we’re thrown like a dog without a bone, an actor out on loan. 

Riders on the storm… 

Obviamente, desde un primer momento sabíamos cómo iban a terminar todas estas movilizaciones —muchas de las cuales recuerdo con especial cariño—. El 8 de agosto de 2017 varios compañeros fundadores de la plataforma Riders X Derechos y yo recibimos un correo en el que se nos informaba del «cese de colaboración». Fuimos, en su idioma, desconectados. A partir de ese momento, la empresa empezó a pagar a todo el mundo por pedido sin garantizar un mínimo. También aprovechó para eliminar todos los grupos de Telegram que antes había habilitado como soporte —mediante los que habíamos contactado con los repartidores de otras zonas— y suprimió los centroides a los que teníamos que regresar al terminar un pedido —porque los habíamos convertido en nuestros puntos de encuentro. 

Habíamos asumido un riesgo que había tenido sus consecuencias, y ahora tocaba seguir la lucha desde otro lugar, sin trabajo y sin derecho a paro. Tocaba inventarnos cómo seguir organizándonos sin canales de Telegram, sin puntos de encuentro, y con un montón de trabajadores nuevos —que se incorporaban en cantidades cada vez mayores— y otros más antiguos que habían visto cómo las movilizaciones ya habían tenido consecuencias para algunas de nosotras. La empresa, por su parte, empezó a dar menos pedidos a los más antiguos, consciente de que muchos habían estado involucrados en las movilizaciones y todos habían conocido el funcionamiento empresarial anterior. 

Tocaba inventarnos cómo seguir organizándonos sin canales de Telegram, sin puntos de encuentro, y con un montón de trabajadores nuevos

De esta manera, fueron cayendo quienes llevaban más tiempo trabajando, a la vez que entraban muchos otros trabajadores nuevos que ya solo conocían las nuevas condiciones impuestas por la empresa. Empezaba así una nueva etapa más definitoria en las plataformas. Discurso neoliberal, uso del miedo, falta de centros de trabajo y puntos de encuentro, crecimiento exponencial. El pago por pedido ya no permitía —sobre todo en horas de baja demanda— aprovechar ratos libres para conversar con los compañeros, porque estabas forzado a dar vueltas por la ciudad solo, a ver si con suerte, por proximidad a algún punto fuerte de demanda, el algoritmo hacía su magia y caía algún pedido. Como ya no había pago garantizado por hora, te veías abocado a un esfuerzo constante por reducir —en vez de alargar— el tiempo de espera entre pedidos. Ya no éramos trescientos riders, sino miles. De este modo, la posibilidad de crear vínculos se tornaba aún más difícil. En consecuencia, la autoorganización se enfrentaba a grandes obstáculos y recaía cada vez más en redes sociales como Whatsapp o Telegram, y menos en la presencia física.

Los retos del nuevo sindicalismo 

Trabajadores que no son reconocidos como tales, empresas que reducen la comunicación con los trabajadores a mensajes telemáticos, plataformas digitales sin centros de trabajo, trabajadores sin más contacto que un canal de Telegram, la gestión laboral en manos de algoritmos… Este es el nuevo contexto laboral que imponen las economías de plataforma. Entonces, la pregunta que deviene necesaria es: ¿se encuentra el sindicalismo de siempre capacitado para enfrentar una transformación laboral como la que la uberización plantea? A lo largo de nuestras movilizaciones y en los encuentros transnacionales en los que hemos participado, hemos compartido con los compañeros nuestra preocupación por que el repertorio de estrategias sindicales existentes —basadas en concepciones más clásicas del trabajo— no se adaptaba bien a las nuevas realidades que caracterizan a los sectores uberizados. Tampoco es un secreto que, por lo general, los sindicatos destinan pocos recursos a los trabajadores de plataforma, con un menor nivel de afiliaciones que los sectores más tradicionales —compuestos por grandes empresas y centros de trabajo pertenecientes a la industria, la administración o empresas de servicios—, que con sus cuotas sustentan la actividad de esos sindicatos. Quizá por eso no sea raro ver, a escala nacional e internacional, el surgimiento de algunos sindicatos de trabajadores de plataforma nuevos e independientes, fruto de la autoorganización de los propios trabajadores, que no se han visto representados por esos sindicatos tradicionales. 


¿Se encuentra el sindicalismo de siempre capacitado para enfrentar una transformación laboral como la que la uberización plantea?

La economía de plataforma va conquistando paulatinamente más sectores laborales y, aunque el sector del delivery se haya significado por el fraude laboral que suponen la figura del falso autónomo o la subcontratación o cesión ilegal de trabajadores, cada vez hay más aplicaciones que fomentan y operan en la informalidad. Apps que ni siquiera te exigen que estés dado de alta como autónomo. Apps de profesores particulares, otras para fotógrafos, fisioterapeutas, psicólogos, cuidados en el hogar, trabajo sexual, etcétera. En las plataformas de delivery, además es frecuente que varias personas compartan una misma cuenta o que el propietario de una cuenta se la alquile a personas sin papeles. 

El cruce de la desregulación laboral con la precarización que la ley de extranjería impone sobre las personas migrantes es otro reto que el sindicalismo debe afrontar. Cada vez son más las personas sin documentación que encuentran en las apps el único modo de subsistencia posible, el único para aquellos a quienes los derechos más básicos les son negados. Junto a esto, las demandas que se focalizan en el acceso al algoritmo y la regulación de la inteligencia artificial en el trabajo son claves en el nuevo escenario de las economías de plataforma. No en vano es a través de algoritmos que se gestiona, define y organiza nuestro trabajo. Pero no solo. Trabajamos atravesados por los parámetros opacos de los algoritmos, a la par que los nutrimos constantemente, generando con nuestro trabajo un conjunto nada desdeñable de datos (acerca de nuestro desempeño, nuestra movilidad, el sustrato social de los clientes, el pago medio de ciertos pedidos y un larguísimo etcétera) de los que se apropia la empresa, es decir, generamos una plusvalía extra en forma de datos durante nuestras jornadas laborales que no se reconoce y por la que no se nos compensa. 

Desconocemos los datos que generamos, su valor, la forma en la que determinan nuestras condiciones laborales y los parámetros a través de los cuales se controla, gestiona y organiza nuestro trabajo. La lucha de Riders X Derechos permitió que la ley rider abriera paso a las auditorías algorítmicas y estableció que los comités de empresa pudiesen solicitar a las empresas información sobre los algoritmos que emplean. Si bien cuando se promulgó la ley no se concretaba qué información se podía solicitar a las empresas ni bajo qué procedimientos, en verano de 2022 el Ministerio de Trabajo elaboró finalmente una guía donde se detallaba la información que la empresa debe proporcionar a los representantes de los trabajadores y a los propios empleados. 

No conviene olvidar que los sectores laborales a los que la uberización apunta son sobre todo los más vulnerables y precarizados, los que más dificultades para la acción colectiva presentan y aquellos que más retos plantean a la organización sindical


Como hemos apuntado ya, gracias a este desarrollo varios sindicatos han comenzado a demandar esta información a algunas empresas, si bien la mayoría coincide en afirmar que se abre ante nosotros un nuevo escenario de lucha y judicialización para averiguar si la información conseguida es la correcta. En este sentido, parte de nuestras expectativas están puestas en la nueva directiva europea en ciernes, que parece que abordará de manera más efectiva y contundente el acceso al algoritmo. En todo caso, no conviene olvidar que los sectores laborales a los que la uberización apunta son sobre todo los más vulnerables y precarizados, los que más dificultades para la acción colectiva presentan y aquellos que más retos plantean a la organización sindical. El camino para enfrentar los nuevos desafíos que vayan apareciendo fruto de la uberización de la economía debe partir de un sindicalismo de base y feminista, dispuesto a una imaginación y capacidad de mutación constante para construir respuestas y herramientas colectivas que cortocircuiten los mecanismos de desposesión que las economías de plataforma expanden.

Sobre este blog
En las luchas sociales en la que vivimos, la desorganización es sinónimo de fracaso. Y, el fracaso, es sinónimo de pérdida de derechos. De calidad de vida. De dignidad. Este blog explora, a través de las experiencias y reflexiones de distintos colectivos y sindicatos, alternativas a la mera canalización del descontento social y distintas metodologías para organizar realmente a las personas y construir poder popular. Sigue nuestro canal de Telegram: https://t.me/cuadernosdetrabajo
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Galicia
Galicia La justicia anula el despido de una trabajadora de Mercadonda por “discriminación por enfermedad”
El sindicato CIG, apoyado en la sentencia, relata cómo Mercadona utiliza formularios dirigidos a encargados y responsables de tienda para recopilar datos sobre los trabajadores que se encuentran en situación de baja médica prolongada.
Laboral
Lucha por un futuro mejor Trabajadores de Correos: “Antes te daba tiempo a hablar con la gente y hacer bien tu trabajo”
Tres personas trabajadoras de Correos hablan de mala salud laboral, bajas que no se cubren y 'amazonización' de la empresa para ponerla al servicio de las multinacionales.
Huelga
Tribuna Correos 26F: la huelga o la vida
La directiva quiere implantar un modelo privado que arrasaría nuestros derechos e imposibilitaría la prestación de servicios públicos de calidad. Esta es la huelga de las personas que queremos que Correos siga siendo esencial en nuestro país.
Sobre este blog
En las luchas sociales en la que vivimos, la desorganización es sinónimo de fracaso. Y, el fracaso, es sinónimo de pérdida de derechos. De calidad de vida. De dignidad. Este blog explora, a través de las experiencias y reflexiones de distintos colectivos y sindicatos, alternativas a la mera canalización del descontento social y distintas metodologías para organizar realmente a las personas y construir poder popular. Sigue nuestro canal de Telegram: https://t.me/cuadernosdetrabajo
Ver todas las entradas
Estados Unidos
Genocidio Trump aprueba un paquete de armas de 3.000 millones de dólares para Israel
El presidente estadounidense ha alegado una “emergencia” para eludir al Congreso y aprobar un envío de armas que no llegará a Israel hasta 2026.
Guerra en Ucrania
Guerra en Ucrania Las izquierdas rusa y ucraniana, ante un posible acuerdo de alto el fuego en Ucrania
Una de las principales demandas de la izquierda rusa es la liberación de los presos políticos. La ONU ha alertado de que la aplicación por parte de Ucrania del tipo de “colaboracionismo” está siendo excesivamente amplia.
Migración
México México, la última frontera
En la frontera sur, la presencia de migrantes está aumentando, entre otras razones, debido a la política del gobierno mexicano de devolver a los migrantes sin documentación desde el norte del país hacia el sur.
Feminismos
June Fernández “Estoy abierta a reconocer modelos en los que haya personas cuyo rol sea gestar”
La periodista June Fernández publica ‘Sueños y vasijas’, un volumen sobre la gestación subrogada que no quiere sacar a nadie de su posición, pero sí sumar elementos para analizarla con perspectiva feminista.

Últimas

Gobierno de coalición
Gobierno de coalición El PSOE da muestras de cansancio con Yolanda Díaz
Tanto en Moncloa como en Ferraz la opinión sobre la gestión política de la vicepresidenta está en mínimos. Sin criticar su labor en Trabajo, la tropa de Sánchez ya anhela un socio que impulse la unidad a su izquierda con la mira puesta en el 2027.
Guerra en Ucrania
Guerra en Ucrania Trump y JD Vance matonean en un show televisivo a Zelensky, que se va de vacío de la Casa Blanca
El presidente de Ucrania abandonó Washington DC sin firmar el pacto por el que se comprometía a vender los recursos minerales del país a cambio de garantías de seguridad.
La vida y ya
La vida y ya Habla más alto
La emoción no es solo por la noticia, es porque esta nieta que restituyó su identidad es la hermana de un amigo suyo de la infancia.
Más noticias
Que no te lo cuenten
El Salto Radio De las versiones de Mazón y el desalojo de trabajadores del campo
VV.AA.
El president de la Generalitat Valenciana ha cambiado de versión en varias ocasiones sobre cuándo llegó al CECOPI el día de la tragedia de la DANA
Macrogranjas
Maltrato animal Una investigación revela una nueva “masacre” en una granja de pollos que salpica a Mercadona
En España, la granja investigada comercializa el producto ‘Cuartos traseros de pollo’ en la cadena de Juan Roig y está certificada con el sello catalán Welfair de bienestar animal, según denuncia el colectivo ARDE que ha realizado la investigación.
Oriente Próximo
Oriente próximo Abdullah Öcalan llama a deponer las armas para lograr la plena democracia para el pueblo kurdo
El líder del Partido de los Trabajadores de Kurdistán llama a la disolución de la organización. Ankara dice que “estudiará” la situación, que también influye sobre Siria, Irán, Iraq y la situación en los países de Oriente Próximo.

Recomendadas

Palestina
Palestina Illan Pappé: “No esperaba esta magnitud de indiferencia europea ante lo que está sucediendo en Palestina”
El historiador de origen israelí no se ha sorprendido la violencia cometida por Hamás en octubre de 2023 ni de la reacción de Israel o el apoyo a Estados Unidos, pero sí de cómo ha abordado la cuestión la sociedad europea.
Dana
El Salto Radio Relatos para no olvidar de víctimas de la dana
Este podcast recoge la parte más humana, los detalles y los nombres propios de lo que sucedió el pasado 29 de octubre, relatos para no olvidar de víctimas de la dana.
Turismo
Turismo depredador Poca agua, mucho turismo: la crisis hídrica amenaza las islas Eolias en Italia
Las islas italianas del Mediterráneo están acusando especialmente las consecuencias de la turistificación, pero también de una crisis hídrica sin precedentes provocada por el cambio climático. Es el caso de las islas Eolias, en el norte de Sicilia.
Argentina
Argentina Gauchito Gil, uno de los nuestros hace milagros
En enero, más de 620.000 personas llegaron a Mercedes, una localidad de la provincia de Corrientes, en Argentina. Caminando, de rodillas, a caballo, para agradecer y hacer promesas a un santo popular: el Gauchito Gil.