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Alí es topógrafo y cinéfilo, Rosa es actriz, pianista y bailarina y Javier es director de cine. Los tres se reúnen un día para hablar de cine y así surge La pantalla en la calle, un corto documental sobre el respeto intelectual. Su amor por el cine no es la única característica que comparten: los tres viven en un centro de acogida y los tres son personas sin hogar.
La cinta, codirigida por César de Nicolás y Juan Martínez, pretende luchar contra los estereotipos y reivindicar la dignidad intelectual de todas las personas. Hablamos con ellos y con uno de sus productores, Alberto Gutiérrez, antes de su estreno en la Cineteca del Matadero Madrid. Los tres apuestan por conseguir interpelar al espectador y esperan que, tras visionar su trabajo, cambien su mirada con respecto a las personas que han tenido peor suerte.
Abordáis el fenómeno del sinhogarismo desde una perspectiva muy original, la dignidad intelectual de las personas que no tienen hogar. ¿Cómo surge la idea? ¿cuál es la chispa que enciende la mecha para abordar este proyecto?
Alberto Gutiérrez: La chispa nace de que queremos darle una vuelta de tuerca a cómo se percibe el sinhogarismo en España y en concreto en la comunidad de Madrid. Vemos que este fenómeno se percibe alejando lo realmente importante que son las personas y lo que hay detrás de ellas. Propuse a César y a Juan abordar esta cuestión desde el respeto intelectual.
Durante el corto se plantea que pocas personas se acercan a aquellos que están en situación de calle. Se suele pensar que poco tienen que aportar. Sin embargo, simplemente por egoísmo deberíamos acercarnos para escuchar sus historias para saber qué hacer para no acabar así. ¿Qué habéis aprendido tras acercaros a su mundo?
A.G.: Yo he descubierto algo que ya intuíamos todos y es que hay dignidad intelectual detrás de una persona sin hogar, como no puede ser de otra manera. Quedarse sin hogar es una consecuencia de algo negativo que nos puede pasar a todos pero eso no nos quita el bagaje intelectual que tenemos en nuestra vida.
Juan Martínez: En mi caso, era más afianzar la seguridad que tenía. Este era un tema que siempre me ha preocupado, de la noche a la mañana quedarte en la calle. Y era uno de mis mayores temores, por qué no decirlo.
César de Nicolás: Yo la pobreza ya la conocía. En mi caso, por el lugar donde me he criado, la he tenido muy presente, desde pequeño. Lo que he aprendido tras el proceso es que es necesario hablar con la persona que tú crees diferente. Es necesario no juzgarles. Por otro lado, Alí, el protagonista, nos ha enseñado que también es necesario no tener rencor hacia la gente que no entiende su situación, sino que hay que intentar que todos comprendan que esto es un mal común y que nos puede pasar a cualquiera.
¿Creéis que hay una delgada línea que separa dormir en una cama y dormir en un banco?
A.G.: Ese es otro de los grandes aprendizajes. Esta crisis que estamos viviendo ha llevado a muchas personas a la situación de sinhogarismo. Esa línea es finísima; un día estás a un lado y otro día se te rompen todos los apoyos y puedes estar viviendo en un centro de acogida municipal como les pasa a los protagonistas.
C. N.: Todos conocemos ahora mismo a una persona que está a punto de quedarse en la calle, aunque no lo sabemos.
Entrando en la cinta, contáis la historia de tres personas: un topógrafo, una pianista y un director de cine. Elegís como hilo conductor la película La lengua de las mariposas. ¿Por qué esta película? ¿Qué relación tiene con los protagonistas?
J.M.: Alí se identifica con esa película. Su situación, lo que ha vivido antes de llegar al centro de acogida, se asemeja a la escena final, cuando el personaje que representa Fernando Fernán Gómez es repudiado. Él se siente muy identificado y nos llevó a esta cinta y se ha vertebrado todo el corto en torno a la película de José Luis Cuerda gracias a su elección.
En La lengua de las mariposas se refleja cómo una parte del pueblo actúa en contra de su voluntad. Eso es lo que Alí dice que siente con las personas que le rodeaban cuando le llegaron a rechazar.
J.M.: Efectivamente, es lo que siente Alí. Lo personifica más en su familia que se vieron medio obligados a rechazarle.
C.N.: En todo proyecto hay un punto de suerte y nosotros lo tuvimos cuando Alí escogió esa película. La película no solo habla de cómo un maestro republicano es conducido a dar el paseíllo, si no que se dice una frase muy importante que para nosotros resumía muy bien lo que necesitamos como sociedad para no ignorar al sinhogarismo. “Si conseguimos que una sola generación crezca libre ya nadie les podrá arrancar nunca su libertad”, dice el maestro en la película. Nosotros decimos que si conseguimos que una generación crezca sin prejuicios, tendremos a una generación que va a rechazarlos.
Estamos ante una cinta muy visual. Hasta el minuto 10 no entráis en harina y el espectador desconoce la situación de los protagonistas hasta entonces. ¿Buscáis sorprender y romper estereotipos? ¿por qué habéis elegido este tipo de montaje?
C. N.: El punto de giro, que así se llama en guión, no lo queríamos poner hasta el minuto diez porque lo que a nosotros nos interesaba no era de dónde proceden ellos ni cuáles son sus circunstancias sino el respeto intelectual. Nos interesaba hablar de cine. De hecho, durante las reuniones que mantuvimos con ellos previas al proyecto no hablábamos de vivir en la calle, hablábamos de cine.
A.G.: No nos interesaba contar la historia de por qué habían llegado a su situación de calle, no es una cinta lacrimógena, no recorre los paisajes de la tristeza. Recorre la intelectualidad, la cultura e historias apasionantes. Eso es lo que realmente queríamos reflejar y tanto Alí, como Rosa como Javier dibujan perfectamente lo que queríamos mostrar. Con poesía visual adornada con música, César y Juan te van llevando hasta el minuto 10 y ahí te sorprende el giro que da el corto. Descubres que son personas sin hogar y te colocas en la butaca mucho más atento.
Hablemos de Alí, un iraní topógrafo que por los avatares del destino ha terminado sin hogar. Cuando uno se acerca a él descubre una caja de sorpresas, con un vasto conocimiento cinematográfico e intelectual ¿Cuándo decidisteis que el sería el protagonista?
J.M.: Nosotros fuimos al Centro de Acogida Luis Vives (Madrid) para buscar a los protagonistas. Hicimos una entrevista grupal con 15 de los que vivían allí. Y luego ya hicimos entrevistas personales con los que pensamos que podían encajar. Alí fue el último de los entrevistados, pero en cuanto empezó a contarnos quién era, vimos cómo era y nos dimos cuenta que si te contaran que es un actor lo podrías creer perfectamente. César y yo no tuvimos que decir nada, supimos que era él.
C.N.: Además, Alí tiene una cosa muy especial. Cuando estás buscando un protagonista necesitas que sea cercano, que puedas verle como tu hermano, como tu padre o como un familiar. Debe tener ese aura especial y él lo tiene. Tiene un aura mágica.
Vamos con Rosa. Una pianista, una bailarina, una actriz… una mujer orquesta que saborea las mieles del éxito y un día se ve sin ingreso. ¿Su historia podría ser la de muchas mujeres mayores de 40 en el audiovisual?
C.N.: Cuando comenzamos con el proyecto Alberto quería tratar la problemática femenina dentro del sinhogarismo y nos pareció muy interesante porque está muy poco tratada. Cuando estuvimos haciendo las entrevistas el número de mujeres era menor, no porque haya menos mujeres sin hogar si no porque es más difícil verlas. Rosa además representaba la problemática del audiovisual y eso nos pareció muy interesante. Ella no venía de una familia con pocos recursos, no venía de una profesión que no la dará para vivir; es una persona formada y que trabajaba en el medio audiovisual y en algún momento ganaba dinero.
A. G.: Hace falta más visibilidad de la mujer en este mundo. En el sinhogarismo está muy castigado el hecho de ser mujer y apenas hablamos de ello. Si uno mira hacia alrededor, hacia algunos protagonistas de este tema en otros medios o en alguna película es muy raro encontrar una protagonista femenina, y aquí Rosa te engancha y te enamora desde el minuto uno. Y cuando compartes con ella unos minutos más caes rendido a esa artista global a la que el audiovisual trató de manera cruel y esperamos que en breve pueda retomar su carrera.
Parece curioso que las mujeres estamos invisibilizadas en absolutamente todos los campos, incluso en el sinhogarismo…
A.G.: Efectivamente, era algo que a mí me preocupaba mucho. Ha llegado el momento de decir que esto sucede, que hay mujeres que están atravesando esta situación, que hay mujeres mayores de 40 años en el sector audiovisual, en un sector muy frágil, de las que tenemos que estar pendientes y mirar un poco más hacia ellas.
C.N.: Hay una cosa de Rosa muy especial, y es que ella eligió hablar de la película White nights, que cuenta la historia de un americano y un ruso que tienen que entenderse para escapar de un sitio que les aprisiona. Entonces, nos permite volver a dar el mensaje de que es necesario hablar con el que crees diferente porque quizás no es tan diferente a ti.
Javier es un director de cine colombiano. Él retrata lo que significa no tener red familiar. ¿Qué diferencia hay entre no tener casa y no tener hogar?
A.G.: El hogar engloba muchísimo más que la casa. El hogar engloba familia, lazos, sentimientos, el que alguien te espere. En el corto se dice “a mí no me espera nadie”. A veces no pensamos en que para alguien que viene de fuera ese peligro se multiplica y eso es lo que le pasó a Javier.
A lo largo del documental utilizáis una metáfora visual muy potente: la desaparición de las salas de cine transformadas en grandes cadenas de ropa como H&M o similares. ¿Pensáis que vuestro sector también se puede quedar sin hogar?
C.N.: Creo que ha pasado ya. El paro en nuestra profesión es tremendo. El número de personas que se dedican al audiovisual pero que les da de comer otra profesión es tremendo. El cine en España hace 40 años lo hacían personas que venían de familia bien. Hemos vuelto a eso.
Corremos el riesgo de perder un altavoz muy potente, el altavoz de la clase media, ¿cómo lo veis?
J.M.: El cine se ha vuelto burgués. En sus inicios era burgués, los artistas eran burgueses. La gente con pocos recursos o recursos limitados no puede acceder a vivir de ello. Y en cuanto a los cines cerrados, es un espejo de la situación que estamos atravesando que conecta también con las personas sin hogar. ¿Por qué están las personas sin hogar? Porque todos les damos la espalda. Los cines cerrados, igual, los espectadores les han dado la espalda.
A.G.: Si perdemos el punto de vista de los creadores de clase media, vamos a perder el punto de vista de personas que hacen cine desde la clase obrera y la problemática que vemos las personas que estamos en esas clases tal vez no se verá o no interese contarla y vamos a perder historias maravillosas como la de este corto.
Siguiendo con esto, el objetivo de esta cinta es que llegue a cuanta más gente mejor. ¿Cómo se puede equilibrar la democratización de la cultura para que todas, incluidas las personas más vulnerables, puedan acceder a ella, con los derechos de autor?
C.N.: Primero, la gente debe ver los derechos de autor como una medida democrática. Nos sucede una cosa y tendemos a ver los derechos de autor como algo malo. Como si nuestros derechos de autor prohibieran a otros consumir cultura y es todo lo contrario, los derechos de autor me permiten a mí ofrecer cultura. Es una cuestión compleja. Aun así, también creo que se podría hacer mucho más para facilitar el acceso a la cultura.
J.M.: Ahora que está tan en boga la Constitución, el acceso a la cultura es un derecho constitucional. Pero parece que la Constitución interesa según para qué.
A.G.: Ahí la responsabilidad política es muy alta. Desde los ayuntamientos se podría hacer muchísimo más porque la cultura llegara a todo el mundo. Que el ayuntamiento proponga espacios alternativos para que se ponga cine de verdad no supone un gasto, es una inversión. Hay que hacer que la gente consuma cultura.
Por último, voy a empezar una frase y la acabáis como queráis. Habréis conseguido vuestro objetivo con este proyecto si conseguís que alguien…
A.G.: Se pare delante de una persona sin hogar y comparta con él unos minutos.
J.M.: Que nadie esté sin hogar.
C.N.: Se pueda acercar a cualquier persona y no tenga prejuicios intelectuales con ella. Venga de donde venga, que le puedas tomar en serio.
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Si intentáramos pararnos delante de cada historia nos sorprendería ver cuánta vida se asemeja a lo que hemos vivido, cuanto en común. Tan solo una delgada línea nos está separando. No podemos consentir el sinhogarismo o nos convertimos en monstruos. Cómo dato, llegan a vivir de media 20 años menos viviendo en esas condiciones. Salu2