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Amazona es la historia de Val contada desde la óptica de su hija, la cineasta colombiana Clare Weiskopf. En 1985, después de una tragedia familiar –su hija mayor murió en la avalancha de Armero–, Val dejó atrás a sus hijos para internarse en la selva colombiana y vivir su vida sin las ataduras del deber ser. Clare tenía entonces 11 años.
Treinta años más tarde, y enfrentándose a su propia maternidad, la directora acude a su madre para comprender los motivos que la llevaron a abandonar a sus hijos. “Lo más importante en la vida de uno es la vida de uno”, sentencia Val ante las preguntas de su hija.
El documental es un relato crudo y sincero sobre los dilemas a los que se enfrentan las mujeres a la hora de ser madres: la libertad, la responsabilidad, el amor incondicional. Cuestiones que Clare Weiskopf pone en juego desde la honestidad de su experiencia vital.
Amazona se ha proyectado en salas independientes de España durante de noviembre a iniciativa del ciclo DocsBarcelona del mes. Película inaugural de DocsBarcelona 2017, Premio del Público del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias 2017, Premier Mundial en el International Docummentary Film festival de Amsterdam 2016, nominada a mejor fotografía y música en el reciente Premio iberoamericano de cine Fénix y candidata de la Academia Colombiana de Cine para los próximos Premios Goya, la ópera prima de Clare Weiskopf y Nicolás Van Hemelryck en la co-dirección tiene la capacidad de plantear cuestionamientos universales partiendo de una historia muy peculiar.
¿Qué sentido le das a mostrar una historia íntima, como en tu caso la relación con tu madre, de una manera tan expuesta como es el documental?
Creo que el sentido máximo es que se vuelva universal y que el público se conecte desde sus propias historias. Si no, solo sería un buen chisme de familia. Lo universal es, no solo en el cine sino en la literatura y en cualquier obra, lo que hace que estas sean más valiosas y conecten desde las propias historias. En el caso de Amazona, nadie tiene una mamá como la mía pero de todos modos la gente se conecta desde su relación con sus hijos, se cuestiona un montón de cosas. Más que dar una respuesta contundente, lo que hace la película es que abre cuestionamientos acerca de la vida, la libertad, el amor, la maternidad.
La historia de Val es singular, poco frecuente. Pero Amazona afronta cuestiones que nos atraviesan a todas en algún momento. ¿Crees que además de hacerte entender a ti tu relación con ella, contar la historia abre otras posibilidades?
Claro. Cuestiones como qué significa ser una buena o mala madre, si eso existe o no existe. Hay mil cosas que, sobre todo las mujeres, estamos todo el tiempo preguntándonos. Pasa una cosa muy curiosa y es que a los jóvenes les encanta mi mamá y se identifican mucho más con esa libertad. A las mujeres muy adultas también. Pero los que son padres recientes, no. Me gusta que el personaje de mi mamá en la película genere muchas contradicciones con uno mismo, con las ideas que uno tiene de la vida, con qué se le pide a una madre.
En el filo entre contar una historia personal y que esta conecte con lo universal, ¿cómo trabajas el guión?
Trabajé el guión en la sala de edición. Empecé con una idea, tenía una intuición, grabé un montón de material, sabía un poco hacia dónde iba la película, qué quería decir y contar, pero realmente el guión se construyó editando. Teníamos 200 horas de material y había que armar una historia con un principio, un nudo y un desenlace. Trabajé con Gustavo Vasco editando durante ocho meses. Fue el momento más duro, pero también donde sale la historia. Y por eso Gustavo tiene crédito de guionista.
En los últimos años está apareciendo una ola de publicaciones sobre maternidades, no maternidad, deseo de ser madres, historias de mujeres que escapan a la norma y a la imagen de la “buena mamá”, sobre todo desde la literatura y el ensayo, ¿hay algún referente para ti sobre otras maternidades en el cine contemporáneo?
En cine yo no tengo referencias. En literatura sí hay bastantes referentes, pero no así en cine. Yo fui descubriendo que esa era mi película en el camino. Mis referentes siempre fueron películas personales –Alan Berliner, Sarah Polley con Stories we tell (2012)–, documentales autobiográficos, pero nunca el tema de la maternidad. Después fui descubriendo, ya cuando la película estaba a punto de lanzarse en Holanda (IDFA, 2016) ese movimiento de madres arrepentidas, maternidades que cuentan otros puntos de vista... Mi idea era contar la historia de mi mamá: su vida desde mi punto de vista de hija abandonada, sin juzgarla.
Desde que se estrenó en salas en Colombia en agosto se ha proyectado también en otros países, ¿cómo estás percibiendo la respuesta?
En Colombia fue increíble. La distribución acá es muy difícil en salas de cine y más para un documental. Al principio nos dijeron que estaba bien si conseguíamos 8.000 espectadores. Y fue sorprendente que la vieran 8.000 personas en el primer fin de semana. Estuvo seis semanas en cartelera y la vieron 32.500 espectadores. La respuesta del público fue arrolladora y funcionó muy bien el voz a voz. En España también ha ido muy bien, a pesar de que yo no he podido estar. Ahora se está empezando a distribuir por salas en México. En los festivales ha tenido también buena respuesta, sobre todo del público, que es lo más gratificante.
El público de Amazona ha podido seguir el proceso desde hace años por redes sociales: rodaje, producción, campaña de micromecenazgo… y en cierto modo estas formas deacompañamiento crean expectación. ¿Crees que eso repercute en salas y en la crítica?
Creo que es fundamental. Haber hecho el crowdfunding supuso tener una comunidad de apoyo. Hay un seguimiento y un interés. Eso puede ser bueno o malo. Donde hubiéramos salido con una película pésima y que no guste a nadie después de toda la expectativa creada desde 2012, habría sido terrible. Pero en este caso funcionó muy bien y había expectativa desde mucho antes del estreno.
Hace unas semanas se anunció un ciclo de cine colombiano en la Cinemateca Francesa. El ciclo incluye a siete directores y ninguna mujer y esto despertó una ola de críticas: hay mujeres dirigiendo, pero como en todas las disciplinas, mostrar su obra es mucho más complejo. ¿Se está haciendo algo organizado en Colombia desde el sector audiovisual para visibilizarlo?
En literatura sí está habiendo un movimiento de escritoras unidas para visibilizar que sí hay escritoras, porque es el colmo, pero desde lo audiovisual no mucho. Pedro Adrián Zuloaga, que es crítico de cine y comisario del FICCI, escribió un artículo, pero no hay un movimiento organizado.
¿Hay algún elemento de todo el proceso que, para ti como directora, haya sido clave?
Es imposible que yo hubiera hecho una película así sola. Para mí fue muy importante el acompañamiento de Nicolás Van Hemelryck. Es muy difícil mantener la distancia, el foco. Su trabajo y complicidad fueron fundamentales.
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porqué no venden el libro de la protagonista en papel ? es que acaso todo el mundo tiene que tener libro electrónico?
Qué bella y dura historia.
Me encantaría ver el documental en internet pero no lo he conseguido.
Gracias
Se puede ver en Madrid, en la Cineteca, hasta el viernes 22 de diciembre. Todas las sesiones a las 20,25h.