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Crisis climática
¿Las borrascas son cambio climático? La dificultad de adscribir un fenómeno al aumento de las temperaturas

Esta semana hemos vivido los últimos compases de la borrasca Jana, que ha dado paso casi sin solución de continuidad a Konrad. Este último fenómeno ya ha provocado desalojos preventivos en Jerez de la Frontera por miedo a la crecida del Guadalete.
Es un hecho que la tendencia de las últimas décadas muestra un aumento de las temperaturas causado por el ser humano y que el cambio climático potencia los fenómenos meteorológicos adversos haciéndolos más frecuentes e intensos. Sin embargo, no es tan sencillo adscribir el hecho llamativo de que hayamos vivido borrascas de gran impacto concatenadas este invierno —tres ocurrieron seguidas en enero— a la crisis climática.
Crisis climática
Crisis climática Acostúmbrese que vienen curvas: Filomena y la ‘jet stream’
La alteración en los últimos años de la corriente en chorro del hemisferio norte, presumiblemente debida al cambio climático, supone la aparición de episodios atmosféricos más acusados como es el caso de la borrasca Filomena.
Ernesto Rodríguez Camino, presidente de la Asociación Meteorológica Española (AME), explica que, para adscribir un fenómeno concreto al aumento generalizado de las temperaturas, hay que hacer estudios de atribución con modelos climáticos operados por ordenador. Estos informes tardan meses en publicarse, cuando ya ha pasado el foco mediático sobre un incidente concreto, y siempre tienen una “perspectiva probabilística”, no taxativa, explica el meteorólogo jubilado.
La existencia de más vapor de agua en la atmósfera podría haber potenciado las borrascas de este invierno, pero no se pueden atribuir a la crisis climática sin estudios que tardarán meses en llegar
El también meteorólogo Lluís Obiols especula que, al estar el aire en general más caliente por el aumento de las temperaturas, la existencia de más vapor de agua en la atmósfera podría haber potenciado las borrascas que han pasado por la Península este invierno. Eso sí, Obiols recalca que esto es una posibilidad, pero también es factible que no haya habido nada anómalo en las borrascas encadenadas de esta estación. “Yo lo englobaría en la normalidad, tenemos un clima muy variable”, declara el experto, que se remite a los estudios de atribución que se puedan hacer y arrojen cuán probable es que los fenómenos de las últimas semanas se hayan visto afectados por la crisis climática.
Diferenciar entre tiempo y clima
Para Rodríguez Camino, siempre es “una tentación” atribuir al cambio climático cualquier fenómeno extremo, pero “eso primero hay que demostrarlo y luego en muchos casos no es fácil”. “Cuando hablamos de climatología estamos hablando de muchos sucesos, y atribuir que un fenómeno único y aislado se debe al cambio climático es realmente difícil”, explica el meteorólogo, que subraya que la atribución siempre se hace en “términos probabilísticos”. El presidente de la AME pone un ejemplo con un dado: sacar dos seises seguidos es improbable, pero el que ocurra no demuestra que el dado esté trucado.
“Quizá lo sorprendente es que [las borrascas] sean muy seguidas, pero no deja de ser bastante normal”, dice Obiols. El meteorólogo opina que es posible que, como sociedad, nos hayamos “desacostumbrado” a vivir este tipo de fenómenos comunes en invierno porque las estaciones homónimas de los últimos años han sido (aún) más secas en un contexto en el que los periodos lluviosos se desestacionalizan y son más irregulares.
Ernesto Rodríguez Camino (AME): “Cuando hablamos de climatología estamos hablando de muchos sucesos, y atribuir que un fenómeno único y aislado se debe al cambio climático es realmente difícil”
“Lo normal es que tengamos borrascas de este tipo en invierno. Ha primado la circulación [de viento] más de suroeste y oeste, que nos trae lluvia”, expone Obiols, que dice que no se ha demostrado que haya ningún fenómeno común en el nacimiento de las últimas borrascas, por lo que es posible que el hecho de que hayan ocurrido una detrás de otra sea simple coincidencia. “Se tendría que estudiar si este tren de borrascas se ha visto incrementado” por el aumento de las temperaturas, finiquita Obiols.
El séptimo invierno consecutivo más cálido de lo normal
El pasado invierno, que en términos meteorológicos lo ha acotado la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) desde el primero de diciembre hasta finales de febrero, ha visto una temperatura media de 7,8ºC en la España peninsular, 1,2ºC más de la media histórica para esta estación. Este dato convierte al pasado invierno en el sexto más cálido de la serie (desde 1961) y el quinto más caluroso en lo que llevamos de siglo. Así se desprende del balance climático del invierno publicado por el organismo dependiente del Ministerio de Transición Ecológica este martes.
La Aemet califica diciembre de “cálido” y enero y febrero, de “muy cálidos” en este invierno que es el séptimo consecutivo por encima de la media de temperaturas —y teniendo en cuenta que, de los diez últimos, solo uno ha sido más frío de lo normal—. Además, este invierno ha sido el segundo consecutivo que no ha registrado ninguna ola de frío. Esto ha ocurrido, explica Rodríguez Camino, por la presencia de un anticiclón en el centro del continente que ha desviado la entrada de aire frío. Lo común es que este fenómeno se mantenga durante varias semanas y este año lo ha hecho durante más tiempo, pero entra dentro de la variabilidad climática, cuenta el presidente de la AME.
Este invierno ha sido el séptimo consecutivo en estar por encima de la media de temperaturas y es el segundo seguido sin olas de frío
En lo que respecta a precipitaciones, ha sido una estación seca. La media de precipitaciones en todo el territorio ha estado en los 145,9 mm, o lo que es lo mismo, el 77% del valor normal para esta estación. Dentro del trimestre, destaca el último mes del año pasado: fue el segundo diciembre más seco de este siglo.
El organismo encargado del pronóstico meteorológico predice una primavera con temperaturas “por encima de lo normal”, pero atestigua que no hay una tendencia clara en precipitaciones, por lo que se considera igual de probable que sea una primavera seca que una lluviosa.