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Crisis climática
Aviación, el sector que encubre (y multiplica) sus emisiones
La industria aeronáutica asegura que el sector solo causa el 2,4% de las emisiones globales, pero un informe de Stay Grounded eleva la cifra a entre un 5% y un 8%. La Comisión Europea advierte que las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes del sector podrían multiplicarse por ocho hasta 2050.
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Una industria en pleno auge, con guerra comercial incluida de plena actualidad entre Boeing y Airbus —los dos grandes fabricantes globales—, que da una idea del interés económico que tiene. De hecho, administraciones y constructores vaticinan un crecimiento anual de un 4,3% para las próximas décadas, un sueño húmedo capitalista que choca frontalmente con declaraciones institucionales de emergencia climática y marketiniananos con mensajes ecofriendly de compañías y constructores: la Comisión Europea prevé que las emisiones del sector comercial aeronáutico podrían multiplicarse por ocho en treinta años. Ahí es nada.
Stay Grounded, una coalición internacional de más de 150 organizaciones que abogan por poner freno al sector, ha publicado el informe El decrecimiento de la aviación: la reducción del transporte aéreo de manera justa, en el que saca los colores a una industria que ha sido y es especialmente mimada por los gobiernos, con exenciones fiscales, subvenciones y facilidades e infraestructuras de todo tipo. En Europa el queroseno de aviación está exento de impuestos, al contrario que otros hidrocarburos como la gasolina o el diésel que consumen los ciudadanos para desplazarse por tierra, y en España los vuelos internacionales no tienen IVA.
Doble o triple de emisiones
En el documento, “el primero que sistematiza no solo los impactos, sino también las medidas que se pueden implementar de una forma viable y realista para reducir el número de vuelos”, según señala Pablo Muñoz, coordinador de la campaña Quédate en Tierra de Ecologistas en Acción (EeA) —una de las organizaciones que forma parte de Stay Grounded—, se hace especial hincapié en que la cifra del 2,4% de emisiones globales procedentes de la aviación es errónea. “Según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) ese 2,4% corresponde a las emisiones de dióxido de carbono (CO2), pero los aviones también emiten otros gases y producen otros fenómenos: metano, ozono, hollín, estelas y nubosidad inducida… que hacen que la aviación podría contribuir con entre un 5% y un 8% del total de gases que producen el calentamiento global”, indica Muñoz.
Entre 1990 y 2010, mientras las emisiones globales aumentaron un 25%, las de la aviación se incrementaron un 70%
A este hecho se le suman las previsiones de crecimiento del sector, que estima que en dos décadas se duplique el número de pasajeros y de kilómetros recorridos por la aviación comercial. Una situación que puede aumentar el peso de esta industria en su contribución a la emergencia climática. “Se calcula que en los próximos 20 años se van a construir 39.000 aviones para satisfacer la demanda, y esto tiene unas implicaciones de emisiones: crecen un 2,5% por década y entre 1990 y 2010, mientras las emisiones globales aumentaron un 25%, las de la aviación se incrementaron un 70%”, denuncia el portavoz.
Sin alternativa
Las organizaciones en lucha contra la crisis climática señalan que “si hay un sector donde no queda otro remedio que decrecer es en el de la aviación”, tal como expone Nuria Blázquez, coordinadora de Transporte de EeA, “porque no hay realmente alternativas y no hay un avión comercial hoy cero emisiones”. Los esfuerzos de la industria por hacer aviones más eficientes, rebajando el peso de los aparatos con el uso de materiales compuestos y haciendo motores más eficientes, solo podrá reducir las emisiones un 2% en la próxima década, según los datos que maneja Stay Grounded, un decrecimiento que se queda en nada si se pone en el contexto de crecimiento del sector.
Blázquez es tajante: “No queremos la pesadilla de empezar a usar bioqueroseno”
El uso de biocombustibles tampoco es una opción para las organizaciones ecologistas. “Fundamentalmente se usa aceite de palma, lo que ha provocado una gran deforestación en el sudeste asiático y en otras zonas como Colombia o algunos países de África”, explica Blázquez. “Además, se cultiva en zonas de turberas tropicales que para cultivar requieren drenar el suelo y, al hacerlo, se libera el CO2 de las turberas”, añade. El resultado: el biodiésel de palma genera tres veces más emisiones que el diésel fósil, según Stay Grounded, y la soja dos veces más. Por ello Blázquez es tajante: “No queremos la pesadilla de empezar a usar bioqueroseno”.
El informe deja claras las alternativas y enumera toda una serie de medidas para hacer frente a esta situación. “Lo primero es reducir el tráfico aéreo”, señala la coordinadora de EeA, recordando medidas como la que propuso la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de eliminar el puente aéreo entre Madrid y Barcelona o la iniciativa para eliminar el vuelo Amsterdam-Bruselas, a apenas 200 km de distancia. Aunque estas medidas deben ir acompañadas, según Blázquez, de una moratoria en las infraestructuras aeroportuarias para eliminar riesgos: “Al eliminar el puente aéreo podría generarse más capacidad en los aeropuertos, que podría ocuparse con vuelos intercontinentales, con muchas más emisiones”.
Los ecologistas también aplauden la iniciativa del ayuntamiento de la capital catalana para fomentar que los desplazamientos de sus cargos y trabajadores sean por tierra y no por aire.
Iniciativas contrarias al discurso
Desde Ecologistas en Acción ven con preocupación las propuestas de ampliación de aeropuertos como Barcelona, Madrid o Palma que Aena ha puesto sobre la mesa, iniciativas contrarias a la declaración de emergencia climática propugnada por el Gobierno.
La introducción de un impuesto al queroseno es también una vieja reivindicación de los ecologistas, que abogan por “eliminar los privilegios de la aviación”, como apunta Blázquez, quien añade: “¿Cómo puede explicarse que los pañales tengan IVA y un vuelo internacional no?”.
Impuestos al carbono, tasas a los billetes de avión—ya en marcha en países como el Reino Unido— o la introducción de una tasa de viajeros recurrentes o por kilómetros recorridos son otras opciones que ponen sobre la mesa las organizaciones adscritas a Stay Grounded para el debate.
Por último, fomentar otras alternativas al transporte aéreo es crucial para reducir las emisiones de este sector. Desde Stay Grounded hacen especial hincapié en el tren. “Recuperar la red ferroviaria convencional y de trenes nocturnos, como el caso de la reapertura de la línea Viena-Bruselas, es fundamental para ofrecer una alternativa al avión”, apunta por su parte Pablo Muñoz.
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