Arte
Guerra, crisis migratoria y Unión Europea: el arte crítico de Avelino Sala en la primera Bienal de Malta

El salón español de la Bienal de Arte de Malta está ocupado por cinco creaciones del artista gijonés Avelino Sala en las que representa las similitudes entre las guerras pasadas y presentes, los estallidos sociales, la hipocresía de la ONU, lo performativo del silencio y la contrariedad de pertenencia a la UE.
Una de las 40 piedras que Avelino Sala muestra en su obra ‘Museo arqueológico de la revuelta’
Una de las 40 piedras que Avelino Sala muestra en su obra ‘Museo arqueológico de la revuelta’. Foto cortesía del artista.
@Guille8Martinez
16 abr 2024 06:00

Nadie nada por sí solo. Bajo esta premisa que evoca un sentimiento de pertenencia a la comunidad, el artista Avelino Sala participa en representación de España en la primera Bienal de Arte en Malta, que se celebra en Villa Portelli hasta el 31 de mayo. Comisariado por Ángel Moya, el creador gijonés presenta cinco obras vertebradas en torno al concepto “No one is an island” (nadie es una isla). Así ha denominado a esta colección de piezas artísticas que remiten a la globalidad de las revueltas locales, los desastres de la guerra y la Europa como fortaleza ante la crisis humanitaria, temas universales no exentos de cierta contradicción debido al lugar desde el que se tratan.

“Vivimos una época caótica, de vértigo, de abismos que se abren continuamente, de cambios necesarios que pueden contrastar el populismo, el nacionalismo y el constante rechazo o miedo a la diferencia y a la otredad”, introduce el artista nacido en 1972. Teniendo en cuenta esa premisa, Sala intenta conectar con el territorio en el que tendría lugar la exhibición: “Malta, en su condición de isla, me parece clave como zona de conflicto para tejer un discurso con varios proyectos diferentes que podían dialogar entre sí”. Y así lo ha hecho.

Dirigir un mensaje a lo colectivo y comunal ha sido la columna vertebral de un ideario ahora plasmado en dicha Bienal, cuyo pabellón español ocupan las creaciones de Sala. En ellas predomina el componente estético y visual, lo que no es óbice para que detrás emerja un translúcido mensaje que busca encontrar respuesta a algunas preguntas que siempre han acompañado al ser humano: quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos.

La guerra de antes, la guerra de ahora

En lo que él ha titulado Estadio del espejo, el artista confronta imágenes goyescas de las series Los Desastres y Los Disparates de la Guerra con imágenes extraídas de la prensa actual. Sala propone la idea de mirar en un espejo la propia condición de la existencia y su angustia, a la manera de Lacan, y por otro, confrontar la Historia del Arte con la realidad actual, haciendo un escaneo de nuestro tiempo a través de la mirada de Goya.

El resultado es tan sorprendente como angustiante dada la similitud de las escenas, unas 40 en total. Venimos de un lugar del que no hemos aprendido nada y del que emergen estas plumas, el material utilizado para la impresión de las imágenes. “Las plumas son algo que no tiene valor, ni peso, algo que se lleva el viento, lo que se presenta como una metáfora ligera y etérea”. Una metáfora que, explícitamente, muestra cómo los dramas bélicos de hace siglos se repiten con la crisis migratoria o el exterminio en Gaza, tal y como explica el propio autor, lo que confiere un halo de actualidad a la obra.

Piedras contra escudos

Cerca de estas plumas, colocadas unas enfrente de las otras, como si fueran el reflejo de los visitantes que pasean por la sala, se encuentra el Museo arqueológico de la revuelta, una obra en la que Sala lleva trabajando desde hace años. En ella, el artista se convierte en recolector de piedras llegadas de todas partes del mundo y utilizadas por el pueblo durante conflictos sociales que golpean cada región de las que proceden.

“Lo que tiene que hacer un artista es hablar de las problemáticas de la sociedad de su tiempo”, afirma Avelino Sala

Este juego irónico exhibido como si de una vitrina de archivo se tratara muestra una serie de piedras recogidas en diferentes manifestaciones de todo el mundo, de los cinco continentes. “Representa una crónica global de resistencia y que va más allá de las particularidades de cada una de las acciones de protesta para hablar de la necesidad de pasar a la acción ante el claro fracaso de las narrativas construidas hasta la fecha”, añade. Del total de casi 70 piedras que atesora, el asturiano ha podido mostrar en Malta unas cuatro decenas. “Esta obra encaja totalmente en el espacio, una villa de estilo italiano pero decadente, que casi se cae a cachos”, describe.

El poder como escudo. (Consejo de Seguridad de la ONU) es la siguiente intervención que Sala ha llevado desde España a la isla maltesa. De nuevo, el conflicto sale a la luz, ahora en forma de crítica por la violencia subrepticia que ejercen de manera constante los cinco países que controlan las Naciones Unidas. En este caso, ni siquiera pintaron las paredes de la salita que acoge los cinco escudos relativos a Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Reino Unido. “Me interesa la idea de la hipocresía de estos países, en cuyas manos está la paz y la guerra mundial”.

Así pues, la instalación presenta las banderas de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU en escudos antidisturbios de la Policía vandalizados por el lanzamiento de una pintura de los mismos colores que dichas banderas. “Aquí la metáfora visual funciona sobre un objeto que es capaz de rebotar todo contra él. Estos países son los que deciden si hay o no veto a un alto el fuego y quienes realmente controlan la guerra y la paz en nuestro mundo”, comenta con espíritu crítico el autor.

El silencio transformador

Le sigue una pieza de vídeo en donde el silencio y lo metafórico toman forma. Llamado 4’ 33’’ minutos de silencio de minutos de silencio, este tríptico se inspira en la obra musical de tres movimientos de John Cage 4'33" (1952). Mientras que las interpretaciones de la partitura de Cage enfatizan sonidos ambientales, el vídeo mudo registra imágenes de políticos, conductores, atletas y espectadores detenidos en masa para honrar a los fallecidos en accidentes, terrorismo o catástrofes naturales.

Aquí, Sala se apropia de las imágenes de televisión de diversos canales de todo el mundo para crear un metalenguaje de minutos de silencio con minutos de silencio, sin desperdiciar la ambivalencia y resortes que puede activar también la idea de lo absurdo. “Esta visión de deportistas congelados temporal y espacialmente que vemos en los vídeos me parece especialmente relevante en relación con las guerras culturales actuales”, reflexiona.

El artista no se olvida de cómo, en 2018, una presentadora de Fox TV le dijo a LeBron James “cállate y regatea”. Esto animó al jugador a organizar More Than a Vote, una iniciativa que ayudó a aumentar su influencia política especialmente después de que los Lakers ganaran el campeonato de la NBA en 2020. “El vídeo de los deportistas inmóviles contradice el silencio que se espera de ellos, ya que el propio silencio se postula aquí como una poderosa forma de activismo”, considera el creador.

Un plan de fuga para la UE

Por último, el autor aborda la identidad nacional y supranacional creada en torno a la Unión Europea (UE) con su instalación Plan de escape. La metáfora se yergue de nuevo como el principal motor de la obra: todas las banderas que integran la UE salen anudadas de un mástil colocado dentro de una sala. Como si se tratara de una suerte de fuga de prisión, las telas atadas unas a otras terminan huyendo por una ventana que da a la calle de esta Villa situada en la ciudad de Kalkara.

“Intento no hablar por la gente que sufre estas problemáticas, porque tienen su propia voz, pero sí persigo plantearlas en espacios de arte para que también ahí se visibilicen”, resume Sala

“Es una forma de dejar abierta esa ventana, como una idea conceptual de que no queda muy claro qué es la UE, un espacio en el que algunos quieren entrar y otros salir”, enfatiza al respecto. “El desmantelamiento de las instituciones es un efecto evidente de la crisis en la que estamos inmersos, del agotamiento de las ideologías, del descreimiento y la alienación de los seres humanos”, añade tajante.

¿Desde dónde se crea el arte de los desamparados?

De entre más de 2.500 propuestas artísticas de más de un centenar de países y 20 pabellones nacionales, el equipo de la Bienal ha seleccionado 80 artistas internacionales para esta primera cita. Sala ha sido uno de ellos: “Yo creo que lo que tiene que hacer un artista es hablar de las problemáticas de la sociedad de su tiempo. En el fondo, generamos unos artefactos, generalmente visuales, en los que intentamos desarrollar estos conflictos contemporáneos”, subraya.

Para Sala, no tiene sentido crear una obra de arte cuyo fin último sea únicamente la belleza, lo estético. “Yo prefiero tocar algunos temas para hacer que la gente pueda pensar de otra manera y cambie la concepción que tenía de ellos. No se hará la revolución, pero todo suma”, dice.

Por otro lado, este artista es consciente de la contradicción de que un hombre español de clase media y ligado al mundo del arte sea el autor de obras que versan sobre conflictos que, con toda probabilidad, nunca llegará a sentir en su propia piel: “El arte contemporáneo ya es un mundo de contradicciones en sí mismo. Yo intento no hablar por la gente que sufre estas problemáticas, porque tienen su propia voz, pero sí persigo plantearlas en espacios de arte para que también ahí se visibilicen”, concluye.

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