Argentina
Martín Mosquera: “Estas elecciones marcan el fin de un ciclo de la política argentina”

Martín Mosquera es editor de la revista Jacobin América Latina. Analiza la irrupción de la ultraderecha de Javier Milei como el fin de una época, independientemente de lo que ocurra en la cita electoral del 19 de noviembre.
Martín Mosquera,  editor de Jacobin América Latina.
Martín Mosquera, editor de Jacobin América Latina. Foto: cedida por el entrevistado

@cevaldiez

Buenos Aires (Argentina)
17 nov 2023 06:00

Martín Mosquera es licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, docente y editor de Jacobin América Latina. Sus investigaciones se centran en los estudios marxistas contemporáneos sobre el Estado y la política. Para Mosquera, el actual proceso político de Argentina, que terminará de definirse en la segunda vuelta del próximo domingo 19 de noviembre, marca un cierre de ciclo. Gane quien gane, señala el investigador, esta nueva etapa que comienza ya no estará, como en los últimos 20 años, signada por la polarización kirchnerismo/antikirchnerismo. La irrupción de la ultraderecha, un fenómeno global pero que en Argentina aparece de modo tardío respecto a otros lugares del mundo, responde, según Mosquera, a la falta de respuestas de las dos coaliciones mayoritarias que se venían turnando en el poder, pero, y fundamentalmente, de un peronismo que hasta ahora había funcionado como un factor de orden. El malestar social, en este caso, se ha canalizado por la derecha y auspiciado el nacimiento de Milei.

Escribiste un artículo después de las primarias obligatorias (PASO), que se viralizó mucho y en el que das cuenta de la conmoción que significó en el mapa político argentino la irrupción de la extrema derecha, ¿qué nos puedes decir sobre eso ahora que ya pasó la primera vuelta y Massa (o el peronismo) dieron vuelta la elección?
Efectivamente, las PASO fueron una conmoción que no se reduce a la elección de Milei, sino que tiene toda una serie de dimensiones. Pondría en el centro la crisis del peronismo, una crisis que habría que analizar incluso más allá de cuál sea el resultado el 19 de noviembre. Una hipótesis que no se está evaluando lo suficiente es la posibilidad de que Milei acceda al Gobierno, algo que parecía imposible el 12 de agosto, y que el 13 se veía casi inevitable. En la elección del 22 de octubre, hubo algunos efectos contrarrestantes, el resultado de Milei no mejoró, pese a que en general hay un efecto positivo en torno al ganador, y una cierta fuerza propulsiva, y quedó clavado en el 30%. Pero el dato de la elección del 22 de octubre fue la recuperación del peronismo en más de 10 puntos en un contexto económico adverso, que terminó en 36 o 37 puntos. Eso proyecta sobre la elección del segundo turno una elección de final abierto.

Al menos desde la restauración democrática [1983], cada vez que surge una gran crisis económica —en el 89 con la hiperinflación, en el 2001, y con la crisis del macrismo en 2018-2019—, el peronismo siempre apareció como un factor de orden

En ese mismo artículo dices que, por su rol histórico, esta crisis del peronismo es comparable con una crisis del Estado…
Sí, el peronismo en Argentina no es un partido como cualquier otro, es un partido que tiene enormes raíces sociales, es el centro del sistema político, y tiene una capilaridad social militante y en las estructuras del Estado. Además, al menos desde la restauración democrática, cada vez que surge una gran crisis económica —en el 89 con la hiperinflación, en el 2001, y con la crisis del macrismo en 2018-2019—, el peronismo siempre apareció como un factor de orden. Esto es en parte por sus propias peculiaridades, pero también por sus vínculos con los movimientos sociales o con el movimiento obrero, que le permite, a condición de ciertas concesiones sociales, restablecer la institucionalidad estatal. Peculiaridades que, en este proceso político, han puesto en crisis al mismo peronismo, es decir, a ese fenómeno político que le ponía un límite a la crisis. Por eso también estamos viendo la emergencia de fenómenos tan extremos, lo que pasa cuando entra en crisis la última barricada que tiene el sistema político contra una crisis más aguda, es que emerge una figura extravagante y exterior al sistema político, como Milei. 

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¿Y qué pasó el 22 de octubre?
Lo que vimos el 22 de octubre fue una cierta demostración de resiliencia del peronismo. Yo creo que la crisis tiene que ver con una ruptura del sujeto social del peronismo que surgió en el 2001, es decir, una ruptura entre trabajadores formales e informales, y que eso generó un proceso que al peronismo le cuesta. Pero sobre todo es una crisis producto de los últimos cuatro años del peronismo en el poder, a diferencia de las anteriores crisis económicas argentinas (1989, 2001, 2018-2019), donde estaba en la oposición, un poco a la espera de poder aparecer como el factor de orden. Hay otro elemento de mucha importancia para pensar porque emerge un fenómeno de extrema derecha, que es un peronismo que tiene rasgos muy progresistas, al menos superficialmente. Eso hizo que el malestar social se empezará a metabolizar por derecha, el colapso de una experiencia asociada a valores de izquierda, y del progresismo, como la distribución de ingresos, los derechos humanos, la movilización social, etc, todos valores asociados a los últimos 20 años del kirchnerismo.

La crisis tiene que ver con una ruptura del sujeto social del peronismo que surgió en el 2001, es decir, una ruptura entre trabajadores formales e informales, y que eso generó un proceso que al peronismo le cuesta

¿La figura de Massa también tiene que ver con esta recuperación del peronismo?
La figura de Massa tiene muchas dimensiones, pero si uno mira el fenómeno desde cierta distancia, lo que genera mucha sorpresa es que el ministro de Economía, de una economía al borde del colapso, con 140% inflación y con un enorme deterioro del salario, sea un candidato competitivo. Sin embargo, Massa tiene algunas virtudes que explican que haya podido desarrollar esta recuperación.

Primero, virtudes por encima del promedio de políticos, con un profesionalismo y una capacidad política importantes. Milei es casi lo contrario, alguien extravagante, inestable, y que improvisa mucho. La otra cuestión es que estar en las palancas del Estado no es menor, aun cuando está gestionando la crisis, porque le permitió a Massa —y esta es una de las razones que explican la recuperación entre el 13 de agosto y el 22 de octubre—, desarrollar toda una serie de políticas de redistribución social, que tuvieron su impacto. Incluso, diría que estar en la cima del aparato estatal, le permitió disciplinar al peronismo, porque lo que se mostró también fue la fortaleza de un aparato que se puso a jugar a pleno. Y lo otro es el miedo a Milei, cualquier persona que hubiese ido contra Milei se hubiese beneficiado del temor que genera su programa, sus rasgos conductuales, su inestabilidad emocional, su imprevisibilidad, o cierta promesa de ingobernabilidad.

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¿Esos factores pueden influir de la misma manera de cara a la segunda vuelta?
Esa es la pregunta del millón. De cara a la segunda vuelta pienso que hay tres elementos que destacar y que pueden indicar mucho sobre el resultado final. Primero, en los distritos donde prevalece el asalariado formal, el voto a Milei es menor, es un voto más alto donde hay asalariados informales, es decir, entre los que ya no tienen nada que perder. Ahora, aquellos que sí tienen que perder, que tienen salarios por convenio, aguinaldos (paga extra) o indemnización, en esos sí hay temor a Milei.

El segundo elemento a tener en cuenta, y que también se vincula con el temor a Milei, es qué va a pasar con el votante de Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio), sobre todo del componente más radical (Unión Cívica Radical), que no es un partido de derecha tradicional, sino un partido liberal democrático. Ahí hay una franja de sectores medios bastante sensibles a la cuestión democrática, que uno pensaría que no le es tan fácil de absorber a Milei, sobre todo después de haber tenido un sinfín de declaraciones de rechazo de la figura de [el ex presidente] Ricardo Alfonsín, y de otras grandes figuras de la tradición radical. Tal vez, un tercer elemento, que está cobrando bastante importancia estos últimos días, es que empezó a haber una cierta reacción de la sociedad civil contra Milei.

Entonces, ese miedo que genera, por razones sociales o por razones democráticas, puso en movimiento un agente político que no es el Gobierno, y esto es importante porque no hay nadie que tenga menos credibilidad para mostrar la amenaza que representa Milei que Massa, el tipo que hoy está ajustando, y el responsable del 140% de inflación. Sí aparecen movimientos sociales, y clubes de barrio, diciendo estar en contra de la privatización, si aparecen tribus urbanas y jóvenes feministas, bueno, esas son fuerzas sociales que tienen su peso. 

Lo que genera mucha sorpresa es que el ministro de Economía [Massa], de una economía al borde del colapso, con 140% inflación y con un enorme deterioro del salario, sea un candidato competitivo

Sí, pero también están quienes señalan que esa fuerza social surge de una clase media que ya está convencida de no votar a Milei, y que eso no interpela a las grandes mayorías populares que son las más afectadas por las políticas de ajuste…
Es probable que algo de eso pese también. Hay que ver qué está pasando en los barrios populares, o en los barrios de clase trabajadora. Para mí el temor a Milei tiene dos fuentes sociales, sectores que están más preocupados por la amenaza democrática que representa Milei, y eso está más vinculado a las clases medias, y sectores más preocupados por la amenaza social a los derechos laborales, más vinculado a la clase trabajadora. Yo creo que todas estas reacciones, por lo que estoy escuchando y viendo estos últimos días, hablan de algo que se activó con fuerza hace muy pocos días, y que empieza a tener peso también en barrios del conurbano, o sea, barrios donde vive la clase trabajadora o en los sectores más pauperizados de la sociedad. Entonces, no tengo una respuesta definitiva sobre la cuestión, y tampoco tengo un panorama muy claro sobre todas estas iniciativas que van surgiendo, pero es cierto que en principio hay un sesgo sociológico de esas movilizaciones que tal vez no penetran en un universo importante del voto a Milei.

Respecto a este avance de la ultraderecha, además de una crisis del Estado por su falta de inclusión de amplios sectores de la población, ¿estamos frente a una crisis de democracias que ya no representan? 
Sí, cuando me refiero a la crisis del Estado, lo pienso en el sentido de una crisis orgánica, de la que hablaba Gramsci, que incluye una crisis de representación, es decir, una ruptura entre los representantes y los representados. Ese es el contexto ideal para que emerjan líderes providenciales, o figuras exteriores al sistema político con muy poco pasado, y que representan de forma acelerada el descontento social. Creo que lo que está pasando es que hay un sector muy amplio de la población que —como la crisis económica ha sido muy duradera y ya ha afectado a dos gestiones de dos de las coaliciones mayoritarias (peronismo/kirchnerismo y Juntos por el Cambio)— empieza a pensar que tal vez los responsables son todos los políticos. O sea, no es que la crisis afecta a un sector y lo capitaliza el otro, sino que afecta a todos, y ahí sí empieza a generar un malestar social que lo empiezan a capitalizar estas figuras exteriores y extremistas.

Pero esto no es característico o exclusivo de Argentina, sino que estamos viendo una avalancha de extrema derecha, o de derecha alternativa, en todo Occidente, que posiblemente esté expresando una tendencia a la crisis de la democracia liberal tal como la conocemos, que está perdiendo su capacidad de hacer exitosa la representación política de los distintos sectores sociales. Creo que eso es un dato de esta etapa, y por eso vemos que la extrema derecha es un fenómeno global, tal vez el mayor fenómeno político surgido luego de la crisis de 2008, con figuras como Trump, Bolsonaro o Meloni.

En los distritos donde prevalece el asalariado formal, el voto a Milei es menor, es un voto más alto donde hay asalariados informales, es decir, entre los que ya no tienen nada que perder

Hablas de un bloque neoliberal progresista…
Es un poco la explicación que da Nancy Fraser, que explica que en los 90, después de una primera etapa más autoritaria del neoliberalismo, hubo una especie de alianza, o una apropiación superficial de demandas feministas, multiculturales, LGTB y democráticas, y una política económica neoliberal. Eso fue, por ejemplo, en la llamada tercera vía de los años 90, con Tony Blair, Bill Clinton, Schroeder y continua hasta hoy. Esa combinación de políticas progresistas y de una política económica neoliberal, unificó un bloque de oposición de demandas de protección económica con el rechazo a las políticas de reconocimiento progresista, y por eso adquirió la forma de un populismo reaccionario. Esa es la explicación que Fraser da de lo que globalmente denomina como populismo de derecha, o de extrema derecha, y que me parece que tiene algo que ver también con lo que pasa en Argentina. Lo otro que pasó es que las políticas económicas neoliberales también se aplicaron en el nombre de su contrario, es decir, en nombre de una política progresista con intervención del Estado, y por eso la reacción a las políticas de gobierno adquirió un perfil tan anti estatista. Paradójicamente, un discurso con características tan extravagantes, penetró en sectores sociales que dependen mucho de la asistencia estatal, y me parece que tiene que ver con este rasgo adicional del neoliberalismo progresista argentino, que es haberle adjudicado una racionalización progresista a una política económica neoliberal. 

Entre otras cosas, cuando hablas de la posición del trotskismo frente a las elecciones, señalas que muchas veces la izquierda, pone más énfasis en el ataque a las corrientes reformistas, o progresistas, que a la extrema derecha. ¿Cómo ves la decisión del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) de mostrarse neutral de cara a la segunda vuelta?
Bueno, hay que decir que hubo una fuerza, de las cuatro fuerzas que componen el FIT, que finalmente vota a Massa. Pero mayoritariamente la izquierda argentina se muestra abstencionista y neutral, en una segunda vuelta donde hay un combate entre fuerzas de extrema derecha y fuerzas progresistas, o no tan progresistas, porque Massa representa el ala más de derecha de la coalición de gobierno. Creo que es un error estratégico, serio, y que la máxima prioridad de la izquierda es evitar un gobierno de extrema derecha, un gobierno que significa una amenaza de la libertad democrática y que puede representar una derrota catastrófica para los trabajadores. Lamentablemente, no me sorprende, porque viene siendo un patrón de estas organizaciones, y creo que tiene relación con su propia tradición, muy equívoca, porque los escritos de Trotsky de los años 30 son de los más importantes que se escribieron sobre el fascismo y ponen eje, justamente, en los marcos de unidad de acción defensivos contra la extrema derecha. Quienes decían que era todo lo mismo eran los estalinistas de los años 30, no los trotskistas. Por el contrario, Trotsky y Gramsci, en clara minoría, denunciaron esa política.

Hoy se está terminando el tipo de polarización kirchnerismo/antikirchnerismo que organizó la política argentina de estos últimos 20 años

Creo que hay una gran subestimación de la amenaza que representa Milei, y una cierta fantasía de que el ascenso de Milei va a ser respondido necesariamente por grandes explosiones sociales, y eso, en general, tiene de fondo una lógica donde el enemigo próximo es el enemigo principal. Creo que todo eso configura un universo político, y una forma de pensar no solo muy equivocada, sino que va a ser muy perjudicial para las propias fuerzas que lo están implementando. Y te diría que va más allá, porque queda muy asociado a razonamientos un poco alucinados sobre cómo actuar en esta situación.

¿Este cimbronazo nos obliga a plantear nuevas lógicas para pensar el escenario político argentino? 
Creo que estas elecciones, sea cual sea el resultado, marcan el fin de un ciclo. Hoy se está terminando el tipo de polarización kirchnerismo/antikirchnerismo que organizó la política argentina de estos últimos 20 años. No desapareció, pero ya hay sectores populares, y sectores de la clase trabajadora más pauperizada, que han roto sus vínculos con el kirchnerismo, y eso es un dato nuevo. No habría extrema derecha si no hubiera una ruptura previa entre la clase trabajadora, o los sectores populares, y los instrumentos políticos que sentían como propios. Si emerge Milei en los barrios populares es porque la gente no vota más a Cristina [Fernández de Kirchner], o a sus candidatos. Entonces, estamos viendo una serie de cambios tectónicos que va a llevar su tiempo analizar, porque no es fácil cuando hay grandes mutaciones en la situación social y política captar todos esos fenómenos en tiempo real, pero lo que sí puedo decir, es que, gane quien gane, se abre un nuevo periodo.

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