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Argentina
Los 10.000 comedores populares se resisten a desaparecer en la Argentina ultraliberal de Milei
“Quienes nos piden un sacrificio no se ponen en nuestra piel”, dice Delia, encargada de llevar adelante uno de los cinco comedores populares que tiene el Polo Obrero en Villa Soldati, barrio de la zona sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ella hace referencia a las declaraciones de diferentes funcionarios y economistas ligados al Gobierno de Javier Milei, quienes defienden el ajuste de las cuentas públicas. Uno de ellos es el ministro de Economía, Luis Caputo, quien para Navidad difundió un mensaje en sus redes sociales para agradecer por el “sacrificio” que se está realizando.
“El sacrificio lo hacemos todos los días, o no comemos”, repite la mujer que se acercó hace nueve años a la organización que depende de la agrupación trotskista Partido Obrero, y que forma parte del Bloque Unidad Piquetera, quienes junto a otros movimientos sociales realizaron la primera manifestación pública de oposición a Javier Milei diez días después de su asunción presidencial.
“Quienes nos piden un sacrificio no se ponen en nuestra piel”, dice Delia, encargada de llevar adelante uno de los cinco comedores populares que tiene el Polo Obrero en Villa Soldati
El 20 de diciembre pasado, en conmemoración de la masacre del 19 y 20 de diciembre de 2001 que marcó la renuncia del entonces presidente Fernando De la Rúa y que terminó con 39 personas asesinadas en manos del Estado, los partidos políticos y los movimientos sociales de izquierda realizaron una concentración hacia Plaza de Mayo, donde está ubicada la Casa Rosada, para denunciar el “ajuste económico”. El Gobierno nacional, de la mano de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, realizó un megaoperativo que incluyó una razzia policial en el transporte público para impedir que manifestantes se acercaran a la movilización.
A un mes de aquella marcha, y a cinco semanas de la asunción presidencial, los movimientos sociales se muestran “preocupados y en estado de alerta” por la situación que se vive en las diferentes ciudades del país. “En este tiempo se acercó mucha más gente, tenemos casi 200 personas en lista de espera”, cuenta Delia, quien junto a cinco cocineras más y desde las 8 de la mañana preparan viandas diarias para 160 familias en el comedor del Barrio Fátima, ex Villa 3, ubicado en Villa Soldati.
En la Ciudad de Buenos Aires, el Polo Obrero tiene 16 comedores donde 2.000 familias reciben alimentos diarios. Además de preparar las comidas, la organización social se encarga de los gastos de funcionamiento de cada lugar, por eso Delia señala el aumento del precio del gas envasado para el funcionamiento de las cocinas de “un 100%”. La organización estima que más de 5.000 familias esperan para poder ingresar a uno de sus comedores.
En toda Argentina se calcula que en total hay 10.000 comedores que llevan adelante diferentes agrupaciones sociales, políticas, comunitarias y vecinales
A nivel nacional se calcula que en total hay 10.000 comedores que llevan adelante diferentes agrupaciones sociales, políticas, comunitarias y vecinales. Una de estas organizaciones es Libres del Sur, quien tiene más de 2.700 comedores donde alimentan a 178.820 personas.
Otro de los movimientos sociales que tiene comedores y merenderos en el país es el Frente Popular Darío Santillán. Esteban Marcioni, su referente nacional, denuncia que durante este mes de gobierno no recibieron ayuda alimentaria: “Desde que asumió Milei no nos están dando ningún tipo de alimento”. Ante la pregunta de cómo hicieron estas semanas para alimentar a las familias, responde: “Estiramos el resto de los recursos que nos entregaron las provincias y los municipios, pero eso tiene un límite muy corto. Estamos vaciando los depósitos, ¿qué va a pasar cuando los municipios o las provincias no tengan?, no lo sabemos”.
El Frente lleva el nombre de Darío Santillán, el joven asesinado junto a Maximiliano Kosteki por la Policía Bonaerense el 26 de junio de 2002, en la Masacre del Puente Pueyrredón, cuando trabajadores y trabajadoras desocupadas realizaban una protesta por la crisis económica. La organización se terminó de formar bajo este nombre en 2004, entre una síntesis de movimientos piqueteros, sociales y estudiantiles.
“Por el incremento de precios, están viniendo muchos jubilados a buscar la comida. Es un fenómeno en gente adulta que no lo vivíamos, gente que cobra la jubilación mínima y no le alcanza para comer”
En la actualidad, en la Provincia de Buenos Aires tienen alrededor de 60 comedores y alimentan a 8.000 personas. Desde que asumió el nuevo Gobierno, Marcioni cuenta una particularidad que están viendo: “Por el incremento de precios, en las últimas semanas están viniendo muchos jubilados. Viene gente caminando de otras localidades a buscar la comida. Es un fenómeno en gente adulta que no lo vivíamos, gente que cobra la jubilación mínima y no le alcanza para comer”.
A pesar del incremento de las personas que se acercan a los comedores bonaerenses, Marcioni explica: “En Buenos Aires todavía no estamos en una situación de tener que cerrar comedores. En otras provincias, sí. Como, por ejemplo, en Salta, Tucumán y Jujuy, donde la asistencia provincial es nula y todo lo que se recibe es por Nación [gobierno central]”.
Sobre esto último, se muestra preocupado por lo que se avizora para las próximas semanas: “Se va a poner más complejo. Históricamente, los conflictos en la Argentina se desarrollan desde la periferia al centro. Vamos a un escenario de mayor conflictividad, las relaciones sociales van a estar explotadas”.
“En Buenos Aires todavía no estamos en una situación de tener que cerrar comedores. En otras provincias, sí, donde la asistencia provincial es nula y todo lo que se recibe es por Nación”
“Veníamos de una situación muy complicada, esto lo que está haciendo es profundizarla”, dice Marcioni, quien además se muestra preocupado “Si no hay respuesta, si el Gobierno nacional no incorpora algo del termómetro de la situación en los barrios populares, vamos a un escenario de mucha conflictividad”.
Ante la emergencia social que se avecina, Javier Milei, su ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y su ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, tienen una política clara para intentar controlarla: la amenaza de la represión a la protesta social y la advertencia de quitarle los planes sociales a quienes deciden manifestar.
“Muchos compañeros y compañeras tienen miedo de ir presas, pero no nos vamos a quedar en casa. Marchamos, o no comemos”, sentencia Delia mientras piensa cómo hacer para que rinda la comida ante la demanda del hambre.