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Arabia Saudí
La Supercopa, Cristiano Ronaldo y el ‘sportwashing’ de Arabia Saudí
“¡Geri, enhorabuena! Y no me refiero, ni al partidazo de ayer, ni a tu gol. Me refiero a que ya son más de las 12 y por lo tanto ya es firme el acuerdo con Arabia Saudí. Un abrazo, gracias por todo y aquí estoy para lo que necesites”. Así felicitaba Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), a Gerard Piqué en septiembre de 2019 por el acuerdo cerrado con Arabia Saudí en un audio que publicó El Confidencial. La final de la Supercopa que disputarán este domingo Real Madrid y Barcelona en el estadio del Rey Fahd es la consecuencia directa de aquel acuerdo entre la RFEF y el país saudí con la empresa Kosmos, de la que Piqué es copropietario, como intermediario.
Desde la RFEF destacan el éxito de público en las semifinales, a pesar de los grandes claros que se veían en las gradas. Los aficionados saudíes pueden disfrutar del tercer torneo de fútbol masculino más importante de España gracias a los 40 millones de euros por edición que su gobierno paga a la RFEF según se firmó en el acuerdo que está siendo investigado actualmente por la Fiscalía Anticorrupción.
Igual que hizo con motivo del Mundial de Qatar, Xavi Hernández también ha defendido el traslado del torneo a tierras árabes. “Evidentemente hay un negocio detrás y por el bien del fútbol español, venimos aquí”, dijo el entrenador del Barcelona. “También había mucha crítica a Qatar y después la gente que ha ido a Qatar ha visto que no es para tanto. Evidentemente, como país, Arabia Saudí seguro que tiene cosas que mejorar, como nosotros en España tenemos 200 cosas que mejorar”, añadió.
Entre las cosas que Arabia Saudí tiene que mejorar, Amnistía Internacional denuncia numerosas violaciones de los derechos humanos. Como las 233.000 personas que la organización calcula que han muerto desde 2015 como consecuencia de la guerra iniciada por el gobierno saudí en Yemen o casos sangrantes, como la condena a 34 años de cárcel sobre Salma al-Shebab por difundir a través de Twitter mensajes en defensa de los derechos de las mujeres o las 128 personas ejecutadas el pasado año en el país.
En esta tercera edición de la Supercopa disputada en Arabia Saudí, el impacto de las críticas se ha ido diluyendo, repitiendo el caso reciente del Mundial de Qatar, en el que el fútbol terminó absorbiendo toda la información y tapando las críticas
Estas denuncias no son nuevas y generaron bastante polémica cuando el acuerdo entre la RFEF y Arabia Saudí se hizo público. Igual que se criticó la necesidad de cambiar las fechas de la competición para adaptarse a las temperaturas más soportables del invierno en la península arábiga, la dificultad para que los aficionados españoles pudieran seguir a su equipo o el reparto desigual de los ingresos a los clubes participantes, condicionando la cantidad recibida por la RFEF a la presencia de Real Madrid y Barcelona. En esta tercera edición disputada en Arabia Saudí, el impacto de las críticas se ha ido diluyendo, repitiendo el caso reciente del Mundial de Qatar, en el que el fútbol terminó absorbiendo toda la información y tapando las críticas.
Sportwashing
Que Arabia Saudí pretende desarrollar la industria del entretenimiento y del deporte no es ningún secreto y tampoco una novedad. Ya lo estableció como uno de los puntos estratégicos en el programa Saudi Vision 2030, publicado en 2016. Tampoco fue una idea original, ya que sigue las trazas que ya presentaron sus vecinos con los planes Qatar Vision 2030, Egipto Vision 2030 o Dubai Vision 2030. Todos pretenden reducir la dependencia del petróleo en la economía del país a través del desarrollo de otros sectores. El deporte, además, se utiliza como herramienta de propaganda, capaz de llegar a grandes masas de población y transmitir una imagen más positiva del país.
Así se explica el reciente fichaje de Cristiano Ronaldo por el equipo saudí Al Nassr, que le ha convertido en el futbolista mejor pagado del mundo. Los 200 millones de euros que se calcula que cobrará el portugués por temporada están muy lejos de su valor real de mercado, pero Arabia Saudí lo considera como una inversión que confía en que contribuya a desarrollar el fútbol en el país y aumentar el interés sobre la liga local. Lo mismo ocurre con el rally Dakar, que se disputa en el desierto arábigo, a pesar de llevar el nombre de la capital de Senegal y que, este año, coincide en tiempo y espacio con la Supercopa de España. Asimismo, hace poco más de un año se concretó la compra del Newcastle, de la Premier League inglesa, por parte del fondo de inversión público de Arabia Saudí y al que esperan situar en unos años entre los clubes más importantes del mundo.
La apuesta del Gobierno saudí por el deporte es más ambiciosa y se concreta en la candidatura, junto a Egipto y Grecia, para organizar la Copa Mundial de Fútbol de 2030, para la que compite con la candidatura de Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile
La apuesta del Gobierno por el deporte es, si cabe, más ambiciosa y se concreta en la candidatura, junto a Egipto y Grecia, para organizar la Copa Mundial de Fútbol de 2030, para la que compite con la candidatura de Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile. Se da la paradoja de que esta última está apoyada por el capitán de la selección argentina, Lionel Messi, quien firmó un acuerdo de promoción turística con Arabia Saudí. Asimismo, el pasado verano se confirmó la elección de Trojena como sede de los Juegos Asiáticos de invierno de 2029, para los que se está construyendo este resort de montaña en pleno desierto, a escasos 50 kilómetros del golfo de Aqaba.
MBS
Todo forma parte de la estrategia que Arabia Saudí lleva implementando desde 2016 y en la que el protagonismo del príncipe heredero es notable. Mohamed bin Salman apareció en el primer plano internacional en 2015, con apenas 29 años, cuando su padre, Salmán bin Abdulaziz, heredó el trono saudí y fue nombrado ministro de Defensa. Poco después ordenó el inició de los ataques sobre Yemen para frenar el ascenso de los hutíes, apoyados por el gobierno de Irán, rival saudí en el liderazgo de Oriente Medio.
En 2017, un golpe palaciego apartó del poder al heredero, Mohamed bin Zayed, sustituido por su sobrino, el propio bin Salmán, conocido como MBS. De paso, terminó con la tradición saudí de pasar el reinado de hermano a hermano y será MBS, hijo del actual rey, quien herede el trono.
La subida y progresiva acumulación de poder de MBS ha ido dando lugar a un proceso de apertura al exterior por parte del gobierno saudí. Así, se han implementado medidas liberalizadoras de la economía, incluyendo la entrada de capital extranjero en empresas de propiedad estatal. Al mismo tiempo, se ha rebajado un poco la presión social, autorizando la apertura de cines o permitiendo a las mujeres conducir vehículos. La puesta en marcha de la liga de fútbol o de la selección nacional femenina, defendida por la RFEF como resultado del acuerdo común, se enmarcaría dentro de este proceso de apertura.
Por otro lado, la subida al poder de MBS también ha tenido como consecuencia un incremento de la represión y la censura, reflejada en los informes de violaciones de los derechos humanos presentados por Amnistía Internacional y que vivieron su momento más mediático con el asesinato en 2018 del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi.
El objetivo de MBS es consolidar la posición de Arabia Saudí frente a la otra potencia en la región, la República Islámica de Irán, y la creciente posición de Qatar
El objetivo de MBS es consolidar la posición de Arabia Saudí frente a la otra potencia en la región, la República Islámica de Irán, y la creciente posición de Qatar. En 2017 lideró el bloqueo sobre la península gobernada por la familia Al Thani, que finalizó en 2021 sin que Qatar hubiera tenido que aceptar ninguno de los puntos establecidos por Arabía Saudí y que incluían, entre otros, el cierre de la cadena Al Jazeera. La vuelta a las buenas relaciones con los vecinos qataries se expuso al mundo con la presencia de MBS junto al emir de Qatar en la inauguración del Mundial de fútbol. Al mismo tiempo, el Gobierno saudí había iniciado un proceso de acercamiento con Israel, concretado en el reconocimiento del derecho del país judío a contar con un Estado propio.
El giro de Arabia Saudí desde la llegada de MBS al poder es importante y en él se incluye el deporte como negocio y también como instrumento de propaganda. Con la firma del acuerdo con la RFEF, con la empresa Kosmos como intermediaria, estos pasan a ser socios y cómplices de estas políticas a cambio de 40 millones de euros por cada edición de la Supercopa. Queda por definir quiénes son los ganadores y los perdedores y no me refiero al “partidazo” de mañana.
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Me llama la atención especial la designación de Arabia para organizar nada menos que unos juegos de invierno en pleno desierto. Todo un simbolismo de que el Capital, hermano del Patriarcado, se pasa por el arco del triunfo el tema del Cambio Climático. Es una criminalidad a todos los niveles, no sólo es un tema de derechos humanos. Es criminalidad en estado puro