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Anarquismo
La Nueva Aurora, 1892-1893, un círculo anarquista en el Badajoz del siglo XIX
El año 1891 finalizó en España con dos ejecuciones a garrote vil, una en Olmedo, provincia de Valladolid, y la otra en Olivenza, provincia de Badajoz, en la frontera portuguesa.
La primera respondía a la sentencia de “El crimen de los Mojados”, nombre de la comarca vallisoletana donde se produjo; la segunda se hacía en cumplimiento del veredicto dictado por el “Crimen de los carboneros”, con pena de muerte para Ernesto Andrade Silva, vecino de Olivenza, quien en compañía de Calixto Romero, indultado por la reina regente, había dado muerte a principios de septiembre de 1889 a Servando Perera Bas, el manco palomo, carbonero de oficio, en la carretera que va de Badajoz a Olivenza, con objeto de robarle. Tanto los de Valladolid como el de Olivenza fueron dados al palo el mismo día, el 12 de diciembre de 1891, a la vista de sus vecinos y vecinas.
Ernesto Andrade estuvo preso en la cárcel de San José de Badajoz hasta tres días antes de su ejecución. De Badajoz también salieron para Olivenza los ejecutores de las Audiencias de Sevilla y Cáceres, los verdugos. El de Cáceres era Salustiano de León Berriales, que se iba a estrenar en el oficio, y de ahí que viniera el de Sevilla para instruirle en el arte de matar en nombre del Estado[i]. Con el tiempo, Salustiano se convirtió en todo un artista del garrote, con once ejecuciones en su haber cuando dio matarile a Isidro Márquez en Navalmoral de la Mata, hacia finales de 1897, aparte de audaz ingeniero de diversos y útiles accesorios para su hierro, cuya invención se atribuía y calificaba de inmejorables[ii], aunque es de suponer que, en aquella ejecución bautismal de diciembre de 1891, en Olivenza, apadrinado por el verdugo de Sevilla, la faena de matarife le tuvo que salir de pena. En Olivenza el nombre de Ernesto resultaría proscrito, de modo que nadie más se lo pondría durante mucho tiempo a ninguno de sus hijos.
El mismo día que La Crónica pacense daba noticia de la ejecución de Ernesto Andrade, se publicaba en este periódico el Reglamento de La Exposición Regional Extremeña. Por iniciativa de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Badajoz, La Económica, la ciudad se disponía a conmemorar el cuarto centenario del descubrimiento de América, con una Exposición Regional que se ubicaría en el Palacio de la Excma. Diputación Provincial y que permanecería abierta al público desde el 3 de agosto (aniversario de la partida de Colón) hasta el 15 de septiembre de 1892. El 20 de septiembre, como colofón, se hizo una grandiosa cabalgata que recorrió las calles más céntricas, encabezada por un piquete de la Guardia Civil a caballo y cerrada por escoltas militares, con carrozas que representaban a lo más granado de la industria y el comercio pacense, ayuntamientos de la provincia y sociedades de la ciudad, como el Ateneo de Badajoz y la misma Sociedad Económica, cada una con sus estandartes. Junto a las carrozas de Cristóbal Colón, Hernán Cortés, Francisco Pizarro y Vasco Núñez de Balboa, iban “grupos de indios y negros simbolizando los naturales del país”[iii].
De esta cabalgata dio emocionada descripción Manuel Alfaro Pereira en una de sus estampas retrospectivas[iv]. La prensa de los días siguientes informó de los muchos banquetes celebrados con ocasión del festejo, algunos a cargo de la Diputación y del Ayuntamiento. Ni en los banquetes ni en la cabalgata participó o hubo representación alguna del elemento obrero, los parias de la tierra.
1892 comenzó en España con otro de los complots gubernamentales urdidos para acabar con el empuje del movimiento anarquista, en ese momento desorientado en cuanto a tácticas a seguir, entre las que se enfrentaban dos vías: la insurreccionalista y la individualista. A principios de enero se habían prodigado los paros y manifestaciones en el campo andaluz, como consecuencia de la crisis cerealística que abocaba a una extrema pobreza a las familias de jornaleros. Debido a las protestas, las cárceles no tardaron en comenzar a llenarse, como sucedió con la de Jerez de la Frontera, provincia de Cádiz. En la noche del 8 de enero acontecieron “Los sucesos de Jerez”, que todavía hoy día algunos historiadores siguen explicando según la versión sensacionalista que dieron varios periódicos de la época, como El Imparcial. A las nueve de la noche de aquel día un grupo indeterminado de campesinos entró en la ciudad y se dirigió al ayuntamiento y a la cárcel dando gritos de “¡Libertad para los presos!”, en manifestación pacífica por las calles vacías, sin que se causara ningún destrozo de la propiedad ni se asaltara ninguna panadería, mientras la burguesía asistía a una función en el teatro y los soldados estaban en los cuarteles. A la una de la madrugada, cansados los jornaleros de dar vueltas sin encontrar a nadie, con intención de dar un escarmiento, fueron lanzadas contra ellos las fuerzas de la guarnición, la Guardia Civil, la policía municipal y hasta los guardas rurales, haciéndoles huir precipitadamente a tiro limpio. Como resultado de la razia, por las calles de Jerez quedaron, abandonados, tres cadáveres: el de un campesino, el de un viajante de comercio y el del hermano de un concejal canovista.
La consecuente represión no se hizo esperar. Cientos de jornaleros y obreros fueron detenidos y se inició un juicio rápido contra ocho de ellos, sin garantías procesales, en el que cuatro de los acusados -Lebrijano, Busiqui, Lamela y Zarzuela- resultarían condenados a la pena de garrote, como cabecillas de la revuelta, tras la delación de un confidente a sueldo de la Guardia Civil. El 10 de febrero de 1892 fueron ejecutados por el verdugo de Sevilla, el mismo que dio la alternativa a Salustiano de León en Olivenza, asistido en esta ocasión por el de Madrid.
Los hechos de Jerez y la represión ejercida contra aquellos inocentes no mermaron el brote de grupos anarquistas. Ya desde 1887, como consecuencia del ahorcamiento de los llamados Mártires de Chicago, este movimiento experimenta un nuevo empuje internacional, con motivo de la reivindicación de 1º de Mayo y la jornada laboral de las ocho horas. Como afirma Álvarez Junco, en 1887 surge la fórmula organizativa que permitirá la unidad: reclutamiento de clase, flexibilidad ideológica y acción huelguística[vi]. Durante el 30 de noviembre, 1 y 2 de diciembre de 1891 se celebra en Córdoba un congreso campesino de tintes ácratas, con el intento de crear una nueva organización que sustituyese a la extinta U.T.C. (Unión de los Trabajadores del Campo) y en el que se debate acerca de la línea a seguir durante el 1º de Mayo próximo y la necesidad de incrementar la propaganda oral.
Debemos a Álvaro Meléndez, historiador, la primera referencia que llegó a nuestros oídos de La Nueva Aurora de Badajoz, a través de un amigo común, Jon Álvarez, pacense de adopción y badajocense de corazón. Durante 1892 se gestó una sociedad claramente anarquista en esta ciudad, tal vez la primera de la capital bañada por el Guadiana, cuyas referencias encontramos a través de la prensa ácrata de la época, con menciones también en la prensa burguesa local. Una de las primeras referencias de esta sociedad la encontramos en La Anarquía, número 73, de 29 de enero de 1892, página 2, donde aparece una noticia encabezada por las siguientes líneas: “Es de suma importancia para nuestras ideas la constitución de una agrupación anarquista en Badajoz”.
El periódico, después de criticar la insurrección ruiz-zorrillista de 1883, cuyos jefes se negaron a dar armas al pueblo, augura grandes progresos a la propaganda anárquica en esta ciudad, “por ser la única que puede salvar a los pueblos y ponerlos en condición de ser libres, sin zánganos políticos que los deshonren ni camarillas religiosas que los embrutezcan”.
“Testigos de lo poco que puede esperarse de los políticos”, sigue el periódico, “que sólo zanganean para buscar la tajada, son los compañeros de Badajoz. Ellos han venido luchando desde La Gloriosa acá en pro de las ideas republicanas, y ya han visto lo que han conseguido: que aquel señor Asensio, en momento solemne, les amenazara, siendo así que iban a ayudarle (…). Nos felicitamos pues y felicitamos a los compañeros de Badajoz, cuya valiosa cooperación será poderoso ariete que empujará al más pronto triunfo de la Revolución social”.
Estos compañeros, hombres y mujeres, cuya existencia podemos datar entre enero de 1892 y noviembre de 1893, fueron Juan Bocho Castaños, Rubén Bocho, Luisa Casamar, Juan Viniegra, Elita P., Joaquín Argarate, Enrique Argarate, Juan González, Antonio Pacheco, Enrique Rodríguez, Bartolomé García, Juan Paredes, M. Ruiz, Francisco González, Gregoria Martín (esposa de Juan Bocho), Isabel y Crescenta G., Domingo Fernández, Juan García, Bartolomé Berjillo y Ruiz (a veces aparece como Verjillo), Francisco Durán y Francisco Portales.
Esta nómina la extraemos también de diversos números del periódico La Anarquía[vii], un semanario de ideas anarco-colectivistas, que comenzó a publicarse en Madrid a mediados de 1890, dirigido por Ernesto Álvarez, y cesó en junio de 1893, debido a causas que veremos más adelante, con su director en la cárcel. Muchos de los mencionados estaban suscritos a este periódico, actuando algunos de ellos como corresponsales y paqueteros del mismo, recibiendo diversos ejemplares que repartían entre la población obrera de Badajoz.
La labor de este grupo, que duraría dos años, fue exclusivamente organizativa, propagandística y cultural. Su forma de organización respondía a la del grupo de afinidad, un modelo adoptado desde la I Internacional e ideado como medio de supervivencia en tiempos de clandestinidad, caracterizado por un grupo reducido de personas que compartían ideales no solo políticos o sindicalistas, sino también proyectos de vida comunes, con ideas en torno al naturismo en su diversas formas, hoy día conocido como ecologismo, emancipación de la mujer, uniones libres de parejas, apoyo mutuo, anticlericalismo en su vertiente laicista, escuelas libres, etc. Sin líderes reconocidos en estos grupos de afinidad, basada la forma de organización en la asamblea, asimilaban y reproducían las ideas de la nueva hornada de pensadores y agitadores anarquistas del momento, como Tarrida del Mármol, Fermín Salvochea, Ricardo Mella, Federico Urales, Teresa Mañé, Teresa Claramunt y otras. A pesar de que sus ideas surgían del librepensamiento y que en Badajoz había existido siempre un importante foco masónico, ahora en decadencia, se alejaban de lo que la prensa llamaba “la gente del bronce”, renunciando a las jerarquías de grados establecidas en las logias masónicas, calificadas de burguesas[viii]. Por último, aunque algunos de sus miembros no abrazaban inicialmente las ideas de los anarquistas (como veremos sucedió en el caso de Berjillo), acabaron significándose como tales, en respuesta a un momento del movimiento libertario español que flexibilizó su corpus de pertenencia, acogiendo a miembros que venían del ala republicana o del sector socialista obrero.
Donde la prensa pacense– fuera liberal o conservadora- hablaba de clases acomodadas y clases modestas, la prensa ácrata hablaba de burguesía y proletariado, para distinguir entre una clase media, aliada o sustituta de una oligarquía dueña de la tierra, y un incipiente movimiento obrero que empezaba a reconocerse como clase. El antagonismo no solo se hacía evidente en el discurso, sino también en los nombres con el que muchos miembros de este último, desde el anonimato, firmaban sus suscripciones o adhesiones en la prensa ácrata. En el caso de Badajoz, desde marzo de 1892 aparecen en dicha prensa suscripciones a cargo de “Una anarquista”, “Otro que desea exterminar a la burguesía”, “Un amante de la R.S.” (Revolución Social), “Uno que desea no haya autoridad”, “Un convencido de que todos los políticos son unos farsantes”, “Uno que desea ver la humanidad emancipada de todos los yugos”, “Otro que desea acabe la burguesía”, etc.[ix].
La prensa ácrata se hará pronto eco de la existencia de este grupo, manteniendo desde principios de 1892 hasta noviembre de 1893 una fluida correspondencia, que nos permite conocer los periódicos, libros, folletos y demás lecturas que llegaban a Badajoz, a través de suscriptores y corresponsales. El número de ejemplares nos da una idea de su difusión, máxime cuando a veces era práctica acostumbrada leer la prensa y folletos en voz alta ante concurrencias en su mayor parte analfabetas, pero con ansias de instrucción.
En enero de 1892 la administración de La Anarquía envía a “Una anarquista” de Badajoz, muy posiblemente Luisa Casamar, 25 ejemplares del periódico y 10 folletos de Evolución y Dioses. El primero era el folleto de Eliseo Reclus Evolución y Revolución, publicado en 1887 en la serie “Agrupación de Propaganda Socialista”[x], en la imprenta en Sabadell de Joan Comas Faura, un folleto de 16 páginas que exponía la idea de la revolución como consecuencia lógica de la evolución[xi].
El segundo era el folleto Dios y el Estado, de Miguel Bakunin, publicado en Madrid por La Revista Social en 1884, con traducción de Ricardo Mella y Ernesto Álvarez, el que fuera después director de La Anarquía, encargado de distribuirlo.
Otro autor de la talla de Reclus, también muy leído en Badajoz, fue Pedro Kropotkin, de quien se recibían ejemplares de su folleto La Commune de París. A través de su obra y de la labor de periódicos como La Justicia Humana y Tierra y Libertad, las ideas anarco-comunistas (kropotkinianas) van introduciéndose en el movimiento ácrata español, si bien las ideas anarco-colectivistas (bakuninistas) seguían prodigándose a través de autores hoy día menos conocidos, pero de amplio predicamento en aquellos años, como Teobaldo Nieva, cuyo libro La química de la cuestión social, o la organización científica de la Revolución, se leía también en la capital pacense. Teobaldo Nieva fue un autor muy reconocido por sus folletos y libros, descrito por Alejandro Sawa (el alter ego del Max Estrella de Valle-Inclán) en su obra Iluminaciones en la sombra, de quien dijo: “Teobaldo Nieva, el más alto y el más vertical de entre los predecesores de la anarquía en España, era por filiación directa el hijo espiritual de Proudhón” .
El grupo anarquista de Badajoz contaba con corresponsales, paqueteros o suscriptores que no sólo recibían y repartían folletos y libros, sino también periódicos anarquistas, tanto nacionales como internacionales. Algunos de estos periódicos fueron:
El Productor, periódico anarquista, Barcelona. De tendencia colectivista, donde escribían reconocidas firmas de la época, como Soledad Gustavo, María Montseny, López Montenegro, Ricardo Mella, etc. Mantiene correspondencia con paqueteros de Badajoz, como por ejemplo con L.C. (Luisa Casamar), a quien remite periódicos, folletos y láminas[xv].
Révolte, periódico francés, dirigido en ese momento por el significado anarquista galo Jean Grave (Le pape de la rue Moffetard). Había sido fundado en Ginebra en 1879 por Pierre Kropotkine y Elisée Reclus, entre otros. A partir de 1887 asume la dirección Jean Grave y el periódico pasa a llamarse La Révolte, hasta 1894. En 1895 seguiría, bajo la dirección de Grave, con el nombre de Les Temps nouveaux[xvi]. En Badajoz recibía los ejemplares Joaquín Argarate, que vivía en la calle Sol, 6 (a veces aparece como calle Sal, 6).
A Revolta, Lisboa. Semanario que se publicó entre 1889 y 1892, sucesora de O Rebelde, editada por José de Sousa. En torno a esos años germinan en la vecina Portugal numerosos grupos, entre los que destacaban los grupos anarquistas de Bareiro (1891), Poço do Bispo (1892), Os invisveis de Lisboa (1893), Ós Bárbaros de Coímbra (1894), Agitadores de Oporto (1894), Estudos Sociais de Lisboa (1894), Solidariedade de Vila Nova de Gaia (1894). En la muy cercana población de Elvas, a unos kilómetros de Badajoz, Antonio José de Ávila fundó una escuela nocturna siguiendo los métodos pedagógicos de la escuela libre y utilizando como lectura para los obreros un libro de Malatesta, lo que le valió sufrir prisión en la misma cárcel de Elvas[xvii]. En Badajoz A Revolta era recibida por Juan Bocho Castaños, que vivía en la calle Prim, 17[xviii].
El Despertar, Nueva York. Se trataba de un periódico anarquista escrito en español, fundado por el grupo libertario “Despertar a la vida”, hecho por trabajadores tabaqueros españoles y cubanos residentes en Nueva York[xix]. Se comenzó a editar en Brooklin en 1891 y duró hasta 1902, gracias a una excelente red de distribución basada en el apoyo mutuo. Respondía a la tradición de “la lectura”, es decir, las noticias del periódico, de carácter emancipador, se leían ante los operarios durante la jornada laboral, lectura que corría a cargo de un compañero elegido por los demás, que tuviera voz suave, clara y buena entonación. Dado que el día que leía al resto de los obreros, el lector no cobraba, sus compañeros le pagaban una pequeña cuota a la entrada del taller, hasta igualar el salario. Esto hizo de la clase obrera tabaquera la más ilustrada de la época, dado que no solo se leían noticias, sino también libros de diverso género. En Badajoz actuaba como paquetero Juan Bocho.
El Corsario, La Coruña. Semanario anarquista publicado entre 1890 y 1895, vocero de la Federación Local coruñesa y del grupo Ni Dios ni Amo. Contó con una Biblioteca que publicó obras de Gori, Hamon, Kropotkin, Lores, Malatesta, Pelloutier, Tcherkesoff, Francisco Tomás y Urales[xx]. En Badajoz lo recibían Juan Bocho y otros[xxi].
El Perseguido, Buenos Aires. Periódico argentino publicado entre 1890 y 1897. Los primeros números eran trilingües, con artículos en español, francés e italiano. Hacia 1893 ya aparecía con el subtítulo “Periódico comunista anárquico”, y la frase, bajo la cabecera, “Siendo la propiedad un robo, la expropiación es una necesidad”. De filiación anarco-comunista, desarrolló una encendida campaña contra los periódicos y grupos en España adeptos al colectivismo. En Badajoz estaban suscritos Juan Bocho y otros.
Juan Bocho Castaños, uno de los principales corresponsales de estos diarios e impulsor del grupo, era sombrerero de profesión. Vivía en la calle Prim, 17. Estaba casado con Gregoria Martín y ambos se declaraban librepensadores. El 7 de abril de 1890 inscribieron a su hijo Rubén Bocho Martín en el registro civil, negándose a bautizarlo . Por su parte, Luisa Casamar, que vivía en la calle Arco Argüeros, 31, era prima de Francisco Portales Sirgado, con quien más tarde se casaría y se iría a vivir a Zahínos. Francisco Portales, a su vez, era hijo del inspector de Educación de Badajoz Juan Portales
Durante 1892 el grupo realiza labor de propaganda anarquista en Badajoz, suscribiéndose a las protestas por los sucesos de Jerez[xxiii], donde bastaba llevar la ropa de jornalero para ser detenido. Participan en una suscripción económica a favor de las familias de los condenados y continúan repartiendo la prensa por la ciudad. Después de un año de formación en las ideas ácratas, a través de los periódicos que se reciben, deciden organizar un acto de propaganda en una fecha muy significativa, el 25 de diciembre, Día de Navidad de 1892.
El acto se celebra en el recién inaugurado Centro Agrícola de Artes y Oficios, que estaba en la calle Melchor de Évora, 16 (muy cercano al que después sería edificio del Movimiento y Sindicato Vertical) y que en poco tiempo pasaría a ser conocido como Centro Obrero, antes de que este último se estableciera definitivamente en la calle Ramón Albarrán, lo que es hoy el Círculo Pacense, cuyo edificio, histórico, pide a gritos una urgente intervención que permita su conservación. En este acto del 25 de diciembre de 1892 peroraron Francisco Durán, Juan Bocho, Bartolomé Berjillo y Juan González. Desarrollan los temas “Emancipación social”, “Deberes y derechos del obrero”, “Ventajas que reporta toda clase de asociaciones” y “Explotación del hombre por el hombre”, respectivamente[xxiv].
Apenas unos días después, el 1 de enero de 1893, se vuelve a repetir otro acto, en el mismo lugar, en esta ocasión con Juan González como orador, quien diserta sobre dos artículos aparecidos en un número anterior de La Anarquía, uno bajo el título “La última carta”, en el que se denuncia la corrupción del Gobierno a raíz del caso francés sobre la construcción del canal de Panamá, con execraciones como “¡Burguesía, de cualquier lado que se te mire estás podrida!”, y otro con el nombre de “Quimicracia”, escrito por José Alcalá Galiano, en el que arremete contra el peligro de las aplicaciones químicas en la fabricación de los nuevos explosivos, como son la dinamita y la nitroglicerina. Galiano justifica su uso por algunos anarquistas por la falta de justicia social, y concluye: “La revolución es una explosión de espíritus. Con el éter de la justicia se la aplaca y se la disuelve”[xxv].
La crisis que se arrastraba desde finales de 1891, con la competencia del trigo ruso y norteamericano, abocaba a un hambre atroz a las clases más pobres. Algunos periódicos comienzan a hacerse eco de lo que conocemos como la “cuestión social”. El día 17 de enero de 1893 más de 200 jornaleros se dirigen en manifestación primero al domicilio del Gobernador Civil y después al ayuntamiento de Badajoz, bajo el grito de “Pan o trabajo”. Una comisión se entrevista con el alcalde. Entre sus reivindicaciones están las de poder trabajar todos los días de la semana, pues hasta la fecha el ayuntamiento da sólo tres días de trabajo, pagando una peseta diaria, con lo cual el jornal real del día semanal es de 50 céntimos. Denuncian, además, que hay otros obreros que trabajan todos los días y ganan seis reales diarios (1,50 ptas.), aquellos que entran bajo recomendación en las obras del ayuntamiento[xxvi]. Hoy como ayer, la corrupción y el enchufe no acusan el paso del tiempo.
El periódico La Anarquía eleva la cifra de esta manifestación a 500 jornaleros, criticando la corrupción existente en el ayuntamiento de Badajoz, con las siguientes palabras, llegadas a través del corresponsal, muy posiblemente Juan Bocho: “Hay que tener en cuenta que este ayuntamiento tan miserable para los obreros ha sido rumboso, rumbosísimo para gastar el verano pasado una fortuna en banquetes y fiestas. Sólo en una cena que dio a los representantes de los ayuntamientos de las dos provincias se gastó ¡tres mil duros! ¿Qué cenarían estos hambrones?”[xxvii]. Se hacía referencia a la cena con ocasión de los actos del IV centenario de la llegada de Colón a América.
El 10 de febrero de 1893, el grupo de Badajoz celebra otra velada en el Centro Obrero, dedicada a “los ahorcados en Jerez por la burguesía española” , al cumplirse un año de su ejecución. Se anuncia “que los compañeros que deseen dirigir algún escrito para ser leído, como asimismo alguna cantidad para ayudar a los gastos que ha de originar”, se dirijan a Juan Bocho, Prim, 17. En el acto se recauda una aportación para la compra de una corona “dedicada por los anarquistas españoles a los compañeros ahorcados en Jerez”.
Cercano el tiempo de la escarda, Badajoz se encuentra atestado de obreros que llegan de otros pueblos, y de la vecina Portugal, en busca de trabajo. Dos días después del mitin anarquista, cientos de estos jornaleros, en compañía de sus familias, recorren de nuevo las calles de la ciudad, en manifestación pacífica, ahora llevando en la cabecera unos carteles donde pueden leerse unas enormes letras con pintura roja que dicen: “PAN O TRABAJO”[xxix].
A pesar de su intención policial por controlar las nuevas sociedades obreras, la Ley de Asociaciones de 30 de junio de 1887 era una norma tímidamente aperturista. En su artículo 4 establecía la obligación de las nuevas sociedades de entregar, con ocho días de antelación a su constitución, copia de los estatutos. Si en este plazo no se dictaba disposición contraria alguna, la sociedad podía proceder a ser constituida, enviando copia del acta al Gobernador Civil. Estos trámites debieron de cumplirse por la nueva asociación de carácter anarquista de Badajoz que, a partir de mediados de febrero, se presenta ante la sociedad pacense con el nombre de La Nueva Aurora, denominación eminentemente ácrata. Juan González, a efectos de estatutos, fue su presidente.
El Centro Obrero, calle Melchor de Évora, era lugar de reunión de obreros de diversa tendencia ideológica, pero similar en sus aspiraciones. Socialistas y anarquistas se mezclaban entre sí, con muchos que no se definían por ninguna corriente pero que eran adeptos a las ideas que de ellas emanaban, alejadas de las consignas de los partidos republicanos progresistas, interesados ahora, una vez aprobado el sufragio universal masculino, en atraer el voto obrero, con unas elecciones a la vuelta de la esquina.
Como afirma Olaya Morales, para dividir a los trabajadores, se favoreció el despegue de un Partido Obrero, que gozó de la protección de Felipe Ducazcal y del Ministerio de la Gobernación. El Congreso de la UGT de septiembre de 1890, en Villanueva y Geltrú, discutió la conveniencia de la huelga, con una respuesta negativa de los delegados, aunque estableció la línea marxista de celebrar una manifestación el 1º de Mayo, en reivindicación de la jornada de las ocho horas[xxx].
Las diferencias entre anarquistas y socialistas en este y otros puntos (sobre todo en lo referente al 1º de Mayo, considerado por los anarquistas como jornada de huelga, y no solo de manifestación), unido a la estrechez del local del Centro Obrero en la calle Melchor de Évora, debieron de motivar que La Nueva Aurora de Badajoz buscase un local propio que le permitiera establecerse como sociedad obrera, con una identidad propia anarquista, tarea que no resultaría nada fácil. El diario La Anarquía elogiaba “el entusiasmo de los compañeros de Badajoz” quienes además anuncian que “en breve iniciarán excursiones de propaganda”, mientras lamentan que “cuando venzan la dificultad de encontrar local, pues aquellos burgueses no quieren cederlo para los anarquistas, inaugurarán nuevo centro, por ser pequeño el que hoy ocupan”[xxxi].
Finalmente, establecen su sede en la calle San Sisenando, 24, hoy día en la calle con el mismo nombre, entre los números 20 y 26 actuales, según estimación de Álvaro Meléndez.
La Nueva Aurora convoca un mitin inaugural de propaganda anarquista que se celebrará el jueves 23 de febrero, y a la que invita a la prensa burguesa. Por el Nuevo Diario de Badajoz sabemos que la cita generó expectación entre los pacenses y que mucha gente acudió al evento. A las siete de la tarde, con el local atestado, dio inicio la sesión, abierta por el compañero Juan Bocho y continuada por un breve discurso a cargo del joven Francisco Portales. Después hicieron uso de la palabra los compañeros Juan González, Juan Bocho, Enríque Rodríguez y Vicente de Nicolás, “expresando todos el deseo de la abolición de las clases sociales y haciendo fervientes votos por implantar en nuestro país la forma anárquica, que es, la que, a su juicio, ha de resolver la situación angustiosa por que atraviesa la clase proletaria”[xxxii]. Se instó a la instrucción de los obreros, a la asociación y al abandono de la taberna[xxxiii]. Al acto también asistió un delegado del Gobernador, con el cabo y una pareja de guardias de seguridad, junto a algunos guardias municipales, “cuya intervención no se hizo necesaria”.
Esta primera reunión no solo inquietó a las autoridades. Diversos periódicos pacenses y regionales manifestaron su alarma ante el hecho de que se constituyese una sociedad anarquista en Badajoz. El Orden, periódico conservador pacense, venía ya advirtiendo desde hacía tiempo que era necesario satisfacer el hambre de los obreros pobres dándoles trabajo, si no se deseaba acabar con la aparición de una sociedad de este tipo. La Región Extremeña, que había calificado a la nueva sociedad de “benigna”, en su edición del mismo día del mitin recriminaba a su colega conservador, El Orden, que hubiera pretendido impedir la constitución de La Nueva Aurora, con las siguientes palabras: “¿Qué ha sucedido? Lo de siempre. Los ricos no oyeron a El Orden, y si lo oyeron, hicieron oídos de mercader, y ahora, cuando tienen noticias de que los anarquistas se reúnen el jueves, el colega de los Lopos, los Vacas y demás fusioneros, se alarma y da la voz de alerta. ¿A quién? ¿A los ricos para que remedien el hambre de los pobres? ¿A los representantes de Cristo en la tierra para exhorten a la caridad, empezando por renunciar parte (sic) de sus pingües sueldos en beneficio de los que no comen? No; a las autoridades para que opongan las bocas de los cañones a las bocas de los hambrientos” .
La Lid Católica, por su parte, arremetía contra la nueva sociedad en un extenso artículo con las siguientes palabras: “Los anarquistas (de Badajoz) vienen a la escena social a cumplir una misión horrible, sí, pero providencial. Son las hordas feroces que bajan de las estepas del librepensamiento a raer la miseria que cubre como las llagas de un leproso a la moderna civilización, a la civilización racionalista, atea, liberal, en una palabra, que ha engendrado a esos monstruos a quienes hoy en vano quiere destruir. Son las impetuosas corrientes que han de arrostrar el cieno inmundo en que se bañan estas generaciones corrompidas”[xxxv].
A pesar de tan furibundos ataques y el miedo que comienza a propagarse, La Nueva Aurora continúa con su propaganda mediante diversos actos, en los que no faltan presidiendo el retrato de Lamela[xxxvi], uno de los ejecutados en Jerez. El 19 de marzo organizan una “velada de controversia”, a la que invitan a la prensa burguesa, un acto en el que se cedía la palabra a diversos oradores para que discutieran sobre un determinado tema desde distintos puntos de vista. Estaba anunciado que en aquel acto hablaran Bocho, González, Rodríguez y Fernández sobre “Anarquía: su pasado, su presente y su porvenir”, “Lo que somos y lo que queremos”, “La Anarquía”, “Defensa de los anarquistas de Lieja”[xxxvii].
Este acto, al que no sabemos si acudió la prensa invitada, fue todo un éxito, según comentó Juan Bocho en Carta de Badajoz enviada a La Anarquía con fecha de 20 de marzo del 93, donde decía que, “si el local hubiera sido dos veces mayor, se habría llenado. Mucha gente se quedó fuera”[xxxviii]. En el mismo escrito se anunciaba otro mitin para el 20 de abril, acabando el mismo con el siguiente llamamiento: “Los agricultores pertenecientes al círculo tratan de hacer un llamamiento a los de su clase en esta provincia para sumarse con los demás de España. Estos compañeros, que son los más decididos, han comprendido que únicamente con la Anarquía podrán disfrutar el beneficio de los frutos que siembran, que hoy son patrimonio de los burgueses que no trabajan ni riegan los surcos con el sudor de su frente, y de aquí su entusiasmo por defenderla y propagarla”.
Mientras tanto, el Centro Obrero de la calle Melchor de Évora también continuaba con sus actos de proselitismo socialista, a cargo de miembros que estaban a caballo entre las dos sociedades, como Francisco Durán y Berjillo. Este último, Bartolomé Berjillo Ruiz, diserta en dicho centro en varias ocasiones sobre la necesidad de la unión de los obreros. Se da la circunstancia de que es vicepresidente del Centro Obrero, si bien finalmente, en carta enviada a la Región Extremeña y fechada el 6 de abril de 1893, presenta la dimisión de su cargo, y pide “dejar de pertenecer al Círculo, por no estar conforme con el régimen del Presidente”[xxxix].
Poco más tarde, con ocasión de un mitin celebrado el 1º de Mayo por La Nueva Aurora en la calle San Sisenando, el periódico La Anarquía dará noticia del mismo diciendo que “Los compañeros de Badajoz celebraron un importante meeting de propaganda el 1º de Mayo, haciendo uso de la palabra Rodríguez, Fernández, Pacheco, González y Verjillo, que ha sido adormidera, y que declaró alcanzaba con entusiasmo las ideas anarquistas” . Adormidera se llamaba, desde los tiempos de la Internacional, a los seguidores de Pablo Iglesias.
Como ya se ha dicho, en estos mítines se conmina a los obreros a abandonar la taberna, por considerarla vicio pernicioso que merma la capacidad de lucha, así como se les anima a que se instruyan, leyendo tanto la prensa obrera anarquista y societaria como los libros de los grandes pensadores que comienzan a distribuir por Badajoz, como Kropotkine, Reclus y Bakunin.
Pocos días después del mitin del 1º de Mayo, La Nueva Aurora, que se autodefinía como círculo anarquista, anuncia que el primero del mes siguiente comenzará a publicar quincenalmente el periódico El Eco del Proletariado, con carácter regional, declarando que “buen servicio puede hacer en toda la región extremeña el nuevo adalid de la Anarquía, debiéndose hacer los pedidos a Juan Bocho, Prim, 17”[xli].
Aquel primero de mayo fue secundado por muchos obreros y obreras en toda España. En Madrid las verduleras ocuparon las calles y fueron duramente reprimidas por la Guardia Civil. Al día siguiente, el 2 de mayo, el Tribunal Supremo confirmó las condenas de numerosos presos de Jerez, cuyas confesiones habían sido arrancadas mediante torturas. Entre ellos, Fermín Salvochea, condenado a ocho años de prisión. La historiadora Temma Kaplan señaló que entre 1892 y 1893 más de 20.000 españoles fueron mantenidos durante un tiempo considerable bajo arresto preventivo[xlii].
El 20 de junio de 1893, resultaba muerto el tipógrafo del periódico La Anarquía, Francisco Ruiz, al colocar un petardo en el domicilio de Cánovas. Según parece, Ruiz, en compañía de otros dos, colocó una botella de pólvora cloratada en la puerta de la vivienda, pero al ver que se acercaban una criada y unos niños, volvió a recoger la botella, estallándole en las manos[xliii]. Al día siguiente es detenido su compañero Ernesto Álvarez, director de La Anarquía, tras asegurar la policía que ha encontrado en la ropa del muerto una cédula con su nombre. Esto, junto a las deudas económicas acarreadas por las muchas multas, supondrá el fin del periódico.
En poco tiempo los lectores y suscriptores de La Anarquía son puestos bajo el punto de mira. Al atentado fallido de Ruiz se suman otros en el resto de Europa, hechos que merman la influencia de los círculos ácratas, mediante los que se alimenta el estereotipo del anarquista dinamitero y vengador, identificando al grupo con la acción particular de algunos individuos. Kropotkin ya había advertido en 1891 a sus compañeros que un “edificio basado sobre algunos siglos de historia no se destruye con algunos kilos de explosivos”.
El 24 de septiembre se produce el atentado fallido de Paulino Pallás contra el general Martínez Campos, Gobernador Militar de Barcelona. El 6 de octubre es fusilado Pallás en el patio de la prisión de Montjuich. El Corsario, periódico anarquista, realiza una recaudación para ayudar a su viuda, en la que participan, con diversas cantidades, los siguientes miembros de La Nueva Aurora de Badajoz: Antonio Álvarez, 0,50; Gregorio Pizarro, 0,50; Juan Paredes, 0,50; Manuel Fernández, 0,70; Víctor Ardila, 0,70; Diego Fernández, 0,20; Francisco Aguza, 0,15; Ángel González, 0,25; Juan González y su hijo, 0,25; Crisanto González, 0,25; Una anarquista de 11 meses, 0,15; Natividad Moriano, 0,10; Ana A. Moriano, 0,50; Santiago Fernández, 0,55; Varios compañeros, 0,90; Juan Bocho y su hijo, 0,40; Rubén Bocho, 0,25; José Gordillo, 0,15; Miguel Álvarez, 0,10; Enrique Rodríguez, 0,50; Bartolomé García, 0,20; Gerónimo Mateo, 0, 25; C.S. 0,50; cinco obreros, 2,50; Fructuoso Moreno 1,0; Autero, 0,25; A.A., 1,0. En total se recaudaron 13,12 pesetas[xliv].
Algunas de las mujeres de las que aparecen en este listado, como Natividad Moriano, pertenecen a las clases más pobres de Badajoz, como demuestra el hecho de que se viera incursa en varias denuncias de delitos contra la propiedad y peleas callejeras[xlv].
El 7 de noviembre de 1893 Santiago Salvador French arroja dos bombas contra la platea de la ópera del Liceo de Barcelona, durante la representación de Guillermo Tell, con la muerte de 20 personas y 27 heridos. A pesar de que se ha interpretado este acto como una venganza por la ejecución de Pallás, el atentado de Salvador French respondía a una acción individual en venganza por torturas sufridas. Santiago Salvador sería ejecutado el 21 de noviembre de 1894
Gobierno, burguesía y diarios de todo tipo, liberales y conservadores, inician una dura campaña que se ceba con los anarquistas, justificando las torturas. En poco tiempo se dictan instrucciones para castigar, suprimir o secuestrar cualquier tipo de propaganda en este sentido.
En torno al 15 de noviembre, una semana después del atentando del Liceo, el Gobernador Civil de Badajoz prohíbe un acto de La Nueva Aurora[xlvi], y apenas unos días después el presidente formal de la misma, Juan González, anuncia a este Gobernador Civil su disolución[xlvii].
Aunque la “Historia” ha calificado esta última década como la del “terrorismo anarquista”, lo cierto es que los atentados con víctimas cuyos culpables pudieron ser identificados como anarquistas, fueron únicamente tres: el de Paulino Pallás, el de Santiago Salvador y el del asesinato de Cánovas a manos de Angiolillo, en el balneario de Santa Águeda, Guipuzcoa, en 1897. En los tres se actuó por iniciativa individual, sin que existiera un complot de carácter anarquista detrás. El resto de atentados, la mayoría sin víctimas, fueron imputados por la prensa burguesa a los anarquistas, pero nunca fueron encontrados los autores, haciendo sospechar en muchas ocasiones si en realidad las bombas no eran colocadas por la reacción ultramontana, en connivencia con la policía. De hecho, la bomba del terrible atentando de la procesión del Corpus en Barcelona, en 1896, cayó en la cola de la procesión, donde iban las clases más pobres y humildes, y no en la cabecera, con los representantes de la Iglesia, el Gobierno y el Ejército. A día de hoy, sigue sin saberse quién arrojó la bomba, a pesar de que la represión fue duramente ejercida, con 400 detenidos, un proceso irregular, numerosas torturas y cinco ejecuciones (Proceso de Montjuich).
Al mismo tiempo, los distintos gobiernos ejercieron una dura represión contra las sociedades, círculos y grupos anarquistas, introduciendo documentación falsa en sus locales, inventando conspiraciones y arrancando falsas confesiones a costa de las torturas. Como se puede apreciar en el caso de La Nueva Aurora, eran sociedades pacíficas, cuyo único interés era la de mejorar las condiciones laborales de las clases más pobres, fomentar su instrucción y denunciar los abusos de unos poderes plenipotenciarios, como la oligarquía burguesa, el clero y las fuerzas policiales.
En Badajoz desapareció La Nueva Aurora, pero sus miembros continuaron trabajando por la anarquía. En apenas unos años, 1899, surgiría la sociedad de resistencia La Germinal Obrera, cuyo órgano de expresión sería el periódico El Obrero. En los listados de este periódico encontramos algunos de los nombres mencionados a lo largo de este artículo, como el de Fernando Durán, quien jamás abandonaría la lucha proletaria y sería su primer director. La Germinal, con miembros ya experimentados, organizaría las primeras manifestaciones del 1º de Mayo y constituiría la primera Federación de Sociedades Obreras de Extremadura, con la huelga como herramienta de transformación social, acorde a los principios anarquistas, seguida ampliamente en el campo en 1901 y 1902. De ella surgiría, también, la Unión Femenina, la primera organización feminista de carácter laico y obrero de Extremadura [xlviii].
Otros de sus afines seguirían similares derroteros, como Francisco Portales y Luisa Casamar, que unieron sus vidas y se fueron a vivir a Zahínos, donde tendrían 9 hijos e hijas. Una de ellas, Suceso Portales Casamar, sería, con el tiempo, una de las fundadoras de la organización anarcofeminista Mujeres Libres. Francisco Portales, su padre, maestro de profesión, moriría en la Cárcel Nueva de Valladolid en 1941, tras los sucesos de la Guerra Civil, a causa de una paliza por querer enseñar a leer a los presos. Tenía 70 años de edad.
Haciendo honor a su nombre, La Nueva Aurora iluminó el camino de la acracia en Badajoz. Aún relumbra.
[i] La Crónica, 13-12-1891, p1.
[ii] El Adelanto, Diario político de Salamanca, 10-12-1897, p. 1.
[iii] La Crónica, Badajoz, 24/08/1892, p. 2.
[iv] Alfaro, Manuel, Badajoz Estampas Retrospectivas, facsímil según la edición del Excmo. Ayuntamiento de Badajoz de 1956, Universitas Editorial, Badajoz, 1995, páginas de 25 a 35.
[v] Autores como Álvarez Junco, Tenma Kaplan, Bernardo de Quirós o Rafael Núñez Florencio se hicieron eco de la atractiva imagen de cientos o miles de jornaleros descontrolados, armados con hoces, sedientos de sangre burguesa, una versión animada por relatos ficticios de la época como un cuento de Clarín y la novela La Bodega de Blasco Ibáñez, mientras otros autores como Francisco Olaya Morales o Jacques Maurice demostraron, documentalmente, que se trató más bien de una algarada pacifica sofocada bajo manu militari.
[vi] Álvarez Junco, José, La ideología política del anarquismo español (1868-1910), Siglo XXI, Madrid, Segunda edición corregida, enero de 1991, p. 550.
[vii] Amplia relación en La Anarquía, Madrid, Nº 124, 27-01-1893, p. 1., digitalizado por la Biblioteca Pública Arús.
[viii] En esa época se dio un debate en los grupos ácratas españoles sobre la pertinencia o no de participar en los círculos masónicos, cuestión zanjada por la revista Bandera Social en su número del 27 de septiembre de 1885, cuando reprodujo con un texto de Bakunin su pensamiento sobre esta cuestión. La clase media, según Bakunin, se había servido de la francmasonería en la época de las conspiraciones liberales para después, logrado el éxito, ocupar el puesto de la aristocracia nobiliaria, deviniendo en “clase privilegiada, explotadora, opresora, conservadora y reaccionaria, la amiga y el sostén más firme del Estado”. Aun así, grandes impulsores del anarquismo, como Anselmo Lorenzo, formaron parte también de círculos masónicos. Referencia en “La masonería y el movimiento obrero”, por Olaya Morales, Francisco, Historia del movimiento obrero español (siglo XIX), Madre Tierra, Salamanca, 1994, p. 728.
[ix] Suscripciones desde Badajoz aparecidas en La Anarquía, números de 03/03/1892, 20/04/1892, 06/05/1892.
[x] Lamberet, Renée, Mouvements ouvriers et socialistes (Chronologie et bibliographie). L´Espagne (1750-1936), Les Editions Ouvrières, Paris, 1953, p. 65.
[xi] Sobre el debate abierto en Badajoz a consecuencia de la publicación del libro El darwinismo. Sus adversarios y sus defensores, publicado en 1883 por Máximo Fuertes Acevedo, ver Pérez González, Fernando Tomás, La introducción del darwinismo en la España decimonónica, Diputación Cultural de Cáceres, El Brocense, Cáceres, 1987. También artículo “Darwin y los canónigos de Badajoz” en Puig-Samper, M. A., Ruiz, R., Galera, A. (Editores), Evolucionismo y Cultura. Darwinismo en Europa e Iberoamérica, Editora Regional de Extremadura, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002, páginas 307-319
[xii] La Anarquía, Madrid, 03-03-1892, p. 4
[xiii] La Anarquía, 02-12-1892, p. 4.
[xiv] Sawa, Alejandro, Iluminaciones en la sombra, prólogo de Rubén Darío, Biblioteca Renacimiento, Madrid, 1910, p. 59 y siguientes.
[xv] El Productor, Barcelona, 24/11/1892, p. 4. La Anarquía, 29/09/1892, p. 4.
[xvi] La Anarquía, 02-12-1892, p. 4.
[xvii] Referencias en Íñiguez, Miguel, Anarquistas en Portugal. De los orígenes al congreso obrero de Tomar de 1914, Calumnia Edicions, 2020.
[xviii] La Anarquía, 06/01/1893, p4.
[xix] Martín, Alberto, Muñoz, Vladimiro, Montseny, Federica, Breve historia del movimiento anarquista en Estados Unidos de América del Norte, Cultura Obrera, Toulouse, 1970.
[xx] Íñiguez, Miguel, Enciclopedia del anarquismo ibérico, Tomo I (A-F), Asociación Isaac Puente, Vitoria, 2018, p. 699.
[xxi] La Anarquía, 10/03/1893, p. 4.
[xxii] Los Dominicales del Librepensamiento, 12/04/1890.
[xxiii] La Anarquía, 3/03/1892, p. 4.
[xxiv] La Región Extremeña, 25/12/1892, p. 3.
[xxv] La Anarquía, 25/11/1893, p. 2. Referencia al acto de Badajoz del primero de año en La Anarquía, 06/01/1893, p. 4.
[xxvi] La Región Extremeña, 18/01/1893, p. 3.
[xxvii] La Anarquía, 27/01/1893, p. 1.
[xxviii] La Anarquía, 06/01/1893, p. 4.
[xxix] El Bien Público, 20/02/1893, p. 1.
[xxx] Olaya Morales, obra citada, 781.
[xxxi] La Anarquía, 24/02/1893, p. 4.
[xxxii] Nuevo Diario de Badajoz, 24/02/1893, p. 2. Debemos a la cortesía de Laura Marroquín Martínez, archivera y Responsable de la Biblioteca de la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País (La Económica) la copia digitalizada de este ejemplar.
[xxxiii] La Región Extremeña, 24/02/1893, p. 3.
[xxxiv] La Región Extremeña, 23/02/1893, p. 1.
[xxxv] La Lid Católica, Villanueva de la Serena, 08/03/1893, pág. 3-4.
[xxxvi] La Anarquía del 24/02/1893, envía 30 retratos de Lamela al corresponsal de Badajoz. Cada retrato se vendía a 10 céntimos.
[xxxvii] La Región Extremeña, 17/03/1893, p. 2. Los anarquistas de Lieja hacía referencia a las detenciones practicadas en esta ciudad de Bélgica como consecuencia de un atentado con un petardo contra la catedral de la ciudad.
[xxxviii] La Anarquía, 20/03/1893, p. 3.
[xxxix] La Región Extremeña, 09/04/1893, p. 3.
[xl] La Anarquía, 10/05/1893, p. 4.
[xli] La Anarquía, 25/05/1893, p. 4.
[xlii] Referencia en Olaya Morales, obra citada, p. 796.
[xliii] Núñez Florencio, Rafael, El terrorismo anarquista, 1888-1909, Siglo XXI, Madrid, 1983, p. 52.
[xliv] El Corsario, La Coruña, Nº 174, 05/10/1893.
[xlv] Crónica de Badajoz, 03/12/1891, p. 3 y La Región Extremeña, 09/05/1893, p. 3.
[xlvi] La Lid Católica, 15/11/1893, páginas 2-3.
[xlvii] Hoja de El Orden, Badajoz, 16 de noviembre de 1893, p. 1.
[xlviii] Para saber más sobre La Germinal, ver Álvarez Rodríguez, Chema, Extremadura anarquista. Siglo y medio de movimiento libertario, represión y contracultura, prólogo de Ángel Olmedo Alonso y epílogo de Dolors Marín, Editorial Jarramplas, Mérida, 2022.