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Ya tenemos cifra de techo de gasto anunciada en el Consejo de Ministros. Según ha explicado el Gobierno, el techo se colocará en 199.120 millones de euros, incluidos los fondos europeos del plan de recuperación. Un incremento de tan solo el 0,5% respecto al techo de gasto de 2023.
Desde algunos medios más afines al nuevo Gobierno de coalición se titula con jolgorio y adjetivos positivos como si esta nueva cifra fuera un gran avance. Mientras tanto, en el otro lado del espectro mediático, se apresuran a presentar la cifra como si fuera una nueva señal de despilfarro del dinero público. Tanto un enfoque como el otro son erróneos, porque el aumento del techo de gasto en un porcentaje tan pequeño no es una buena noticia, ni tampoco es señal de despilfarro. Al contrario, es un techo de gasto para contentar las exigencias para cumplir el déficit que nos llegan desde Bruselas.
Utilizar la palabra “récord” para hablar de un incremento del 0,5% sin poner la cifra en perspectiva es hacerse trampas al solitario
Utilizar la palabra “récord” para hablar de un incremento del 0,5% sin poner la cifra en perspectiva es hacerse trampas al solitario. Las cifras de gasto de un Estado se deben poner en contexto y compararlas con su crecimiento actual, con las previsiones de crecimiento para el año que viene o con otros indicadores como la inflación o la recaudación fiscal.
A falta de conocer el crecimiento para el último trimestre, todo apunta a que el PIB de 2023 crecerá sobre el 2,1%. Las previsiones para 2024 señalan que la economía española aumentará entre el 1,4% y el 1,7%, según los cálculos de la OCDE o de la Comisión Europea. Por lo tanto, si el techo de gasto se incrementa un 0,5%, la economía pública se está contrayendo si la comparamos con el crecimiento de la economía en general. Ese crecimiento “récord” es cuatro veces menor de lo que va a crecer la economía este año y también será menor que lo que las previsiones indican para el siguiente. Es decir, el Estado va a gastar e invertir menos en porcentaje de la economía. No es para tirar cohetes, si lo que quieres es un Estado fuerte como motor de la economía. Ni tampoco es un Estado manirroto, tal y como nos intentan hacer creer desde sectores liberales.
Si los precios son más caros, si los salarios de los funcionarios son más altos, pero el Estado gasta tan solo un 0,5% más que el año anterior, entonces está gastando menos en términos reales
Comparado con la inflación, las cifras son peores todavía. A falta de conocer el IPC de diciembre, parece que vamos a cerrar el año en una inflación media cercana al 3,8%, que ha sido la inflación media anual hasta noviembre y que marca la subida de las pensiones. Si los precios son más caros, si los salarios de los funcionarios son más altos, pero el Estado gasta tan solo un 0,5% más que el año anterior, entonces está gastando menos en términos reales. O, dicho de otra forma, el “poder adquisitivo” del Estado pierde varios puntos. Un techo de gasto para “por supuesto, fortalecer el estado de bienestar”, ha explicado la ministra Mª Jesús Montero. Ya nos explicarán cómo se pueden fortalecer los servicios públicos si se pierde ese poder adquisitivo y la posibilidad de gastar e invertir más para ampliarlos.
No es algo nuevo. El año pasado, comparado con la inflación y los otros indicadores, fue incluso peor. Con una recaudación alta, un crecimiento de la economía del 5,5% y una inflación anual media del 8,4%, el techo de gasto también alcanzó un mísero “récord” del 1,1%. Es decir, la contracción de la economía pública frente a la economía total del país fue mayor todavía. Dos años seguidos en los que se impone una lógica más cercana a la austeridad exigida por Bruselas y sus halcones que a las de un Gobierno que pretende mantener y mejorar el estado de bienestar. Y precisamente ahí está el tema. En Bruselas.
En la misma rueda de prensa han anunciado que este nuevo presupuesto permitirá cumplir con las exigencias de las reglas fiscales que exige Europa, todavía en discusión tras ser pausadas desde el comienzo de la pandemia. Tanto hoy como tras la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera del pasado lunes, el Ministerio de Hacienda ha prometido que el déficit para el año que viene se reducirá al 3%. Para reducir el déficit se pueden seguir tres caminos. Subir los ingresos, reducir el gasto público o una mezcla de las dos. Al reducir el peso real de la economía pública y sus presupuestos sobre la economía total, el Gobierno está optando en términos reales por la segunda o la tercera.
Más allá del debate sobre si deberíamos cumplir con las exigencias fiscales europeas en un momento en la que nuestra economía sigue siendo débil, el contexto internacional no acompaña y seguimos teniendo una presión fiscal más baja que la media europea y un desempleo más alto de todos los Estados miembro, aprobar esos techos de gastos tan poco expansivos es comprar el discurso de la austeridad. Una vez más.
“Se trata de un límite de gasto realista”, ha explicado la ministra. Aunque también ha utilizado el adjetivo “prudente” en varias ocasiones. Esa prudencia de no gastar más desde lo público es exactamente lo que exigen los halcones europeos de la austeridad. Ha quedado demostrado que el mejor impulso para la economía son unos presupuestos expansivos que consigan dinamizarla y, por lo tanto, aumentar también los ingresos tributarios. En cambio, aplicar austeridad, tal y como se hizo en la anterior crisis, fue todo un desastre. La contracción del gasto público hizo que la economía se contrajera más todavía, generando una espiral que acabó aumentando la deuda pública desde el 60% que teníamos cuando Zapatero empezó a aplicar recortes al 100% con la que la dejó, y no consiguió reducir, Mariano Rajoy.
En 2024 vuelve la austeridad y, con ella, las narrativas que nos van a intentar convencer de que es el único camino a seguir
En 2024 vuelve la austeridad y, con ella, las narrativas que nos van a intentar convencer de que es el único camino a seguir. Lo que se necesita es un Gobierno que mejore y aumente la inversión pública para hacer del Estado el motor económico que se necesita, no para seguir los dictados de los obsesionados por el déficit a los que nos les importa volver a cometer los mismos errores que se cometieron hace tan solo una década. Se necesitan récords de gasto reales y no eslóganes malinterpretados por izquierda y derecha que tan solo favorecen los intereses de los halcones de la austeridad europea.
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Austeridad para los de abajo y beneficios obscenos para los de arriba. Es el capitalismo, amigo. Hay que acabar con este sistema defendido desde el PXXE hasta VOX o el sistema acabará con nosotros.
Lo que analiza aquí el PERIODISTA Yago Álvarez seguro que será analizado de forma distinta por la progresía mediática y de forma totalmente contraria por los mastines del IBEX35. La verdad, las mentirijillas y la mentira.
Siempre el mismo rollo hagamos de una vez una reforma fiscal rompedora. Y empecemos a pensar en términos de decrecimiento y distribución o racionamiento uy que miedo. Porque entre halcones y palomas nos están cagando el mundo a base de bien.