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Análisis
La pugna entre Sumar y Podemos: la antesala de un Gobierno de Feijóo y Abascal
Con la tensión en el Congreso de los Diputados en su máximo esplendor, la catástrofe de València está dejando paso a una ‘normalidad’ previa, pero con una polarización que continúa creciendo, según se puede atisbar en el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS); el último de este año. Además, la celeridad de la situación política en nuestro país hace que la crisis por la dimisión de Errejón parezca lejana, aunque se produjo hace menos de dos meses.
En España, mientras que los problemas se suceden, la política continúa imperturbable. Por ello, no hay mejor forma de vislumbrar los cambios a nivel electoral que a través de una ‘cocina’ alternativa a la de Tezanos que nos sitúe en un escenario mucho más realista que la inmutable victoria del PSOE, según el CIS.
En primer lugar, este barómetro muestra que el PP de Feijóo detendría —al menos de momento— la caída que lleva produciéndose desde que comenzó el año. Así pues, su suelo estaría en torno al 32% de los votos, un punto menos que el 23J, pero muy por encima del PSOE, que sufre para mantenerse en torno a la barrera del 30% de los votos. En la distancia entre el PP y el PSOE está una de las primeras claves para que el Gobierno de coalición no cambie de manos; cuanto mayor sea esta distancia, menos serán las posibilidades para la izquierda.
En estos momentos, con el PP en los 140 escaños y Vox en torno a los 40 escaños —y sin tener en cuenta a SALF, Junts o el PNV— el Congreso de los Diputados caminaría hacia una mayoría conservadora —o, incluso, reaccionaria— muy cercana a los 200 escaños y, por supuesto, por encima de la mayoría absoluta.
Todo ello con la simpatía por Feijóo en una posición mejor que la del último barómetro, pero aún por debajo del 50%. De hecho, más que recuperarse, lo que ocurre es que crece Ayuso, que alcanza su mejor valor desde el 23J entre sus propios votantes, con un 16,8%. Una cifra que, a priori, no sería tan llamativa, pero que la sitúa como la principal alternativa a Feijóo frente a Vox o Alvise, lo que supone un importante problema para Feijóo, condicionando su labor política.
Más aún cuando Ayuso es una líder que cosecha muchísimos más apoyos entre los principales rivales del PP: Vox y Santiago Abascal. Mientras que la situación de Valencia redujo a la presidenta de la Comunidad de Madrid al 7,4% entre los votantes de Vox —al tiempo que Feijóo desaparecía como alternativa— la resaca de esta catástrofe ha hecho que irrumpa con un 19,4% a la vez que Abascal cae del 56,6% al 42% en sólo un mes. Es decir, uno de cada cinco votantes de Vox preferiría a Ayuso antes que al propio líder de su partido.
Esto, en último término, es la constatación de que después del 23J, la pugna por el Gobierno no se está jugando hacia afuera, luchando por los votantes del otro bloque —como ocurría antes—. En cambio, se está jugando hacia dentro: a través de la movilización o la reagrupación de los votantes propios.
Es por ello que Ayuso supone un problema para Feijóo: porque ella sí es capaz de movilizar a su electorado y, a su vez, atraer a los votantes de Vox, al contrario que Feijóo. Es por ello que Vox, que se situaría en el 13% de los votos, lo que parece ser su suelo electoral de los últimos meses, tendría un problema muy serio de llegar Ayuso al liderazgo de los populares.
La situación a la izquierda del PSOE, con Sumar y Podemos como protagonistas, se ubica como el principal problema a resolver durante el próximo año
Asimismo, el crecimiento de Se Acabó La Fiesta (SALF), que obtendría el 3% de los votos, no sería diferencial. De nuevo, obtendría un escaño por Madrid; la provincia más proporcional de nuestro sistema electoral. Un escaño que no sería determinante, pero que podría servir al líder ‘ultra’ como altavoz. De momento, no hay atisbos —ni estructura— para mucho más.
Mientras tanto, el PSOE continúa cayendo. El Gobierno, la crisis a su izquierda y la retórica beligerante de sus rivales estaban evitando que se descolgase de la barrera del 30% de los votos. Sin embargo, hay una tendencia que se viene atisbando desde el verano, pero que cada vez se hace más grave: el problema del PSOE no está en el trasvase de votos hacia sus rivales, sino en la desmovilización de su propio electorado.
Durante estos últimos meses, la fidelidad de voto de los socialistas ha pasado del 75,3% al 62,9%, mientras que la indecisión ha aumentado del 11,8% al 18,9%. ¿Es posible que muchos de esos votantes indecisos puedan volver a votar a Sánchez llegado el caso? Sí, pero la indecisión es el paso previo a la abstención o, peor aún, al cambio. De hecho, esta es otra cuestión que el PSOE debería mirar con lupa: para que la izquierda pueda seguir en el Gobierno los socialistas tendrían que volver a ser un agente movilizador, como ocurrió antes del 23J.
Por último, parece que la situación a la izquierda del PSOE, con Sumar y Podemos como protagonistas, se ubica como el principal problema a resolver durante el próximo año. Con Izquierda Unida intentando hacer de mediador sin mucho éxito, la atención mediática se la está llevando Podemos, cuyos ataques al Gobierno de coalición se intensifican cada vez más, pero con éxitos más discursivos que materiales.
Por su parte, la fragilidad de Sumar está motivando desplantes cada vez mayores por parte de su socio de Gobierno, lo que está obligándoles a elevar el tono y, con ello, aumentando la inestabilidad de una mayoría de Gobierno que ya no existe, pues el PNV y Junts actúan cada vez más por libre, generando un impasse cada vez mayor en el Congreso de los Diputados. Por lo tanto, los Presupuestos quedan a la deriva, con lo que ello supone.
Además, el acercamiento entre Sumar, con un 6,6% de los votos y hasta 11 escaños, y Podemos, con un 4,6% de los votos y 6 escaños, tiene que ver mucho con la fidelidad de voto a la baja de Sumar. Desde el 23J, esta ha pasado de estar por encima del 70% a caer al 50% tras la ruptura Sumar-Podemos y, ahora, a situarse en el 35%. Es decir, de esos tres millones de votantes del 23J, sólo un millón escogería de nuevo la papeleta de Sumar.
De hecho, es la primera vez que hay más votantes que optarían por el PSOE y Podemos —un 38,5%— que por el propio Sumar —un 35,3%—. Ahora bien, como ocurría hace un mes, esto, aunque sí que está beneficiando ligeramente a Podemos, puesto que ha crecido un punto, está lejos de significar que vaya a haber un sorpasso. En estos momentos, este escenario es irreal, pero no sólo eso. Tenerlo como objetivo es, en último término, asumir que Feijóo será el próximo presidente de un Gobierno con Abascal como vicepresidente. Y no hay posibilidad de construir una alternativa progresista asumiendo que estamos condenados a cuatro años del PP y Vox, pues lo que por separado suma 10 o 15 escaños, en conjunto podría acercarse a los 30. Y esta es la única vía para evitar un Gobierno reaccionario en España.
Se ha repetido mucho, pero nunca es suficiente. Aunque este Gobierno desfallezca, es una rara avis en Europa que convendría proteger. Si a Meloni, Trump, Orbán, y, próximamente, Merz en Alemania le sumamos a Feijóo y Abascal en España y quién sabe si a Le Pen en Francia, el horizonte de la clase trabajadora en Europa será muy oscuro. Por eso, no debería haber ningún futuro para las fuerzas progresistas que no pase por la unidad, el entendimiento y la cooperación. Esto es un hecho, y si no somos capaces de verlo ahora lo veremos cuando ya sea tarde.
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Este es un artículo super sesgado porque está escrito por un pro sumista; no menciona los problemas internos que tiene Sumar como el fracaso de su liderazgo político (Yolanda díaz y el vacío que deja Errejón tras sus salida por denuncias de mujeres que han sido víctimas de acoso sexual que, esta vez, les ha pasado factura a nivel electoral - contradiciendo lo que decía el colega hace un mes-), la falta de bases sociales o la ausencia de una consolidación de su electorado. Para mi está claro que va a haber un sorpasso por parte de Podemos en los próximos meses con una trayectoria política más sólida en temas de interés para la izquierda tradicional y los problemas sociales en torno a la vivienda o en contra de la corrupción (para el congreso de Sumar la formación de Díaz habrá desaparecido completamente - tengo entendido que se realiza en marzo y que tendrá pocas posibilidades de captar a los suyos y asimismo, renovar su liderazgo político) con su estrategia de polarización con el PSOE en torno a una serie de problemas internacionales, corrupción, la monarquía o temas sociales como la vivienda logrando, así, captar a los votantes de SUMAR y del PSOE. También está claro que esto no va a significar automáticamente la derrota del progresismo o la coalición política. Hay temas como la vivienda social, la monarquía o el sistema financiero que van a generar divisiones en el PSOE y eso podría generar más votantes ambivalentes que podría, finalmente, captar Podemos (Sumar para muchos ya no representa una alternativa y se ha visto erosionada por su experiencia como socio de gobierno). Con respecto al PSOE, creo que ya sabemos cómo van a movilizar a su electorado en las próximas elecciones generales: alentando a defender los temas de índole social y al voto útil para evitar que entre la extrema derecha...y lo más probable es que empiecen la campaña meses antes para consolidar a los suyos para luego centrarse en los votantes del centro político días antes de la fecha clave (estas tesis las saco de la Fundación Alternativas y los intelectuales del PSOE).
Análisis sesgado. Culpar únicamente a Podemos de la posibilidad de un gobierno de derechas por pretender mejorar sus resultados y sobrepasar a Sumar y no a los partidos de la coalición de gobierno por sus múltiples errores en clave interna y externa solo sirve para seguir ahondando en ellos y que vuelva la derecha.
La culpa no es de Podemos. La culpa es de que no se haya hecho nada para resolver el problema de la vivienda. Que aun no se haya cumplido la promesa de la reducción de jornada y haya serias dudas de que se haga. La culpa es de la postura en conflictos internacionales. La culpa es de los retrocesos en feminismo y las cesiones al sector TERF del PSOE. La culpa es la bochornosa actuación en el caso Errejón. Las aspiraciones de Podemos, y sus demandas a nivel político ideológico, son más que justificables. La unidad tiene que tener un propósito y hoy por hoy no lo hay en un conglomerado que por un lado alaba a Al Asad como el PCE y por otro apoya a un lider de AlQaeda como Urtasun.