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Suenan tambores de guerra en Europa. Distintos líderes, profundamente irresponsables, entre ellos nuestra ministra de defensa, nos iluminan cada día preparándonos para la guerra, reclamando un incremento del presupuesto en defensa europeo. Según su relato, Rusia y Putin son el enemigo que combatir. ¿Saben que Rusia es la principal potencia nuclear del planeta y que jamás en un conflicto generalizado puede perder? En el mejor de los escenarios podremos “empatar”, eso sí, llevándonos a todos a un invierno nuclear de cientos de millones de muertos.
Me imagino que los ardorosos políticos europeos tendrán preparados sus bunkers antinucleares desde donde seguir los acontecimientos. Y elucubro también, que serán sus familiares en edad militar los que acudirán raudos y veloces a la guerra -es ironía-. La guerra en Ucrania es otro efecto colateral más de la geopolítica global. En última instancia son los ucranianos los que ponen los muertos, sobre todo hombres, como meras piezas de ajedrez en el tablero geopolítico global. Por favor, absténganse de insultar a la inteligencia acusando de pro-Putin a todos aquellos que no queremos más guerras, ninguna guerra más.
La mayoría de los líderes europeos simplemente actúan mediante una actitud de genuflexión incomprensible ante el mundo anglosajón
La mayoría de los líderes europeos simplemente actúan mediante una actitud de genuflexión incomprensible ante el mundo anglosajón, que hasta ahora ha estado detrás de la inmensa mayoría de los conflictos bélicos surgidos desde finales de la II Guerra Mundial. Ahora que los cálculos alrededor de la guerra de Ucrania no van según lo previsto, ciertas élites, junto a los partidos liberales, conservadores, socialdemócratas y verdes europeos, optan por doblar su apuesta, hablan de rearmarse, y, algunos de enviar tropas a Ucrania. En vez de haber sentado a las partes en conflicto, y no haberse levantado de las respectivas mesas hasta haber alcanzado un acuerdo final entre Rusia y Ucrania, hubo quien desde occidente -pienso en Boris Johnson- vio bien empujar a Ucrania a enfrentarse a Rusia -me imagino que tras la promesa de ayudar militar infinita- bajo unos supuestos que no se están cumpliendo. Putin, sin duda, es el responsable último de la invasión y guerra de Ucrania, pero ciertos países occidentales, bajo la batuta de Reino Unido y Estados Unidos, tienen su parte de corresponsabilidad en el desastre ucraniano.
Rusia no solo se ha hundido económicamente, sino que en estos momentos crece más que cualquier país del G7, mientras el centro y norte de Europa están en recesión. La maquinaria bélica de Putin está muy bien financiada –su banquera central es mucho más competente que los nuestros- y puede seguir alargando este conflicto, e incluso extendiéndolo y ampliándolo. El Gobierno de Rusia está gastando rublos para ampliar el gasto público. Cualquier idea de que cortar las reservas de divisas mediante un embargo provocaría que la economía rusa se contrajera o incluso colapsara eran sólo sueños descabellados: una lección importante para los responsables de las políticas económicas occidentales.
¿Cuándo se estropeo todo?
Pero, ¿cuándo se jodió todo? Corría el final de 2008, en pleno inicio de la Gran Recesión. Era el momento. Europa debió iniciar su desconexión, y reducir su dependencia geopolítica del mundo anglosajón. Tras la Gran Recesión, la búsqueda de un nuevo equilibrio global postcrisis requería reforzar e intensificar las agendas y reuniones entre Eurolandia y los países BRIC. En una fase de profundización de la Gran Recesión, y frente a la actitud defensiva y obstruccionista de Estados Unidos y, muy especialmente, de Reino Unido, las reuniones de expertos de países Euro-BRICS en temas tan diversos como el sistema monetario y financiero, relaciones comerciales, energía y materias primas, o seguridad y gobernanza mundial, constituían un cambio importante de perspectiva a favor de una solución cooperativa tremendamente práctica de salida de la crisis hacia un mundo mejor. Los europeos, a partir de nuestro proyecto común, con todas sus contradicciones y profundas diferencias, teníamos mucho que aportar sobre cómo, desde un punto de vista práctico, podemos solucionar conflictos de intereses integrando la heterogeneidad, especialmente ante la cautela de la posición china.
El “pacifista” Obama activó la semilla del nacionalismo excluyente en Europa y terminó con el sueño de una solución cooperativa
Sin embargo, el “pacifista” Obama activó la semilla del nacionalismo excluyente en Europa y terminó con el sueño de una solución cooperativa, que tanto anhelaron los presidentes Jacques Chirac, Gerard Schroeder o Angela Merkel. De aquellos barros, estos lodos. Se acabó imponiendo la alternativa de un conflicto generalizado.
Si quieren entender estas ideas, recomiendo de manera encarecida el libro de Franck Biancheri The World Crisis: The Path to the World Afterwards. Europe and the World in the decade from 2010 to 2020 (La crisis mundial: El camino hacia el mundo después. Europa y el mundo en la década de 2010 a 2020) donde anticipó la situación actual, guerra de Ucrania incluida, frente a otro escenario cooperativo que tristemente no se produjo. Es muy recomendable el Método de Anticipación Política que desarrollo Biancheri, y, que, posteriormente, tras una muerte prematura, continuó su mujer Marie-Helene Caillol.
Un ejemplo de anticipación política se resume en la editorial del boletín mensual del think tank Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP) del 15 de junio de 2022, “El clima, la energía, los alimentos, las finanzas, los conflictos… nos llevarán sin que nos demos cuenta a una profunda crisis sistémica y global…, donde paradójicamente el mundo occidental parece ser el más vulnerable, mientras que otras partes del mundo están viendo cómo se derrumba, esperando salvarse de esta espiral infernal… Eso es lo que nos espera, nos hundimos con una atmósfera cada vez más medieval. Hasta que alguien y/o algo logre captar todas estas energías negativas y las arrastre a un renacimiento”.
Algunas consideraciones finales
A finales de 2024 se celebran las elecciones presidenciales en los Estados Unidos. Si va todo según lo previsto, Trump arrasará y dará por finiquitada quizás una de las peores presidencias de los Estados Unidos, la de Joe Biden. Sus principales asesores en materia exterior han actuado como meros becarios, y, en el peor de los casos, contra los intereses europeos. Acuérdense del “fuck the EU” de la neoconservadora Victoria Nuland, que recientemente avisó que dejaría su cargo actual de subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos -me imagino que por sus “acertadas” previsiones-. Es lo que tiene ir de sobrados y no entender que ya estamos en un mundo multipolar. El problema es que nos ha arrastrado a los europeos. Mientras, el Sur Global ya se cansó de nuestro cinismo y de nuestros aires de superioridad moral, que se van desvaneciendo conforme la realidad se va consolidando –el genocidio de Gaza como ejemplo-. En este lúgubre escenario, es donde, desde el lado español, solo espero que algunos de los partidos ubicados a la izquierda del PSOE se atrevan a levantar la bandera del ¡No a la guerra!, y hagan de ella el lema para las elecciones europeas.
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Yo ya ni siquiera espero que los partidos a la izquierda del PSOE levanten sinceramente la bandera del No a la Guerra, no lo hicieron en los prolegómenos: enviando Leopards, subiendo el presupuesto militar como ni la derecha se hubiera atrevido, traicionando al Sáhara, o saludando la cumbre de la OTAN en Madrid. Y si ahora dicen No a la Guerra o apoyan a Palestina como hace alguna ex-ministra que en la anterior legislatura calló ante esas traiciones siempre nos cabrá la sospecha que es mero oportunismo, hipocresía o/y, lo que es peor, utilizar la muerte ajena para intentar captar algunos votos para su agónica y derrotada sigla.