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Actualidad africana
Apagones para esconder guerras, incertezas, indignación… y literatura
Corren tiempos de incertidumbre. La guerra ha estallado en Etiopía, pero apenas sabemos nada sobre ella, porque el bloqueo informativo es absoluto. Aguantando el aliento se desarrollan también las elecciones en Burkina Faso y se presenta el futuro en una Angola descontenta. Y cierta ambigüedad rodea también el legado de J.J. Rawlings el golpista que llevó la democracia a Ghana.
El tópico dice que la primera víctima de la guerra es la verdad. Y a pesar de que pueda parecer un lugar común, la divisa se cumple en parte en Etiopía. El último Premio Nobel de la Paz ha ordenado una ofensiva militar contra la región del Tigray, para aplastar una resistencia armada al gobierno federal. Junto a la invasión ha impuesto un silencio absoluto que apenas presenta fisuras. Mientras en Ghana y en otros países africanos recuerdan el controvertido legado del recién fallecido J.J. Rawlings. El expresidente protagonizó dos golpes de estado y después cimentó el acceso a la democracia del país, consolidando un próspero periodo de estabilidad.
Guerras y silencios atronadores
Las cifras son todavía inciertas pero al menos 20.000 personas se han visto obligadas a abandonar la región etíope de Tigray y refugiarse en el vecino Sudán, algunas de ellas cruzando de manera precaria el río Tekezé. Estos refugiados van a parar a un zona que ya albergaba desplazados eritreos del largo conflicto que ha vivido la región. Esta huida desesperada es una de las pocas muestras tangibles de la ofensiva militar generalizada sobre la región de Tigray que el pasado 4 de noviembre anunció el primer ministro etíope Abiy Ahmed, el mismo que hace menos de un año recibía en Oslo el Premio Nobel de la Paz. Ahmed ha conseguido en poco tiempo dilapidar el crédito que había conseguido de la comunidad internacional ante la que se había presentado como el garante de una nueva manera de hacer política.Ahmed ha conseguido en poco tiempo dilapidar el crédito que había conseguido de la comunidad internacional ante la que se había presentado como el garante de una nueva manera de hacer política.
El pasado 29 de junio, Haacaaluu Hundeessaa, un músico símbolo de la contestación de los oromos al Estado etíope, fue tiroteado y asesinado en Adís Abeba. El crimen inició una ola de protestas tanto en la capital del país como en la región de Oromia y Abiy Ahmed lideró una dura represión de esas muestras de indignación. La imagen del primer ministro etíope quedó seriamente dañada. Cuando el pasado 4 de noviembre anunció una amplia operación militar para acabar con los núcleos de resistencia armada del Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF), el personaje conciliador que había intentado construir terminó de diluirse.
Ahmed, sin embargo, ha acabado de consolidar en esta operación otro de los rasgos de su política: el férreo control de la información. A imagen del bloqueo impuesto en la crisis del mes de julio, ahora el apagón vuelve a ser casi total. Apenas trascienden las noticias que desbordan las fronteras: el éxodo de población civil, las historias de brutalidad que llevan consigo los refugiados y las escaramuzas que ahora también implican a soldados eritreos, después del bombardeo del aeropuerto de su capital, Asmara. El complicado equilibrio el estado federal etíope y el complejo reparto de poderes está cada vez más al borde del abismo y contagia una preocupante inestabilidad a toda la región.
Sáhara Occidental
Los acuerdos tripartitos de Madrid: papel mojado
A 45 años de la firma de los acuerdos entre Marruecos, Mauritania y España, con los que las potencias negaron el derecho de autodeterminación del pueblo Saharaui, Rabat insiste en su papel colonial violando el alto al fuego en la región fronteriza de Guerguerat.
Por otro lado, en el extremo opuesto del continente, la intervención de militares marroquíes en la zona de Guerguerat, en el sur del Sahara Occidental, ha sido el desencadenante del final del alto el fuego suscrito en 1991. El Frente Polisario ha interpretado esta incursión militar en la llamada zona de separación como una violación del alto el fuego y, por tanto, advirtió el pasado 14 de noviembre, de su suspensión y de la declaración del estado de guerra. Desde entonces se han difundido algunas noticias sobre movilizaciones de tropas de uno y otro lado, e incluso enfrentamientos y ataques. Sin embargo, la falta de información directa es la tónica general de esta escalada de violencia en el Sahara Occidental.
Una nueva encrucijada en Burkina
Hace cinco años, Roch Kaboré se proclamaba vencedor de las primeras elecciones después del mandato autocrático de Blaise Compaoré. Hacía poco más de un año que Compaoré se había visto obligado a dimitir, después de 27 años en el gobierno, ante un levantamiento popular y apenas unos meses desde que las calles de las principales ciudades se llenasen para hacer frente a un intento de golpe de estado. Hace un lustro Kaboré apareció como el presidente de reconquista de la democracia por parte de la ciudadanía burkinesa. El domingo él será uno de los trece candidatos a la presidencia de Burkina Faso en un contexto completamente diferente.En los últimos tiempos la violencia se ha hecho más presente en el territorio burkinés y los enfrentamientos entre grupos yihadistas, milicias de autodefensa y las fuerzas armadas del país han provocado alrededor de un millón de desplazados
Los trece aspirantes, entre los que solo hay una mujer, comparecen a unas elecciones claramente marcadas por la inseguridad. En los últimos tiempos la violencia se ha hecho más presente en el territorio burkinés y los enfrentamientos entre grupos yihadistas, milicias de autodefensa y las fuerzas armadas del país han provocado alrededor de un millón de desplazados. De esta manera, hay zonas del país en las que el censo no ha podido completarse debidamente y en las que las autoridades no pueden garantizar una jornada electoral segura.
Todas estas circunstancias son las piezas de un puzzle cuyo resultado es la incertidumbre, que puede incluso llegar a afectar a la legitimidad del presidente que salga de esa votación. A priori, parece difícil que cualquiera de los otros doce candidatos individualmente puedan poner en riesgo la reelección de Kaboré. Sin embargo, el resultado es menos previsible en el caso de una segunda vuelta y de una estrategia de suma de fuerzas. En todo caso, la participación y las posibles incidencias de seguridad marcarán la clave de los comicios.
Rawlings y los tortuosos caminos de la democracia
“Un gran árbol ha caído y Ghana se ha empobrecido con esta pérdida”. El actual presidente ghanés Nana Akufo-Addo eligió una de las fórmulas reservadas en muchas sociedades africanas a los sabios y las personas preeminentes para anunciar el 12 de noviembre la muerte del expresidente del país Jerry John Rawlings a los 73 años de edad.La muerte del hombre que condujo los destinos del país del golfo de Guinea durante más de dos décadas y su recuerdo ha actualizado su controvertido legado. Rawling protagonizó dos golpes de estado y, al mismo tiempo, puso las bases sólidas de la vuelta a la democracia. Durante los primeros años de su gobierno fue responsable de purgas y de una dura represión y, al mismo tiempo, abandonó voluntariamente el poder abriendo un ciclo de transiciones pacíficas.
Ghana es hoy un ejemplo, tanto de prosperidad económica, como de calidad democrática; es un referente para quienes ponen el acento en el desarrollo económico, como para quienes reclaman la conquista de la soberanía efectiva por parte de los estados africanos. El ciclo de estabilidad que ha conducido a esta situación comenzó en 1992, con las primeras elecciones libres propiciadas por Rawlings y que el mismo ganó.
La figura de J.J. Rawlings está marcada por su acceso al poder en dos ocasiones, en 1979 y en 1981 a través de las armas, siendo un joven militar que pretendía atajar un sistema corrupto, que estaba conduciendo al país a la ruina. Su pesada carga se compone de ejecuciones de antiguos jefes de estado, de unos años de una represión sin miramientos y de medidas radicales y de excepción para frenar la especulación que aumentaba el precio de los productos básicos.
La leyenda de Rawlings se alimenta de las imágenes que lo convertían en ejemplo de austeridad, de las escenas en las que se sumaba al trabajo comunitario, para impulsar el desarrollo del país y de la resistencia de su régimen, al menos, a cinco golpes de estado
Su leyenda se alimenta de las imágenes que lo convertían en ejemplo de austeridad, de las escenas en las que se sumaba al trabajo comunitario, para impulsar el desarrollo del país y de la resistencia de su régimen, al menos, a cinco golpes de estado que pretendieron derrocarlo. Después llegaron los éxitos, una economía que a principios de la década de 1990 comenzó a funcionar; unas elecciones libres organizadas en 1992, que ganó con el testimonio de transparencia de la comunidad internacional; un país que prosperaba y que consolidaba la estabilidad; unas nuevas elecciones multipartitas en las que volvía a recibir la confianza de los y las ghanesas en 1996; y una retirada voluntaria del gobierno en 2001, propiciando una inédita transición pacífica. Su retiro, sin embargo, no le apartó de la política. Continuó tomando partido en ocasiones desde la distancia y también liderando iniciativas panafricanas para la cancelación de la deuda. Tras su muerte, su figura ha vuelto a reivindicarse.
Una atípica celebración de la independencia
El 11 de noviembre es el día de la Independencia en Angola. En la mayor parte de los países una fecha así se celebra con fiestas, desfiles, fastos y grandes demostraciones. En realidad, todas esas celebraciones pretenden ser grandes muestras de patriotismo. Este año en Angola, algunos colectivos de la sociedad civil han decidido demostrar ese mismo patriotismo de otra manera: con una manifestación en la que protestaban por los vicios del régimen de João Lourenço, o más bien por la perpetuación de los vicios de corrupción y nepotismo heredados del régimen de José Eduardo dos Santos.La manifestación contra la corrupción en Angola, por el día de la independencia, no logró ser masiva, sin embargo, fue duramente reprimida, con al menos un manifestante asesinado de un disparo
El recambio en el poder sin salir del MPLA que controla el país desde su independencia hace 45 años no ha cumplido las expectativas de apertura democrática. La movilización no logró ser masiva, sin embargo, fue duramente reprimida, con al menos un manifestante asesinado de un disparo. La convocatoria vuelve a demostrar el descontento de algunos sectores de la sociedad angoleña, una indignación que además va en aumento y que el nuevo gobierno, en el poder desde 2017 no está siendo capaz de apaciguar.